Cada vez que se
aproxima Semana Santa, cada vez que se acercan las fiestas litúrgicas, los
cristianos recuerdan la condena a muerte de un inocente: Jesús, el Cristo.
¿Quién es
Jesucristo?
La historia nunca ha conocido a otro como Él. De bebé, asustó a un rey. De niño, asombró a teólogos con su
conocimiento y sabiduría, porque su conocimiento venía directamente de Dios.
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La Crucifixión de Cristo. |
De
adulto, gobernó sobre los elementos y calmó el mar embravecido. Sanó sin medicinas, y alimentó a miles
multiplicando panes y peces. Hasta los demonios le temían, y él le dio de nuevo
la vida a aquellos que estaban muertos.
Aun
así, sufrió y soportó en su cuerpo y alma la furia y el odio de los malvados.
Fue desechado y despreciado entre los hombres. Aunque era inocente, fue detenido y condenado por un tribunal irregular
en horas de la noche y un juez civil que lo creía inocente fue obligado a
sentenciarlo a morir en una cruz.
Mediante
su sufrimiento y muerte, él pagó completamente
los pecados de todos los que crean en Él. Pagó con su sangre la salvación
de toda la humanidad prisionera de las
fuerzas del Mal desde hace milenios.
Algunos
han dado sus vidas por otros, y grandes hombres han ido y venido, pero
Jesucristo continúa viviendo porque pudiendo
librarse de tanto sufrimiento, prefirió entregarse por el bien de toda la raza
humana. Herodes no pudo matarlo. Satanás no pudo pervertirlo. La muerte no pudo
destruirlo. La tumba no pudo retenerlo. Habiendo satisfecho completamente la
justicia perfecta de Dios, conquistó la muerte y resucitó al tercer día, como
dijo que lo haría. Porque para él nada era imposible, porque era el Cristo que en griego significa “ungido” o
“Mesías”.
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Óleo de Giambattista Tiepolo titulado La Crucifixión. |
Cuanto
más se investiga más pruebas históricas se hallan de la existencia de este ser
inigualable. Antonio Piñero Saénz,
Catedrático de Historia, de la Universidad Complutense de Madrid, ha dicho una
frase lapidaria que "hay más
pruebas de que existió Jesús de Nazaret que de la existencia de Julio
César", (lo pueden encontrar en Internet). También esa misma frase, o
parecida, lo dicen sabios e historiadores desde hace tiempo, pero parece que en el siglo XXI, la frase tiene aún más
vigencia y aceptación universal, con bases científicas.
Sin
embargo, por malicia o por ignorancia
muchos siguen insistiendo que no hay pruebas de la existencia de Jesús. Pero
sobre Buda hay menos: nada. Parece ser que efectivamente existió un maestro
llamado Sidarta Gautama, Buda, que tuvo un gran impacto en su área y que generó
un culto llamado budismo, pero la datación de su nacimiento se realiza en
función de hallazgos arqueológicos indirectos: que es un templo budista cuya
fundación está fechada en el 550 a.C., entonces es que ya había existido antes
Buda. Así que si la figura de Jesús es escurridiza a los historiadores
(habiendo pruebas de su existencia), la de Buda mejor ni hablar, sobre todo en
una religión tan dada a la fantasía: las vidas anteriores de Buda son puro pragmatismo
histórico, pero eso es otra historia. Sin embargo, no se pone en duda la
existencia de Buda, pero sí la de Cristo, el Mesías.
Lo que sucedió
luego de la última cena
Tras
cenar con sus doce discípulos, Jesús fue al huerto de Getsemaní a orar. Allí fue arrestado por hombres armados enviados
por el Sanedrín.
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Representación de Jesucristo en la llamada Última cena. |
La
noche en que fue arrestado, Jesús fue llevado ante los sumos sacerdotes Anás, Caifás y la asamblea de los
líderes religiosos llamada Sanedrín (Juan
18:19-24; Mateo 26:57). El tribunal religioso hebreo estaba formado
por 71 personas pero no todos fueron invitados al juicio secreto de Jesús
porque había varios rabinos que simpatizaban con el acusado. El Sanedrín,
se reunió en una sesión extraordinaria a altas horas de la noche en las casas
del sumo sacerdote (-Caifás- y su suegro y anterior sumo sacerdote -Anás-).
Entre
los judíos enviados a arrestar a Jesús se encontraba Malco, un esclavo de Caifás. El prisionero fue llevado primero ante
Anás para ser interrogado. Jesús en la casa de Anás fue detenido, interrogado y golpeado. Anás se lo
entregó a Caifás, quien ya había convocado
a los ancianos judíos para celebrar un juicio nocturno ilegal (Mateo 26:57; Juan 18:10, 13, 19-24).
Caifás no desistió en su
intento de inculpar a Jesús, ni siquiera cuando los testigos falsos no pudieron ponerse de acuerdo en sus acusaciones
contra él. Como el sumo sacerdote sabía lo que sus aliados en la
conspiración pensaban respecto a cualquiera que se proclamara Mesías, interrogó
a Jesús para ver si este se atribuía dicho título. Jesús le respondió que sus acusadores lo verían “sentado a la diestra
del poder y viniendo sobre las nubes”. En un gesto de fingida devoción, “el
sumo sacerdote rasgó sus prendas de vestir exteriores, y dijo: ‘¡Ha blasfemado! ¿Qué más necesidad tenemos
de testigos?’”. El Sanedrín concordó en que Jesús merecía morir (Mateo
26:64-66). El tribunal judío con su autoridad después de un rápido y vergonzoso juicio había dictado la pena capital,
que sería ejecutada por los romanos. Caifás
no podía matarlo porque le traería problemas con los romanos que dominaban
Judea, pero podía hacer que los romanos
cumplieran la pena, por tanto llevó a Jesús ante Pilatos, gobernante romano en
Judea, para que decidiera su suerte (Mateo
27:2).
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Pintura que representa a Caifás interrogando a Jesús. |
Después
de esto, fue llevado ante Poncio Pilato,
el gobernador romano (Juan 18:23), pero,
los romanos no realizaban ejecuciones
basadas en transgresiones a la ley judía, por tanto el cargo de blasfemia no
tenía validez para Pilatos. Pilatos, al saber que Jesús era de Galilea,
jurisdicción de Herodes Antipas, lo
remitió a Herodes, que en aquellos días estaba en Jerusalén (Lucas 23:7). Pilatos habría deseado que
Herodes Antipas se encargara del caso, mientras que el Sanedrín habría deseado que Pilatos se decidiera por la ejecución de
Jesús. Herodes; hijo de Herodes el Grande, el que mandó matar a los
inocentes de Belén, con sus soldados menospreció
a Jesús y se burló de él vistiéndolo con una ropa espléndida como de reyes;
y se lo regresó a Pilatos (Lucas
23:6-12).
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Jesús durante el juicio nocturno ilegal del Sanedrín. |
Los
juicios de Jesús constaron de seis eventos: tres de ellos en una corte
religiosa y tres ante una corte romana. Jesús
fue juzgado ante Anás el sumo sacerdote saliente; Caifás, el sumo sacerdote en
funciones, y el Sanedrín. Él fue acusado en estos juicios “eclesiásticos”
de blasfemia, por afirmar ser el Hijo de Dios.
Los
juicios religiosos ante las autoridades judías, mostraron el grado en que los líderes judíos odiaban a Jesús, porque
ellos desatendían descuidadamente muchas de sus propias leyes. Existieron muchas ilegalidades involucradas
en estos juicios a Jesús desde la perspectiva de la ley judía:
1) Ningún juicio
debía llevarse a cabo durante alguna celebración, y Jesús fue juzgado durante la Pascua.
2) Cada miembro de la
corte debía votar individualmente para condenar o absolver, pero Jesús fue condenado por una gritería de
protestas y desaprobación.
3) Si se daba la pena
de muerte, debía pasar una noche antes de que la sentencia fuera llevada a
cabo; sin embargo, solo pasaron unas
cuantas horas antes de que Jesús fuera puesto en la cruz.
4) Los judíos no
tenían autoridad para ejecutar a nadie, sin embargo, se las ingeniaron para ejecutar a Jesús presionando a los romanos.
5) Ningún juicio
debía llevarse a cabo por la noche, pero este
juicio se hizo antes del amanecer.
6) Se debía proporcionar
al acusado consejo y representación, pero Jesús
no tuvo ninguno.
7) No debían hacerse
preguntas de auto-incriminación al acusado, pero a Jesús se le preguntó si Él era el Cristo.
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Pilato no encontró razón para matar a Jesús. |
Los
juicios ante las autoridades romanas comenzaron con Poncio Pilato (Juan
18:23) después que Jesús había sido
golpeado. Los cargos llevados contra él eran muy diferentes a los cargos de sus
juicios religiosos. Él fue acusado de incitar a la gente a una revuelta,
prohibiéndole al pueblo pagar impuestos, y clamando ser un rey. Pilato no encontró razón para matar a
Jesús, así que lo envió a Herodes (Lucas
23:7). Herodes ridiculizó a Jesús,
pero queriendo evitar la responsabilidad política, lo envió de regreso a Pilato (Lucas 23:11-12).
Llevado
nuevamente de regreso a Pilato, sabiendo
que el hombre era inocente, ya que no le veía ninguna culpa, y debido a que era
el último juicio, Pilato mandó azotar a
Jesús, tratando de aplacar la animosidad de los judíos. La flagelación
judía era un castigo terrible y posiblemente consistía de 39 latigazos. En un esfuerzo final por soltar a Jesús, Pilato ofreció que el prisionero Barrabás
fuera crucificado y Jesús liberado, pero fue en vano. La turba gritó que
Barrabás fuera liberado y Jesús crucificado. Pilato les concedió su demanda y
les entregó a Jesús (Lucas
23:25).
Los juicios de
Jesús representan la máxima mofa de la justicia. Jesús, el hombre más inocente
en la historia del mundo, fue encontrado culpable de crímenes y sentenciado a
morir por crucifixión. Caifás veía en Jesús a un peligroso rival. Jesús
cuestionó la interpretación que la jerarquía judía hacía del sábado y expulsó a los mercaderes y cambistas del
templo acusándolos de convertirlo en una “cueva de ladrones” (Lucas 19:45, 46). Algunos historiadores
creen que los mercados que había en el templo, o sea en la sinagoga pertenecían
a la casa de Anás, lo cual daría a Caifás
otra razón para tratar de silenciar a
Jesús.
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Jesús ante Herodes, que no se atrevió matarlo y lo envió a Pilato nuevamente. |
Caifás no podía
negar que Jesús realizaba obras poderosas, pero, en vez de poner fe en él,
procuró salvar su prestigio y autoridad. ¿Cómo iba a reconocer que Lázaro había
resucitado? Caifás pertenecía a los saduceos, quienes no creían en la
resurrección (Hechos 23:8).
Pensemos
en lo que sucedió al enterarse los líderes judíos de que Jesús había resucitado
a Lázaro. El Evangelio de Juan
relata: “Los sacerdotes principales y
los fariseos reunieron el Sanedrín y empezaron a decir: ‘¿Qué hemos de hacer,
porque este hombre ejecuta muchas señales? Si lo dejamos así, todos pondrán fe
en él, y los romanos vendrán y nos quitarán nuestro lugar así como nuestra nación’”
(Juan 11:47, 48). El Sanedrín pensaba
que Jesús era una amenaza para sus
intereses religiosos y para el orden público, por el cual eran responsables
ante Pilato.
Los
sacerdotes principales y los hombres de más edad se reunieron en la casa de Caifás para planear la forma de atrapar
y matar a Jesús. El sumo sacerdote
posiblemente ayudó a determinar el precio que se pagaría a Judas por traicionar
a su Maestro (Mateo 26:3, 4, 14,
15). Sin embargo, un asesinato no era suficiente para que Caifás lograra sus malvados fines. “Los sacerdotes principales
ahora entraron en consejo para matar también a Lázaro, porque a causa de él
muchos de los judíos [...] ponían fe en Jesús.” (Juan 12:10, 11.)
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Anthony Quinn interpretando a Caifás. |
Los
romanos debían aprobar las ejecuciones, y puesto que Caifás era el intermediario entre ellos y los judíos, es probable
que fuera él quien presentara el caso ante Pilato. Poncio Pilato, fue prefecto de Judea del año 26 al 36 de nuestra
era. Cuando este intentó liberar a Jesús,
posiblemente Caifás estaba entre los sacerdotes principales que gritaron: “¡Al madero con él! ¡Al madero con él!”
(Juan 19:4-6).
Caifás se negó a
aceptar las pruebas de que Jesús había resucitado. Se opuso a Pedro y a Juan, y
más tarde a Esteban. También autorizó a Saulo para que arrestara a cualquier
cristiano que encontrara en Damasco (Mateo 28:11-13; Hechos 4:1-17; 6:8–7:60;
9:1, 2). Sin embargo, alrededor del año 36, Caifás fue destituido por Vitelio,
el gobernador romano de Siria.
Fue
la arrogancia lo que impidió que Caifás
aceptara al Mesías. Aunque Caifás pudo haber usado su posición de sumo
sacerdote para que los demás judíos aceptaran al Mesías, sus ansias de poder lo llevaron a condenar a Jesús, y es probable que
su oposición al cristianismo lo acompañara hasta la tumba. Lo que se
escribió acerca de su conducta muestra que nuestros huesos no son lo único que
queda cuando morimos. Por nuestras acciones nos labramos una reputación ante
Dios, ya sea para bien o para mal.
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Anás y Caifas conspirando contra Jesucristo. |
Caifás
es considerado junto con Anás el responsable de haber mandado a muerte a Jesús.
En la Divina Comedia Dante Alighieri los sitúa en la fosa de los
hipócritas castigados de la misma forma: están crucificados en la tierra y son
pisados por los demás condenados, que están vestidos con capas de plomo (Infierno XXIII, vv. 110-126).
Se
sabe que la crucifixión de Jesús tuvo
lugar durante la Pascua judía (Pésaj), en la que se conmemora la salida de los
esclavos judíos de Egipto y que es una de las fiestas más importantes del
calendario hebreo.
La
Semana Santa cristiana, depende de las fases lunares y el equinoccio de
primavera. Jesús fue ejecutado en la provincia romana de Judea por el prefecto
de la provincia, Poncio Pilato en torno
al 26 a 28 después de Cristo. Muchos investigadores barajan la fecha del 14 de
Nisán, esto es, el viernes 3 de abril.
Historiadores
romanos citan a Cristo
Plinio el Joven, entre los años
100 y 112 escribió una carta al emperador
Trajano preguntándole acerca de cómo
debía conducirse hacia los cristianos, y las medidas que como gobernador tomó
contra ellos. En un fragmento de la carta dice también “acostumbran reunirse al amanecer y cantan un himno a Cristo, casi
como a un dios”. En la carta, Plinio, como un magistrado romano se hace eco tres veces de Cristo como persona real
y objeto de culto de una secta.
Son
las fuentes no cristianas, sobre todo el historiador y senador romano Tácito (55-120), las que permiten establecer un
calendario más o menos preciso. El historiador romano habla de la muerte en la
cruz de una persona a la que su gente llamaba Mesías bajo el reinado de Tiberio
por el gobernador Poncio Pilato. El
emperador Tiberio gobernó Roma entre el 14 y 37 después de Cristo, sabemos que
Jesús nació entre el 7 y 4 antes de nuestra era al final del reinado de
Herodes. Sabiendo que vivió unos 30 años, podemos fechar su muerte entre el 26
y el 28.
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Tacito, escultura en el Parlamento de Viena. |
Tácito se refiere a
Cristo, y la existencia de los primeros cristianos en Roma, en una página de su
obra final, Anales (escrito c. 116), libro 15, capítulo 44. Tácito es un autor latino que reconoce
la existencia de Cristo, para los que actualmente dicen que ningún romano lo
nombró. Veamos lo que Tácito dijo
realmente: "[Descripción del incendio de Roma] Pero por ningún medio, ni
con las larguezas del emperador, ni con expiaciones a los dioses, cedía la
infamia, y que dejara de creerse que el incendio lo había ordenado él mismo.
Para acabar con este rumor, Nerón
suministró otros culpables, a los que hizo aplicar los más duros castigos; eran
aquellos a los que, odiados por sus escándalos, el vulgo llamaba “cristianos”.
El autor de este nombre ERA CRISTO, que en época de Tiberio había sido
ejecutado por el procurador Poncio Pilato. Reprimida momentáneamente, aquella
perniciosa superstición rebrotaba, y no sólo por toda Judea, cuna de esta
calamidad, sino hasta por Roma misma, donde confluyen en masa, y encuentran
adeptos, las cosas más atroces y vergonzosas” (Annales, XV, 44).
Suetonio Tranquilo (70-140), escribió
alrededor del 120 que el emperador
Claudio expulsó de Roma a judíos instigados por un tal 'Chrestus':
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Suetonio cita a los cristianos en dos de sus libros. |
“A los judíos,
instigados por Chrestus, los expulsó de Roma por sus continuas revueltas”. Con 'Chrestus' se
entiende que equivale a 'Cristo'. Los romanos en un principio no distinguían a
los judíos de los cristianos, les parecía todo igual. Se refiere a que los
judíos discutían con los ex judíos, ahora convertidos en cristianos y se
generaban tumultos y peleas.
Años
más tarde Suetonio escribió, en una
lista de las actividades realizadas por Nerón donde cita a los cristianos:
“Bajo
éste [su reinado] se reprimieron y castigaron muchos abusos, dictándose
reglamentos muy severos [...] Nerón
infligió suplicios a los cristianos, un género de hombres de una superstición nueva
y maligna”. De Vita Caesarum. Nero, XVI.2.
Jesús
fue condenado por predicar la paz y el
amor, por curar a los enfermos, por multiplicar los panes y los peces, y
predicaba a todos sin distinción de religión o raza, todos tenían derecho a la
verdad, todos los seres humanos.
Por
eso, los cuatro evangelistas desearon que a pesar de las persecuciones de que
estaban siendo objeto los cristianos, quedara un testimonio de Jesús de quienes lo conocieron. Los evangelistas no intentaron hacer
historia sino comunicarnos la vida y obra de Jesucristo.
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Papiro con fragmento del Evangelio de Marcos cerca del año 70 d.C. conservado en el Magdalen College de Londres. |
El
que haya 4 evangelios (canónicos) ayuda a explicar las diferencias en los
detalles (entonces no había imprenta ni Internet). Lo que debería llamar la atención es que coincidan tanto, de ahí que se
suponga que había una tradición (oral o escrita) de dichos y actos de Jesús
previa a la composición de los evangelios, que se hizo en diversos rincones y
relativamente independiente unos de otros. Por otro lado, si Jesús murió
cerca del año 30 y el primer evangelio fue compuesto cerca del 70, eso le
otorga veracidad al relato. El fragmento
evangélico más antiguo que existe es un papiro que contiene el Evangelio de
Marcos, cerca del 70 después de Cristo y se conserva en el Magdalen College de
Londres. Le sigue el fragmento de evangelio canónico más antiguo admitido
hasta ahora es el recogido en el Papiro
52 que se conserva en la biblioteca John Rylands, en Manchester. Contiene un
pequeño texto del evangelio de San Juan y se cree que data del siglo II. Le
sigue en antigüedad el documento llamado Papiro
45, de mediados del siglo III, que fue adquirido en Egipto por el coleccionista
Alfred Chester Beatty (1875-1968) y que se conserva en la biblioteca de su
mismo nombre en Dublín (Irlanda). Es muy importante porque es el primer códice
que contiene los cuatro evangelios.
Pilato no encuentra
ninguna culpa en Jesús
Jesús
fue llevado ante Pilato, porque había sido condenado por el Sanedrín. A los sumos sacerdotes no les importaba
una verdad superior, estaban esclavizados por sus tradiciones, temían por su
estatus económico, aunque Jesús demostró con creces un evangelio benigno y de
amor. El orgullo y el egoísmo les cerró el corazón, no podían admitir que
alguien tuviese tal intelecto y un nivel espiritual sublime que no dudo en
declarar que el que lo ve a él, ve al Padre, esta declaración los sacó de
quicio. Básicamente, obligaron a los romanos a ejecutarlo por la gran envidia
que le tuvieron y lo adornaron con falsedades y pretextos absurdos para
justificarse inútilmente.
Estaban
sujetos al gobernador romano Poncio
Pilato. Por esta razón Caifás, el
sacerdote de más alto rango en el Sanedrín y si no era ejecutado amenazó a
Pilato de insubordinación a Roma y hacer una denuncia en su contra. Pilatos bajo la influencia de su mujer
insistió nuevamente en darle libertad perdonando como era costumbre judía por la
Pascua a uno de los dos arrestados, Jesús y un malhechor culpable de asesinato,
Barrabás.
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Jesús y Barrabás. Pilato intentó salvarlo, pero los judíos eligieron que liberte a un ladrón y homicida. |
Los
judíos se negaron y pidieron la libertad de Barrabás, un ladrón y asesino. E insistieron a gritos la crucifixión repetidamente y agregaron que la
sangre de Jesucristo se derrame en ellos y en sus descendientes, en realidad no
tenían idea de la gravedad de lo que dijeron. El cobarde de Pilato sucumbió
a la presión, pero lavándose las manos en público, afirmó que él no tenía nada que ver con la muerte de
este inocente (Mateo 27:15-26). Esto es sabido desde hace dos mil años.
Roma estaba
interesada en tributos, cereales y el comercio de los productos que le llegaban
desde Judea. Roma carecía de interés por los asuntos religiosos de los judíos. Jesús en cambio, molestaba
bastante al Sanedrín y sus intereses de poder religioso-económico-político. La gente admiraba a Jesús, no a los
sacerdotes.
Quiénes
mataron a Jesús fueron sus enemigos
ideológicos: La élite sacerdotal judía que controlaba al pueblo. Jesús dijo mi reino no es de este mundo, es decir
que tenía un mensaje religioso no político
por eso Pilato no encuentra razones de Estado que le importen o sean peligrosas
para Roma. Por el contrario la élite sacerdotal judía sí las encuentra:
Jesús parte del judaísmo pero él era amplio, abierto a todos los pueblos, con el nazareno se pasa nada menos que del “ojo
por ojo, diente por diente” al “perdonarás setenta veces siete”. Su mensaje es que Dios ama a todos los
seres humanos, ya que no hay un pueblo elegido y los sacerdotes entendieron que
con esa prédica el judaísmo carecía de sentido, los judíos ya no son diferentes,
son parte de algo más grande, la humanidad y no lo quisieron aceptar. El
cristianismo, en teoría, tiene un mensaje fundamental que es la piedad, la caridad, el amor al prójimo y
el perdón, llegando a proclamar: “Amarás a tu enemigo”. Esto ha ayudado al
desarrollo de los derechos del hombre y a su civilización.
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Pintura de Cristo crucificado. |
Eso
era inaceptable para los sumos sacerdotes Anás
y Caifás, porque le quita sentido total al judaísmo anclado en el
Pentateuco y ordenando castigos severos desde tiempos de Moisés. Los romanos ejecutaron la pena, como un
verdugo, posiblemente porque Pilato no quería buscarse un enfrentamiento con la
élite judía.
El propio Jesús les
dijo: "Queréis matarme". Como los judíos habían perdido durante la
dominación romana la potestad de condenar a muerte, razón por la que
"condujeron a Jesús al palacio del gobernador", y dijeron"— Nosotros tenemos una ley, y según ella debe
morir". Pilato tenía en sus manos la vida de Jesús y lo entregó a la
crucifixión. Pero Jesús va mucho más allá, y se anticipó: "Yo entrego mi vida. Nadie me la quita por la fuerza; soy yo quien
libremente la doy. Tengo poder para darla y para volver a recuperarla."
Por eso, no dudó en afirmar: "— Yo soy la resurrección y la vida."
Así
fue como el crucificado en el Monte de la Calavera, o Monte del Calvario o
Gólgota, en las afueras de Jerusalén se
convirtió en símbolo de todas las condenas injustas de la humanidad. Él dio su
vida por toda la humanidad que crea en él y se convirtió en el redentor del
mundo.