El acorazado más poderoso de la Marina alemana lo
hundió el 24 de abril de 1941 y dejó seriamente averiado al acorazado Príncipe
de Gales. Había zarpado del puerto de Gotenhafen, en el Báltico, el 17 de mayo,
acompañado por el crucero pesado Prinz
Eugen.
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Fotografía del Bismarck en el Atlántico Norte, en mayo de 1941. |
Durante la noche del 23 al
24 de mayo, perseguidos por los cruceros británicos HMS Suffolk y HMS Norfolk, el acorazado Bismarck y el crucero Prinz Eugen mantienen un curso
constante de 220 grados hacia el suroeste y una velocidad de 28 nudos. A los
navíos de guerra HMS Suffolk y HMS
Norfolk los siguen de cerca el crucero de
batalla HMS Hood, el
acorazado HMS Prince of Wales y los
seis destructores del Almirante Sir Lancelot Holland, que
navegan hacia el sureste a 27 nudos en ruta de intercepción. Los destructores
no tardan en quedar rezagados respecto a los pesados y poderosos, aunque
veloces, Hood y Prince of Wales. A medianoche el
Almirante Holland ordena ondear la gran bandera de batalla de la Marina Real
Británica en el mástil mayor. Según los cálculos, dentro de dos horas va a
encontrarse con la escuadra alemana al mando del Almirante Günther Lütjens.
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El acorazado Bismarck navega delante del crucero Prinz Eugen. |
Pero antes, sucede un
desagradable imprevisto para los británicos: el Bismarck y el Prinz
Eugen entran en una ventisca con nieve. Los dos cruceros británicos que
navegan inmediatamente detrás se adentran también en la ventisca pero, de
pronto, el radar del HMS Suffolk pierde el contacto con los
alemanes. Los cruceros británicos ya no saben dónde se encuentra el Bismarck,
aunque lo cierto es que Lütjens ignora tal cosa y se siente perseguido en todo
momento.
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Almirante Günther Lütjens. |
En ese momento el almirante Günther Lütjens tiene
ante sí dos opciones, luego de que su actual ruta de salida al Atlántico Norte por
el noroeste de Islandia ha sido
descubierta por el HMS Suffolk y el HMS Norfolk:
proseguir con la esperanza de que no lo alcancen o, por el contrario, dar media
vuelta y dirigirse al Mar de Noruega para reabastecerse y luego intentar salir
de nuevo. Esta última táctica ya la había utilizado con éxito al mando de “los
Gemelos” Scharnhorst y Gneisenau
previamente este mismo año durante la Operación Berlín. Pero esta vez Lutjens
decide proseguir y apostar por que los británicos no tienen unidades
importantes que oponerle antes de que irrumpa al Atlántico Norte.
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La tripulación del Bismarck forma en cubierta en agosto de 1940. |
Holland, quien ha quedado a
ciegas luego que el HMS Suffolk perdiera al Bismarck, ordena cambiar el rumbo a eso de las 2 de la
mañana del 24 de abril a 200 grados, hacia el sur-suroeste. Con esto, pretende
atrapar al Bismarck tanto si éste ha decidido cambiar su derrota como si
mantiene su última dirección conocida. Al tiempo, Holland envía a sus
destructores hacia el norte para
cubrir la posibilidad de interceptar al Bismarck en el caso de que intente la
huida.
Un cuarto de hora antes de
las tres de la mañana, el HMS Suffolk vuelve a establecer contacto con el Bismarck, el cual
continúa con su curso anterior, a treinta y cinco millas de distancia del HMS Hood,
en curso divergente y una velocidad de 28 nudos.
Comienza la batalla
A las 5:35 de la mañana del
24 de mayo los vigías a bordo del HMS Hood finalmente avistan al escuadrón alemán a una distancia de 37.000
metros
en el estrecho de Dinamarca, que separa Islandia de Groenlandia. Los
alemanes se mantienen un rumbo de 220 grados, a 27 nudos y con el Prinz
Eugen a 2.500 metros al frente del Bismarck y son bien conscientes de la
presencia de los británicos. Los hidrófonos a bordo del Prinz Eugen han detectado
el sonido de hélices de alto rendimiento de dos barcos aproximándose minutos
antes del avistamiento. Holland, quien todavía se encontraba en curso 240
grados a 28 nudos, ordena una primera corrección de 40 grados a estribor para
tener ahora un curso de 280 grados con el fin de aproximarse lo más rápido
posible a los alemanes.
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Ruta del acorazado Bismarck luego de zarpar de Gotenhafen. |
A las 5:47 de la mañana la
“alarma” resuena a bordo de los buques alemanes en tanto el almirante Lütjens se aposta en
el puente de mando del Bismarck junto al capitán Ernst Lindemann. En este momento en el que
se inicia la etapa decisiva de este feroz encuentro parece que Lütjens entra en
una especie de parálisis: no ordena ninguna corrección de curso y no instruye
al capitán Lindemann del Bismarck ni
al capitán Helmuth Brinkmann del Prinz Eugen sobre el
procedimiento de batalla a seguir. Ahora bien, el rumbo que siguen los alemanes
no puede ser mejor, siendo el de los británicos el que presenta serios
problemas. Como las siluetas de los navíos alemanes resultan muy similares, y
el Prinz
Eugen va en cabeza, a bordo del HMS
Hood los piratas ingleses confunden, trágicamente, a ambos buques. En
consecuencia, Holland ordena que las baterías del Hood y del Príncipe
de Gales enfilen al buque líder enemigo, es decir, al Prinz Eugen y no al Bismarck. No obstante, los oficiales y artilleros del PoW (Abreviación del Prince of Wales), sí que logran
identificar correctamente a las unidades enemigas y apuntan al Bismarck desde un primer momento. Los
cruceros pesados HMS Norfolk y HMS Suffolk no reciben orden alguna por lo que continúan
persiguiendo a los navíos alemanes de lejos, uno a babor y el otro a estribor,
sin aproximarse para abrir fuego.
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El Bismarck hizo una escala en el puerto de Bergen, en Noruega. |
El Norfolk y el Suffolk,
con una potencia de fuego muy inferior, se han mantenido a una prudente
distancia pero han avisado al resto de las unidades de la Royal Navy. Mientras
tanto, el Almirante Sir John Tovey, Comandante en Jefe de la Home Fleet Británica, ha estado
sopesando las posibles intenciones de los buques de guerra alemanes en base a
los primeros informes recibidos. Tiene en búsqueda de los navíos germanos a los
destructores HMS Electra, HMS Anthony, HMS Echo, HMS Icarus, HMS Achates y HMS Antelope se han lanzado a toda
máquina abandonando la base naval de Scapa Flow hacia el norte. Su misión:
cubrir los puntos de acceso hacia el Atlántico Norte al sur y este de Islandia.
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El Almirante Lütjens decidió salir al Atlántico por el Estrecho de Dinamarca que separa Groenlandia de Islandia. |
A las 5:49 Holland ordena
una nueva corrección de curso de 20 grados más para llegar a los 300 grados con
tal de acelerar el proceso de acercamiento. Esta derrota le ofrece una mejor
aproximación en tanto que le permite al Hood emplear toda la artillería de
sus cuatro torretas. Sin embargo el arco de la torreta de popa del PoW, la “Y”,
sigue sin poder apuntar hacia el Bismarck.
En las entrañas de todos
los buques a punto de entrar en combate se grita en dos idiomas distintos
–inglés y alemán- la orden de “¡cargar, cargar, cargar!” los cañones
principales con munición perforante anti-blindaje y sacos de pólvora extraídos
desde las santabárbaras. En los puestos directores de tiro los oficiales
encargados afinan sus instrumentos de disparo. Uno de éstos hombres, el Cuarto
Oficial de Artillería del Bismarck, Teniente Capitán Burkhard Müllenheim-Rechberg, quien
observa desde el puesto director de popa, piensa que el escuadrón enemigo se asemeja
a un iracundo toro cargando sin saber contra qué.
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El HMS Hood fue el primero en abrir fuego y disparó sin dar en el blanco al Prinz Eugen creyendo que era el Bismarck. |
A las 5:52 de la mañana es
el Hood
el primero que abre fuego, disparando su primera salva contra el Prinz
Eugen situado a unos 22.800 metros de distancia. Treinta segundos
después el PoW abre fuego contra el
Bismarck desde 24.200 metros, pero sólo con una salva de sus baterías
frontales.
Los alemanes no responden
el fuego: Lütjens no ha dado la orden de hacerlo. Los oficiales en los puentes
del Bismarck
y el Prinz
Eugen miran impotentes cómo un escuadrón superior al de ellos les
dispara impunemente en tanto sus propios cañones guardan silencio.
El Hood y el PoW
continúan abriendo fuego sobre sus enemigos pero las salvas caen altas o cortas
respecto a los buques alemanes sin causarles daño. El PoW comienza a experimentar problemas con su torreta cuádruple de
proa.
El Bismarck abre fuego
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El capitán del Bismarck Ernst Lindemann. |
A las 5:54 Holland ordena
regresar al curso de 280 grados con la intención de abrir el arco de fuego de
la popa del PoW. Sin embargo las
salvas británicas siguen cayendo alrededor de los alemanes y éstos no
responden. En ese momento, según testigos, el capitán Ernst Lindemann exclama: “¡No voy a permitir que vuelen mi
barco! ¡Abran fuego!” Esto confirma el hecho de que Lütjens se encontraba
paralizado en los minutos iniciales del combate. La banderola “Jot Dora” es
izada en el mástil del Bismarck: la
señal para abrir fuego es avistada por el Prinz Eugen que, a su vez, es el
primer buque alemán en disparar a las 5:55 de la mañana. Esta primera salva
alemana va dirigida contra el Hood a 20.200 metros de distancia.
Es entonces cuando el Bismarck abre
fuego, asimismo, contra el crucero de batalla británico. Los británicos se
percatan, desde esos primeros disparos enemigos, que los alemanes tienen una técnica muy efectiva de tiro, alternando
las salvas de torretas de proa y de popa para identificar con certeza los
surtidores de agua que producen las ojivas al caer en el mar. El Prinz
Eugen logra en su primer salva lo que los británicos no habían podido
hacer hasta ese momento: “rodear” al Hood con sus ojivas. “Rodear” significa
que los tiros no era ni largos ni cortos, sino precisos y que es sólo cuestión
de tiempo que encuentren su blanco. Los disparos del Bismarck caen un poco por
detrás de su objetivo pero están bien orientados.
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Ilustración del impacto de un proyectil en el HMS Hood. |
A las 5:55 el PoW, a pesar de los serios problemas
mecánicos con sus torretas, logra “encontrar el objetivo”: un proyectil de 356 mm. (14 pulgadas) de su quinta salva impacta el
costado de babor de la proa del Bismarck
y, sin estallar, sale por el otro lado en el costado de estribor. Este daño
deja una abertura de un par de metros cuadrados en la proa del Bismarck, la cual comienza a inundarse
con agua de mar impulsada por el movimiento del navío. Sin embargo el Bismarck
es un acorazado de cincuenta mil toneladas y un daño así en medio del combate
es apenas perceptible. Obviamente el PoW logra
este impacto debido a que dispara sin ser, a su vez, objeto de fuego por parte
de los alemanes que están concentrados con el Hood.
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El HMS Prince of Wales arde en el centro y el HMS Hood a la derecha. |
El Hood continúa disparando
sus salvas sin lograr encontrar blanco cuando, a las 5:56 de la mañana, el Prinz
Eugen impacta por primera vez al crucero de batalla británico. Un proyectil de 8 pulgadas desciende entre
la segunda chimenea y el mástil principal iniciando un peligroso incendio en la
cubierta de botes del navío. Ahora bien, en esa cubierta es donde se
encuentran los lanzadores de cohetes UP y, por tanto, donde se almacenan las
municiones de estos en armarios abiertos. El impacto del proyectil del Prinz
Eugen provoca una reacción en cadena haciendo explotar estas
municiones. Según uno de los únicos tres
sobrevivientes del Hood, el marino Bob Tilburn, la
cubierta queda convertida en un infierno: el Hood se encuentra en
medio del preciso fuego cruzado de la escuadra alemana. En efecto, tanto el
Primer Oficial de Artillería del Prinz Eugen, Teniente Capitán Paulus Jasper, como el famoso Primer
Oficial de Artillería del Bismarck, Capitán de Corbeta Adalbert Schneider, han logrado “rodear” al Hood después
de tan sólo una o dos salvas. Ahora se afanan en destruir progresivamente a su
portentoso enemigo.
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Ilustración del Prinz Eugen. |
A las 5:57 el Hood
es alcanzado dos veces más: un proyectil
de 8 pulgadas del Prinz Eugen hace
impacto en la base de la torre principal, conocida como Torre Mástil,
precisamente en el cuarto de acceso a la misma donde se refugian del fuego
enemigo unos 200 marineros. Todos mueren en el acto y el único testigo de
esta masacre es el propio Tilburn, quien también ha observado los efectos del
otro impacto. Un proyectil de 15
pulgadas del Bismarck alcanza al Hood en lo alto de la torre, en el
Puesto de Observación, dejando el sistema de dirección de tiro del crucero de
batalla ciego.
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Ilustración del hundimiento del crucero HMS Hood. |
Aún así los británicos
continúan abriendo fuego haciendo uso del control local de las torretas. La
séptima salva del Hood y la novena del PoW
siguen siendo, aún, primordialmente de las torretas de proa, pero ahora la de
popa del PoW puede finalmente apuntar
y dispara por vez primera. Un proyectil de esta salva del PoW impacta, de nuevo, contra el Bismarck y penetra debajo
de la línea de flotación (y por debajo del cinturón de blindaje) en el
compartimiento XIV y detona inofensivamente contra una mampara anti-torpedo.
En este momento interviene
por primera vez Lütjens, quien concluye que no se le puede permitir al PoW seguir disparando sin ser
contestado. Por tanto, Lütjens ordena, a las 5:58, al Prinz Eugen que cambie de
objetivo y abra fuego contra el acorazado británico. A estas alturas el Bismarck
y el Hood
se encuentran dañados, llevándose el Hood
la peor parte, pero ni el PoW ni el Prinz Eugen han sido tocados.
La destrucción de Hood
Por su parte, el Almirante Holland,
a las 5:59 de la mañana, ordena una última corrección de 20 grados a babor
pasando de 280 a 260 grados, con lo que abre aún más el arco de disparo de las
torretas de popa de sus barcos. En el Hood los marineros observan con
horror el dantesco espectáculo que se aprecia en la cubierta y la base de la
Torre Mástil consecuencia de los impactos recibidos hasta entonces.
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El Hood se hunde en tres minutos mientras el Bismarck ya está disparando contra el Príncipe de Gales. |
Una columna de fuego se
levanta en la zona del impacto envolviendo al Hood en lo que muchos
califican como una explosión sin estruendo, algo más bien parecido a un pulso
grave. Un proyectil de 15 pulgadas del Bismarck ha penetrado la peligrosamente
delgada armadura de la cubierta del Hood en la zona adyacente al mástil
principal. El proyectil ha detonado en la santabárbara donde se encuentran
almacenadas ciento doce toneladas de cordita que, al explotar, han lanzado al
aire un surtidor de fuego anaranjado de casi doscientos metros de altura.
Cuando el humo resultante de la explosión ha comenzado a disiparse los
tripulantes del PoW observan,
desolados, cómo unos cien metros de la popa del Hood simplemente se han
esfumado, en tanto un infierno de
salvajes llamas blancas devoran la estructura restante del crucero de batalla,
el orgullo de la Marina Real y el barco de guerra más grande del mundo hasta
ese letal momento.
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Ubicación del hundimiento del Hood, la joya de la corona británica. |
El superviviente más famoso
del Hood,
el marinero Ted Briggs (1923-2008), se
encuentra en su puesto en la plataforma de señales, junto al puente de mando y,
desde ese lugar privilegiado, ha podido presenciar los últimos momentos del
Hood desde su propio “cerebro”. Según el testimonio de Briggs, después del
estremecimiento inicial, producto directo de la explosión, el buque se ha
inclinado hacia estribor, asustándolos a todos. Pero el giro se ha detenido y
el buque se inclinado a continuación hacia babor. Todos respiran aliviados
creyendo haberse salvado, pues ignoran que la mitad posterior del Hood ha desaparecido. Sin embargo el
Hood no se ha equilibrado, sino que ha continuado escorándose hacia babor hasta
alcanzar unos cuarenta y cinco grados. Todos saben entonces que el crucero de
batalla está perdido, por lo que comienzan a abandonar el puente con
desesperación. El almirante Sir Lancelot
E. Holland permanece impertérrito en su silla con el capitán Ralph Kerr a su lado, sin tratar de escapar a su suerte,
estoicos e inmóviles, y ahí fue donde Briggs los ha visto por última vez
antes de huir del puente. Briggs, tal como han hecho los otros dos
supervivientes, los marineros William Dundas y Bob Tilburn, simplemente se “ha bajado” del Hood cuando la cubierta ha llegado al
nivel del mar y se ha echado a nadar.
Todo esto ha sucedido en menos de tres minutos. Tres minutos
y el Hood
de 44.600 toneladas desaparece bajo
las olas del Estrecho de Dinamarca con una
tripulación de 1417 hombres (94 oficiales y 1323 marinos e infantes de marina), sólo tres sobreviven.
El HMS Prince of Wales huye
y la batalla finaliza
Una vez que el Hood
ha sido hecho saltar por los aires, en gran parte gracias a su pericia, el
Oficial Director de Tiro del Bismarck, Adalbert
Schneider, corrige su puntería hacia el PoW.
Esto no resulta muy difícil puesto que éste seguía de cerca al destruido buque
insignia de Holland, siendo mínimas las correcciones fueron mínimas. Hasta ahora el PoW ha estado
disparando libremente contra el Bismarck y logrado acertarle en un par de
ocasiones; sin embargo eso ya no va a resultar tan fácil puesto que los
ocho poderosos cañones de 15 pulgadas Krupp del Bismarck ya abren fuego sobre
él.
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Foto del Bismarck desde el Prinz Eugen en el momento en que dispara sus cañones de popa hacia el Príncipe de Gales, el Hood ya ha sido hundido. |
A las 6:02 un proyectil del Bismarck “encuentra el objetivo” e impacta en el puente de mando
del PoW y, aunque no explota, logra
matar a todos los que ahí se encuentran menos al capitán John Leach y a otro hombre.
Leach logra recuperarse a tiempo y ordena a la tripulación del puente blindado
que inicien una maniobra evasiva. Pero el castigo contra el PoW continúa, pues dos nuevos
proyectiles de 15 pulgadas del Bismarck vuelven a “encontrar el objetivo”: una
de ellas le “devuelve la cortesía” que el PoW
le hizo al Bismarck cuando acertó al centro de su casco debajo de la línea
de flotación logrando un impacto idéntico, mientras que la otra destruye el centro director de tiro de las
baterías secundarias de 133 mm. El Prinz Eugen también comienza acertar
disparos en el PoW, y uno de sus
proyectiles de 8 pulgadas impacta también por debajo de la línea de flotación
en la popa.
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El HMS Prince of Wales tras huir de la batalla, muestra los impactos que le ocasionaron el Bismarck y el Prinz Eugen. |
En ese momento hasta las
baterías secundarias y hasta antiaéreas, del Prinz Eugen y las secundarias del Bismarck comienzan a abrir fuego contra el PoW. El PoW, de haber continuado esta situación, pronto se habría convertido en una ruina flotante y ardiente que
hubiera debido ser o abandonada o hundida por su propia tripulación para
evitar que los alemanes la echaran a pique. Sin embargo varias cosas se han
conjugado para salvar el día para Leach y su acorazado.
Primero la decisión del
mismo Leach de abandonar el combate y, en su maniobra evasiva, lanzar una cortina de humo protegiéndose de
sus perseguidores. Sin embargo la cortina de humo por sí sola no hubiese
salvado al PoW de la ira de las
baterías principales del Bismarck.
Dos factores más se han presentado y marcado la diferencia: En primer lugar el
avistamiento, por parte del Prinz Eugen, de dos estelas de
torpedos, tal vez del Hood que contaba con tubos
lanzatorpedos y que pudo haberlos disparado antes de hundirse. La alerta ha
sido dada de inmediato y tanto el Prinz Eugen como el Bismarck
han realizado una maniobra evasiva de emergencia evitando ser impactados. El Bismarck
ha efectuado un viraje de 50 grados a estribor manteniendo un curso momentáneo
de 270 grados, alejándose de su presa, el PoW,
que navega con un rumbo de 160 grados.
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La proa del Bismarck. |
Aún así, los barcos
alemanes aún tienen la oportunidad de regresar al combate y darle muerte al
acorazado británico. Entonces se ha presentado el segundo factor. El almirante Günther Lütjens no ha dado la orden de
reanudar la persecución, sino que ha permitido a sus navíos navegar hacia el
oeste alejándose del maltrecho PoW.
El capitán Lindemann del Bismarck entra, entonces, en desacuerdo con su Almirante
pues solicita autorización para perseguir y hundir al PoW. Lütjens no lo
permite pues se mantiene fiel a sus órdenes originales que le indican que su misión es hundir convoys y no entrar en
combate con unidades de superficie enemigas a menos que sea en defensa propia. Esta
posición, en definitiva, salva al PoW
de una casi certera destrucción.
Así, el PoW y los navíos alemanes se alejan unos
de los otros. En un lapso relativamente corto, de las 6:02 a las 6:04 el Prince of Wales ha recibido siete impactos por parte de las precisas baterías alemanas: tres
veces por el Bismarck y cuatro por el
Prinz Eugen. Ahora los cañones
callan. Los ingleses, que han entrado al combate con una ventaja numérica
abrumadora, han perdido un crucero de
batalla y ha quedado dañado un acorazado; sus dos cruceros pesados,
simplemente, no se han involucrado en el combate. La Batalla ha finalizado con otra derrota británica.
Ni a melon le supo el Hood al Bismarck.
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