HUMANIDAD Y COSMOS es un programa que trata de traerle a usted eso que siempre se preguntó y nunca tuvo la oportunidad de escuchar… Hechos históricos ocultados, fenómenos insólitos, creencias, mitos y leyendas, arqueología proscripta, seres extraños, energías prohibidas, noticias curiosas, científicos censurados, el misterio de los objetos voladores no identificados, profecías y vaticinios, sociedades secretas, ecología, enigmas y soluciones para vivir física y espiritualmente sanos.


lunes, 30 de noviembre de 2015

MACUXÍES, LOS INDÍGENAS QUE FUERON CASTIGADOS IMPIDIÉNDOLES EL ACCESO AL MUNDO SUBTERRÁNEO

Esta etnia indígena sudamericana habita en la región fronteriza entre Brasil, Venezuela y Guyana. Hasta 1907 accedían al interior del planeta por una red de túneles después de caminar unos 15 días, pero, por no guardar el secreto fueron castigados por los gigantes que habitan en su interior.

El Territorio Indígena Raposa-Serra do Sol,
hogar de los macuxíes en el estado brasileño
de Roraima.
En Brasil el Territorio Indígena Raposa-Serra do Sol (en el estado de Roraima) fue reconocido por el presidente Lula Da Silva en 2005, y lo habitan más de 19.000 indígenas de cinco etnias de los pueblos Macuxi, Wapixana, Taurepang, Patamona e Ingarikó, distribuidos en 149 comunidades. La dimensión de este territorio de influencia macuxí puede ser estimada en torno a los 30 mil a 40 mil km2.

Ubicación del Territorio Indígena
Raposa-Serra do Sol, en Roraima, Brasil.
Aquí viven la mayoría de los macuxíes.
Los macuxíes en su mayor parte viven en la reserva llamada Raposa-Serra do Sol (Tierra del Zorro y la Montaña del Sol) al norte de Brasil, en la frontera con Venezuela y Guyana. 

Es una región espectacularmente bella de montañas, selvas tropicales, sabana, ríos y cascadas. Ocupa un territorio de cerca de 1,7 millones de hectáreas y allí los indígenas conservan sus lenguajes y costumbres, a pesar de haber mantenido contacto con foráneos desde hace más de dos siglos. Muchas comunidades dirigen sus propios programas educativos y sanitarios, y han creado varias organizaciones para defender sus derechos y ayudarles a desarrollar sus proyectos.

La lengua macuxí
El idioma macushí, makushí, makuxi o macuxí pertenece a la familia de idiomas caribes. Se habla ante todo en Brasil, con algunos hablantes en Venezuela y Guyana. El idioma más parecido es el pemón en Venezuela que es considerado un dialecto del macushí.

Niños macuxíes en Uiramua, territorio indígena
de Raposa-Serra do Sol, Brasil.
Se calcula que la lengua makushi o macuxí la hablan menos de 25.000 personas en la frontera de Brasil, Guyana y Venezuela. El número de macuxíes en Venezuela no está definido porque el censo de 1992 los incluyó en el grupo pemón. Tal vez cuenta con 600 miembros, estando la lengua amenazada. La lengua makushi se habla en la frontera sudoccidental de Guayana, en veinte asentamientos. El grupo étnico consta de 7.750 miembros en 50 aldeas, estando la lengua potencialmente amenazada. En el noroeste de Brasil actualmente los aborígenes macuxíes habitan en su mayoría en el estado de brasileño de Roraima sumando allí 11.598 personas en total y su lengua aún es hablada con fluidez, en más de veinte Tierras Indígenas, entre las cuales destaca Terra Indígena Raposa/Serra do Sol.

Tradiciones de los macuxíes
Una aldea Macuxi es un conjunto de chozas construidas alrededor de un patio central. Se agrupan por familias y cuando una joven y un muchacho se casan, luego del casamiento, el matrimonio pasa a vivir en la casa de la familia de la joven.

Imagen de tres macuxíes
tocando una melodía.
Entre sus tradiciones, los macuxíes hablan de un lugar donde seres vivos habitan en las profundidades de nuestro planeta, un lugar que las culturas y las civilizaciones antiguas de otros continentes sabían que existía, y que nunca tuvieron contacto con los macuxíes.

Según sus leyendas, hablan de una entrada al mundo subterráneo. Hasta el año de 1907, los macuxíes entraban a una especie de caverna, y viajaban de 13 a 15 días hasta que alcanzaban el interior. Finalmente, en el otro lado del mundo, eran recibidos por los Gigantes, hombres que tienen alrededor de 3 a 4 metros de altura.

Según los Macuxíes se les dio la tarea de vigilar el exterior de la entrada y evitar que los extraños entren en el “Mundo interior”. Un día de 1907 dejaron entrar a tres ingleses que jamás volvieron y luego los gigantes castigaron a los macuxíes impidiéndoles el acceso.

Viaje al mundo subterráneo
Según la tradición oral del pueblo Macuxi, para ingresar hay que ir hasta una caverna oculta por la selva y los que entran en la misteriosa cavidad, durante tres días, solamente descienden por escaleras gigantes, donde cada escalón mide alrededor de 82 centímetros de altura.

Un macuxi en 1994 techando con ramas
de buriti, en Raposa-Serra do Sol, Brasil.
Cuando el gran viento que recorría el enorme túnel empezaba a soplar hacia afuera, (tenía ritmos de cinco días hacia afuera y otros tanto hacia adentro) podían comenzar a descender las escaleras, y las escaleras terminaban al tercer día (contaban los días con el estómago y los períodos de sueño, lo que resulta sumamente exacto). Allí dejaban también las antorchas hechas con palos embebidos en brea de afloramientos petrolíferos cercanos, y continuaban su viaje “dentro” de la Tierra, iluminado por luces que simplemente estaban colocadas allí, grande como una sandía y claras como una lámpara eléctrica.

El viaje hacia el mundo interior según los
macuxíes les llevaba entre 13 y 15 días.
Cada vez andaban más rápido, puesto que iban llevando menos peso e iban perdiendo el peso corporal pasados cuatro o cinco días. Atravesaban cinco lugares que estaban muy bien delimitados, en medio de unas cavidades enormes, cuyo techo no era posible ver. Allí habían -en una de las salas- cuatro luces como soles, imposible mirarlos, pero que seguramente no era tan altas como el sol. En ese sector crecían algunos árboles de buenos frutos, como cajúes, nogales, mangos y plátanos, y plantas más pequeñas se encuentran luego de caminar seis o siete días. Por la descripción comparativa con ciertos lugares de la zona macuxí, esa sala tendría unos diez kilómetros cuadrados de superficie “transitable” y vegetada, y otros sectores inaccesibles y muy peligrosos, con piedra hirviendo, así como unos arroyos de azogue o mercurio. Luego de estas cinco grandes cavidades, en un punto situado más allá de medio camino, debían tomarse de las paredes, y con cuidado impulsarse porque “volaban”.

Macuxíes brasileños con vestimentas
tradicionales en  el año 1996.
Cuanto más lejos los exploradores del pueblo Macuxi se desplazaba dentro de las cavidades, áreas más grandes de vegetación observaban. Las tradiciones orales macuxíes continúan y dicen que después de pasar por estas cámaras gigantes, habiendo transcurrido la mitad del viaje, tienen que moverse con cuidado ya que el misterioso “aire” puede hacer que las personas “vuelen o floten” por los alrededores.

Para llegar al mundo subterráneo el viaje
comenzaba con el descenso durante tres
días por unas escaleras cuyos escalones
eran de 82 centímetros cada uno.
El viento que había comenzado a soplar hacia afuera, no era obstáculo al iniciar el descenso, pero si lo intentaban al revés, la violencia del remolino les podía arrastrar al abismal túnel, y el cadáver -golpeado mil veces- no se detendría hasta un día de marcha, cueva adentro. Respetando este ciclo, iniciando la marcha con viento en contra (que era a favor de su seguridad) bajaban tres días por escaleras; y luego de dos días de marcha por un túnel angosto, ya sin escaleras, el viento volvía hacia adentro, de modo que cuidaban los pasos desde el día de la partida, para no dejar arena removida o guijarros sueltos que luego se estrellarían en sus espaldas. Aún con viento a favor -ya en el séptimo u octavo día de marcha-, llegaban a la zona “donde todo vuela”, es decir al medio de la costra del planeta (el medio de la masa, magnéticamente hablando, que no es el centro geométrico de la Tierra, sino cualquier punto en medio del espesor de la corteza).

Año 1911, foto de dos mujeres macuxíes.
A veces el viento era muy fuerte, y en vez de tomarse de las paredes para impulsarse, debían hacerlo para frenarse y no ser golpeados. Generalmente duraba desde poco menos de un día hasta día y medio, la travesía sin gravedad. Algunas veces debieron aferrarse a las salientes pétreas o a hierros que habían “desde antes” clavados en la roca, y esperar dos días a que amainara el viento. Luego seguían el camino caracterizado por arroyos con aguas muy frías que atravesaban la caverna, y entraban a una especie de gran tazón, mayor que los anteriores, donde habían unas cosas brillantes, de forma similar a los panales de abejas, de unos diez metros de diámetro, situados sobre un vástago, como un tronco de árbol, a una altura imprecisable por la memoria de los ancianos macuxíes.

La tribu de los macuxíes durante la
celebración de sus juegos tribales.
Los viajeros iban recobrando el peso, pero no llegaban a recobrarlo totalmente, porque aparecían en “la tierra del otro lado”, donde todo es un poco más liviano, el sol es rojo y siempre es de día, sin noche, ni estrellas ni luna. Allí permanecían unos días, disfrutando de unas playas cercanas, volviéndose más jóvenes.

Un niño macuxí
regresa de pescar.
Continuando su viaje, ellos alcanzarían un lugar dentro de la Tierra, donde los Gigantes vivían. Allí, los exploradores macuxi comían la comida de los gigantes, como las manzanas del tamaño de cabezas humanas, uvas del tamaño de un puño humano, y deliciosos peces gigantescos que fueron capturados por los gigantes y dados a los Macuxíes como regalos.

La carne de estos peces no se descomponía hasta dos o tres meses de haber sido pescados. Con esa preciosa carga, además de mucha energía corporal, los macuxíes volvían acompañados de algunos gigantes del mundo interior que les ayudaban con el enorme peso que traían. El viaje de vuelta se iniciaba con viento a favor, para volver a tenerlo a favor también en la última etapa, al subir los tres últimos días por las escaleras, cuyos últimos restos existen actualmente.

Niños macuxies en una de sus celebraciones.
Después de abastecerse con comida ofrecida por los gigantes, los exploradores Macuxíes volverían “a casa” al mundo “exterior”, ayudados por los gigantes del mundo interior hasta la mitad del recorrido.

Según cuentan los macuxíes, al menos una vez por año hacían este viaje al mundo interior, pero un día aparecieron en las tierras de los macuxíes tres exploradores británicos que llegaron al Amazonas en busca de oro y diamantes. Cuando llegaron los ingleses, había lo suficiente como para conformar a su reina y a muchos ambiciosos que se enriquecieron luego, explotando a los nativos, pero uno de aquellos indígenas “autorizados a ir al interior de la Tierra”, cometió la terrible imprudencia de violar la consigna de secreto, e indicó el lugar de entrada a los extranjeros. Uno de ellos envió una carta a Su Majestad, repitiéndole una narración como ésta, con algunos detalles más. En las arenas de las playas interiores, abunda el diamante, al igual que en algunos enormes bloques carboníferos de mineral de serpentina, de antiguos calderos volcánicos, que hoy son, justamente, esos túneles hacia el interior del mundo.

Los gigantes que habitan en el
interior de la Tierra reprendieron
a los macuxíes por revelar el
secreto y les prohibieron para
siempre el ingreso al
mundo interior.
Los tres hombres ambiciosos entraron a la caverna, pero no regresaron jamás. En vez de ello, transcurrido cerca de un mes desde que los británicos ingresaron a la caverna, salieron los gigantes, reprendieron a los macuxíes y les prohibieron para siempre el ingreso al interior.

Luego de dos años de angustia y pobreza, algunos macuxíes decidieron intentar un nuevo contacto con los gigantes, a pesar de la prohibición. Viajaron esperanzados durante dos días, pero llegaron a un punto del camino donde el viento venía de otra caverna que ellos no conocían. El camino original estaba derrumbado. Algunos volvieron inmediatamente, pero otros decidieron seguir el nuevo y desconocido túnel. Varios meses después, uno de ellos regresó y dijo al resto que podían entrar; los gigantes les autorizaban, pero sería para no volver nunca afuera, porque otros ingleses irían al territorio y les dañarían. Algunos se negaron a partir, porque el lugar asignado para habitar era una de aquellas grandes cavidades. Otros aceptaron irse al mundo interior y no regresaron jamás.

Guerrero macuxí con su pintura de guerra.
La creencia -o conocimiento- de los macuxíes, es que si respetan las pautas dadas por los gigantes, luego de morir aquí afuera, nacerán entre ellos, allá adentro. Cuentan que algunos macuxíes no morían, sino que se transformaban o transfiguraban en casi-gigantes y se quedaban en el interior. Esto requería principalmente, no tener hijos aquí afuera.

Es posible que las leyendas macuxíes sean
reales y que en algún lugar en la selva
amazónica exista una entrada al mundo interno.
Para los escépticos esto es solo una leyenda, pero para los que tienen capacidad de razonamiento, no cabe ninguna duda que este relato confirma que existe un mundo subterráneo donde podría existir una civilización más avanzada que la nuestra. La existencia de seres gigantes que habitan nuestro planeta es otro hecho presente en decenas de culturas antiguas de todo el mundo. Sin duda los macuxíes los conocieron y afirman que habitan en el interior del planeta.

Es posible que las leyendas macuxíes sean reales y que en algún lugar en la selva amazónica exista una entrada a la Tierra interna. Solo es cuestión de tiempo que se descubra.

Llegan los invasores
Según datos del Censo brasileño, más de 700 mil indígenas, de 215 grupos distintos, viven en Brasil, tanto en reservas como en zonas urbanas. De ese total, 345 mil viven en aldeas.

Dos guerreros macuxíes de Guyana.
El primer contacto histórico con los macuxíes del que se tiene información fue a mediados del siglo XVIII, en una ocupación territorial estratégico-militar. La región en que fueron localizados, era próxima a la frontera de Brasil con las Guayanas, regiones con presencia de holandeses y españoles. Los portugueses decidieron ocupar esos territorios para impedir el avance de otros países. En 1775 fue construido un fuerte en la región de confluencia de los ríos Uraricoera y Tacutu, formadores del río Branco, vía de acceso a los ríos Orinoco y Esequibo. Para que el fuerte de San Joaquín se mantuviera seguro, se hizo un acuerdo de paz de los portugueses con los aborígenes, tanto Macuxíes (eran una minoría) como con otras tribus.

Macuxi con máscara tradicional ritual
paishara, Brasil.
En 1784 hay una noticia sobre dos de los principales grupos Macuxi: los Ananahy que llegaron a establecerse cerca del fuerte trayendo a sus familias consigo y los Paraujamari en 1788, que también llegaron para agruparse en las márgenes del río Negro cerca de asentamientos portugueses.

Jefe Macuxi de Río Branco, en 1907.
Primero fueron los colonizadores portugueses y los grandes ganaderos que ocuparon enormes extensiones de Raposa Serra do Sol. Esclavizaron a los indígenas, hasta tal punto, que los marcaban con hierro ardiendo como al ganado.

En el periodo del Imperio del Brasil la explotación del caucho natural esclavizó a muchos de los macuxíes en la extracción de la goma en la costa del río Branco.

Dos niños macuxíes jugando en la arena.
Luego, la zona habitada por los macuxíes fue invadida por buscadores de diamantes que explotaron el lugar desde 1912 tan intensamente que casi no hay diamante, siendo poco o nada rentable su búsqueda.

Indígena macuxí en una tarjeta
postal cerca de 1903-1904.
Poco después llegaron los buscadores de oro –garimpeiros-, que incrementaron el clima de violencia en Raposa Serra do Sol, introdujeron enfermedades, el alcohol, y causaron enormes daños al medio ambiente.

Enturbiaron los ríos con zarandas, resumidoras y mercurio, e intoxicaron los cerebros de los macuxíes que se quedaron “afuera”, con caña, caipiriña y macoña (droga). También les enturbiaban las espaldas -con látigos- y la raza, violando a sus mujeres.

En junio o julio de 1946 hubo un enorme derrumbe en el túnel, cayendo casi toda la escalera. Hoy sólo quedan algunos escalones del inicio, y un enorme precipicio sin fin donde el viento sopla con ritmos diferentes.

Pequeños macuxíes fotografiados por el
filólogo y etnógrafo alemán Theodor 

Koch–Grünberg (1872–1924) en sus viajes 
por el norte brasileño y sur de Venezuela. 
La imagen fue publicada en 1911.
En 1992 desembarcaron los grandes empresarios del agronegocio, que ocuparon enormes extensiones donde plantaron arroz. Gran parte de la ocupación se realizó en época muy reciente, cuando la demarcación de tierra indígena ya había sido reconocida. Las agresiones y los daños ambientales se han intensificado: 21 líderes indígenas asesinados, cientos de indígenas heridos (incluidos mujeres y niños), comunidades enteras arrasadas y actos terroristas como la utilización de bombas para destruir las casas, hospitales y escuelas indígenas.

Aborígenes Macuxíes y Uapixanas con el
Tuixáua (cacique) Macuxi Ildefonso, año 1904.
Para colmo, el Gobierno del Estado de Roraima ha premiado a los arroceros con la exención de impuestos y respalda su lucrativo negocio mediante medidas legales que van contra los derechos indígenas. Ningún arrocero ha pagado las multas por deterioro ambiental impuestas por el IBAMA (Instituto Brasileño de Medio Ambiente). Tampoco hay nadie en prisión por las agresiones a los indígenas.

Niños de la tribu de los macuxis,
de Roraima, alrededor de 1912.
La influencia del lobby de los agronegocios ha conseguido que el Supremo Tribunal Federal de Brasil, máximo órgano judicial, haya suspendido la operación de la Policía Federal para expulsar a los latifundistas, y haya aceptado un recurso del gobierno de Roraima contra la demarcación de la tierra indígena. El Supremo Tribunal Federal en 2009, confirmó la propiedad de los indígenas y la retirada de los intrusos no aborígenes.

Actualmente en el territorio indígena de Raposa/Serra do Sol los macuxíes están conviviendo con pueblos vecinos, los Taurepang, los Arekuna y los Kamarakoto, que también son hablantes de lenguas pertenecientes a la familia caribe y muy próximos, social y culturalmente a los Macuxíes.

Jóvenes macuxíes durante un
día festivo.
Después de años de campañas dirigidas por el Consejo Indígena de Roraima (CIR), Survival y muchas ONGs de Brasil y de otros lugares, Raposa-Serra do Sol fue reconocida legalmente por el presidente Luis Inácio Lula da Silva el 15 de abril de 2005. Dicho reconocimiento supuso un hito que se celebró con gran alegría, ya que el territorio había sido objeto de una violenta y continuada campaña por parte de los ganaderos y colonos locales, para evitar que los indígenas lo recuperasen. En las tres últimas décadas, más de 21 líderes indígenas fueron asesinados y cientos de ellos resultaron heridos durante su incansable lucha para recuperar su tierra ancestral.

Amenaza el sida a las tribus macuxíes
El riesgo más grave lo enfrentan los caripuna, macuxíes y suruí. Según una investigación de la ONU, declaró el profesor de la Universidad de Brasilia, Victor Leonardi, en una entrevista con el diario O Globo, señalando la necesidad de tomar medidas de prevención urgentes revelando que tres comunidades indígenas pueden desaparecer: los caripuna de Amapá, los macuxíes de Roraima y los suruí de Rondonia tienen un riesgo más acentuado. Los caripuna tienen estrechos contactos comerciales y sexuales con buscadores de oro, traficantes de animales, de droga etcétera, que actúan ilegalmente en esta región fronteriza con la Guyana francesa y Surinam.

La etnia de los macuxíes
interpretando el parixara, una
de sus danzas típicas.
Leonardi agregó que las mujeres macuxíes de Roraima se han convertido en objetos sexuales de los hacendados e incluso se prostituyen en las carreteras, mientras que los indios suruí se convirtieron en adictos a la cocaína y otras drogas en casa de los comerciantes de madera.

Pero no solo los visitantes introducen la enfermedad en las tribus, según Leonardi. Los propios indígenas que salen a trabajar en las ciudades o con los buscadores de oro se contagian con el virus de inmuno deficiencia humana (VIH), que provoca el sida, en los prostíbulos y después vuelven a vivir con sus familias.

De acuerdo con Leonardi, el número de indígenas infectados con el VIH es mucho mayor, ya que en varios casos la enfermedad nunca es diagnosticada como tal, y muchas veces los aborígenes mueren sin que se identifique la causa.

viernes, 27 de noviembre de 2015

HOY SE CUMPLEN 75 AÑOS DEL NACIMIENTO DE BRUCE LEE, LA LEYENDA MÁS GRANDE DE LAS ARTES MARCIALES

Un 27 de noviembre de 1940 nació Lee Jun Fan, que sería conocido como Bruce Lee, creador de su propio método de combate, el Jeet kune Do (”camino del puño interceptor”). Murió a los 32 años en extrañas circunstancias. Marcó un antes y un después en la historia de las artes marciales.

Bruce Lee tuvo una carrera
meteórica y su leyenda permanece
intacta hasta el día de hoy.
Bruce Lee hubiese cumplido este viernes 75 años. Mucho se ha escrito sobre esta leyenda de las artes marciales que abrió el Kung Fu al mundo occidental cuando en China estaba mal visto enseñar este arte milenario a los extranjeros. Su repentina muerte a los 32 años aún continúa envuelta por la controversia y las teorías conspirativas, así como el de la presunta maldición que persigue a los varones de su familia. Su carrera fue meteórica y su leyenda permanece intacta hasta el día de hoy. Por muchos imitadores que hayan querido emularle, nadie ha podido superar su destreza, ni mucho menos igualar su arte.

El bebé Bruce con sus padres en
San Francisco, en noviembre de 1940.
Su historia comienza un 27 de noviembre de 1940 (el año chino del Dragón) en un hospital de la ciudad de San Francisco, Estados Unidos y en la hora del dragón ―entre las 5 y las 8 de la mañana― nace en el Hospital Jackson Street. Su padre, Lee Hoi-chuen, estaba de gira con la troupe de una obra de la ópera china cantonesa en el continente americano; de ahí que Bruce naciera en San Francisco. La madre, Grace Ho, de ascendencia chino-alemana, era una mujer católica y muy supersticiosa que decidió darle a su tercer hijo el nombre de Lee Jun Fan (que significa literalmente "Protector que vuelve de nuevo") pero acabaron llamándole Sai Fon, "Pequeño Fénix", un nombre femenino en chino. Esta decisión se debe al temor que tenían sus padres de que existiera una maldición sobre los hijos varones de la familia. Y es que, según cuenta la leyenda, el padre de Bruce Lee fue maldecido y durante tres generaciones todos los primeros varones de su descendencia directa estaban predestinados a morir jóvenes. De hecho, el hijo primogénito de la pareja ya murió siendo un niño. El nombre de Bruce se lo puso finalmente María Glover, una enfermera del hospital para evitar problemas con su certificado de nacimiento americano.

Debut prematuro en el cine
Su infancia y adolescencia transcurrió en Hong Kong, donde Bruce empezó a entablar contacto con el cine y con apenas dos meses debutó en un filme titulado Lágrimas de San Francisco. Sin embargo, no fue hasta los seis años cuando entró en el mundo del celuloide de manera profesional con Birth of Mankind (El nacimiento de la humanidad), un melodrama de los que estaban de moda en aquella época y en el que dejó patente su carisma y personalidad.

Bruce Lee en 1950 aparece en
la película The Kid.
Bruce era un niño muy inquieto y muy expresivo (en algunas escenas ya mostraba su gesto característico de tocarse la nariz con los dedos). A la edad de ocho años apareció en una película titulada Fu Gui Yun (en inglés titulada Wealth is Like a Dream), en esta actuación consiguió el apodo de "Pequeño Dragón", sobrenombre que permanecería con él resto de su vida.
Bruce Lee interpretando un delincuente
juvenil en The Orphan de 1958.
Con diez años filmó The Kid, en 1950, donde también trabajó su padre, pero no hay ninguna escena en que aparezcan juntos. Posteriormente rodó otras trece películas con su nombre artístico, Li Shiu Loong (Pequeño Dragón), que le orientarían al estrellato. 

De todas sus películas infantiles la más famosa es una de 1958 The Orphan (El huérfano) donde interpreta el papel de un delincuente juvenil. Ya de adolescente se metió en numerosos altercados y sus peleas callejeras le acarrearon muchos quebraderos de cabeza a su familia. Uno de sus rituales cotidianos era enfrentarse a otras bandas con armas y cadenas. El deseo de aprender defensa personal le empujó a comenzar a practicar Wing Chun Kung Fu, un estilo que luego le ayudó a desarrollar su propio método de combate, el Jeet Kune Do, cuya filosofía sugería que el combate está siempre vivo y en constante cambio.

El maestro Yip Man
Bruce conocía a un chico de su edad, o poco mayor, William Cheung, que siempre andaba metido en peleas y nunca perdía. Un día Bruce le preguntó por ello y le comentó que era debido a su arte. William le propuso aprender Wing Chun y Bruce aceptó. El comportamiento de Bruce a la edad de 13 años, cuando entró por primera vez a la academia del gran maestro Yip Man (1893-1972) no fue todo lo respetuoso que debiera haber sido, sobre todo tratándose de un muchacho oriental, por lo que Yip Man decidió que bruce no estaba capacitado para aprender un arte como el Wing chun, y así se lo comunicaron por medio de William Cheung. Bruce decidió volver al día siguiente con humildad y respeto, y Yip Man le dio una oportunidad.

Maestro Yip Man (1893-1972),
que le enseñó a Bruce Lee
todo lo que sabía.
Yip Man, también conocido como Ip Man nacido en China y emigrado a Hong Kong, fue el primer maestro en enseñar abiertamente el arte marcial del Wing Chun, como forma de sustento para su vida al viajar a sus 55 años a Hong Kong, lugar donde tuvo que combatir con los distintos maestros de Kung Fu con el fin de conseguir el permiso de enseñar en el lugar, después de derrotar a varios de ellos y sin nadie que se animara a enfrentarlo, consiguió su cometido. En este lugar tuvo múltiples alumnos quienes finalmente difundieron el arte en todo el mundo, arte marcial del que la historia revela que fue creado por una mujer llamada Ng Mui (monja Shao Lin) quien fuera parte de los cinco monjes sobrevivientes (conocidos como Los Cinco Antecesores; Ng Mui, Chi San, Pak Mei, Fun To Tak y Miu Hin) a la destrucción del templo Shao Lin. Enseñó Wing Chun en Hong Kong de 1948 a 1969.

Bruce Lee practicando con su maestro Ip Man.
De su muerte se sabe que Lun Kai, uno de sus discípulos, le fue a visitar y encontró a Ip Man muerto en su residencia el 2 diciembre de 1972 a sus 79 años en Hong Kong, su muerte se debió a un cáncer a la garganta.

Bruce Lee con su maestro y amigo
Wong Shung Leung, a fines de 1959.
Tres años después de la muerte de Yip Man sin dejar ningún líder del estilo, Lun Kan quedó como el último legítimo líder del estilo Wing Chun. Yip Man nunca usó el título de Gran Maestro y tampoco autorizó a que alguien lo utilizara. Yip Man descansa en un antiguo cementerio de Hong Kong, donde practicantes de todo el mundo le visitan para prestarle homenaje.

Bruce estuvo entre tres y cuatro años aprendiendo Wing Chun bajo la tutela de Yip Man, aunque fue de la mano de su alumno Wong Shun Leung (William Cheung) como aprendió. Bruce fue inscrito en el colegio inglés de San Francisco; por aquellos tiempos había torneos interescolares puesto que se trataba de colegios ingleses, donde se realizaban torneos de boxeo occidental. Bruce decidió tomar parte en uno de ellos, que se celebró en el colegio de St. George, y lo ganó utilizando las técnicas que conocía, el Wing Chun.

Su propio padre le enseño las
bases del Tai chi chuan. Aquí
vemos al adolescente Bruce
Lee con sus padres.
Su propio padre, Li Hoi Chuen, le enseñó las bases del Tai chi chuan, con el único fin de apartarle del camino de la violencia. Con 18 años Bruce ya había aparecido en alrededor de 20 películas y su padre decidió que volviera a Estados Unidos para reclamar la nacionalidad y alejarlo de la Tríada (mafia) china. Fue en el país de las oportunidades donde logró perfeccionar sus habilidades. En San Francisco, la ciudad que le vio nacer y donde debía reclamar su nacionalidad. Su padre, contactó con unos familiares para que Bruce pudiera quedarse una temporada; a cambio Bruce debía trabajar. El trabajo no le gustó mucho, pues se trataba de lavar platos, por lo que lo abandonó rápidamente y comenzó a dar clases para poder subsistir. Posteriormente se trasladó a la ciudad de Seattle, en el estado de Washington, donde trabajaría en el restaurante de una vieja amiga de la familia, Ruby Chow.

Ruby Chow, la vieja amiga de la familia que
le dio empleo a Bruce Lee en Seattle.
Allí Bruce Lee se había instalado un saco y un muñeco de madera para poder entrenar siempre que el tiempo se lo permitía, aunque los vecinos se quejaban del ruido que hacía cuando entrenaba y tuvo que dejarlo. Como no tenía amigos, comenzó a asistir a las reuniones de una sociedad china, donde había gente que también practicaba Kung Fu y otros estilos del norte de China, en los que predominaba el uso de las piernas, uso que Bruce desconocía puesto que el Wing Chun trabaja piernas a un nivel muy bajo.

Bruce Lee cuando abrió su primer
gimnasio y comenzó a dar clases
de Kung Fu a los occidentales.
Bruce se instaló en Seattle y en 1961 empezó los estudios de filosofía en la universidad, especialmente atraído por el taoísmo. Tres años después abandonó la carrera para abrir su primer gimnasio y dedicarse en exclusiva a su entrenamiento personal y dar clases de Kung Fu a todo aquel que quisiera aprender, eso sí siempre con la condición de que el corazón del cliente fuese “puro”. Muchos asiáticos pensaban que el hecho de que ofreciese clases a caucásicos era una práctica corrupta y Bruce recibió varias amenazas que no lograron amedrentarle. Es más, empezó a trabajar en una nueva técnica que iba a revolucionar las artes marciales: el golpe de una pulgada, nombrado así porque desde una pulgada, Lee podía proporcionar un tremendo golpe que podía derribar a sus oponentes.

Ip Man y Bruce Lee
en una foto de 1970.
Cada vez que podía Bruce se tomaba unas vacaciones y viajaba a Hong Kong donde pasaba largas horas con su maestro Yip Man. También se encontraba con otros compañeros como William Cheung que vivía en Australia y pasaba las vacaciones en Hong Kong.

Un día, al regresar a Seattle le esperaba una carta de reclutamiento y empezó a temer por su futuro si tenía que ir al ejército. Pidió consejo a James para evitar ir a filas, aunque parecía muy difícil puesto que personas ágiles y fuertes es precisamente lo que demanda el Ejército. Bruce acudió al examen médico en el Centro de Reclutamiento, y para su sorpresa fue declarado no apto para el servicio militar por tener el arco del pie demasiado pronunciado, un defecto congénito y ser corto de vista.

Bruce y el amor de su vida, Linda
Emery, en la ciudad de Seattle.
En la ciudad de Seattle, conoció a una chica llamada Linda Emery durante el transcurso de una de sus clases, a la que había sido invitada por uno de sus amigos y finalmente se enamoró de ella. Pensó que Seattle no le ofrecía las posibilidades que le podría ofrecer California y decidió trasladarse allí. Ello significaba que tendría que pedir a Linda que se casase con él, o que lo olvidara para siempre. Linda aceptó, se casaron y ese mismo día partieron hacia Oakland.

En sus comienzos, Bruce no tenía dinero ni
siquiera para alquilar un departamento y
dependía económicamente de un amigo que
le cedió a la pareja un lugar de su casa.
Bruce y Linda vivieron en el domicilio de su amigo James Lee y su esposa, Bruce no tenía dinero para alquilar un departamento, y hasta que pusieran en funcionamiento el gimnasio no tenía la posibilidad de mantener a su recién estrenada familia, con lo que dependían económicamente de James, que estaba encantado de tenerles en su casa. Consiguieron un local cuyo alquiler no era muy excesivo, para abrir su Kwoon, y se dispusieron a arreglarlo para comenzar cuanto antes con la escuela. No tardaron en llegar los primeros alumnos.

Inicios en Hollywood
Su fama como experto en artes marciales le entreabrió las puertas de Hollywood, aunque la meca del cine nunca se lo puso fácil por sus prejuicios raciales. En 1966 logró el papel de Kato en la serie de televisión El avispón verde, un superhéroe ataviado con traje verde y máscara que era un experto luchador. La serie le dio popularidad pero no pasó de la primera temporada con 26 episodios. 


El Avispón Verde y su fiel compañero Kato.
Solo se emitieron 26 episodios de
esta inolvidable serie.
Luego de la misma, sus trabajos en el cine se ceñían prácticamente a apariciones ocasionales en varias series del momento, como en Batman, donde aparece en tres episodios como Kato y en alguna que otra película sin grandes pretensiones.

No obstante, su mayor decepción vino cuando fue rechazado para el papel de protagonista en la serie Kung Fu, por ser “demasiado chino”, a pesar que había sido incluido desde el primer momento en el proyecto. El elegido fue David Carradine, que se hizo célebre por su trabajo como “pequeño saltamontes”.

Kato, el Avispón Verde, Batman y Robin.
En aquella época Bruce ya estaba casado con Linda, su antigua alumna, y era padre de dos hijos pequeños, Brandon y Shannon. Con 27 años su futuro se presentaba incierto. No lograba abrirse camino como actor en Hollywood, su gran sueño, pero en cambio su faceta como entrenador y maestro de artes marciales era todo un éxito. Entre sus alumnos se encontraban personajes tan conocidos como Steve McQueen, James Coburn o el basquetbolista Kareem Abdul Jabbar, con los que entabló una fuerte amistad. Pero Dan Inosanto, un filipino norteamericano fue uno de sus mejores alumnos.

El filipino norteamericano Dan Inosanto fue
uno de los mejores discípulos de Bruce Lee.
En 1970, un día que estaba haciendo pesas, se lesionó un nervio de la espalda y no pudo entrenar durante seis meses. Frustrado, dedicó toda su energía a refinar su filosofía del Jeet kune Do (”camino del puño interceptor”) y empezó a escribir sobre todos los aspectos del combate de las artes marciales. Se recuperó a base de un esfuerzo que le llevó al límite de sus posibilidades. Así era Bruce, sumamente perfeccionista.

1971, el año del despegue internacional
El año 1971 fue clave en la vida de Lee. Como la meca del cine parecía darle la espalda, optó por regresar a Hong Kong, donde fue recibido por multitud de fans. Raymond Chow, un conocido productor, le dio la oportunidad de firmar un contrato para protagonizar una serie de filmes con su compañía Golden Harvest. Karate a muerte en Bangkok (1971) también llamada El Gran Jefe. La película fue de inmediato un tremendo éxito en Hong Kong acopiando beneficios de millones de dólares. Bruce Lee se ganó la cúspide de la popularidad china quien le consideraba un héroe nacional.

El Gran Jefe, del año 1971 hizo
que Bruce Lee fuera reconocido
por primera vez.
Inmediatamente participó en su segunda película de artes marciales llamada Fist of Fury (Furia Oriental o Puños de Furia) en el año 1972, donde se explotó la supuesta superioridad del Kung Fu sobre el Karate japonés como una forma de conjurar el sentimiento de inferioridad chino frente a los japoneses. El éxito logrado en esta película superó toda expectativa batiendo récords de taquilla y Bruce Lee se transformó en una consolidada estrella de películas de artes marciales. En Furia Oriental, introdujo el nunchaku (arma formada por dos palos muy cortos unidos en sus extremos por una cuerda o cadena). La gran habilidad de Bruce Lee ante las cámaras y sus espectaculares artes en la lucha comenzarían a cautivar a todos los públicos.

Furia Oriental, del año 1972, otro
éxito de Bruce que batió récords
de taquilla.
Gracias a estos éxitos gozó de prestigio e independencia. En su siguiente filme, El furor del dragón (1972) o La Furia del Dragón o El Camino del Dragón, donde se encargó de la dirección y del guión, por eso es considerada como su película más personal. En ella fue actor, guionista, coproductor y director, grabada en Roma junto a Chuck Norris, siete veces campeón mundial de Tang Soo Do. La película fue otro éxito de taquilla dentro del circuito chino, ya que Bruce no quiso que saliera de él. Esta película es considerada un clásico de las artes marciales y la lucha en el Coliseo es una de las más memorables de la filmografía de Bruce Lee, es conocida como el combate del siglo. Como dato curioso en el tema central de la banda sonora, él se encargó de tocar la percusión. Llegado a este punto, Hollywood no podía permanecer indiferente al inesperado filón asiático y Warner le propuso un proyecto que supondría su lanzamiento a nivel mundial, Operación Dragón, considerada su obra cumbre. La película se rodó a comienzos de 1973 y convirtió al “pequeño dragón” en un verdadero fenómeno de masas. Por aquel entonces el actor estaba muy en forma y trabajaba realmente duro para perfeccionar sus habilidades.


La Furia del Dragón, filmada en
1972 es considerada un clásico
de las artes marciales.
Operación Dragón fue la primera película de artes marciales chinas que fue producida por un estudio importante de Hollywood y tenía a muchas estrellas occidentales y orientales. Del lado de Estados Unidos la protagonizaban John Saxon y Jim Kelly y del lado oriental actuaban miembros egresados de la Escuela de Ópera de Pekín, entre ellos Jackie Chan, Sammo Hung y Yuen Biao. El argumento donde Lee también fue coguionista, gira alrededor de una invitación que recibe para participar en un torneo de artes marciales organizado por el misterioso millonario Señor Han, en una isla privada de su propiedad. El personaje de Han con su mano metálica recuerda al Dr. No de la película de James Bond del año 1962.


Bruce Lee falleció antes del estreno de
Operación Dragón, que fue un éxito
mundial y considerada una de las 12
mejores películas de artes marciales
de todos los tiempos.
Como dato curioso, la banda sonora de la película Operación Dragón (Enter the Dragon), fue compuesta por el argentino Lalo Schifrin. El filme fue un éxito mundial y actualmente es considerada una de las 12 mejores películas de artes marciales de todos los tiempos.

El 10 de mayo de 1973, durante el montaje de Operación Dragón en un estudio de Hong Kong, Bruce Lee se mareó y se desmayó. De camino al hospital su estado se fue agravando. Los médicos desconocían la causa y, tras realizarle una batería de pruebas, se recuperó para regresar de nuevo al trabajo. Por aquel entonces estaba rodando Juego con la muerte, una película que quedaría inconclusa. Solo están rodados 40 minutos, junto a sus amigos y discípulos Dan Inosanto y Kareem Abdul-Jabbar. Cronológicamente, esta sería su última película debido a su prematura y polémica muerte. El largometraje fue terminado y estrenado cinco años más tarde por la Golden Harvest, haciendo uso de un doble y notorios ―hasta burdos― montajes, y añadiendo 11 minutos del rodaje inicial.

Muerte repentina a los 32 años
El 20 de julio de 1973 Bruce estaba en Hong Kong, en casa de la actriz taiwanesa Betty Ting Pei comentando el guión cuando, de repente, sintió un fuerte dolor de cabeza, alrededor de las 14 horas, por lo que Betty le dio un analgésico, concretamente “Equagesic”. Bruce decidió acostarse un rato a ver si le pasaba el malestar pero ya no despertó jamás. Su muerte dejó consternada a su familia y a sus miles de seguidores, que no podían entender cómo un hombre tan sano y fuerte podía haber fallecido de esa manera. La leyenda tomó mayores dimensiones cuando Ting-Pei negó categóricamente que Lee hubiera muerto en su casa, y la policía empezó a recibir extraños paquetes vacíos con la inscripción “Betty Ting sabe la causa de la muerte de Bruce Lee”.

Los actores James Coburn, Steve McQueen y
otros amigos cargando el féretro de Bruce Lee.
La gente empezó a especular y corrían los rumores de que su muerte no había sido accidental. Algunos se preguntaban ¿lo habrán asesinado?, otros se decantaban por la idea de que se hubiera convertido en el objetivo vengativo de las bandas de Hong Kong o que había muerto por una maldición que le habían impuesto los maestros asiáticos de artes marciales, aún enfadados por haber revelado los secretos de la técnica a los occidentales. También se habló de una sobredosis de drogas.

En Juego con la muerte, Bruce había
rodado apenas 40 minutos, la película
quedó inconclusa.
Lee tenía casi 33 años y los médicos aseguraron que su cuerpo no representaba más de 18-20 años biológicos. Recientemente se ha dicho como otra causa atribuible, que su deceso se debió a un aneurisma que le provocó el dolor de cabeza y finalmente lo llevó a la muerte. Su muerte sorprendió al público de Hong Kong y en un principio se atribuyó como falsa la información. Se ha sabido que antes de su muerte Lee había sufrido unos extraños desmayos anteriores de los que se había recuperado. La autopsia de Lee demostró que su cerebro se había inflamado masivamente comprimiéndose dentro de la caja craneal. Oficialmente murió por un edema cerebral causado por una reacción alérgica a la pastilla que le dio la actriz.

Más de 20 mil personas fueron a
despedir a su ídolo.
El funeral que siguió fue apoteósico en Hong Kong; la multitud de admiradores fue tan impresionante que el ambiente donde estaba el ataúd de Lee era sofocante. Más de 20 mil personas fueron a despedir al ídolo. 

En el traslado del féretro de Hong Kong a Seattle, donde al fin fue sepultado, tuvo que cambiarse la caja fúnebre, ya que con la humedad o condensación, el forro blanco con que estaba envuelta la caja se tiñó de azul, debido al traje de Bruce. Fue enterrado en Lake View en Capitol Hill, Seattle, EE. UU. Tuvo con su esposa Linda Emery, ahora conocida como Linda Lee Cadwell, dos hijos: Shannon Lee y Brandon Lee. Este último falleció en pleno comienzo de su carrera artística durante un accidente en la filmación de la película The Crow (El Cuervo).

La muerte “accidental” de Brandon Lee
La verdad es que pese a la versión oficial, son muchos los que opinan que algo raro hubo tras la muerte del artista. Un destino fatal que volvería a ensañarse con el apellido Lee veinte años más tarde. Su hijo Brandon, que practicó artes marciales desde que empezó a andar, se había hecho un nombre en la meca del cine tras participar en una serie de filmes modestos. Con 28 años iba a dar el salto al estrellato con el thriller sobrenatural El Cuervo, en el que interpretaba a un hombre que volvía de la muerte para vengarse.


Linda y Bruce con su primogénito
Brandon.
El 31 de marzo de 1993 moría en el rodaje por una bala calibre 44 que debía ser de fogueo. La versión oficial que ofreció la policía tras la investigación fue algo rocambolesca. Resulta que en el cañón de la pistola se había atascado una punta de una bala de verdad, utilizada para rodar primeros planos. Cuando se cargaron las de fogueo, una de ellas empujó la punta verdadera que fue la que atravesó el cuerpo de Lee. Nuevamente las teorías conspirativas salieron a flote.

Las extrañas circunstancias que rodearon su muerte alimentaron aún más el mito de la maldición. La verdad es que muchas son las similitudes entre las muertes de padre e hijo. En El Cuervo, el personaje de Brandon volvía de la muerte; en Juego con la muerte, Bruce Lee se hacía pasar por muerto.

Nueva película sobre Bruce Lee
Curiosamente, el mismo año de la muerte de Brandon, Hollywood rindió homenaje al maestro de las artes marciales con Dragón: La historia de Bruce Lee, película biográfica semi-ficticia. Desde entonces, la familia no ha cejado en su empeño de llevar adelante un proyecto que hiciera justicia al intérprete de origen chino. Así, a principios de este 2015, la hija de Bruce, Shannon, anunció la creación de un ‘biopic’ oficial sobre la vida de su padre que se centrará en los aspectos menos conocidos del artista, como su faceta de escritor y creador de su propio arte y filosofía.

Estatua recordando al gran Bruce Lee
en Hong Kong.
A los 75 años de su nacimiento, el nombre de Bruce Lee brilla con más fuerza que nunca para millones de personas en todo el mundo. El ídolo aún tiene muchos clubs de fans y su filosofía de las artes marciales sigue atrayendo a devotos seguidores. Su increíble habilidad, su magnetismo y su faceta de maestro lo convirtieron en un referente y un mito para millones de niños... y no tan niños.