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lunes, 23 de noviembre de 2015

LLEGA AL MAR EL DESLAVE DE 62 MILLONES DE METROS CÚBICOS DE BARRO Y DESHECHOS QUE CONTAMINÓ TOTALMENTE LA CUENCA DEL RÍO DOCE, EN BRASIL

Brasil está ante “la peor catástrofe ambiental” de su historia con una avalancha de lodo y desechos de mineral de hierro que se liberaron de golpe, por la rotura de dos diques que los contenían el 5 de noviembre en el estado de Minas Gerais, sureste del país.

Infografía del desastre ecológico en la 
cuenca del río Doce. Clic para ampliar.
El deslave descomunal enterró un pueblo y contaminó toda la cuenca del río Doce, un área mayor que Suiza. El ministerio del Medio Ambiente, citado por la prensa en el día de ayer, indicó que el “tsunami” de barro recorrió 650 kilómetros en 16 días a lo largo del río Doce y llegó hasta el mar en la tarde del sábado en el litoral de Regencia (estado de Espirito Santo), dándole un color ocre. La ministra del Medio Ambiente, Izabella Teixeira lo calificó como “la peor catástrofe ambiental” de la historia.

Logo de la minera
Samarco, propiedad
de las multinacionales
Vale, de Brasil y BHP
Billiton, una minera
anglo-australiana.
Este desastre ecológico de lodo y desechos mineros enterró un pueblo muy cerca de la ciudad de Mariana tras romperse dos diques de contención de la empresa minera Samarco en el Estado de Minas Gerais (sureste), causando 12 muertos y 12 desaparecidos.

Samarco -propiedad de las multinacionales Vale de Brasil y la anglo-australiana BHP Billiton- ha prometido pagar por lo menos 260 millones de dólares para reparar los daños ambientales y las autoridades brasileñas le han impuesto multas por una suma de 175 millones de dólares.

Un bombero en labores de rescate, salvando
un perro en el pueblo de Bento Rodrigues.
El desmoronamiento de dos diques contaminó toda la cuenca del río Doce, un área del sudeste de Brasil mayor que Suiza. La ministra Teixeira afirmó que la recuperación de la cuenca con 230 ciudades en sus márgenes llevará 30 años, y reclamó cambios en las leyes ambientales para hacer frente a enormes desastres como este, que dejó a 280.000 personas sin agua y mató a miles de animales.

El poblado de Bento Rodrigues quedó
completamente arrasado. Murieron 12
personas y otras 12 están desparecidas.
La ruptura se produjo el 5 de noviembre pasado, cuando cedió un dique que contenía 55 millones de metros cúbicos de desechos de la extracción de mineral de hierro, en el estado de Minas Gerais. Poco después, cedió otro con 7 millones de m3 de agua y todo el torrente avanzó rápidamente unos 2 km para desembocar en Bento Rodrigues, de 620 habitantes y ubicado a 23 km de Mariana, la ciudad más cercana. El “tsunami” de barro sepultó en minutos a Bento Rodrigues, con un saldo de 12 muertos y 12 desaparecidos, según el último balance de los bomberos.

En Bento Rodrigues, de 630 habitantes, 158
casas quedaron sepultadas bajo la masa
viscosa de barro y deshechos de hierro.
Ninguna sirena sonó para alertar a los vecinos de que evacuaran el pueblo. La empresa Samarco llamó por teléfono a Defensa Civil, algunas familias y líderes comunitarios. A los gritos los vecinos salieron corriendo a las 4 de la tarde hacia la parte más alta del poblado y, desde ahí, vieron cómo sus casas y la vida que tenían hasta entonces eran tragadas por el barro. 158 casas quedaron sepultadas.

Las empresas mineras involucradas deberán
pagar 260 millones de dólares para reparar el
daño ambiental que causaron, más otros 175
millones de dólares de multa.
La masa viscosa de fango y residuos mineros mezclados con grasas y aceites que estaba almacenada en un dique del tamaño de 10 canchas de fútbol, tomó cuenta del río Doce y avanzó cientos de kilómetros por los estados de Minas Gerais y Espirito Santo hasta llegar al mar. Los dos diques que cedieron forman parte de los más de 750 que existen en el estado de Minas Gerais, y pertenecía a la minera brasileña Samarco, propiedad en partes iguales de los gigantes brasileño Vale y anglo-australiano BHP Billiton.

El río Doce, de aguas casi transparentes
ahora es un río color muerte.
“Está claro que lo que sucedió en el río Doce es la mayor catástrofe ambiental de este país, que no se puede repetir en ningún otro lugar”, dijo Teixeira en una entrevista con el diario O Globo. “Las leyes ambientales hoy son insuficientes para lidiar con un accidente de esta magnitud”, se quejó.

Un pato cubierto de barro con desechos
minerales trata de sobrevivir.
El famoso fotógrafo Sebastiao Salgado, dueño de una estancia en la zona y cuyo Instituto Terra impulsa un proyecto para recuperar las nacientes del río Doce, recorrió el área devastada, se reunió con los gobernadores estatales y con la presidenta Dilma Rousseff para evaluar la tragedia. Más de 280.000 personas están sin agua y miles de animales murieron.

"Nunca vi tanto pez grande muerto. Como es un río de grandes dimensiones, ancho, tiene peces inmensos. Muchos ni sabían que existían. Nadie sabía", relató al diario O Globo. "Ahora que el río murió, pasamos a conocerlos. Todo murió. Ahora el río es un canal estéril lleno de barro”, dijo Salgado.

El mar también estará contaminado
El biólogo André Ruschi, explicó “una vez que llegue al mar, el lodo cubrirá unos 10 mil kilómetros cuadrados de la costa de Espirito Santo.” “La riada de lodos tóxicos que baja por el Río Doce, se extiende sobre unos 3.000 kilómetros cuadrados al norte y unos 7.000 kilómetros cuadrados en la costa sur”.

En color amarillo el área contaminada por la
avalancha de lodo tóxico en la cuenca del río
Doce y en la costa del estado de Espirito 

Santo. Ampliar el mapa con un clic.
El biólogo afirma que el barro alcanzará también tres áreas de conservación (AP): Tren, Costa de Algas y Santa Cruz. En conjunto, las reservas sumarían 200.000 hectáreas en el mar. “Santa Cruz es una de las zonas más importantes  de cría marina del Océano Atlántico. Una hectárea de cría marina es igual a 100 hectáreas de bosque primario. Esto significa que el impacto en el mar equivale a una descarga tóxica que contaminaría una superficie de 20 millones de hectáreas o 200.000 km2 de bosque primario”.

Vea aquí dos videos impresionantes del desmoronamiento de los diques y el desastre ecológico producido:


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