HUMANIDAD Y COSMOS es un programa que trata de traerle a usted eso que siempre se preguntó y nunca tuvo la oportunidad de escuchar… Hechos históricos ocultados, fenómenos insólitos, creencias, mitos y leyendas, arqueología proscripta, seres extraños, energías prohibidas, noticias curiosas, científicos censurados, el misterio de los objetos voladores no identificados, profecías y vaticinios, sociedades secretas, ecología, enigmas y soluciones para vivir física y espiritualmente sanos.


martes, 31 de mayo de 2016

A 45 AÑOS DE AQUELLAS FIGURITAS ÚNICAS QUE SE LLAMARON “¡PLATOS VOLADORES AL ATAQUE!”

En el otoño de 1971 una casa editora de figuritas en Argentina lanza a la venta una nueva colección sobre ídolos del fútbol, algo que sucedía todos los años. En cada sobre se venden dos figuritas redondas con los jugadores, y una rectangular, grande con la foto de cada equipo y como curiosidad dos figuritas rectangulares que cuentan una invasión extraterrestre a nuestro planeta, haciendo foco en la República Argentina.

La colección "¡Platos voladores al ataque!",
se componía de 100 figuritas inolvidables.
Estas insólitas figuritas de la invasión a la Tierra no se coleccionaban dentro del álbum de fútbol, y los chicos no tenían donde pegarlas. Eran 100 ilustraciones y cada una tenía un título y el resumen de cada dibujo en el reverso. La colección llevaba por título “¡Platos voladores al ataque!”, y fueron guionadas por el gran Héctor German Oesterheld y dibujadas nada menos que por Alberto Breccia.

En esta colección argentina de 1971 la
Tierra sufre dos invasiones, la primera
desde Plutón y la segunda de Saturno.
Estas figuritas de Ciencia-ficción a todo color tenían un tamaño de 6 centímetros por 9 centímetros. Eran cien en total, venían de a dos por paquete, junto a otras dos redondas que traían futbolistas y la otra muy grande y rectangular, impresa en unos cartones gruesísimos de 13,5 x 7,5 cm que era la foto de los equipos de fútbol del campeonato argentino. Esta colección apareció para su venta en el año 1971, poco después de empezar las clases.

El dibujante Alberto Breccia
(1919-1993).
Según dichos del propio dibujante Alberto Breccia (1919-1993), fueron escritas y dibujada hacia 1969, pero recién se pusieron a la venta en el otoño de 1971. El álbum se llamaba: “Súper Fútbol”, y traía el subtítulo: “con Supertarjetones”. Lo que se sabe, es que estaban hechas a pedido de un imprentero que vivía por la zona de Constitución, según explicó Alberto Breccia a la gente de la revista Fierro, en una nota sobre estas figuritas (que apareciera en Fierro Nº 33, de mayo de 1987.

Como autor de este artículo quiero comentar a los lectores que, más de la mitad de las figuritas “¡Platos voladores al ataque!” sin álbum donde pegarlas, las tuve en mis manos cuando yo tenía siete años, y como a mis amiguitos no les gustaban, yo las cambiaba por las de fútbol que tenía en mi poder. Me costaba conseguirlas porque mis padres no me daban dinero para comprar figuritas.

Ataque extraterrestre
sobre Buenos Aires.
Yo cursaba Segundo Grado y para mí las ilustraciones de la invasión a la Tierra era lo más valioso del contenido del paquete de figuritas. En ellas se narra la increíble historia de una invasión extraterrestre a la Tierra, su casi completa destrucción y su posterior salvación gracias a los esfuerzos de un grupo de 5 arriesgados niños argentinos.

Según afirman todos los investigadores consultados, la idea y el texto de la invasión son obra de Héctor German Oesterheld (1919-1978). En 1957 fundó, junto con su hermano Jorge, Editorial Frontera, que comenzaría publicando versiones noveladas de las historietas de su creación como Bull Rocket (1952) y el Sargento Kirk (1953). El éxito impulsó a Oesterheld a publicar las revistas Hora Cero y Frontera, la mayor parte de cuyos contenidos escribía él mismo. Sus revistas se agotaban y la editorial se expandió creando títulos anexos como Hora Cero Semanal, Hora Cero Extra (Mensual) y Frontera Extra. En 1961 quebró la editorial.

Héctor German Oesterheld
en una foto de 1959, clic
en la misma para ampliarla.
La colaboración entre Breccia y Oesterheld no era cosa nueva, ya había quedado atrás Ernie Pike (1957), Sherlock Time (1958), Mort Cinder (1962), Richard Long (1966) y la frustrada e inacabada remake de El Eternauta (1969) para la revista Gente. Oesterheld ya había realizado una exitosa publicación de El Eternauta en su revista Hora Cero Semanal, desde setiembre de 1957 hasta su finalización en 1959 con el dibujo de Francisco Solano López. El Eternauta narra una invasión extraterrestre a la Tierra centrada en Buenos Aires. La misma comienza con una nevada mortal ante el asombro de su protagonista, Juan Salvo. 

Comienza la invasión
El total, las 100 ilustraciones ordenándolas numéricamente narran en sus dorsos la siguiente y sorprendente historia.

El guión de todas las figuritas era obra de
Héctor German Oesterheld y los dibujos
correspondían a Alberto Breccia.
Todo comienza cuando un plato volador hace estrellar un automóvil. En el interior aparece muerta una mujer. El crimen presenta extraños ribetes: a la víctima le han arrancado el corazón. El corazón de la joven señora es extraído de su cuerpo todavía tibio y llevado por el Plato Volador hasta el remoto Plutón, donde es trasplantado al pecho de un plutonio.

Los plutonios quieren los corazones de
los terráqueos para prolongar sus vidas.
Sucede que los plutonios –habitantes de Plutón–, han descubierto que el corazón humano, trasplantado en sus organismos les prolonga la vida en aproximadamente diez mil años. Todos los plutonios quieren ahora recibir corazones humanos, la única solución es invadir la Tierra para realizar la gran cosecha de corazones.

Los invasores plutonios provocan un
hundimiento en Palermo con el ataque
de platillos subterráneos.
El ataque de los ejércitos plutonianos no puede ser más despiadado. Traen armas jamás vistas, que ya emplearon con éxito en otros mundos, como el proyector del Terror y los Rayos de Superneutrinos que aniquilan a las defensas de Buenos Aires.

Robar corazones, éste es el motivo de la invasión; primero atacan objetivos militares, luego las grandes ciudades y después... ¡Destrucción total!... hombres, mujeres y niños mueren por el Rayo de Superneutrino.

La figurita N° 5 muestra a los
Señores de la Guerra de Plutón.
Desde los Señores de la Guerra de Plutón hasta el último de los guerreros, están convencidos que en tres días terrestres la invasión habrá triunfado e inmediatamente podrá comenzar la cosecha de corazones.

Los cuarteles resisten con heroísmo invencible, segundos antes de ser desintegrado, el cabo argentino Ramón Ansaldo con su ametralladora emplazada en una azotea derriba una nave invasora, pero Platos Voladores subterráneos con rayos desintegradores provocan grandes hundimientos.

Los supertanques de los
terrestres son bombardeados
con meteoritos.
Los países lanzan sus aviones de combate que son neutralizados con un poderoso Rayo Magnético, los jets alcanzados por esta arma se atraen entre sí con fuerza irresistible y chocan entre ellos precipitándose al suelo. 

Las potencias mundiales lanzan sus misiles nucleares que poco pueden hacer contra el poderío de los plutonios. Derriban algunas naves enemigas pero son miles.

Aunque la invasión afecta a todo el planeta se ve la heroica defensa de los cuarteles de Palermo, donde las bajas de guerreros plutonios son incontables.

Rayos de los plutonios convierten
en momias a los habitantes de Rosario.
Los plutonios también provocan la desaparición de la Plaza de Mayo por un terremoto provocado. En la ciudad de Rosario, un rayo terrible convierte en momias a las personas que toca.

Nada puede oponerse a los atacantes plutonianos que siguen trayendo nuevas armas, como el Rayo Feroz, que convierte en fieras embravecidas a los pacíficos animales que pastan en los campos. También a las personas, disparan ese rayo sobre la ciudad de Córdoba y sus habitantes se matan entre sí. Otra arma poderosa es la de las Plantas Carnívoras, que corren veloces sobre las raíces y devoran cuanto encuentran, o el ataque de caracoles y escarabajos gigantes, y gigantescos dinosaurios, invulnerables a las balas.

Caracoles gigantes avanzan
aplastando todo a su paso.
Contraataca la Tierra con supertanques, pero los plutonios los destruyen bombardeándolos con meteoritos. 

Y continúa el ataque general, tienen el Rayo del Tamaño que reduce la estatura y ahora hace crecer a un chico de trece años, Cholo, hasta más allá de las nubes.

Cholo, el niño gigante, muere
heroicamente destruyendo
 varias naves invasoras.
El niño aprovecha la oportunidad para destruir varias naves de los invasores hasta que lo eliminan con disparos de rayos mortales. 

Todo parece perdido pero la salvación llega también desde el espacio exterior.

Los salvadores son los saturninos, némesis de los plutonios. Sellada la alianza terrestre-saturnina comienza el contraataque. Saturno, eterno rival de Plutón, acude en ayuda de la Tierra, pero en la ayuda se oculta la traición: Plutón será vencido tras monstruosos combates. 

Se entabla una terrible batalla galáctica entre las fuerzas plutonias y las flotas saturninas formadas por naves cigarro que se acercan a la Tierra. 

Dorso de las figuritas explicando los
pormenores de la invasión, ahora de 

los saturnianos. Clic para leer el texto.
Los plutonios provocan una gran tromba marina que se alza hasta 2000 metros de altura y destruyen numerosas naves saturninas. Una gran base submarina de los plutonios es atacada con Proyectores de Antimateria por las naves cigarro de los saturninos y destruida.

Londres, París, Río de Janeiro son
borradas del mapa.
Los saturninos, utilizando un gas mortíferamente risueño para los de Plutón, los eliminan de la faz de la Tierra y todos festejan la recuperación. La alegría dura poco: los saturninos son ahora los que comienzan el ataque, valiéndose de uno de los anillos de su planeta. 

Saturno quiere la tierra para sí, la atacará con la más terrible de las armas, su anillo... La Tierra es arrasada, son borradas del mapa Londres, París, Río de Janeiro, ya le toca a Buenos Aires...

La nave argentina Esperanza despega
rumbo a Saturno para salvar a la Tierra.
El final parece inexorable. Desde el Sur, precisamente de Argentina, llega la nueva solución contra los invasores extraterrestres: un niño, Bocha, nacido en Mendoza que está pasando unos días en la casa de sus tíos en el barrio de Palermo observa la desesperada defensa de la ciudad.

Bocha y sus cuatro amigos en la
nave Esperanza.
Con sus amigos y un maestro de escuela de Bahía Blanca, Mario Vélez, cruzan sus destinos y van al encuentro del profesor Lanús, quien ha construido una nave espacial –la Esperanza–, con el fin de llegar al planeta enemigo. Mediante la instalación de un potente dispositivo quiere lograr sacar de su órbita a Saturno para que choque con Plutón.

La nave despega desde Bahía Blanca, con cinco chicos tripulantes y una carga pesada, el Supermotor creado por el doctor Lanús, un sabio del lugar, amigo del maestro Vélez.

El emperador Uaur había enviado a
conquistar nuestro planeta a robots
saturninos teledirigidos.
A estas alturas nos enteramos que en el anillado planeta solo queda un habitante, el emperador Uaur III, quien en realidad había enviado como soldados a la Tierra a robots teledirigidos.

El anillo que circunda su planeta es cortado y la parte más externa trasladada a la Tierra por poderosas naves de empuje. Una vez colocado en ella, con ánimo de topadora, arrasan con todo...


Al poner en marcha el Supermotor, ya
antes de chocarse los dos planetas
se resquebrajan.
Y cuando todo hace prever la destrucción y el anillo en su avance llega casi hasta Buenos Aires, los chicos ponen en marcha en Saturno el Supermotor y lanzan al planeta contra Plutón:

“Ya antes de chocarse, los dos planetas se resquebrajan, se desintegran, llameantes fragmentos parecen perseguirse en ciego, vertiginoso torbellino de fuego. Desde muy lejos, Bocha y sus compañeros contemplan el cataclismo”.

Plutón y Saturno son destruidos
y se salva la Tierra.
Al instante “los cigarros”, naves saturninas que estaban en la Tierra, se detienen, lo mismo que el anillo, ya que dependía de la energía mental de Uaur, el emperador. Apenas la muerte apagó el cerebro del emperador de Saturno, el anillo se desintegró, se hizo polvo. Así termina la segunda invasión.

Los saturninos mueren en la Tierra al
apagarse el cerebro de su emperador.
Buenos Aires se ha salvado. El mundo, aunque destruido, vive. Bocha, junto a cuatro amigos, decidieron asumir el desafío y lograron cumplir su misión, terminando definitivamente los problemas para nuestro planeta. Los niños vuelven sanos y salvos, siendo recibidos como los héroes que son. Los chicos argentinos son aclamados al regresar y comienza la reconstrucción del planeta, con un nuevo orden mundial: la Argentina queda en situación privilegiada ya que es el país que menos daños ha sufrido.

Publican nuevamente las 100 figuritas
“¡Platos voladores al ataque!” es una curiosidad absoluta a nivel mundial ya que se trata de una colección de figuritas, escrita por Oesterheld y dibujada por Breccia, en un trabajo por encargo, aunque apareció sin acreditar a los autores. 

En las figuritas "¡Platos Voladores al Ataque!",
la humanidad muestra una resistencia heroica.
La referencia inmediata para esta colección es la serie estadounidense de tarjetas Mars Attacks (“Marte ataca”) de 1962, en la que se inspiró Tim Burton para su película Mars Attacks! de 1996. Pero las figuritas realizadas en Argentina son absolutamente originales y ni comparación tienen con las norteamericanas de 1962. No es un plagio o copia barata, esta invasión de 1971 tenía ese toque genial que sabía imprimirle esta dupla única de la historieta Argentina.

Cuando Buenos Aires está a punto de ser
arrasada, 5 niños argentinos que viajan
al espacio, salvando al planeta Tierra.
Javier Doeyo, que nunca olvidó estas figuritas, experimentado editor de historietas y afines, imaginó la posibilidad de reeditar nuevamente las añoradas figuritas “¡Platos voladores al ataque!”. De hecho, buceando en las aguas del coleccionismo llegó a reunir bastantes para su patrimonio personal. Pero no fue hasta que se contactó con Rafael Bitrán que la idea realmente pudo concretarse.

En el año 2002 salió a la venta el álbum de
las figuritas que conocieron los niños de 1971.
Bitrán, licenciado en historia, con varios trabajos publicados, hace ya varios años que viene atesorando la que tal vez sea la colección de figuritas más importante del país. Hacia él terminó encaminando sus pasos Doeyo, en la creencia de que el total de 100 cartones estaría en sus manos. Creencia acertada, vale aclarar.

Algunas de las 100 ilustraciones de las
figuritas "¡Platos Voladores al Ataque!".

Hacer clic en ellas para ampliarlas.
En septiembre de 2002 Javier Doeyo presentó en forma de libro la historia, reproduciendo en blanco y negro las figuritas, acompañando la edición con la reproducción en colores de las mismas, tal como salieron en nuestra infancia.

El libro fue editado por Ancares Editora, que ha logrado reunir (luego de una investigación de más de cinco años), la colección completa y acompañada de un libro de 64 páginas con la historia gráfica que puede leerse de un tirón, con su correspondientes textos debajo, más un set fascimilar en colores con las 100 figuritas tal como salieron en 1971. Las figuritas se venden junto al libro.

Dorso del álbum editado en el 2002
conteniendo ilustraciones de estas insólitas
figuritas que despertaron la imaginación de
millones de niños argentinos.
El libro trae, además, un prólogo acerca de la obra a cargo del especialista en ciencia ficción Elvio Gandolfo, una investigación sobre la colección de figuritas originales realizada por Rafael Bitrán, el mayor coleccionista de figuritas del país, y una profunda aproximación a la obra de Breccia y Oesterheld realizada por el editor español Antoni Guiral.

Gracias a ellos, las inolvidables figus de “¡Platos voladores al ataque!” jamás desaparecerán de la memoria colectiva de los argentinos.
Por Alberto Seoane

lunes, 30 de mayo de 2016

PORTUGAL FUNCIONÓ 4 DÍAS CON ENERGIAS RENOVABLES

La energía producida a base de viento, agua y sol ayudaron a Portugal a cumplir un interesante desafío, el de abastecerse durante 107 horas con energías limpias. Ya tiene el 75% de la producción eléctrica a partir de energía renovable.

Algunos de los paneles solares en
Amareleja, Moura, Portugal.
Este pequeño país de 92.391 km², el número 111 en tamaño del mundo, con algo más de diez millones y medio de habitantes, logró durante cuatro días de mayo, funcionar solo con la fuerza del viento, del agua y del sol.

Los cuatro días seguidos funcionando con energías no fósiles, ocurrieron entre las 6.45 del sábado 7 de mayo y las 17.45 del miércoles 11: 107 horas seguidas durante las cuales se abasteció la red eléctrica del país con fuentes naturales de energía y sin emisiones de carbono.

El Embalse de Alqueva, sobre el río Guadiana,
en el Alentejo, es el mayor lago
artificial de Europa.
En este año, el 74,7% de la producción energética de Portugal proviene de las energías no fósiles, principalmente del agua (44,1%) del total de las renovables, seguida del viento (25,6%) y de la biomasa (4%); por primera vez, la producción solar rebasó el 1% del total, según los datos de la Asociación de Energías Renovables.

Parque de molinos eólicos en el océano
Atlántico en las costas de Portugal.
La energía hídrica es hoy la más abundante en Portugal, pero irá a menos, ya que mucho del potencial energético acuático ya ha sido explotado por las instalaciones existentes. El inmediato futuro es para el viento, la tecnología más barata cuando se considera un nuevo proyecto de generación eléctrica, más barata incluso que otras convencionales como el gas natural o el carbón, según informa un portavoz de EDP, la principal generadora de energía. En el futuro Portugal espera un abaratamiento de los costes de inversión de energía solar que permitiría que esta situación se haga más común, aunque no antes de 2020.

La central fotovoltaica Hércules, en
Brinches, municipio de Serpa.
Por el momento, económicamente, al ciudadano no le beneficia si la electricidad procede de la compra de carbón, petróleo o de la naturaleza. La factura eléctrica del portugués es, después de la del alemán, la más cara de Europa, con una carga fiscal del 42%, sólo superior a la que tienen daneses y alemanes, según datos de Eurostat. En proporción a la capacidad de compra del portugués, el precio de la electricidad y gas no tiene comparación en Europa.

Mapa de instalaciones de energías
eólicas en Portugal.
Aparte de ventajas ecológicas, las energías renovables asientan la población rural. Se estima que se están instalando en Portugal cerca de 300 mil m² de colectores solares. Por lo general, las instalaciones suelen construirse en zonas rurales donde existen mayores recursos de viento, sol o agua. Este hecho mejora las economías rurales con la creación de puestos de trabajo, mejora de infraestructuras y un aumento de recaudación fiscal.

Vivienda construida por una empresa 
portuguesa, con paneles solares en el techo
genera casi la totalidad de la energía que
consume. Puede trasladarse a una velocidad
de 5,5 Km por hora.
Portugal pasó de ser un país altamente deficitario en términos energéticos importando la totalidad de los combustibles fósiles que consumía (año 2005), a producir casi la totalidad de su propia energía eléctrica. Aunque aún falta para ser plenamente autosuficiente, ya que el país importa carbón, gas natural y petróleo.

Planta portuguesa de obtención de energía
por oleaje en Aguçadoura.
En 2007 comenzó a producir electricidad la mayor planta de energía solar del mundo en Brinches, municipio de Serpa, al sur del país, poco antes de que la primera planta comercial de obtención de energía por oleaje abriera sus puertas, en septiembre de 2008, en Aguçadoura, al norte de Portugal. En 2010, por primera vez en su historia, en los primeros cinco meses tuvo una balanza comercial de energía eléctrica positiva y exportó más energía de la que importó (982 GWh contra 946 GWh). El país también está aumentando la potencia instalada en parques eólicos, hasta alcanzar los 8500 MW en 2020, mientras que la potencia hidroeléctrica instalada pasará a ser de hasta 8600 MW en 2020.

viernes, 27 de mayo de 2016

EL MISTERIO DE LA ESFERA DE LA FAMILIA BETZ

En abril del año 1974, una familia de la ciudad de Jacksonville, Florida, Estados Unidos, descubrió un artefacto que pesaba 9 kilos que desafió todos los intentos realizados por clasificarlo.

Antoine Betz muestra la esfera que
encontró luego de un incendio
en Fort George Island, Florida,
el 12 de abril de 1974.
El 12 de abril de 1974, Antoine Betz, un ingeniero naval y su esposa Gerri encontraron un objeto de forma esférica que pesaba unos 9 kilogramos y cuyas dimensiones eran menores que las de una bola de bowling. El extraño artefacto parecía estar hecho de un metal altamente pulido y fue encontrado en un terreno luego de un incendio cerca de la casa de los Betz.

Terry Mathew Betz, de 21 años y estudiante de medicina, su madre Gerri y su padre Antoine, fueron a inspeccionar los daños provocados en su propiedad por un incendio que se extendió a través de 88 hectáreas del bosque pantanoso de Fort George Island, que está situado al este de Jacksonville, Florida.

La familia encontró algo bastante peculiar en la región que había sido presa del fuego. Halló una esfera metálica pulida de aproximadamente 8 pulgadas de diámetro (alrededor de 20,32 centímetros).

Pese a que estaba en un área que había sido consumida por el fuego, la esfera no presentaba ninguna señal de daños, rasguños o las típicas manchas oscuras que aparecen en los metales cuando son sometidos al fuego. Terry y sus padres empezaron a sospechar que esta esfera podría ser un objeto propiedad de la NASA, o incluso parte de algún satélite soviético (recordemos en 1974 empezaba la guerra fría, y el pueblo estadounidense vivía en constante paranoia por un posible ataque soviético). El trío llegó a considerar la posibilidad de que este objeto fuera el causante del incendio, pero como se mencionó anteriormente, el objeto no presentaba señales de haber estado en contacto con altas temperaturas, ni señal de colisión en su superficie, pues el metal lucía extrañamente brillante y reluciente. Ninguno de ellos pudo encontrar signos de un cráter de impacto en la zona.

El niño Wayne, de 12 años,
uno de los primeros en ver
la esfera de los Betz.
Terry y sus padres terminaron llevándose la esfera a casa. El objeto encontró como destino la habitación del joven estudiante, y se quedó allí hasta que algo muy curioso sucedió. El día 26 de abril Terry se encontraba acompañado de su amiga Theresa Fraser haciendo improvisaciones con la guitarra, hecho que terminó provocando algunas reacciones en la extraña esfera metálica que Terry y sus padres habían encontrado en el bosque semanas antes. El objeto comenzó a “vibrar” y a emitir un sonido pulsante, en respuesta al sonido emitido por la guitarra, siempre que algunos acordes específicos eran tocados. Según el informe de Terry, momentos después de que su amiga estuvo rasgando su guitarra la bola metálica comenzó a "vibrar como un diapasón", y este sonido fue acompañado por lo que parecía ser una resonancia inaudible -al menos para el oído humano-, resonancia que con mucha preocupación captó el perro de la familia de Betz.

Gerri Betz dijo: "Deben haber ondas de alta frecuencia que emite la esfera. Cuando ponemos nuestra caniche al lado de la pelota, ella gime y pone sus patas sobre las orejas".

Terry y su madre Gerri Betz con
la extraña y reluciente esfera.
Los Betz le mostraron la esfera a un vecino, Wayne, un niño de 12 años que se encontraba fascinado con ella, en particular porque se movía sola.

Días más tarde los miembros de la familia Betz comenzaron a notar otros sucesos extraños relacionados con la esfera. Descubrieron que cuando rodaban la esfera en el suelo, podía modificar su trayectoria a voluntad para después retornar al punto de partida. Los Betz afirmaron que en cierta ocasión el objeto había permanecido alrededor de 12 minutos en movimiento, hasta que finalmente regresó al punto de origen. La esfera también parecía sensible a las condiciones climatológicas, dado que estas peculiaridades se hacían más notorias en los días de mucho sol, como si el instrumento recibiera de esta fuente su energía y emitía una vibración, algo que no sucedía en los días nublados. Aunque claramente se veía influenciada por la luz solar, la esfera no mostraba alteración alguna cuando era expuesta a la luz solar o a los rayos infrarrojos.

El globo metálico parecía emitir una vibración de baja frecuencia en determinados momentos, como si un motor estuviera operando al interior del objeto. Otro dato intrigante era que había una pequeña mancha triangular en la esfera. Esta mancha representaba la región magnética del objeto.

La esfera de los Betz publicada
en un diario de Japón.
Motivado por los extraños descubrimientos hechos en relación con el artefacto de metal, Terry comenzó a realizar varios experimentos caseros. Cuando el objeto entraba en contacto con otro objeto metálico, un martillo por ejemplo, la esfera parecía vibrar como una campana. Si se le colocaba sobre una mesa de vidrio, el objeto parecía ir “en busca” de la orilla de la mesa para luego alejarse de ella; si se inclinaba la superficie de vidrio, el objeto se desplazaba -asombrosamente- en el sentido contrario.

La extraña capacidad de la esfera para moverse como si tuviera voluntad propia, terminó preocupando a los Betz, tanto, que guardaban la esfera en un saco cerrado durante la noche, pues creían que el objeto esférico simplemente podía “escapar”.

Finalmente los Betz decidieron hacer público su hallazgo, tal vez así pudieran descubrir qué diablos era aquel artefacto. El periódico local de Jacksonville quedó intrigado con la historia, tanto, que se vieron obligados a enviar a un experimentado fotógrafo al lugar, Lon Enger, para obtener algunas imágenes. El escéptico Enger aceptó respetuosamente el trabajo, pero secretamente pensaba que se trataba de la típica familia loca que quería obtener algo de fama.

La esfera de Betz, tal vez era una sonda
de una civilización extraterrestre.
Cuando Enger llegó a la vivienda de los Betz, fue recibido ansiosamente por Gerri que no perdió el tiempo y le presentó la esfera. Enger describió el episodio el día 12 de junio de 1974, en la edición diaria del periódico St. Petersburg Times: “Desconfiaba de este tipo de cosas. Cuando llegué hasta allí, la Sra. Betz dijo: ‘no lo creerás si no lo ves’”. Fue entonces que la matriarca de la familia indicó al, aún dudoso fotógrafo, a dar un pequeño empujón a la esfera en el suelo. Así los hizo Enger, y para él nada fuera de lo común sucedió pues la esfera simplemente se detuvo cuando terminó la fuerza del impulso que había dado al inicio. Sin embargo, tras una pausa, la esfera retrocedió y se dirigió a la izquierda unos ocho metros, hizo un gran arco y luego retornó a los pies del fotógrafo. Enger examinó la esfera de metal con atención y, como la familia Betz hizo antes que él, le fue imposible encontrar marcas o señal alguna de un fabricante en la superficie, apenas un símbolo triangular estampando en la superficie. Así fue que el fotógrafo reprodujo la historia a su editor, el periódico no perdió el tiempo y publicó el informe, y en el transcurso de cinco días el caso de los Betz estalló en los medios de diversas partes del mundo. 

Docenas de periodistas de todo el
mundo llegaron a Fort George
Island para ver la esfera de Betz
.
Reporteros de prestigiadas publicaciones como el New York Times, viajaron por docenas desde lugares distantes, incluso desde Japón hasta llegar al pueblo de Fort George Island para ver con sus propios ojos esta misteriosa esfera, pero no solo despertó curiosidad entre la prensa. Las comunidades científicas y militares también solicitaron analizar el extraño objeto. Representantes del ejército de los Estados Unidos y de la NASA, se pusieron en contacto con la familia Betz, así como investigadores de Ovnis en representación de la Organización de Investigación de Fenómenos Aéreos (APRO). Los visitantes acudían escépticos, pero casi invariablemente salían perplejos por las inesperadas habilidades de la esfera. Un vocero de la Marina de los Estados Unidos llegó al punto de admitir en televisión que era incapaz de explicar su origen. En un comunicado oficial proporcionado a la prensa por la Marina, se declaró públicamente que la esfera no era propiedad del gobierno estadounidense. La familia, que intencionalmente había elegido un lugar aislado para vivir, se convirtió en un objetivo para la prensa que no los dejaron en paz.

En el auge del frenesí mediático, el renombrado astrónomo Dr. J. Allen Hynek, solicitó a la familia Betz que le enviaran la esfera a su oficina en la Universidad Northwestern en Chicago para que pudiera inspeccionarla personalmente, pero Gerri se rehusó pues creyó que un objeto de este tipo podía ser confiscado o extraviado. Para disgusto de decenas de científicos y curiosos, la esfera permaneció en la casa de la familia Betz. El objeto se mantuvo en la propiedad de los Betz hasta que algunos eventos nuevos comenzaron a suceder, y a asustar a los dueños de la esfera.

La esfera encantada
Gerri Betz informó que ella y su familia comenzaron a escuchar música de un órgano a mitad de la noche, aunque nunca hubo tal instrumento en casa. Como si eso no fuera lo suficientemente aterrador, las puertas comenzaron a abrir y cerrarse, aparentemente por voluntad propia, a cualquier hora del día y de la noche. Antoine y Gerri hasta entonces decidieron que era hora de llegar al fondo de este misterio. Tras una serie de perturbaciones nocturnas aterradoras, la familia Betz finalmente dejó la esfera a los científicos de la Estación Aérea Naval de Jacksonville. La Marina de Guerra de Estados Unidos tenía curiosidad por estudiar la esfera e informó que la pidió prestada a los Betz para someterla a una serie de pruebas. Los esfuerzos iniciales de los metalúrgicos de la Marina resultaron completos callejones sin salida, pues sus máquinas no eran lo suficientemente potentes como para penetrar el objeto.

La Marina estadounidense en Jacksonville,
Florida, estudió detenidamente la esfera
de Betz y encontraron que tenía 4 polos
magnéticos diferentes, dos positivos
y dos negativos.
Chris Berninger, el portavoz de la Marina, informó lo siguiente: “nuestros primeros intento de rayos-X nos conducen a ninguna parte. Emplearemos una máquina más poderosa sobre la esfera y también ejecutaremos una espectrografía para determinar de qué metal está hecha”. Eventualmente los científicos de la estación fueron capaces de determinar cuál era el tamaño exacto de la esfera y el peso, tenía 7,96 pulgadas de diámetro y pesaba con exactitud 21,34 libras o 9 kg. También concluyeron que el recubrimiento tenía aproximadamente un centímetro de grosor, lo que según el informe, significaba que podía resistir una presión de 120.000 libras por pulgada cuadrada.

También descubrieron que la esfera estaba constituida por un metal de acero inoxidable ferroso resistente a la corrosión, una aleación específicamente magnética. Un poderoso equipo de rayos-X reveló dos objetos redondos dentro de la esfera rodeados por un “halo”, hecho de un material con una densidad poco común. También observaron que la esfera tenía cuatro polos magnéticos diferentes, dos positivos y dos negativos, que eran concéntricos. La Marina también concluyó que, aunque la esfera fuera intensamente magnética, no mostraba señales de radioactividad y no parecía ser un explosivo. Los científicos de la Marina querían partir el objeto para echar un vistazo a profundidad, pero Gerri Betz no aceptó que se hiciera esto temiendo que la esfera pudiera ser destruida, y como no pertenecía al gobierno, solicitó que la devolvieran. La Marina cumplió su promesa y la devolvió, pero muchas preguntas quedaron sin respuesta. En este punto la familia Betz comenzó a considerar seriamente la posibilidad de que estaban en posesión de “tecnología extraterrestre” auténtica, o un dispositivo de “escucha extraterrestre” como algunos de sus vecinos lo apodaron.

Omega Minus One Institute
El 13 de julio de 1974, el Dr. Carl Willson –representante de una empresa de investigación en Louisiana conocida como Omega Minus One Institute, en Baton Rouge – examinó la esfera durante más de seis horas y descubrió que el campo magnético a su alrededor emitía ondas de radio. Willson dijo que la cubierta de metal de la esfera, cuando era comparada con el acero inoxidable, contenía un elemento desconocido que lo hacía un poco diferente. Y aparentemente él también fue testigo de las propiedades de la esfera para impulsarse a través de superficies y repentinamente cambiar de dirección. Esto, según él, desafiaba las leyes conocidas de la física.

El Dr. Carl Willson afirmó que el campo
magnético alrededor de la esfera de Betz
emitía ondas de radio y que el artefacto
desafiaba las leyes conocidas de la física.
Una de las teorías postuladas era que podría ser una sonda extraterrestre dañada o incluso algún tipo de dispositivo anti gravitacional. Al final, los resultados del Omega Minus One Institute sobre la identidad de la misteriosa esfera fueron tan concluyentes como los de la Marina, y la familia Betz nuevamente se quedó sin develar el misterio. Ese mismo año de 1974, enviaron la esfera a un gran evento de investigación ufológica, que contaría con la presencia de conocido personajes en el ámbito de la investigación. Miembros de la APRO lograron convencer a la familia para que llevasen la esfera al Congreso de ovnílogos porque era la prueba de la existencia de inteligencia extraterrestre y como tal la familia Betz podría ganar legítimamente la recompensa de 50.000 dólares ofrecida por la revista National Enquirer a quién demuestre la existencia de extraterrestres. Desde el 12 de marzo de 1972, la publicación ofrecía un premio de 10.000 dólares para la "mejor evidencia científica de la realidad de los ovnis" y 50.000 dólares a: "la primera persona que pueda probar que un objeto volador no identificado (OVNI) vino del espacio exterior y está no es un fenómeno natural”. Esta suma ya abundante se elevó hasta 1.000.000 de dólares para 1976.

Terry fue designado como mensajero y custodio personal del objeto y fue enviado a Nueva Orleans con la esfera escondida en una casa rodante. Entonces, la bola metálica se convirtió en el centro de atención nuevamente, y la sometieron a otra serie de pruebas.

Terry Mathew Betz en el congreso de Ovnis de
Nueva Orleans de 1974 con la extraña esfera.
La revista Enquirer hizo grandes esfuerzos para montar lo que ellos denominaron como un "Panel de Alto Nivel", que consistía en notables científicos como el Dr. J. Allen Hynek, el Dr. James Albert Harder, el Dr. R. Leo Sprinkle, el biólogo Frank B. Salisbury y el profesor de filosofía de la Universidad del Estado de Nueva York, el Dr. Robert F. Creegan.

Además de los especialistas citados, el panel se completó con los miembros de tan alta estima como un ex juez del Tribunal Supremo, ex Procurador General de los Estados Unidos y ex Juez del Tribunal de Apelaciones de Nueva York. Los jefes de la APRO, MUFON (Mutual UFO Network) y NICAP (Comité de Investigación Nacional sobre Fenómenos Aéreos) también estuvieron presentes para formar una especie de "mini panel de investigación" que era el encargado de decidir qué casos irían ante el panel principal.

El equipo examinó la extraña esfera en agosto de 1974 y se reunió una vez al año con la difícil tarea de designar los casos más legítimos de los encuentros OVNI reportados en el último año, así como el examen de cualquier evidencia física de dichos encuentros.

Artículo de la Mufon de mayo de
1974 sobre la esfera de los Betz.
Sería a discreción del Grupo Especial decidir si alguna de estas pruebas presentadas eran irrefutables testimonios de vida extraterrestre y por lo tanto acceder al dinero del premio. Hasta este momento el único ganador fue Durel Johnson y familiares que estuvieron involucrados en el famoso encuentro Ovni en Delphos, Kansas, lo que resultó en una intrigante serie de fotos, lo que les permitió ganar 5.000 dólares por "pruebas científicamente valiosas sobre ovnis. "

Concluyeron los expertos en todo lo que se había dicho con anterioridad sobre la esfera, incluido el hecho de que el artefacto funcionaba como un transmisor de audio. A pesar de no saber el origen del objeto y ni lo que era, no pudieron afirmar que fuera extraterrestre.

No podían discernir el origen del orbe, pero, el hecho de que no tenía ninguna conexión directa a cualquier avistamiento Ovni, la revista Enquirer le negó toda posibilidad a la familia Betz de ganar el premio de 50.000 dólares.

El Dr. J. Allen Hynek (1910-1986).
Al final, J. Allen Hynek conjeturó que el objeto era probablemente creado por el hombre, a pesar de que admitió que no tenía idea de lo que era o de dónde vino, pero la esfera también llamó la atención de uno de sus colegas del Panel de Alto Nivel y esto se señaló en la investigación del científico sobre el objeto que tomaría un giro potencialmente aterrador.

El Dr. James Albert Harder, profesor de ingeniería civil e hidráulica de la Universidad de California en Berkeley, quedó cada vez más intrigado con los reportes respecto a la esfera de Betz, y se fascinó con la oportunidad de examinar el objeto con sus propias manos. Los Betz permitieron que analizara el artefacto y los resultados fueron desconcertantes.

Una revelación atemorizante
En un anuncio hecho en el Congreso Internacional de Ufología, en Chicago, el 24 de agosto de 1974, el Dr. James Albert Harder, asesor de la APRO en ingeniería civil presentó conclusiones verdaderamente sorprendentes, y totalmente terribles, en relación con la esfera de Betz. Informó que basado en los estudios de rayos-X, las dos esferas internas estaban hechas de un elemento mucho más pesado que cualquier cosa conocida por la ciencia. Mientras que el elemento más pesado que todavía se produce en cualquier reactor atómico aquí en la Tierra tiene un número atómico de 105, y el elemento más pesado que ocurre naturalmente en la Tierra es el uranio, con un número atómico de 92, las investigaciones han determinado que la esfera Betz tiene un número atómico mayor que 140. “Si alguien intentara dividir la esfera, podría explotar como una bomba atómica”, afirmó el profesor.

El Dr. James Albert
Harder, de la Universidad
de Berkeley, California,
afirmó sobre el artefacto
de los Betz que "si alguien
intentara abrir la esfera,
podría explotar como
una bomba atómica".
La familia Betz mostró su preocupación, pero continuaron con la posesión del objeto. A partir de esa época las historias sobre la esfera difundidas por los escépticos comenzaron a hacer mella en la credibilidad de la familia que decidió mudarse lejos y nunca más supo que fue de ellos o de la misteriosa esfera. Los últimos datos sobre los Betz son de diciembre de 1987, cuando falleció Antoine Betz a los 67 años. 

Los escépticos no demoraron en hacer conocer sus críticas, alegando que la milagrosa esfera de metal no era más que una válvula de retención de una fábrica de papel, y también dijeron que era una obra del escultor James Durling-Jones que afirmó haber perdido un orbe, que se le cayó de su furgoneta Volkswagen mientras conducía a través el área de Jacksonville, cerca de la Pascua de 1971, por el camino a su casa hacia Taos, Nuevo México.

De lo que no cabe ninguna duda, es que
"la bola Betz", es un misterio más de este
planeta en que vivimos.
Durling-Jones afirmó que había conseguido las esferas de válvulas industriales de un amigo anónimo que había adquirido los objetos ilegalmente. El testimonio del artista va en contra del hecho de que ninguno de los expertos que examinaron el orbe notó ninguna marca de la soldadura que poseen las válvulas industriales y su testimonio es aún más puesto en duda debido al hecho de que el artista se negó a facilitar el nombre de la empresa que fabrica sus esferas, lo que podría haber puesto luz sobre todo el asunto de una vez por todas. Lo cierto es que a pesar de esta explicación sin fundamento alguno, la curiosidad del público se extinguió después de dicha aseveración.

De lo cabe ninguna duda es que la “bola Betz”, como se le llegaría a conocer, era capaz de realizar proezas verdaderamente asombrosas, como rodar hacia un lugar determinado por su propia cuenta y regresar a la persona que la había hecho rodar; vibraba y zumbaba como respuesta a los acordes de una guitarra y emitía ondas de radio. Un misterio más de este planeta en que vivimos.

Por Alberto Seoane