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lunes, 24 de agosto de 2015

ANIVERSARIO DE LA DESTRUCCIÓN TOTAL DE LA CIUDAD DE POMPEYA

Destruida hace 1936 años, el 24 de agosto del año 79 después de Cristo, se calcula que la ciudad tenía unos 20.000 o 25.000 habitantes y junto con los 5.000 de Herculano, Estabia y Oplontis recibieron la peor parte de los flujos y fueron enterrados por cenizas y depósitos piroclásticos. Murieron casi todos por la violenta erupción del volcán Vesubio, unos de los fallecidos fue el historiador Plinio el Viejo y uno de los que se salvaron fue su sobrino, Plinio El Joven.

Ilustración del volcán Vesubio en erupción
y la ciudad de Pompeya.
Esta área arqueológica del sur de Italia, ubicada muy cerca de la ciudad de Nápoles recibe una media de 6.000 visitas diarias, con picos de hasta 20.000 en temporada alta de turismo. Las obras de restauración a cargo de la Unión Europea y el gobierno de Italia tienen un costo de 140 millones de dólares y deberán terminar para fines de 2015.

El Foro de Pompeya antes de su destrucción
en el año 79 d.C.
Excavaciones recientes han centrado los orígenes de la antigua ciudad de Pompeya (sur de Italia) en el Siglo VII a. C. y debió estar ocupada por los oscos (uno de los pueblos de la Italia central), según se lee en la Geografía de Estrabón (siglo I a.C.). En el siglo VI antes de Cristo, la urbe ya estaba habitada por pobladores etruscos. 50 arqueólogos de doce países entre 2003 y 2006, llegaron a la conclusión publicada por el diario la Repubblica, donde el arqueólogo Fabrizio Pesanda, del Instituto Oriental de Nápoles, precisó que "en el siglo VI a.C. ya era una metrópoli de grandes dimensiones y con edificios relevantes difusos en su espacio".

El Anfiteatro pequeño de Pompeya.
En su afán expansionista, los etruscos, que ya controlaban el interior de la región de Campania, se aseguraron con Pompeya una salida comercial al mar. La fundación tuvo el aval de los griegos de Cumas que estaban al otro lado del golfo de Nápoles desde el siglo VIII a.C... Un templo griego dedicado a Atenea, de mediados del siglo VI a.C., atestigua la coexistencia de ambos pueblos.

Pompeya, Casa de los Vetti, fresco que
describe la muerte de la serpiente Pitón
a manos del dios Apolo.
De esa época datan también el Templo de Apolo y el Templo Dórico del Foro Triangular. Los arqueólogos hallaron ahora una inscripción griega y un fragmento del cuello de un ánfora. En la Casa del Centauro, las excavaciones revelaron una estructura de cántaros enterrados en forma vertical, que tenían la función de impermeabilizar el pavimento.

Estatua de mármol de la diosa
Isis hallada en Pompeya.
A fines de ese siglo, el equilibrio entre los pueblos se rompió y se llegó a una larga guerra, que culminó cuando los griegos se apoderaron de Pompeya. Durante el siglo V a.C. la ciudad no tuvo gran desarrollo urbanístico. Pesanda cree que probablemente se debió a "una profunda crisis demográfica", debido al evento histórico más relevante que sufrió toda Campania en esos años: la conquista de toda la región de Campania por parte de la población de origen samnita, un antiguo pueblo de Europa Central.

Pompeya participó en la guerra que las ciudades de la Campania iniciaron contra Roma, pero en el año 89 a. C. fue asediada por Lucio Cornelio Sila. Aunque las tropas de la Liga Social, comandadas por Lucio Clemento ayudaron en la resistencia a los romanos, en el año 80 a. C. Pompeya se vio obligada a aceptar la rendición tras la conquista de Nola. Después de este episodio se convirtió en una colonia con el nombre de Colonia Cornelio Veneria Pompeianorum. Los habitantes recibieron poco después la ciudadanía romana, pero se les privó de una parte de su territorio, donde Sila estableció una colonia militar.

Una conocida foto de las ruinas de Pompeya.
El año 59 d.C. se produjeron serios disturbios en el anfiteatro de la ciudad entre los pompeyanos y unos visitantes de Nuceria, que tuvieron como resultado diversos muertos y heridos. El enfrentamiento fue de tal magnitud que llegó a oídos del emperador Nerón, que prohibió las exhibiciones de gladiadores en la ciudad durante 10 años.

Personas petrificadas en las calles de
Pompeya, quedaron cubiertas por las cenizas
calientes y murieron asfixiadas.
En el año 62 d.C. hubo un terremoto en la ciudad y las tareas de reparación generaron una gran actividad de construcción. Fue a partir de entonces cuando se desarrolló la Pompeya que hasta ahora se conocía mejor: una ciudad muy activa, rica en santuarios, palacios majestuosos, grandes monumentos, teatros, gimnasios, tiendas de alimentación y bebidas, cantinas, jardines, villas suntuosas y fuentes artísticas. Contaba también con talleres para la producción de vasos, tejas y utensilios de hierro. Se estima que Pompeya debió tener entre 9 y 30 burdeles.

El fin de Pompeya
Pompeya sufrió un sismo en el año 62 d.C. No había concluido su reconstrucción cuando fue sepultada en el año 79 por la erupción del Vesubio, que también cubrió Herculano, Estabia y Oplontis.

Gran maqueta de Pompeya que se encuentra
en el Museo Arqueológico de Nápoles.
El Vesubio, de una altura de 1281 metros, antes de la erupción que destruyó Pompeya, tuvo una erupción en el 217 a. C. ya que lo cita Plutarco, cuando escribió que el cielo estaba en llamas cerca de Nápoles y Silio Itálico mencionó en su poema épico Púnica que el Vesubio había tronado y producido llamas dignas del monte Etna en aquel año, aunque ambos autores lo escribieron unos 250 años más tarde.

El Foro de Pompeya en la actualidad.
La montaña estuvo en esta época callada durante cientos de años y fue descrita por los escritores romanos, cubierta con jardines y viñedos, excepto en lo más alto por ser escarpado. A un paso, un gran anfiteatro de precipicios perpendiculares fue un espacio llano lo bastante grande para el campamento del ejército del gladiador rebelde Espartaco en el 73 a. C. Esta área fue sin duda un cráter.

Mapa de de los alrededores del volcán
Vesubio y el alcance de su erupción.
En el siglo I a. C., Pompeya era sólo una de las numerosas ciudades localizadas alrededor de la base del monte Vesubio. El área tenía una considerable población que se hizo próspera por la famosa fertilidad de la región. De las muchas localidades vecinas de Pompeya, la más conocida fue Herculano. También sufrieron la destrucción Estabia y Oplontis durante la erupción del 79, que duró cerca de 19 horas, liberando en ese tiempo el volcán cerca de 4 km3 de ceniza y roca sobre una extensa área del sur y sureste del cráter, con cerca de 3 metros de tefra cayendo sobre Pompeya. La blanca ceniza pumítica asociada con esta erupción fue principalmente una composición de leucita y fonolita. Tito era el emperador de Roma en el año 79.

El fresco de los misterios, descubierto en 1909
en las afueras de las ruinas de Pompeya.
El 24 de agosto de 79, cuando se produce la sorpresiva erupción del Vesubio que sepultó a Pompeya y Herculano, el historiador romano Plinio El Viejo queriendo observar el fenómeno más de cerca y deseando socorrer a algunos de sus amigos que se encontraban en dificultades sobre las playas de la bahía de Nápoles, atravesó con sus galeras la bahía llegando hasta Estabia (actual Castellammare di Stabia), donde murió, posiblemente asfixiado, a la edad de 56 años. Esto lo describe su sobrino Plinio el Joven, en Cartas: Gayo Plinio a Cornelio Tácito, VI.

Vista aérea de las ruinas de
Pompeya, se ve el Foro, en el
centro y el templo de Apolo
a la izquierda.
La erupción fue descrita por su sobrino Plinio el Joven, de ahí que en vulcanología se haya denominado «erupción pliniana» a la erupción violenta de un volcán con proyección en altura de materiales pulverizados formando un penacho con figura de sombrilla.

El relato de las últimas horas de Pompeya y de la muerte de Plinio El Viejo es contado en una interesante carta que su sobrino y heredero, Plinio el Joven, dirige, 27 años después de los hechos, a Tácito. También envió, a otro corresponsal, un informe sobre los escritos y el modo de vida de su tío.

La erupción del 79 fue precedida por un potente terremoto, 17 años antes, el 5 de febrero del 62, que causó la destrucción general alrededor de la bahía de Nápoles, y en particular de Pompeya. Algunos de los daños no habían sido aún reparados cuando el volcán entró en erupción.

Persona petrificada en el almacén del
Foro de las ruinas de Pompeya.
Otro minúsculo terremoto tuvo lugar en el 64; que fue recordado por Suetonio en la biografía de Nerón, en la Vida de los doce Césares, y por Tácito en el Libro XV de Anales. Seísmo que tuvo lugar mientras Nerón estaba en Nápoles ejecutando una canción por vez primera en público en el teatro romano. Suetonio nos recuerda que el emperador continuó cantando durante el terremoto hasta que finalizó la canción; Tácito escribió que el teatro se desplomó poco después de ser evacuado.

Cuerpos que estaban sepultados bajo
las cenizas en Pompeya.
Los romanos se acostumbraron a los débiles temblores de tierra de la región. El naturalista Plinio el Joven escribió que ellos "no estaban en particular alarmados, ya que los temblores eran frecuentes en Campania". A principios de agosto del 79 hubo sacudidas. Pequeños terremotos comenzaron a tener lugar el 20 de agosto del 79, llegando a ser más frecuentes los cuatro días siguientes, pero las advertencias no fueron escuchadas (hay que señalar que los romanos no conocían el concepto de volcán, sólo de una vaga idea sobre montañas similares como el monte Etna, hogar de Vulcano), y en la tarde del 24 de agosto, una catastrófica erupción del volcán empezó. La erupción devastó la región, sepultando Pompeya y otras poblaciones. Por casualidad, la fecha era la de la Vulcanalia, el festival de Vulcano, dios romano del fuego.

Naturaleza de la erupción
La erupción del Vesubio del 24 y 25 de agosto del año 79 se desarrolló en dos fases: una erupción pliniana que duró de 18 a 20 horas y produjo una lluvia de piedra pómez en dirección al sur del cono que aumentó la profundidad en 2,8 metros en Pompeya mediante un flujo piroclástico, y una nube ardiente en la segunda, una fase peleana que llegó hasta Miseno y que se concentró en el oeste y el noroeste. Dos flujos piroclásticos sepultaron Pompeya, quemando y asfixiando a los rezagados que permanecieron allí. Oplontis y Herculano recibieron la peor parte de los flujos y fueron enterradas por cenizas y depósitos piroclásticos.

Paso de cebra, cruce peatonal en
Pompeya en el 79 d.. C.
Uno de los pocos sobrevivientes y testigo ocular fiable fue Plinio el Joven en una famosa carta remitida al historiador Tácito. Lo observó desde Miseno (latín: Misenum), (cabo junto a Cumas y distante unos 35 km del volcán), mientras que su tío que andaba por terreno peligroso, vio una extraordinariamente densa, cambiante y creciente nube apareciendo encima de la montaña:

Plinio el Joven fue un testigo
privilegiado de la destrucción
de Pompeya.
“Se encontraba en Miseno al mando de la flota. El 24 de agosto, como a la séptima hora, mi madre le hace notar que ha aparecido en el cielo una nube extraña por su aspecto y tamaño. Él (Plinio el Viejo) había tomado su acostumbrado baño de sol, había tomado luego un baño de agua fría, había comido algo tumbado y en aquellos momentos estaba estudiando; pide el calzado, sube a un lugar desde el que podía contemplarse mejor aquel prodigio. La nube surgía sin que los que miraban desde lejos no pudieran averiguar con seguridad de qué monte (luego se supo que había sido el Vesubio), mostrando un aspecto y una forma que recordaba más a un pino que a ningún otro árbol. Pues tras alzarse a gran altura como si fuese el tronco de un árbol larguísimo, se abría como en ramas; yo imagino que esto era porque había sido lanzada hacia arriba por la primera erupción; luego, cuando la fuerza de ésta había decaído, debilitada o incluso vencida por su propio peso se disipaba a lo ancho, a veces de un color blanco, otras sucio y manchado a causa de la tierra o cenizas que transportaba. A mi tío, como hombre sabio que era, le pareció que se trataba de un fenómeno importante y que merecía ser contemplado desde más cerca”.

Ilustración del momento en que estalla
el Vesubio arrojando una lluvia de
cenizas sobre Pompeya.
Se calcula en la actualidad que la columna eruptiva tenía más de 32 km de altura. Luego, Plinio el Joven, describió la nube precipitándose hacia las laderas de la montaña y cubriendo todo a su alrededor, incluyendo la costa. Esto es conocido hoy en día como un flujo piroclástico, que es una nube de gas supercaliente, ceniza y roca que erupciona desde un volcán. Los geólogos han utilizado las características magnéticas de unas 200 rocas volcánicas y trozos de escombros (por ejemplo tejas) encontrados en Pompeya para estimar la temperatura de este flujo piroclástico (cuando rocas fundidas y solidificadas y minerales magnéticos en las rocas, registran la dirección del campo magnético de la Tierra, si el material es calentado a una cierta temperatura, conocido como el punto de Curie o (Tc), el campo magnético puede ser modificado o completamente recompuesto). Muchos de los materiales analizados experimentan temperaturas entre 240º y 340º (con unas pocas presentando temperaturas de sólo 180°). Esto indica que la nube de ceniza alcanzó una temperatura de 850º cuando emergió de la boca del Vesubio y se enfrió por debajo de 350° cuando llegó a Pompeya. La teoría es que la turbulencia puede tener mezclado aire frío en la nube de ceniza. Esto se llama en la actualidad el estado pliniano de la erupción, denominado así por ambos Plinios, el Joven y el Viejo.

Representación de un gato y un ave
hallada en las ruinas de Pompeya.
Plinio manifestó que varios temblores de tierra fueron percibidos en el momento de la erupción y que fueron seguidos por una violentísima sacudida del terreno. También apuntó que la ceniza iba cayendo en espesísimas capas y que la ciudad iba siendo evacuada, y que entonces el sol fue tapado por la erupción y que la luz cedió ante la oscuridad. Además, que el mar fue ocultado y que fue contenido por un "terremoto", un fenómeno que los modernos geólogos llaman tsunami.

Muerte de Plinio el Viejo
El tío de Plinio el Joven, Plinio el Viejo, estaba mientras tanto al mando de la flota romana en Miseno, en el extremo opuesto de la bahía, y decidió fletar varios barcos para investigar el fenómeno a punto de suceder. La flota tuvo además la misión de rescatar a aquellos que permanecían al pie del volcán cuando, estando a punto de partir, un mensajero llegó con la misiva de una amiga de Plinio que vivía en la costa cercana al pie del volcán implorándole que la rescatara. Él salió para cruzar la bahía, pero se encontró con espesas lluvias de cenizas calientes, pedazos de pumita y trozos de roca que, alterando la línea de la costa y las profundidades de las aguas, le obstaculizaron el acceso a la orilla y le impidieron desembarcar allí. El viento del sur reinante también se sumó para impedirle desembarcar, pero siguió hacia el sur hasta Estabia (a unos 4,5 km de Pompeya), donde desembarcó y obtuvo refugio de su amigo Pomponiano. Pomponiano tenía ya cargado un barco con sus posesiones y preparado para partir, pero el viento sopló en su contra.

Plinio el Viejo fue uno de los que
miles que murieron en el 79 d.C.
en las proximidades del Vesubio.
Plinio y su grupo vieron llamas viniendo desde varias partes de la montaña (probablemente oleadas de flujos piroclásticos, las cuales más tarde destruirían Pompeya y Herculano). Tras quedarse durante la noche, el grupo decidió evacuar a pesar de la lluvia de tefra porque de seguir allí la amenazadora y violenta tierra derrumbaría el edificio. Plinio, Pomponiano y sus compañeros volvieron hacia la playa con almohadas atadas en sus cabezas para protegerlas de la avalancha de rocas. Al mismo tiempo, había tanta ceniza en el aire que el grupo apenas veía a través de la oscuridad y necesitaba antorchas y fanales para encontrar el camino. Llegaron hasta la playa, pero se encontraron con que el agua, para colmo, les interrumpía con violencia por los continuos terremotos, y descartaba la huida sin riesgo por mar.

Mosaico hallado en Pompeya que se
encuentra en el Museo Nacional de Nápoles.
Plinio el Viejo se desplomó y murió. En la primera carta a Tácito, su sobrino insinúa que fue debido a la inhalación de venenos, sulfurosos o gases.

“Mi tío decidió bajar hasta la playa y ver sobre el lugar si era posible una salida por mar, pero éste permanecía todavía violento y peligroso. Allí, recostándose sobre un lienzo extendido sobre el terreno, mi tío pidió repetidamente agua fría para beber. Luego, las llamas y el olor del azufre, anuncio de que el fuego se aproximaba, ponen en fuga a sus compañeros, a él en cambio le animan a seguir. Apoyándose en dos jóvenes esclavos pudo ponerse en pie, pero al punto se desplomó, porque, como yo supongo, la densa humareda le impidió respirar y le cerró la laringe, que tenía de nacimiento delicada y estrecha y que con frecuencia se inflamaba. Cuando volvió el día (que era el tercero a contar desde el último que él había visto), su cuerpo fue encontrado intacto, en perfecto estado y cubierto con la vestimenta que llevaba: el aspecto de su cuerpo más parecía el de una persona descansando que el de un difunto”.

Figuras humanas petrificadas en Pompeya.
Su cuerpo fue hallado sin heridas aparentes el 26 de agosto. Además de Plinio el Viejo, las únicas otras víctimas nobles conocidas de las que se sabe su nombre fueron el infame Herodes Agripa II (hijo de Drusila y del procurador romano Marco Antonio Félix y su esposa).

La Casa del Fauno, excavada en 1830 en
Pompeya, tiene una fuente adornada por
la estatua de bronce de un fauno.
Se estima que en Pompeya vivían de unas 10.000 a 25.000 personas, el 40 por ciento de ellas eran esclavas, mientras que Herculano se estima que debía tener una población de unos 5.000. No se sabe cuánta gente pereció por la erupción, aunque han sido recuperados unos 1.150 restos de cuerpos. En Herculano se han hallado restos de otros 350 cuerpos (300 en criptas abovedadas descubiertas en 1980). Sin embargo, estos números podrían indicar un enorme e infravalorado número del total de muertes en la región afectada por la erupción.

Caballo calcinado que se encuentra
en una de las calles de Pompeya.
El 38% de las víctimas de Pompeya se hallaron en los depósitos de ceniza; la mayoría dentro de edificaciones. Se cree que murieron principalmente por el derrumbe de los tejados. Fuera de los edificios se encontró un escaso número de víctimas, que probablemente murieron por caídas de tejas o de grandes rocas proyectadas por el Vesubio. Esto difiere de la experiencia actual, puesto que en los últimos cuatrocientos años sólo un 4% de las víctimas murieron por lluvia de cenizas durante erupciones explosivas. El 62% restante de fallecidos hallados en Pompeya lo fueron por las oleadas de depósitos piroclásticos y, por tanto, sucumbieron debido a ellas; probablemente por una combinación de asfixia, durante la inhalación de ceniza, y a causa de la onda expansiva y los escombros proyectados a su alrededor. En contraste con las víctimas halladas en Herculano, el examen de la ropa, de los frescos y de los esqueletos demuestra que es poco probable que las altas temperaturas fueran una causa significativa.

Herculano, la Casa del Atrio, en los mosaicos se
observan varios símbolos, uno es una esvástica.
Herculano, mucho más cercana al cráter, se salvó de la avalancha de tefra gracias a la dirección del viento, aunque quedó sepultada bajo 23 metros de material depositado por oleadas piroclásticas. Es probable que la mayoría (o todas las víctimas de esta ciudad) murieran por dichas oleadas, particularmente por las pruebas de las altas temperaturas halladas en los esqueletos de las víctimas encontradas en las criptas abovedadas del antiguo puerto, y la existencia de madera carbonizada en muchos de los edificios.

Una pared de Herculano, conocida como la
Casa de Neptuno y Anfitrite.
Pompeya y Herculano nunca fueron reconstruidas, aunque sobrevivieron habitantes de dichas ciudades y probablemente los saqueadores emprendieron un intensivo y salvaje trabajo tras las destrucciones provocadas por el volcán. La erupción cambió el curso del río Sarno y levantó la playa, razón por la que Pompeya no tiene hoy ningún río ni está adyacente a la costa.

Pintura de Herculano, Hércules en el Olimpo
junto con Juno y Minerva.
La localización de las ciudades fue olvidada y el propio Vesubio ha experimentado grandes cambios: sus laderas están desprovistas de vegetación y su cumbre se ha modificado en gran medida, debido a la fuerza de la erupción.

En el año 79 sepultó a las ciudades romanas de Pompeya y Herculano, permitiendo conservarlas intactas hasta que se redescubrieron accidentalmente en el siglo XVI, aunque las excavaciones sistemáticas comenzaron en el siglo XVIII.

Turistas caminando por las calles de Pompeya.
Las excavaciones organizadas en el lugar se iniciaron en 1738 auspiciadas por el rey Carlos VII de Nápoles, futuro Carlos III de España y en 1748, respectivamente. Hoy ambas ciudades son emplazamientos arqueológicos que permiten investigar la cultura romana y la vida de unas ciudades que han permanecido sin alteraciones desde la Edad Antigua.

Pompeya, cave-canem que significa
"Cuidado con el perro", se halló
en las ruinas de una casa.
El volcán ha estado inactivo desde 1944. En el pasado, durante unos pocos siglos, el estado de inactividad ha variado de 18 meses a 7 años y medio, siendo el periodo actual de calma, el más largo de los últimos 500 años. Hoy Nápoles utiliza al volcán apagado como depósito de millones de toneladas de residuos de la ciudad. 

Las ruinas de Pompeya y el Vesubio
nevado. Un peligro latente.
Cuanto más tiempo esté sin actividad aparente el Vesubio, en un futuro inmediato, más probable es que el peligro que se plantea para futuras erupciones sea mucho más alto, a la luz de la tendencia del volcán hacia repentinas y extremadamente violentas explosiones y a la gran densidad de población humana alrededor de la montaña que asciende a más de 3 millones de personas. El Vesubio hoy es considerado como uno de los volcanes más peligrosos del mundo.

Por Alberto Seoane

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