HUMANIDAD Y COSMOS es un programa que trata de traerle a usted eso que siempre se preguntó y nunca tuvo la oportunidad de escuchar… Hechos históricos ocultados, fenómenos insólitos, creencias, mitos y leyendas, arqueología proscripta, seres extraños, energías prohibidas, noticias curiosas, científicos censurados, el misterio de los objetos voladores no identificados, profecías y vaticinios, sociedades secretas, ecología, enigmas y soluciones para vivir física y espiritualmente sanos.


martes, 26 de mayo de 2015

PERIPECIAS DEL SABLE CORVO DEL GENERAL JOSÉ DE SAN MARTÍN

El arma original que acompañó al Libertador de Argentina, Chile y Perú fue robada en dos oportunidades del Museo Histórico Nacional, y para evitar que la situación se repitiera se exhibía desde hace 48 años en el Regimiento de Granaderos a Caballo, fundado por el propio general José de San Martín. Ahora, se ordenó nuevamente que permanezca en el Museo Histórico Nacional.

El sable corvo antes de ser trasladado
al Museo Histórico Nacional.
El domingo 24 de mayo de 2015 por un decreto de Cristina Fernández de Kirchner, la histórica arma vuelve al Museo Histórico, tras una resolución que fue publicada el jueves 21 de mayo pasado en el Boletín Oficial. El sable corvo del general José de San Martín que lo acompañó en todas sus batallas por la Independencia de América fue trasladado en un recorrido que comenzó en el Regimiento de Granaderos a Caballo fundado por él, ubicado en Palermo, hasta el Museo Histórico Nacional situado en el Parque Lezama de la ciudad de Buenos Aires.

Bendición
El desfile militar que trasladó el objeto histórico partió desde Palermo donde está el Regimiento de Granaderos a Caballo y recorrió las calles Luis María Campos, Int. Bullrich, Av. del Libertador, Av. Leandro N. Alem, Rivadavia, Bolívar, Yrigoyen y Paseo Colón, hasta llegar al Parque Lezama.

El sable corvo llega a la catedral de Buenos
Aires el 24 de mayo.
Durante el trayecto, realizó una parada en la Catedral Metropolitana, donde descansan los restos de José de San Martín, y allí el arzobispo de Buenos Aires, Mario Poli, le dio su bendición.

Se deben tomar todas las precauciones para
impedir que esta reliquia invaluable sea 

robada por delincuentes comunes ni por 
infames traidores a la patria.
La primera mandataria de la nación, Cristina Fernández de Kirchner, recibió el arma en el museo frente al  Parque Lezama tras el desfile militar con centenares de granaderos que recorrió más de 11 kilómetros para trasladarla desde el Regimiento de Granaderos a Caballo en el barrio de Palermo hasta San Telmo. La jefa de Estado aguardó parada frente a su gabinete hasta que uno de los granaderos se acercó con el arma libertadora de San Martín. Mientras sonaba la Marcha de San Lorenzo, en la sala de armas del Museo, Cristina Kirchner, sin guantes, tomó el sable, una reliquia histórica y lo depositó en una vitrina de apariencia endeble y con una sola cerradura. Cerró con llave y se la entregó al jefe del Regimiento de Granaderos a Caballo.

El General José de San Martín,
libertador de Argentina,
Chile y Perú.
Vale destacar que José Francisco de San Martín y Matorras nació en Yapeyú, Corrientes, entonces Virreinato del Río de la Plata, el 25 de febrero de 1778, y falleció en Boulogne-sur-Mer, Francia, el 17 de agosto de 1850. Estando en el ejército español, San Martin  ya poseía a la Espada de Bailén, pero al apoderarse Napoleón de España, adquirió el sable corvo en una tienda de antigüedades en su estancia en Londres en 1811, poco después de dejar España y antes de embarcarse para Sudamérica, llegando al puerto de Buenos Aires el 9 de marzo de 1812, luego de 50 días de navegación. Más adelante, San Martín armaría a sus ejércitos de granaderos con armas similares, ya que las consideraba ideales para los ataques de carga de caballería.

Tras el retiro de San Martín en Europa, posterior a la entrevista de Guayaquil con el otro libertador, Simón Bolívar, el arma quedó en la ciudad de Mendoza en manos de una familia amiga. En una carta posterior escrita a su yerno Mariano Balcarce y a Merceditas les solicita que le envíen la espada a Europa, quedando en su posesión hasta su muerte del 17 de agosto de 1850.

El sable corvo sale del Regimiento
de Granaderos a Caballo.
Antes de morir San Martín legó su sable al gobernador Juan Manuel de Rosas. Mariano Balcarce le escribió a Rosas lo siguiente para darle a conocer la noticia:

Como albacea suyo, y en cumplimiento a su última voluntad me toca el penoso deber de comunicar a V.E. esta dolorosa noticia, y la honra de poner en conocimiento de V.E. la siguiente cláusula de su testamento: "3ro El sable que me ha acompañado en toda la guerra de la Independencia de la América del Sur le será entregado al General de la República Argentina, Don Juan Manuel de Rosas, como una prueba de la satisfacción que como argentino he tenido al ver la firmeza con que ha sostenido el honor de la República contra las injustas pretensiones de los extranjeros que tentaban de humillarla".

Imagen del desfile del 24 de mayo de 2015
con el traslado del emblemático sable 

hasta su nuevo emplazamiento.
El sable estuvo en la mano de San Martín en el Combate de San Lorenzo (1813), al norte de Rosario, en la provincia de Santa Fe, también cruzó los Andes, se batió en Chacabuco (1817) y Maipú (1818) y lo acompañó al Perú hasta su regreso a las Provincias Unidas. Estando en posesión del sable, Rosas decidió legar el sable a su amigo Juan Nepomuceno Terrero, y tras su muerte a su esposa y luego a sus hijos e hija por orden de edad. La espada pasa así a posesión de Máximo Terrero y Manuelita Rosas tras la muerte de Rosas, ya que Juan Terrero ya había muerto anteriormente.

En 1896 Adolfo Carranza, director del Museo Histórico Nacional, solicita a ambos la donación del sable de San Martín, a lo cual acceden. El mismo fue enviado entonces de Londres a Buenos Aires, a donde llega el 4 de marzo de 1897 y es depositado en el Museo Histórico Nacional, donde durante casi siete décadas fue exhibido en una de sus salas.

El primer robo
El sable del general, una de las armas más famosas de la historia, permaneció en el Museo Histórico hasta el 12 de agosto de 1963, durante el gobierno del presidente civil José María Guido, en ese día fue robado por Osvaldo Agosto -quien ideó el plan y estuvo a cargo de su parte operativa-, Manuel Gallardo, Arístides Bonaldi y Luis Sansoulet, todos integrantes de la Juventud Peronista que en esa época estaba comandada por el triunvirato conformado por Envar el Kadri, Jorge Rulli y Héctor Spina, quienes en 1968 fundarían el grupo terrorista autodenominado Fuerzas Armadas Peronistas (FAP).

El peronista Osvaldo Agosto,
el primero en robar el sable
corvo de San Martín.
Osvaldo Agosto -publicista y ex Secretario de prensa del entonces titular de la CGT, José Ignacio Rucci- (asesinado con 23 balazos por la organización terrorista Montoneros el 25 de setiembre de 1973), señaló recientemente que el robo del sable “fue algo simbólico”, cinco días antes del 113er. aniversario de la muerte del libertador José de San Martín. Agosto a las 19.30 horas apuntó con un revolver al sereno del Museo y luego de llevarlo retenido a un rincón, entraron sus tres compañeros y se dirigieron al ala derecha de la antigua casona, que uno de ellos había inspeccionado días antes, y sin dejar huellas dactilares rompieron el cristal octogonal de una vitrina, extrajeron la espada y la envolvieron en un poncho.

Los malvivientes subieron a un auto Peugeot 403 que conducía un quinto delincuente de nombre Emilio, y se esfumaron en la invernal noche porteña. Pero antes se encargaron de dejar un sobre con un comunicado donde, entre otras cosas, exigían el fin de la proscripción del peronismo, la vuelta de Juan Perón al país, la devolución del cadáver de Eva Duarte y el castigo a los responsables de los fusilamientos del 56. Indicó que el objetivo del robo fue poner en ridículo al “régimen” democrático y a las Fuerzas Armadas hurtando el arma más conocida de San Martín, que había legado a Juan Manuel de Rosas por su exitosa defensa contra Gran Bretaña y Francia.

La vitrina octogonal donde se hallaba el sable
antes de ser robado por primera vez.
Agosto, pasó la espada al encargado de ocultarla: Aníbal Demarco, dueño de una cooperativa de seguros y que en los 70 sería el último ministro de Bienestar Social de Isabel Perón.

Enseguida, la JP emitió un primer comunicado en el que exigió una ruptura con el FMI e hizo del hecho un acto blasfemo con el glorioso sable que pertenece a todos los argentinos: “Desde hoy, el sable de San Lorenzo y Maipú quedará custodiado por la Juventud Peronista”.

En tanto, el arma fue escondida en una estancia camino a Mar del Plata, cerca de Maipú, tras peregrinar por varios sitios de la ciudad. Por ejemplo, el martes 13 de agosto, al día siguiente del robo, desafiando toda superchería, estuvo a metros de la Casa Rosada, donde Demarco estacionaba su auto para ir a su oficina de la calle Florida. Así, el depositario, al bajar del vehículo, llegó a decirle a un policía: "Cuídemelo bien, que tengo el sable en el baúl". A lo que el agente asintió con una sonrisa y un saludo.

Desfile de cientos de granaderos en el
traslado del sable corvo el 24 de mayo.
Mientras el Estado movía cielo y tierra para encontrar el histórico sable, por la misteriosa estancia pasaron contingentes de la JP para tocar la reliquia y jurarle lealtad a Perón y a Evita, aunque antes de llegar se les tapaban los ojos para evitar que reconocieran el lugar.

Poco después, difundieron un segundo comunicado en el que ampliaban sus demandas, exigiendo la liberación de los presos políticos, la devolución del cadáver de Evita, el retorno de Perón y el castigo para los asesinos de Felipe Vallese (este sujeto de la JP, junto con varios terroristas había atacado un destacamento de la aeronáutica en Ezeiza. Logrando reducir al guardia y robándose dos ametralladoras PAM. Un año después, el 23 de agosto de 1962 fue detenido en su domicilio y su cuerpo no aparecerá).

Un granadero del Regimiento fundado en
1812 transporta el sable corvo original.
Esa infame extorsión con la reliquia de todos los argentinos, sin embargo, duró poco, ya que el viernes 16 de agosto cayó preso uno de los ladrones, Manuel Félix Gallardo. La policía se movió vertiginosamente buscando a los responsables de tamaña afrenta a la Patria. A los pocos días, la temible Brigada de San Martín, de la policía bonaerense secuestró ilegalmente a otros de los ladrones, Osvaldo Agosto.

Agosto no revelaba donde ocultó la reliquia histórica y años después dijo: "Fueron días de unas palizas bárbaras e incluso me hicieron un simulacro de fusilamiento en un basural, aunque no pudieron sacarme nada", cuenta el otrora cabecilla, y agrega: "No es de guapo que uno se la aguanta. Yo pensé que sólo me estaban apretando. «¿Cómo me van a matar si en definitiva no están seguros?», me decía".

El ex militar Adolfo
Phillipeaux restituyó el
sable corvo el 28 de
agosto de 1963.
Con Gallardo y Agosto presos, Demarco y el grupo marplatense que ocultaban el sable robado consultaron qué hacer con él a Adolfo Phillipeaux, un militar dado de baja por el levantamiento del 56. El ex capitán, militar al fin, se enojó y dijo que había que devolverlo de inmediato. Algunos creen que buscó así poner fin a las detenciones y torturas.

Para poner fin a los secuestros de los militantes de la JP y torturas para averiguar el paradero del sable, Aníbal Demarco, que tenía la misión de llevarle el arma a Perón exiliado en España, acordó con otro miembro de la resistencia peronista, el ex capitán del Ejército Adolfo Phillipeaux, la devolución de la reliquia al Ejército. Phillipeaux se presentó inmediatamente en el Regimiento 10 de Caballería Blindado “Húsares de Pueyrredón” en Campo de Mayo y restituyó el arma al Ejército Nacional. Como sea, ahí concluyó todo.

La entrega al Estado la hizo Phillipeaux el miércoles 28 de agosto de 1963: "Nuestro objetivo era dárselo a Perón”, afirmó Agosto. La Juventud Peronista emitió un nuevo comunicado en el que calificó a Demarco como un "traidor" por devolver el sable corvo del general San Martin.

El sable corvo es retirado de la vitrina del
Regimiento de Granaderos donde
estuvo durante 48 años
.
Luego de la recuperación del sable, fue depositado transitoriamente bajo la custodia del Regimiento de Granaderos a Caballo. En oportunidad de concurrir al Cuartel de Palermo el entonces Presidente saliente de la República, Dr. Guido, expresó:

“Señor Coronel Soloaga, no puede estar en mejores manos la custodia transitoria de esta sagrada reliquia histórica para nuestro país, que en este Regimiento de Granaderos a Caballo”.

Posteriormente, con fecha 17 de agosto de 1964, en virtud de un mandato judicial, se entregó el sable corvo, en sencilla y emotiva ceremonia al Museo Histórico Nacional.

Vale recordar que años después, Agosto le hizo en 1983 la campaña presidencial al peronista Ítalo Luder y Herminio Iglesias, donde en el cierre de campaña peronista se quemó un ataúd simbolizando lo que le iba a suceder a los opositores si tomaban el poder. Ganando el radical Raúl Alfonsín, el 30 de octubre de 1983, obteniendo el 51,7% de los votos frente al 40% del peronismo.

El segundo robo
El sable fue robado nuevamente dos años después, el 19 de agosto de 1965. Los delincuentes fueron otro grupo de la Juventud Peronista, cuatro personas que vuelven a entrar al mismo museo histórico con idéntico fin: el emblemático sable del General San Martín. Lo roban y se lo llevan en un Falcón negro a la casa de Néstor Zuviría, uno de los ideólogos del plan junto a Héctor Spina, militante pionero de la JP. Luego, Zuviría lo esconde dentro de un colchón, en una guardería de muebles, mientras que se intensificaban las pesquisas de los servicios del Ejército. Luego de diversos avatares, diez meses más tarde volvía a ser recuperado por el gobierno el 4 de junio de 1966. Según trascendió, el histórico sable apareció envuelto en unos trapos viejos en la puerta de la catedral de Buenos Aires.

En primer plano, el glorioso sable del general 
San Martín durante su traslado el 
pasado 24 de mayo.
Ambas veces –apremios ilegales mediante, en el primer caso; tensas negociaciones, en el segundo– el sable corre la misma suerte, no sin antes generar un tremendo escándalo nacional a través de los medios, las Fuerzas Armadas y ciertos políticos. En las dos ocasiones, la embrionaria JP profanó sin ningún remordimiento una reliquia histórica que perteneció al libertador de tres naciones.

Ambos hechos, por tanto, se imbrican en una misma lógica: la lucha apátrida, simbólica y antinacional, ya que los robos profanaron y mancillaron el sable de San Martín perteneciente al patrimonio de todos los argentinos.

El original sable corvo de San Martín en su
vitrina a prueba de balas en el Regimiento
de Granaderos a Caballo.
El sable corvo que perteneciera al Capitán General en Jefe del Ejército de los Andes y General en Jefe del Ejército de Chile Don José Francisco de San Martín, fundador de la libertad del Perú y Capitán General de sus Ejércitos, luego de los robos se encontraba depositado, desde el 14 de junio de 1966, en el Regimiento Granaderos a Caballo "General San Martín''.

Los granaderos lo custodian desde el 21 de noviembre de 1967, fecha de su guarda y custodia definitiva, resuelta por Superior Decreto N° 8756 del Poder Ejecutivo Nacional, el cual expresa:

Edificio que alberga al Regimiento de 
Granaderos a Caballo, en el barrio de 
Palermo, donde se encuentra el Gran Hall 
de los Símbolos Sanmartinianos, ahora 
con un calco del sable corvo.
“Que corresponde confiar el sable corvo del Libertador al Regimiento de Granaderos a Caballo “General D. José de San Martín”, por ser la unidad que creara y la que más íntimamente está ligada, en el sentir popular, a su vida gloriosa”.

Desde ese momento el sable legendario se ofrecía a la vista de todos los argentinos y extranjeros, dentro de un templete blindado, donado por el Banco Municipal de la Ciudad de Buenos Aires, ubicado en el Gran Hall de los Símbolos Sanmartinianos, en el Edificio Central del Cuartel de Granaderos de Palermo.

Después de muchas vicisitudes la vieja reliquia histórica descansaba entre los muros del Regimiento que es asiento de los Granaderos a Caballo, los mismos en espíritu e hidalguía que forjara a su imagen y semejanza, el propio San Martín, creador y primer Jefe del Cuerpo, allá por el año 1812, en el viejo Cuartel del Retiro. Allí permaneció durante 48 años hasta que por orden de Cristina Fernández de Kirchner fue trasladado el domingo 24 de mayo al Museo Histórico Nacional donde, como dijimos, fue robado en dos oportunidades. Y contando con el antecedente que en 2007 el reloj del General Manuel Belgrano fue robado de dicho museo histórico y aun no apareció.

Cristina Kirchner coloca sin guantes el sable
corvo del general San Martín en el Museo
Histórico Nacional.
El sable histórico trasladado al Museo Histórico Nacional está en una sala especialmente diseñada con modernas medidas de seguridad y conservación, rodeado por las espadas de los generales, Manuel Belgrano, Manuel Dorrego, Juan Manuel de Rosas, Las Heras, Lucio Mansilla, Zapiola y el almirante Guillermo Brown -entre otras- y el espacio estará custodiado por efectivos del Regimiento de Granaderos a Caballo, en homenaje al prócer.

Un calco del sable quedó en el Regimiento
Se informó que en el Regimiento de Granaderos a Caballo quedó en su vitrina a prueba de balas y con 4 cerraduras, un calco del sable corvo en reemplazo del original que fue destinado al Museo Histórico y dijo el orfebre: "Después de mi trabajo habrá, entonces, el sable original y un calco, que llegado el caso de una desgracia, queda como testimonio. No es la réplica común que les dan a los generales. Esto tiene el mismo material, con cuero labrado: se hizo una matriz para estampar y se consiguieron todos los materiales originales. El resto se hace en cobre, que finalmente va con una terminación de oro. Hasta copiamos el gastado", explica el orfebre Juan Carlos Pallarols.

Juan Carlos Pallarols hizo un calco del
sable corvo del Libertador.
Así, el sable de origen oriental que San Martín compró en 1811 a un anticuario de Londres antes de iniciar su campaña militar en la América del Sur, y que legó a Juan Manuel de Rosas, tiene un calco. Orgulloso por la convocatoria, Pallarols asegura: "Pocas veces en la vida sentí la emoción y el orgullo de esta vez. No hace mucho que me lo pidieron. Mi responsabilidad termina cuando termino la obra, pero debo reconocer que lo he disfrutado y lo he llorado, al igual que a mis compañeros de trabajo."

Pallarols dice que trabajó a destajo con un equipo de ocho artesanos en su taller del barrio de San Telmo, para que la pieza estuviera lista el 23 de mayo.

Un granadero custodiaba permanentemente
el sable corvo mientras Pallarols hacía un
calco del mismo.
Afirma que cuando llegó el sable original a su taller, sintió, al tocarlo, "la carga emotiva de la pieza", y al tomarlo en sus manos con unos guantes blancos que le proporcionó la custodia, no pudo refrenar "las imágenes de batallas y trifulcas, el galope y tropezones, la furia del caballo".

El emblemático sable corvo llegó a su taller de Defensa al 900 en un vehículo de la Gendarmería. "El celo con que fue cuidado es increíble. Lo llevaban y lo traían cada día, pero una noche que no pude desmontar la pieza, un granadero debió quedarse en mi taller", cuenta el orfebre. Tres días estuvo allí el sable cuyo dueño liberó a medio continente, el mismo que Manuelita Rosas legó al Museo Histórico, adonde llegó desde Inglaterra en marzo de 1897.

Origen del sable del General San Martín
El sable corvo de San Martín de la punta hasta el extremo de la empuñadura tiene 99 centímetros, la hoja mide 82 centímetros. El peso de la vaina es de casi 700 grs. y el del sable de unos 900 gramos. El peso total del sable con la vaina es de 1570 gramos. No tiene inscripción alguna excepto un trébol que fue grabado en la cara derecha de la cruz. La empuñadura es de ébano, a la usanza turca. Se estima que la hoja es unos 100 años más antigua que la empuñadura.

Pallarols con el original y el calco del sable
corvo o shamshir.
Los expertos en armas blancas afirman que es un “shamshir”, esto es, una tipología específica de arma blanca, de la familia de los sables, de origen persa. Haciendo un poco de historia, cabe recordar que el término “shamshir” hace referencia a las curvas garras del tigre, que en este caso, apunta a la pronunciada curvatura de la hoja que se estrecha uniformemente hasta la punta.

La Comisión Nacional de Energía Atómica de la República Argentina ha efectuado el estudio metalográfico del sable, concluyendo que fue construido con acero damasquinado (procedimiento empleado por los árabes que partían de un lingote de alta aleación de carbono) siendo su origen, muy posiblemente, Persia.

Proceso para obtener el wootz o acero de la India.
El sable que acompañó a San Martín en la Guerra de Independencia tiene un acero tan duro y liviano que puede absorber los golpes del combate sin romperse. Se desconoce su origen pero es seguro que procede del Medio Oriente, probablemente de Persia. Se trata de un acero que proviene de la India, llamado "wootz", que era un acero muy rico en carbono que producían los herreros indios con la forma y el tamaño de un queso fresco chico que se comercializaba intensamente en el Oriente. El procedimiento de la fabricación del wootz se muestra en un gráfico en este artículo.

En un horno de piedra se introducían una mezcla de mineral muy rico en óxido de hierro y carbón de leña. Mediante un sistema de fuelles se soplaba aire hacia la base del horno. El oxígeno del aire produce la combustión del carbono de la leña, dando lugar a la formación de abundante monóxido de carbono.

Granaderos custodian el legendario sable
corvo durante su traslado.
Los herreros del Medio Oriente que compraban el wootz de la India seguían, para producir las hojas de espada, un proceso de forja conformado de una pieza de acero caliente a golpe de martillo a temperaturas entre 650 y 850 grados centígrados, algo así como al rojo púrpura, cuando el wootz se vuelve extraordinariamente dúctil. De hecho, en ese intervalo de temperaturas, el wootz ingresa a un club muy selecto de aleaciones conocidas como superplásticas por su gran capacidad de deformarse sin romperse.

Precaución y preservación
Es larga la lista de piezas de incalculable valor que han sido robadas de museos de la Argentina en los últimos 12 años del kirchnerismo, por ende, se aconseja la conveniencia de que se examinen a fondo las medidas de seguridad en todos aquellos ámbitos en los que se guardan y exhiben objetos y colecciones con valor histórico, artístico o científico.

Recorrido del sable corvo hasta su
emplazamiento definitivo.
No se trata de ser alarmistas pero sí de ser precavidos y de extremar medidas para evitar que se repitan este tipo de hechos. La seguridad debe ser una de las preocupaciones fundamentales en los museos. En muchos casos, no se trata de poner más guardias sino de incorporar herramientas tecnológicas, como alarmas, sensores, cámaras de video, etcétera. Por supuesto que todo eso resulta costoso. Pero el valor del patrimonio a preservar justifica el esfuerzo.

El sable corvo en su actual emplazamiento en
el Parque Lezama, custodiado
permanentemente por un granadero.
En buena hora un testimonio invalorable de nuestra historia podrá ser admirado en el Museo Histórico Nacional. Pero ello implica, asimismo, el compromiso de que se extremen esfuerzos para la preservación, con más razón si el glorioso sable corvo ya fue robado en dos oportunidades, siendo uno de los objetos más preciados de nuestro pasado que participó en la liberación de tres repúblicas, se deben tomar todas las precauciones para que nunca más sea robado por delincuentes comunes ni por infames traidores a la patria.

Por Alberto Seoane

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