El día 10 de
diciembre de 2015 se conmemora el 50 aniversario de la llegada al Polo Sur
Geográfico de la Primera Expedición Terrestre del Ejército Argentino, comandada
por el entonces Coronel Jorge Edgar Leal, en cumplimiento a la "Operación
90", la que demandó 66 días de trabajo y penurias, recorriendo casi 2980
kilómetros por sobre nuestro Desierto Blanco. El presidente del país era Arturo
Umberto Illia.
Jorge Leal en la Antártida Argentina, década de 1960. |
De
6 tractores y 20 trineos de carga con oruga que salieron del punto de partida,
solo seis llegarán al Polo Sur. Una
marcha de 3.000 kilómetros hasta el fin del mundo. La altura del Polo sur
geográfico es de 3000 metros sobre el nivel del mar.
Cabe
reflexionar, que esta misión cumplida el día 10 de diciembre de 1965, es un hecho significativo de trascendencia
nacional, histórica y geopolítica; porque no solo tenemos que decir que el
Sector Antártico Argentino es nuestro, sino que hay que avalarlo con nuestro
accionar y presencia en toda su extensión, recorrerlo y explorarlo en su
inmensidad, pisar su suelo, vivir sobre nuestra tierra, llegar hasta el último
confín de la misma, en este caso la latitud 90º S.
El
26 de octubre de 1965 una patrulla de hombres del Ejército partió desde la Base
General Belgrano iniciando una marcha terrestre hasta el Polo Sur. Aquellos hombres alcanzaron el punto más
austral de la Argentina, y de la Tierra, el 10 de diciembre de ese mismo año.
La Antártida vista desde el Polo Sur. |
Dice
Leal: “Tenía abrigo azul, y nos preguntó
en inglés, con desconfianza, quiénes éramos y qué hacíamos allí. Nosotros
vestíamos abrigos color naranja, casi rojos. Nos vio y pensó que estaba
alucinando o que éramos rusos. Le contesté preguntando quién era él (me di
cuenta que era norteamericano) y quién estaba al mando. El hombre era el
radarista de turno.
Algunas de las bases más importantes que existen en toda la Antártida. Clic en el mapa para ampliarlo. |
Al
respecto, comentó que “Desde siempre, la
Argentina reclama su derecho sobre un sector del continente antártico.
Reivindicar derechos no es solamente algo que se proclama, sino algo que se
ejerce. La expedición fue planeada durante dos años, hasta que los diez hombres,
con vehículos especiales (llamados gatos de nieve), trineos y 18 perros
esquimales se pusieron en marcha. Cuando te alejás de la costa, de nuestra
península, no ves ni aves, nada, ningún ser viviente, ni animal ni vegetal,
nada”, dijo Leal.
El Sector Antártico Argentino. |
Expertos en la
Antártida
Leal
contó que “los diez expedicionarios
éramos expertos en la Antártida; yo había ido por primera vez en 1952, trece
años atrás, y el equipo tenía también experiencia, pero ahora avanzábamos en
territorio desconocido, con montañas de tres mil metros de altura, y en donde
todo era blanco, y el Sol no se ponía nunca. Había que usar anteojos oscuros
para no deslumbrarse y hasta era posible perder la vista si no se los usaba.
Los perros eran para detectar las grietas, podían llegar y ver en donde los
hombres no veíamos. De todos modos, cuando llegamos a la base argentina Sobral,
los utilizamos para entrar al territorio antártico propiamente dicho, no ya
hielo y mar, sino hielo y nieve, pero sobre tierra firme, y luego cuatro
hombres que nos acompañaban regresaron con los perros a la Base Belgrano. Y no
eran solamente las grietas, sino también las tormentas de nieve, que no te permitían
ver a un metro de distancia. Y había que saber exactamente en dónde estábamos”.
“A medida que te
acercás al Polo, la brújula ya no te sirve. No es cierto que la aguja de la
brújula se ponga loca y gire; no. Pero se aplasta y ya no te sirve. Y todo a tu
alrededor es blanco, sin puntos de referencia. Nos orientábamos como los
navegantes, con el sol. Pero había que saber cuál era la hora exacta.
Generalmente se usa el top de las radios. Hubo un hecho curioso: las radios
argentinas no llegaban, de modo que escuchábamos las únicas dos cuya potencia
las hacía llegar hasta la Antártida: la BBC de Londres y Radio La Habana de
Cuba. Mirá vos, tener que estar agradecidos a los ingleses y a Fidel Castro...
irónico, ¿no?”, dijo
Leal en una entrevista.
Después
de su hazaña, que se concretó el 10 de diciembre de 1965, Leal regresó a la Antártida en muchas ocasiones y comentó lo siguiente
luego de uno de sus viajes:
“El clima ha
cambiado. Estuve muchas veces en la Base Belgrano y en Marambio, y jamás había
truenos o tormentas. Y bueno, ahora los hay. La culpa es del mal llamado
agujero de ozono, porque no es un agujero, sino el adelgazamiento de la capa de
ozono. La gente del hemisferio Norte, los países muy industrializados, están
cambiado el clima, y están destruyendo el mundo. Te dicen: “Nosotros no vamos a
destruir nuestra industria para que no haya agujero de ozono”, y se equivocan,
porque el mundo es uno y en él vivimos. Yo tengo cinco nietas. Y bien. Los
hijos de mis nietas tal vez no respiren oxígeno puro, aire puro, como todavía
es posible en la Antártida, y en muchos lugares de la Argentina, entre ellos,
en Rosario de la Frontera, mi pueblo salteño natal”.
Tras una azarosa
marcha de 2980 km y a lo largo de 66 días de trabajos y penurias, la patrulla
arribó de regreso a la base Belgrano el último día de 1965. Aquella expedición
constituyó, tal como lo afirmó su jefe, el ahora general Jorge Edgard Leal, "la marcha hacia el sur de la
República resuelta a ocupar, dominar y administrar hasta los últimos reductos
de su territorio".
En
cumplimiento de ese objetivo, el
Ejército había decidido alcanzar por tierra el Polo Sur, el vértice más austral
de la Nación.
Culminada
la hazaña, se consideró completamente cumplido el objetivo político de la
expedición: reforzar nuestros derechos
sobre el Sector Antártico demostrando la capacidad argentina de accionar a lo
largo de todo el territorio patrio.
Además,
durante los dos meses de marcha se
efectuaron observaciones científicas y técnicas de geología, gravimetría,
meteorología, etc., observaciones que representaron para el personal un pesado
recargo de sus tareas por las hostiles condiciones en que se cumplieron los
estudios y porque debían intervenir en los agobiantes trabajos propios de una
expedición antártica.
Los preparativos de
la expedición de 1965
La
Base General Belgrano que el Ejército ocupaba en la barrera de Filchner sería la base de operaciones de esa patrulla.
A
fines de noviembre de 1963 el personal de Belgrano comenzó a estudiar sobre el
terreno las posibles vías de acceso al
interior del continente y planear la instalación de una base secundaria de
operaciones, con víveres y combustibles, aproximadamente a los 83º de latitud
Sur.
En
el asalto al Polo se materializaba un viejo anhelo del general Hernán Pujato, fundador de las Bases San
Martín, en Bahía Margarita, y Belgrano, en la barrera de Filchner, y una de las
figuras más señeras de nuestras actividades polares.
Debieron
elegirse el vestuario, los equipos y los vehículos, seis tractores snow-cats, capaces de transportar al personal, sus
equipos y las provisiones.
Difícil
fue la selección del personal. Esta
selección –entre veteranos antárticos -, era de suma importancia.
En
este sentido fue una designación muy importante la del segundo Jefe de la
Patrulla de Asalto, el Capitán Gustavo
Adolfo Giró, que fue anteriormente Jefe de las Bases del Ejército San Martín y
Esperanza, y que cubrieron todas las tareas de preparación del viaje hasta los 82º
de latitud Sur.
El
Capitán Giró y sus hombres, en cumplimiento de las órdenes recibidas partieron
en el más absoluto secreto, en marzo de 1965 hacia los 82º de latitud Sur, -al
pie de las primeras estribaciones de acceso a la alta meseta polar -, jalonando
la ruta y montando una construcción que
fue provista con cincuenta toneladas de materiales.
Antes
de comenzar la larga noche polar quedó instalado el refugio que hoy se conoce como Base de Avanzada Científica Alférez
de Navío Sobral.
La
estación de apoyo exigió al capitán Giró y a la Dotación de la Base Belgrano,
más esfuerzos de lo esperado. Un difícil
campo de grietas obligó a detenerse a los hombres con el fin de estudiar y
jalonar la zona, llamada más tarde paso Saravia, que se transformó para los hombres
"en un verdadero y difícil combate".
Recién
el 2 de abril de 1965 se inauguró la nueva base que tuvo como primera dotación
al Teniente Adolfo Eugenio Goetz, al
Sargento Ayudante Julio César Ortiz, al Sargento Primero Adolfo Oscar Moreno y
al Cabo Primero Leonardo Guzmán.
En
este punto se debe recordar que, gracias a su tesonero esfuerzo, Giró y sus
hombres, sin distinción alguna levantaron
en un verano lo que estaba previsto se construiría en dos, al punto de que el
Capitán Giró solicito que se adelantara la fecha del asalto al Polo Sur.
En
un radiograma Giró puntualiza que la base de avanzada contaba con los equipos,
víveres y combustibles para apoyar la expedición "y estando todo listo para iniciar la marcha al Polo Sur
Geográfico demorar la expedición un año más es contraproducente y puede
constituir un fracaso por las siguientes causas: la masa de hielo de la barrera
de Filchner está en continuo movimiento y la actual ruta, reconocida y
enmarcada, puede en un plazo de dos años sufrir variantes que la anulen,
perdiéndose los abastecimientos ya adelantados y el esfuerzo que ello
significa".
Temiendo
un posible desprendimiento de hielo en la zona de Belgrano –en ese entonces a
dos kilómetros del borde de la barrera -, Giró continuaba: "Si Belgrano sale a navegar para siempre perdemos la oportunidad
de llegar al Polo Sur".
El personal que
intervino en la Operación 90 se lo conoce como Grupo de asalto al Polo Sur y se
iban a trasladar en vehículos SnowCat con trineos de arrastre.
Coronel Jorge Edgard LEAL Jefe del Grupo de Asalto.
Capitán Gustavo Adolfo GIRÓ Segundo Jefe/Jefe de Tareas Científicas.
Suboficial
Principal Ricardo Bautista CEPPI Mecánico.
Sargento Ayudante Julio César ORTÍZ Mecánico.
Sargento Ayudante Alfredo Florencio PÉREZ Mecánico.
Sargento Primero Jorge Raúl RODRÍGUEZ Mecánico.
Sargento Primero Roberto Humberto CARRIÓN Topógrafo.
Sargento Primero Adolfo Oscar MORENO Topógrafo.
Sargento Primero Domingo ZACARÍAS Comunicaciones.
Cabo Oscar Ramón ALFONSO Patrullero.
Patrulla de
reconocimiento Paralelo 82. Se trasladaron en trineos con perros hasta el
paralelo 83,2ºS.
Teniente Adolfo Eugenio GOETZ Jefe de Patrulla.
Sargento Primero Ramón VILLAR.
Cabo Primero Marcelo Enoc ÁLVAREZ.
Cabo Primero Leonardo Isabel GUZMÁN.
Grupo Apoyo Base Sobral
Dio apoyo logístico
y radioeléctrico a la expedición.
Teniente Pedro Ángel ACOSTA Jefe de Grupo.
Sargento Primero Carlos Guido BULACIO.
Sargento Primero Hugo Orlando BRITOS.
La marcha histórica
La
columna de vehículos partió hacia el
Polo a las 10 horas del 26 de octubre de 1965. La misión se mantuvo en secreto
hasta llegar al Polo Sur.
Dos
días antes lo había hecho la patrulla de trineos del Teniente Goetz, que se adelantaba para cumplir su misión de
jalonar el camino.
El
primer día de marcha estuvo nublado, con mucho "blanqueo", debiéndose
avanzar con suma lentitud para evitar los Snow-Cat la violencia de un posible
choque contra los altos sastrugis, esos
profundos surcos que el viento cava en la dura superficie del hielo.
Al
día siguiente se entró en el área de la Gran Grieta, en donde a los peligros de
la zona muy agrietada se sumó una hostil
ventisca baja que anulaba la visibilidad y redujo la velocidad de marcha al
mínimo.
Poco
después se avistó a la patrulla 82 que,
obligada por el temporal, vivaqueaba en plena Gran Grieta.
A
partir de ese momento los Snow-Cat y los trineos de la patrulla 82 continuarían
la marcha hasta el cordón Santa Fe en donde el Teniente Goetz realizaría
estudios geológicos, recogiendo muestras
de rocas de esas montañas jamás visitadas por el hombre.
Sobre
la medianoche del 4 de noviembre se
llegó a la Base Sobral, con una temperatura de 33º bajo cero pero con el Sol
brillando alto sobre el horizonte Sur.
En
Sobral, la columna se estacionó para
efectuar tareas de mantenimiento mecánico; los trineos habían sufrido daños en
sus patines y los vehículos debían ser repasados pues el tramo entre Belgrano y
esta base había sido más duro de lo previsto.
Además,
aquí comenzó a tomar importancia una herida en la mano sufrida por el Sargento
Primero Guido Bulacio que, en
definitiva, debió ser separado de la expedición. No se podía correr el riesgo de que sufriera una infección o congelamiento.
En
una sencilla votación –el general Leal sostuvo que la misión era antes que nada
un trabajo de equipo -, se resolvió
incorporar al grupo de asalto al Sargento Ayudante Florencio Pérez, de la
dotación de Base Sobral.
Hacia
adelante, la ruta volvió a ser pesada y peligrosa. El frío acentuado, las grietas y los sastrugis no dejarían de estar
presentes un solo momento.
En
cuanto a las grietas, cubiertas a veces con débiles puentes de nieve que la
disimulan u ocultan por completo,
estuvieron a punto de "engullirse" a algunos de los Snow-cat;
felizmente, en ellas solo se perdieron trineos con provisiones.
Los
duros filos de los sastrugis orientados de E a W, obligaban a pasarlos de frente tornando la marcha
peligrosamente lenta. En ningún momento
la gente olvidaba que toda demora gravitaba directamente sobre las reservas de
víveres y de combustibles.
Ya
sobre la meseta polar también los temporales impusieron situaciones de tediosa
inmovilidad. "estamos detenidos
perdiendo precioso tiempo, consumiendo víveres y combustible que tenemos tan
medidos", registra el coronel Leal en su diario.
El
18 de noviembre el grupo de asalto se separó de la patrulla 82 integrada por el
Teniente Adolfo Eugenio Goetz; el Sargento Primero Ramón Villar y los Cabos
Primeros Marcelo Álvarez y Leonardo I. Guzmán, cumplida ya la primera parte de su misión: la de actuar como punta de
lanza para detectar obstáculos peligrosos para los vehículos de la expedición.
A
la patrulla de perros le restaba todavía realizar tareas de cartografía y geología
en el cordón de montañas Santa Fe. Pero
para los hombres que terminaban su viaje les cabía el honor de ser los primeros
que se habían adentrado con trineos hasta esa zona del continente, hasta los
83º2' de latitud Sur.
Campamento
Desolación
Separados
ya de la patrulla 82, los hombres reanudan el arduo camino. Con escasas horas
de intervalo se rompen dos trineos y se puede advertir que se vive una
situación de cierta gravedad. Los
trineos están semidestrozados por el terreno y en una penosa tarea se debe
reubicar la carga que llevaban y dejar a uno de los snow-cats como depósito de
combustible para el viaje de regreso y un jalón para hallar el camino más
fácilmente.
La
rotura de los patines de otro trineo impone considerar la situación muy
detenidamente. Sin trineos es imposible alcanzar el Polo. Sobre los 83º de
latitud Sur y a 1.900 metros de altura sobre el nivel del mar se arma un
campamento en el cual durante dos días se trabajara incesantemente con la
soldadura autógena, reparando patines y reforzando la estructura de los vitales
trineos. Fueron días en que sobre el pensamiento de la gente pesaron oscuras
preocupaciones. El viento fuerte y la
nevisca, que cubría poco a poco todos los objetos, gravitaba como una amenaza
sobre el ánimo de todos.
Aquel campamento
recibió de sus propios moradores el nombre de Campamento Desolación. Pero desde ese
momento en adelante la proximidad del Polo comenzó a dar a la Patrulla una
especial energía.
Desde
los 86º los sastrugis fueron cada vez mayores, tan altos como los tractores. En
ese mar ondulado de hielo se prosiguió la marcha agotadora hasta los 88º de
latitud. Los hombres sentían la cercanía
del Polo –apenas a 200 km. de distancia- y el pensamiento volaba... los
esperaba el triunfo; por fin la meta tan firmemente perseguida estaba ya al
alcance de la mano.
"...Ahora, y a
pesar de nuestra confianza en la capacidad de los dos topógrafos – navegadores,
no podemos alejar de nuestra mente la posibilidad de que un error de cálculo o
instrumental -, siempre factible por la permanente agresión que significan los
extremosos agentes climáticos de la zona, pudiera habernos llevado a lugares
que no sean lo que creemos y tenemos marcados en nuestra carta", informa
Leal.
El
terreno comenzó a mejorar recién hacia el 8 de diciembre cuando los fieles
Snow-Cat se arrastraban a 2.645 metros sobre el nivel del mar. Desde el inicio de la expedición, cada 20
kilómetros el grupo se detenía para hacer mediciones atmosféricas y
científicas.
El
9 de diciembre, tras una última etapa de marcha de 28 horas de duración, se
estima estar a 45 km. del Polo y de la base Amundsen-Scott instalada allí por
Estados Unidos. Por eso se procede a
ordenar cargas y vehículos: el personal se apresta física y espiritualmente
para cubrir el último y breve tramo de la marcha.
Al
día siguiente, 10 de diciembre, fecha inolvidable para los argentinos, el Coronel Leal desciende de su castigado
tractor, el Salta, y planta la bandera de la Patria en la nieve endurecida y
solitaria del vértice sur de la Argentina.
Atrás
quedan 45 días de marcha, de tensiones anímicas, de pensar obsesivamente en las
grietas, en mantener el rumbo correcto
en una zona donde la brújula es inútil y el Sol puede ocultarse por horas o
días enteros.
El
15 de diciembre, ya cercana la hora del regreso, se izó en el Polo la bandera donada por la Asociación Antártica
Argentina, que quedó allí como un testimonio del operativo realizado.
El camino del
regreso, ya conocido y jalonado por depósitos, no guardaba ya mayores problemas
para aquellos hombres que hicieron gala de tanta entereza en todo momento.
Superados los
habituales y desorientados "blanqueos", la zona peligrosamente
fracturada vecina a la Gran Grieta, regresaron a Base Belgrano el 31 de
diciembre de 1965.
La hazaña quedaba
así cumplida tras 66 días de arduos esfuerzos sobre el casquete glacial.
El Informe oficial
de la hazaña
Una
vez cumplida la misión, el Jefe de la expedición elevó al Comando en Jefe del Ejército un informe cuyo encabezamiento
decía:
Elevo
al Señor Jefe el informe correspondiente a la "Operación 90", Primera
Expedición Terrestre Argentina al Polo Sur. El suscripto se apresura a aclarar
que al redactar el presente trabajo, conscientemente se evadió de los cánones e
imposiciones que la Reglamentación fija o entiende como Diario de Guerra o Informe.
A ello estuvo obligado por cuanto aprecia que la "Operación 90" escapó de los precisos límites de una
Operación Militar –al carecer de ciertos aspectos estrictamente castrenses- y
si, incursionar en otros de carácter científico y político.
Las
observaciones y registros de carácter científico efectuadas están siendo
evaluadas por los organismos que colaboraron con la Expedición, los cuales
estudian los datos obtenidos y analizan su significado. Pero aun cuando la
información recogida pueda no resultar fundamentalmente importante, se debe
recordar que su valor consiste en que son o serán piezas de un panorama mucho más
amplio que se irá completando con tiempo, más trabajo en esa zona y por lo
tanto más información. Las citadas
observaciones registradas durante la marcha al Polo Sur significaron para el
personal tremendos y arduos esfuerzos por las condiciones imperantes de un
clima hostil, duro y exagerado, y porque los hombres afectados a esos trabajos
también debieron cumplir con las agobiantes tareas generales inherentes a la
Expedición.
El
teatro en donde se desarrolló la "Operación 90" forma parte de un
continente extraño, que por sus condiciones geoglaciológicas, su clima, por
inhóspito y falto de todo recurso, se opone terca y porfiadamente al
cumplimiento de toda misión. Una tierra en donde se enseñorea una hostil
naturaleza –la más fría y tempestuosa del planeta- reacia a los hombres, perros
y máquinas y en donde las tormentas polares y las interferencias magnéticas
anulan las comunicaciones y afectan a los instrumentos volviéndolos inexactos e
influyendo, por lo tanto en la inteligente confianza que el hombre debe
depositar en los mismos. Un lugar en
donde los lubricantes se convierten en sebo y los metales se cristalizan, donde
las mejores aleaciones se quiebran al desintegrarse la materia.
Ese
último rincón del mundo en donde nos tocó actuar, es en general una blanca y dilatada llanura que se va
escalonando en inmensas plataformas de barreras de hielo y nieve, quebradas de
tanto en tanto por cordones montañosos y sembradas de traicioneras, torvas
peligrosas grietas capaces de tragarse a una columna expedicionaria completa.
Ese
escenario actúa sobre el cuerpo y el alma y hace que el hombre en patrulla –al
tener que desarrollar largas y extenuantes jornadas de marcha, con un
deficiente descanso y una alimentación que en la Antártida y en Patrullas
siempre es incompleta y viéndose obligado a vivir en un estado de permanente
sobresalto o inquietud –llegue a un advertible deterioro psicofísico. Los hombres sometidos a la agresión
climática y al permanente riesgo van llegando a su límite emocional y físico, y
los efectos de la tensión se conocen, entre otras manifestaciones, por una
acusada disminución de peso y un inocultable debilitamiento. No se desea con
estas descripciones hacer un panegírico de la Expedición, pero si se pretende
pintar con orgullosa franqueza los inconvenientes que se debieron vencer para
cumplir con la misión impuesta. Todo lo
dicho por otra parte, son los mismos problemas a los que se vieron abocados
todos los hombres del Ejército Argentino que trabajaron ruda y silenciosamente
en el Sexto Continente desde el año 1951 – cuando el pionero de nuestra
institución en la Antártida, el entonces Coronel D. Hernán Pujato instalara la Base
General San Martín –para obtener sacrificadamente la experiencia que los 10
hombres de la Expedición al Polo habrían de aplicar para cumplir con la misión.
El
"espíritu de cuerpo" común a todas las latitudes se hace presente
también en la Antártida, pero él se manifiesta en forma muy especial porque
fija un código no escrito pero no por ello menos estricto. El suscripto deja
expresa constancia que los integrantes de la Expedición cumplieron con ese
Código e hicieron aporte total de sus posibilidades como manifestación de sus
respectivas calidades y capacidades. Pero sin lugar a dudas que la más
importante entrega efectuada por cada hombre, como aportación para el éxito de
la "Operación 90", fue la de sus respectivos "presentes y
futuros". Y ello se manifestó no solamente en la larga, peligrosa, ardua y
sacrificada marcha hasta el Polo Sur, sino en el previo y magnifico
renunciamiento que significó el aceptar formar parte de una empresa de la cual
no se estaba seguro de regresar con vida. Existieron por supuesto desinteligencias
y roces –éramos hombres con nuestros defectos nuestras virtudes- pero por sobre todo nos sentimos soldados
del Ejército Argentino en cumplimiento de una misión, y ese sentimiento
hondamente arraigado hizo que supiéramos dominarnos y superarnos. Y que
conseguimos elevarnos por sobre esas nuestras flaquezas lo demuestra el logro
exitoso del objetivo fijado.
Jorge Edgard LEAL
Coronel
Jefe de la Primera
Expedición Terrestre Argentina al Polo Sur.
El general Jorge
Leal nació el 23 de abril de 1921 en Rosario de la Frontera, Salta, fue fundador
de la Base Antártica Esperanza en 1952. Se retiró del Ejército en 2003.
Con ochenta y cuatro
años, apostura todavía marcial, tres hijos, y cinco nietos, el 22 de febrero de
2015, con motivo del Día de la Antártida Argentina, Jorge Leal fue invitado al
Museo Malvinas e Islas del Atlántico Sur de Buenos Aires para rendirle un
homenaje.
Argentina pionera
en la Antártida
Aquí
una breve reseña de los hitos históricos
de la República Argentina en la Antártida.
1904: El 22 de febrero de
ese año, la Argentina por intermedio de la oficina Meteorológica Nacional del
Ministerio de Agricultura, toma posesión e iza
la bandera nacional en la estación científica de la isla Laurie, del grupo de
las Orcadas del Sur, cedida al gobierno por el expedicionario escocés doctor W.
Bruce. La ocupación argentina es la más antigua y permanente del continente
antártico.
1927: Se inaugura el 30
de mayo el Observatorio de las Islas Orcadas,
la primera estación radiotelegráfica oficial en la Antártida.
1942: La expedición
antártica comandada por el Cap. de Fragata
Alberto Oddera en el buque 1º de Mayo, cumplió tareas de expedición e hidrografía, visitando la Isla Decepción, el
archipiélago Melchior y las Islas Argentinas.
1947: El 31 de marzo se
instaló el Destacamento Naval Melchior,
siendo el primero instalado por la Argentina en la Península Antártica.
1948: El 25 de enero se instaló el Destacamento Naval
Decepción, en la bahía 1º de Mayo de la Isla Decepción. Se realiza la primera
comunicación radiotelefónica con el destacamento naval de la Isla Decepción y
durante este mismo año, el 13 de diciembre la Aviación Naval realizó su primera
hazaña antártica al cruzar el Círculo Polar Antártico, a bordo de un avión
Douglas C-54 y comandado por el contraalmirante Aviador Naval Gregorio Potillo.
1951: El 6 de abril se instaló el Destacamento Naval Almirante
Brown. Es la primera base continental argentina en la Antártida. Además, durante
este año el Vicecomodoro Gustavo A. Marambio realiza el primer vuelo
transcontinental sobre la península antártica con un avión Avro Lincoln arrojando
suministros.
Se realizó también
en 1951 la Primera Expedición Científica a la Antártida Continental. Bajo el
mando del Gral. Pujato, arribó a Bahía Margarita y fundó la estación Gral. San Martín,
primera instalación al sur del círculo Polar.
1952: En febrero de 1952
Argentina e Inglaterra participan en un
incidente armado ante la pretensión británica de desembarcar en Bahía Esperanza
en donde la Argentina había instalado una base próxima a inaugurarse.
El
31 de marzo de 1952 se inauguró el
Destacamento Naval Esperanza, que fuera destruido por un incendio en 1957. El
17 de diciembre se estableció la base de Ejército Esperanza, siendo su primer
jefe el Capitán Jorge Leal.
1953: Se inauguró la Base Cámara, en la Isla Media Luna.
1954: Se tomó posesión
formal de las instalaciones levantadas
por la Expedición de Nordenskjold en la Isla Cerro Nevado.
1955: Otro logro fue la incorporación del rompehielos General San Martín a las tareas
antárticas, efectuando su primer viaje.
El
18 de enero el ejército Argentino instaló la
estación antártica más austral del mundo hasta ese entonces, General Belgrano,
sobre el hielo de la barrera de Filchner.
1956: Por decreto del 3
de julio de 1956 se creó la Comisión
Nacional del Año Geofísico Internacional con el objeto de coordinar las
actividades científicas de todas las instituciones nacionales.
1957: Por decreto de
fecha 28 de enero queda restablecido el
territorio Nacional de la Tierra del fuego, Antártida e Islas del Atlántico
Sur, señalando los límites de su reivindicación antártica entre los meridianos
25º W y 74º W.
1958: En los meses de
enero y febrero se efectuaron dos
cruceros de turismo a la Antártida, organizados por el Comando de Transportes
Navales.
1959: En enero, el
crucero Yapeyú de la Flota Argentina
de navegación de Ultramar realizó el
segundo viaje de turismo a la Antártida.
1962: El 6 de enero se
produce un hecho histórico: se izó por
primera vez el pabellón argentino en el Polo Sur, al que se llega con dos
viejos bimotores Douglas C-47 de la Aviación Naval. Es el Primer Vuelo Argentino al Polo Sur al mando del
entonces Capitán de Fragata Hermes Quijada, hecho que sorprendió a la opinión
mundial ya que no se contaba en esos momentos con cartografía de la zona y por
ende se desconocía la existencia de referencias en tierra que pudiesen
facilitar la orientación durante el vuelo directo desde el continente.
Entre
el 14 de junio y el 24 de octubre personal de la base Esperanza realizó una
expedición entre dicha base y la base General San Martín en Bahía Margarita y
regreso. La expedición se efectuó
utilizando trineos de perros y vehículos automotores, en un recorrido de 2.000
Km. El día 12 de Mayo el grupo de Avanzada cruzó el círculo Polar Antártico,
siendo los primeros argentinos que los hacían por tierra. Comandó la expedición
el teniente 1º Gustavo A. Giró Tapper.
1965: El destacamento
Naval Brown es transferido al Instituto Antártico Argentino quien la inauguró
como estación Científica Almirante Brown
el 17 de febrero.
El
Ejército en cumplimiento de tareas previas y necesarias para su posterior
marcha hasta el Polo Sur instala una Base Avanzada de operaciones. Desde la
Base Belgrano y en sucesivas patrullas el cap. Gustavo Giró plantó en los 81º de latitud lo que sería la base más austral de nuestro país: Base de ejército
Alférez de navío Sobral.
En 1965 el Comodoro Mario Olezza realiza un vuelo argentino
sobre el Polo.
El
Ejército Argentino inició el 26 de
Octubre la marcha terrestre desde la Base Belgrano hacia el Polo Sur. Al mando del Coronel Jorge Leal, la
patrulla integrada por el capitán Gustavo Giró y el Suboficial Principal Ceppi
entre otros, arribó luego de innumerables peligros y sacrificios al Polo Sur,
vértice del Sector Antártico y extremo austral de nuestra patria, el 10 de
diciembre. Cubren en 45 días 1100 kilómetros terminando con el izamiento de la
bandera argentina en el Polo Sur. La expedición cumplió objetivos científicos
que se llevaron a cabo exitosamente. La Argentina fue el primer país que llegó
al Polo Sur partiendo y regresando del mar de Weddell. Treinta y cinco años más
tarde otros grupo explorador del Ejército Argentino al mando del Teniente Coronel
Víctor Figueroa reeditará la hazaña.
Los que precedieron
a los argentinos en el Polo Sur
El
noruego Roald Amundsen junto a sus
hombres, fue el primero en llegar al Polo Sur el 14 de diciembre de 1911. El
competidor de Amundsen, el británico Robert Falcon Scott, llegó al polo un mes
después. En el viaje de vuelta, Scott y sus cuatro compañeros murieron de
hambre e hipotermia.
El
almirante Richard E. Byrd y su primer
piloto Bernt Balchen se convirtieron en las primeras personas en sobrevolar el
Polo Sur, el 29 de noviembre de 1929 en un avión Ford trimotor. Sobre el polo
es arrojada una bandera estadounidense con lastre. El histórico vuelo concluye
luego de 16 horas retornando a la base Little America.
Sin embargo, no fue
hasta el 31 de octubre de 1956 cuando otro hombre pisó el Polo otra vez, cuando
un grupo liderado por George Dufek, de la Marina estadounidense, aterrizó en el
avión de transporte militar R4D Skytrain (Douglas C-47 Skytrain). Se convirtió en la primera persona en
llegar en los últimos 41 años.
Luego de Amundsen y
Scott, los siguientes en llegar al Polo Sur por tierra fueron Edmund Hillary,
el (3 de enero de 1958), y el británico Vivian Fuchs, el (19 de enero de 1958),
con sus respectivos grupos, en el transcurso de la «Expedición Trans-Antártica
de la Commonwealth». Hubo varias expediciones subsecuentes por tierra,
incluyendo la Antero Havola, Crary y Fiennes.
La
marcha a pie más rápida sin soporte al Polo Sur Geográfico desde la costa duró 47 días, y fue hecha en 1999 por Tim
Jarvis y Peter Treseder, quienes llevaron trineos que pesaban 200 kg, que
contenían comida y combustible.
Aquí
encontrará el testimonio documental de la expedición argentina que llegó por
tierra al Polo Sur:
Video de la
expedición argentina al Polo Sur en 1965.
Aquí
un documental de 29 minutos sobre la hazaña argentina:
OPERACION 90
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