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martes, 12 de enero de 2016

UN AGRICULTOR DESCUBRE DOS VALIOSAS TUMBAS ETRUSCAS DEL SIGLO III A. C.

El hallazgo sucedió en Città della Pieve, localidad de 7.500 habitantes en la provincia de Perugia (región de Umbria), en el centro de Italia.

Uno de los sarcófagos etruscos descubierto
en San Donnino Fondovalle por un agricultor.
Fue un descubrimiento excepcional y, como ocurre con el hallazgo de muchos tesoros, completamente casual: un agricultor con su tractor, de faena en el campo, se llevó el susto de su vida cuando de improviso el terreno cedió en un campo de la localidad de San Donnino Fondovalle, en la comuna de Città della Pieve. Después, repuesto del miedo ante el terreno que se abrió a sus pies, descubrió un tesoro etrusco: en una sepultura subterránea de unos cinco metros cuadrados había dos sarcófagos de grandes dimensiones y dos urnas con cenizas humanas.

Inmediatamente dio aviso a las autoridades y los carabineros procedieron a montar guardia en el lugar para impedir cualquier intento de saqueo. Se trata de una tumba etrusca de hace aproximadamente unos 2.400 años, completamente sellada e intacta. Los arqueólogos descubrieron una cámara rectangular de aproximadamente 5 metros cuadrados, dos sarcófagos, cuatro urnas de mármol con restos humanos incinerados, una cabeza de mármol de una joven y varios objetos que se supone que formaban parte de un ajuar funerario como vasijas votivas, tinajas de cerámica completamente intactas y piezas de cerámica entre otras.

Los sarcófagos fueron encontrados intactos en
una cámara rectangular de 5 metros cuadrados.
Dicen los arqueólogos que este hallazgo en Città della Pieve, localidad de 7.500 habitantes en la provincia de Perugia (región de Umbria), en el centro de Italia, es excepcional e insólito, porque en este lugar no se habían encontrado restos etruscos parecidos. El material encontrado, de muy buena factura, está hecho de piedra alabastro y se ha datado en el siglo III a. C. Uno de los sarcófagos tiene inscripciones etruscas sobre la identidad del difunto y en los dos sarcófagos se reproduce a un hombre en posición reclinada.

Lugar del hallazgo realizado
por el agricultor.
Città della Pieve se revolucionó y emocionó por el impacto del descubrimiento. «Somos conscientes de que nos encontramos frente a una gran oportunidad para nuestro pueblo. Esperamos poder acoger esos magníficos restos arqueológicos en nuestro Museo de Santa María de los Siervos», manifestó de inmediato el alcalde, Fausto Scricciolo. Por su parte, el asesor de Cultura, Carmine Pugliese, explicó así la expectación que suscitó el tesoro etrusco: «Es tanta la atención y la curiosidad, que nos sentimos obligados a restituirlo cuanto antes a los ojos del público. El hallazgo enriquecerá nuestro patrimonio. Son muchísimos los testimonios de entusiasmo por el descubrimiento. Esperamos ahora contribuciones privadas, para profundizar en las investigaciones sobre la tumba y el arte etrusco», manifestó el asesor de Cultura.

Al fondo del hueco se ve la tumba
etrusca descubierta en Cittá
della Pieve, Umbria.
Los arqueólogos pudieron identificar el nombre propio Laris, que sería el que reposa allí, tal vez un príncipe o noble etrusco. Una vez limpiados, los dos sarcófagos y las urnas funerarias se presentaron en las vísperas de Navidad en el Museo de Santa María de los Siervos, con la presencia de la subsecretaria del Ministerio de Bienes Culturales, Ilaria Borletti, que destacó «la gran importancia del hallazgo y la extraordinaria participación de los habitantes de Città delle Pieve, que han demostrado así su interés por descubrir sus propias raíces».

Los arqueólogos destacan que el gran relieve de este material etrusco se debe a la calidad de los materiales y su buena conservación, lo que se refleja en que aún son visibles elementos polícromos; en particular, una de las caras esculpidas en la parte superior de la urna funeraria tiene aún las pupilas pintadas. Esto permitirá profundizar en la pintura etrusca. Atención particular se está dedicando también a las inscripciones, una de las cuales se refiere al propio difunto y es motivo ya de investigación por la Columbia University de Nueva York.

El origen de los etruscos
La civilización etrusca, que floreció en el segundo milenio antes de Cristo en la actual región de Toscana, extendiéndose después por el centro y norte de Italia, nació de la fusión entre corrientes migratorias procedentes de Asia Menor y poblaciones indígenas prelatinas. Durante mucho tiempo se consideró una civilización misteriosa y se habló de «misterio etrusco», alimentado también por fuentes antiguas. Pero hoy, aunque su lengua presenta lados oscuros, no puede considerarse ya un pueblo enigmático.

Los dos sarcófagos de grandes dimensiones
descubiertos en la provincia de Perugia.
Se sabe que fueron los etruscos los primeros en hacer vino en la región, trajeron el arte de la escritura a Europa y la mayoría de los inventos que se dicen romanos son tomados de la cultura etrusca cuyas ciudades estaban desarrolladas en la zona en que se aposentaron los romanos y hasta se podría afirmar que Roma fue una ciudad etrusca o que pagaba tributo a este pueblo. De los etruscos los romanos aprendieron a construir murallas, carreteras, viviendas, tumbas, acueductos, cloacas, sistemas de calefacción y reservorios de agua con sillares de piedra de grandes proporciones. El urbanismo de tipo geométrico, con calles paralelas y manzanas o islas cuadradas, que es un invento de los urbanistas etruscos que copiarán luego los romanos. El trabajo del metal tanto para uso cotidiano como orfebrería, las bases de sus leyes las imponen sacerdotes etruscos, y muchas otras cosas. La cuadratura del círculo en Arquitectura a través de las pechinas también es una idea etrusca que adoptarán los arquitectos romanos, por ejemplo, en las termas de Caracalla y la silla curul de los gobernantes, la toga púrpura de los senadores, los lictores, los libros sibilinos o augurales, etc.

Arqueólogos trabajando en las dos tumbas
etruscas, cerca de Cittá della Pieve,
además de los sarcófagos hallaron
cuatro urnas de mármol con cenizas.
La Medicina también fue una ciencia muy desarrollada por los tirrenos, y una de sus especializaciones, la hidroterapia, será institucionalizada a través de las termas por los romanos. Los etruscos fueron unos consumados ingenieros hidráulicos. Comenzaron a canalizar las aguas e inventaron las cloacas que luego los romanos adoptarían y exportarían a todas sus ciudades. Casi todo lo que ha llegado hasta hoy (como la cloaca máxima de Roma) construido por los romanos es de origen etrusco. Para más información, los últimos tres reyes de Roma antes de la República son etruscos: De los 244 años que dura la monarquía en Roma, durante casi la mitad gobernaron reyes originarios de Etruria, como Tarquinio Prisco el Antiguo, Servio Tulio (cuyo verdadero nombre etrusco fue Mastarnna), y Tarquinio el Soberbio.

Respecto al origen de los etruscos, ya lo explicó Heródoto, quien nos habla ya en el siglo V a.C. que habían migrado del Asia Menor alrededor del año 1000 a.C., como refugiados que huían de la hambruna que había en Lidia, en las costas de la actual Turquía.

Los arqueólogos bajan al lugar del
descubrimiento mediante una escalera.
“…Se hicieron a la mar en busca de sustento y de una patria, hasta que, después de pasar de largo muchos pueblos, llegaron al país de los umbrios, donde fundaron ciudades y han habitado hasta el presente. Pero cambiaron su nombre de lidios por otro derivado del que tenía el hijo del rey que los había guiado; de él tomaron su nuevo nombre y se llamaron tirrenos”, esto explica Heródoto. La denominación que recibieron los etruscos de los griegos fue la de tirrenos, mientras que los romanos los denominaban tuscos o etruscos. Por otra parte, ellos se autodenominaban “rasenna”.

Los etruscos, junto con los griegos de las colonias de la Magna Grecia, fueron el pueblo de Italia más desarrollado culturalmente. La tradición hace referencia a una “dodecapoli” etrusca, una federación formada por las doce ciudades más importantes de su territorio (Cerveteri, Tarquinia, Vulci, Ruselas, Vetulonia, Veyes, Orvieto, Chiusi, Cortona, Perugia, Arezzo y Volterra) que, reconociendo su unidad étnico religiosa, se reunían en fiestas anuales que se celebraban en el “Santuario de Voltumna” (Orvieto) en las que, además del evento cultural, se debatía sobre problemas políticos e iniciativas comunes.

Los objetos etruscos hallados en el campo de
San Donnino Fondovalle fueron expuestos en
el Museo Santa María de los Siervos.
Los etruscos realizaron intercambios comerciales con los restantes países mediterráneos, especialmente con las colonias griegas del sur de Italia y de Sicilia (Magna Grecia) y con los mercaderes fenicios. Aprovecharon estos intercambios para asimilar parte de la rica cultura griega que, a su vez, transmitieron a otros pueblos de la península (especialmente al Lacio).

En el siglo VII a.C. los etruscos se encontraban en pleno apogeo. Se expandieron hacia el sur (Lacio y Campania) y hacia el norte (llanura del Po). En estos territorios existían ya núcleos de población (Roma, Túsculo, Capua, Pompeya, Mantua), pero los etruscos los elevaron a la categoría de ciudades.

La península itálica en el año 753 a.C.
En estas ciudades se asentaron familias etruscas. Algunas personas de noble ascendencia lograban entrar en las filas de la aristocracia latino-sabina, introduciendo reformas de carácter político, militar, religioso, urbanístico, etc, de gran importancia. Incluso llegaron a acceder al trono. Así, del 616 al 509 a.C. la ciudad de Roma fue gobernada por tres reyes de origen etrusco. Sin embargo, dado que la arqueología no ofrece testimonios de una invasión, únicamente se puede hablar de “etrusquización”, es decir, de una asimilación de costumbres e instituciones etruscas por parte de Roma.

Pero, a lo largo del siglo VI a.C., la colonización griega, hasta entonces centrada en Sicilia y en el sur de Italia, empieza a extenderse por las costas de la Galia meridional y por Córcega. Los etruscos van a sufrir una clara competencia para su comercio. Etruria comienza a hostigar a la ciudad griega de Cumas; ésta se ve obligada a pedir ayuda a los griegos de Siracusa (Sicilia). El enfrentamiento supuso una derrota aplastante para los etruscos, de la que ya no se recuperaron. El poder etrusco inició su declive. Los pueblos vecinos, poco a poco, obligaron a los etruscos a replegarse a su propio territorio.

Carruaje etrusco.
En la península Itálica la influencia etrusca se extendería a todos los ámbitos de la civilización romana que apenas había empezado a dar sus primeros pasos. La cultura etrusca era muy superior a la de los demás pueblos “históricos” que habitaron en esa península por la misma época (ligures, vénetos, umbros, sabinos, volscos, samnitas, etc.), y no digamos de los “prehistóricos” (aborígenes, pelasgos, ausonios, sículos, etc.).Lo mismo podría decirse de los pueblos que, a lo largo de ese milenio hicieron notar su presencia en la parte occidental del Mediterráneo, tales como los cartagineses, galos o íberos.

Su eclosión cultural y política en el siglo VII a.C. se produjo en la región de Toscana (de tuscus, etruscos en latín), entre los Apeninos y el mar Tirreno y desde el Arno al Tíber. No obstante, los rasgos orientales de origen lidio, chipriota o egipcio, que dominan en sus muchas y lujosas manifestaciones artísticas de esa época (bronce, cerámica, marfiles, joyas) siguen asombrando a los historiadores.

Quimera de Arezzo, arte etrusco.
El proceso formativo de los etruscos se consolidó desde el siglo X al IX a.C. en terrenos próximos a la costa italiana del mar Tirreno. En siglos posteriores, intercambios con Egipto, Siria, Fenicia y Anatolia permitieron que llegaran a Etruria objetos preciosos para la clase dominante. Su influencia cultural en la vecina Roma fue grande, fundiéndose prácticamente con la civilización romana al final del I siglo a. C. Los tres últimos reyes de Roma fueron de origen etrusco y reinaron, según la tradición, desde el 616 al 509 a. C.

Los etruscos fueron la potencia hegemónica en Italia, desde el valle del Po hasta el golfo de Nápoles durante aproximadamente un siglo y medio (VI-V a.C.) que es cuando prácticamente toda Italia (excepto el sur en poder de los griegos) queda bajo su dominio e influencia. Los griegos lucharon contra los etruscos y luego Roma que tuvo tres guerras contra Etruria. Poco a poco, las ciudades etruscas fueron desapareciendo de la escena histórica a partir del siglo III a.C., absorbidas en el proceso de unificación política, cultural y lingüística de Italia, impuesta por Roma.

Escena de una cacería en un mural etrusco.
Una de las cosas que más han contribuido a la fama enigmática de los etruscos es el misterio que se cierne sobre su lengua. Su alfabeto es conocido, ya que es un alfabeto griego ligeramente transformado, del que procede el llamado alfabeto latino, lo cual permite leer los más de diez mil textos escritos conservados de su escritura. Pero su sistema lingüístico aún no ha sido descifrado satisfactoriamente. La inmensa mayoría de esas inscripciones tienen carácter funerario y son muy breves. Hay dos o tres más largas, pero ninguna supera el centenar de palabras. El único texto conservado que recuerda a un libro de la época es un rollo de tela empleado para envolver a una momia egipcia de la época romana. Tiene unas 1500 palabras y, por lo que se ha podido entender, tras exhaustivos análisis, se trata de una especie de calendario litúrgico. Tito Livio nos dice que “hay testimonios escritos de que en el siglo V a.C. los hijos de buena familia romana eran instruidos en las letras etruscas del mismo modo que las letras griegas“. Hoy en día resulta difícil interpretar lo que se puede entender por “letras etruscas“, dado que de la supuestamente rica literatura en lengua etrusca no queda prácticamente nada. Con el agravante de que todavía no ha aparecido su “piedra Rosseta”.

Derrotas y final de los etruscos
En el año 600 a. C., los foceanos fundan Masilia (actual Marsella), que a su vez funda muchas otras colonias en las costas de la actual Francia meridional y de la España nororiental. Cuando los foceanos se acercaron a Etruria instalándose en Alalia, en el 565 a.C. en las costas de Córcega, los etruscos se unieron a las cartaginenses contra esas “recién llegados”.

La Liga Etrusca, compuesta por
12 ciudades y su área de influencia.
Entre Grecia y Etruria existía una gran hostilidad. Estuvieron en guerra desde el 540 a.C. hasta el 384 a.C. Los foceos introdujeron en Córcega la viña y el olivo, importaron ánforas y cerámicas, desarrollaron las artes, la literatura, construyeron edificios entre calles y plazas trazadas por urbanistas, y erigieron un templo. Los piratas etruscos, actuando de acuerdo con la flota cartaginesa, impedían que Grecia extendiera su influencia al norte o que pusiera el pie en Cerdeña y Córcega. Casi les cortó totalmente el acceso a sus colonias de Galia y España. La acción más notable de los etruscos fue la destrucción de Alalia, una colonia fundada en Córcega por los focenses, griegos llegados de Asia Menor que tenían a Marsella, como el centro griego más importante de la Galia.

La batalla de Alalia (hacia 537 a. C.) fue un combate naval entre cartagineses, aliados con los etruscos, contra los griegos de la colonia focense de Alalia (actual Aleria), situada al este de Córcega. La flota etrusco-cartaginesa (estimada entre 100 y 120 naves) se dirigió a Alalia con la intención de destruirla. A ella se enfrentó una escuadra focense de apenas 60 naves. Los griegos consiguieron suplir la inferioridad numérica con su superioridad táctica, por lo que lograron destruir la flota enemiga. Sin embargo, este resultado fue en realidad una victoria pírrica para los griegos, cuyas pérdidas fueron tan cuantiosas que hubieron de renunciar a su política expansionista. Se dice que 40 de las 60 naves utilizadas fueron destruidas, y de las restantes muchas quedaron dañadas. Las pérdidas etrusco-cartaginesas son desconocidas, pero se sospecha que debieron ser cuantiosas. En tanto, la victoria griega benefició a la colonia de Marsella.

Batalla naval de Alalia 537 a.C.,
ilustración de Giuseppe Rava.
Gracias a los etruscos, los cartagineses pudieron obstaculizar la expansión de Grecia hacia el Occidente y el norte. Es verdad que los esfuerzos unidos de estos aliados no lograron ahuyentar definitivamente a los griegos de las aguas occidentales. Pero aunque los griegos alcanzaron repetidas victorias por mar, de hecho tuvieron que renunciar a toda esperanza de suprimir radicalmente la piratería etrusca y tuvieron que conformarse con abastecer a las ciudades de los enemigos de mercancías que necesitaban. A propósito de esas victorias griegas, cabe destacar que los etruscos intentaron reforzar el control sobre la Campania, atacando la ciudad griega de Cumas en 524 a. C., pero los etruscos fueron vencidos en una batalla terrestre conducidos por Aristodemo, quién empezó de esa manera la saga de sus victorias.

En poco tiempo la influencia etrusca se debilita en el Lacio, perdiendo su dominio sobre Roma cuando Tarquino fue derrotado. Otras ciudades latinas se alzarían contra la dominación etrusca, pidiendo ayuda a Aristodemo, derrotando las tropas etruscas comandadas por Arunte, hijo de Lars Porsenna de Clusium en los alrededores de la ciudad de Ariccia en el año 505 a.C.

Colonias griegas y zona de dominio fenicio
cartaginés. Clic para agrandar el mapa.
Otra derrota cartaginesa-etrusca fue por los griegos en la batalla naval de Hímera (480 a.C.) hecho que marcaría una nueva dominación griega en el Tirreno. Luego a manos de Hierón de Siracusa, que derrotó a los etruscos en la batalla naval de Cumas, el año 474, en el golfo de Nápoles y la potente flota etrusca fue destruida en esta batalla. Los etruscos más tarde se unieron a la fallida expedición ateniense contra Siracusa en el 415 a.C., que terminó con la derrota en 413 a.C. lo que contribuyó aún más a su desprestigio.

Otro hecho dramático fue la expedición de Denis (384 a.C.) contra las costas etruscas controladas por Caere, que conllevo el pillaje del puerto de Pyrgi y la destrucción de su santuario, en el cual los soldados de Siracusa pudieron hacerse con un botín extraordinario y gran número de prisioneros. Según el historiador Diodoro de Sicilia el botín fue valorado en 1500 talentos.

En el museo de Arezzo en Italia se encuentra
esta escultura con un sacerdote etrusco
marcando los límites de una ciudad.
Roma aprovechó y organizó tres guerras contra los etruscos, guerras, largas y costosas donde los romanos iban tomando terreno y los etruscos cediendo su poder. Poco a poco se nota la pérdida de independencia del pueblo etrusco, casi de manera imperceptible, con los caracteres de una evolución progresiva que intenta mantener las formas políticas y culturales. El acto jurídico que marcará el fin de la historia de Etruria fue la imposición de la ciudadanía romana a todas las poblaciones de la región a principios de primer siglo antes de Cristo. Respecto a su territorio, siguiendo la subdivisión en once regiones del territorio de Italia establecida por el emperador Augusto, en el año 7 a.C. pasó a formar parte de la VII regio, conservando el nombre de Etruria.

La organización etrusca
El territorio de Etruria coincidió en gran parte con la actual Toscana. Estaba dividido en ciudades que no formaban parte de una unión política, pero sí compartían una cultura semejante. Las ciudades etruscas más importantes, de norte a sur y de este a oeste fueron Caere, Veyes, Volsinii, Chiusi y Vetulonia, mientras que el resto tuvieron menor importancia o sólo se consideran etruscas en determinados intervalos de tiempo.

Caballos alados etruscos,
realizados en terracota,
hallados en Tarquinia,
decoraban la fachada
de un templo.
A continuación, primero los nombres etruscos de las ciudades y entre paréntesis, los nombres actuales o los más conocidos en su historia:
Felsina (Bolonia).
Faesulae (Fiesole).
Velathri (Volterra).
Arrétion (Arezzo).
Curtum (Cortona).
Pupluna (Populonia).
Vetluna (Vetulonia).
Rusellae (Ruselas).
Velzna (Volsinii /Orvieto).
Vole (Vulci).
Tarkunia (Tarquinia).
Caisri (Caere).
Veies (Veyes).
Ruma (Roma).

Ciudades etruscas fundadas años después fueron:
Pisa (Pisa).
Tlamn (Alamonte /Telamón).
Urina (Saturnia).
Svea (Sovana).
Volsinii (Bolsena).
Visentium (Bisenzio).
Regisouille (Regisvilla).
Bléra (Blera).
Hurta (Orte).
Porto Clementino (Gravisca).
Soútrion (Sutri).
Nepet (Nepi).
Falérioi (Falerios/Civita Castellana).
Capínna (Capena).
Pyorgoi (Pyrgi).
Praineston (Palestrina).
Satrikon (Sátrico).

La vida de la aristocracia en las ciudades era muy semejante a la de sus contemporáneas griegas, en especial, a las del Asia Menor y del sur de Italia. Podemos ver cómo empleaban su tiempo gracias a las escenas que adornan las tumbas etruscas y a las vasijas de estilo griego pero hechas en Etruria. Tenían una cultura muy avanzada y refinada. Guerreaban, practicaban todos los deportes comunes en Grecia: carreras, boxeo, lanzamiento de disco y jabalina, lucha en la palestra, carreras de carros, caza y pesca; celebraban festivales acompañados de ceremonias religiosas. Les gustaban los espectáculos gimnásticos, es casi con seguridad que de los etruscos tomaron los romanos la noción de "circo" ya no para representaciones teatrales o musicales sino para luchas entre gladiadores: en efecto, entre los etruscos estas luchas solían formar parte de sacrificios fúnebres a sujetos de la élite, o una "diversión" realizada con los prisioneros de guerra.

Pintura de una mujer etrusca 500 a.C.
También las mujeres, ricamente adornadas, participaban en esas ceremonias. Parece ser que eran mujeres muy bellas y de costumbres muy libres. En las pinturas aparecen enjoyadas, llenas de afeites y sin demasiadas preocupaciones de pudor. O bien tocan la flauta y danzan. Una de ellas, que luego alcanzó gran importancia en Roma, Tanaquila, era una «intelectual» que sabía mucho de matemáticas y de medicina. Lo que quiere decir que, a diferencia de sus colegas latinas, condenadas a la más oscura ignorancia, iban a la escuela y estudiaban. Los romanos, que eran grandes moralistas, llamaban «toscanas», o sea etruscas, a todas las mujeres de costumbres fáciles. Y en una comedia de Plauto figura una chica acusada de seguir «costumbres toscanas» porque hace de prostituta.

No se sabe con exactitud si la vida de las ciudades etruscas se desenvolvía de la misma manera que las de Asia Menor y el sur de Italia, aunque hay fundadas razones para creer que probablemente era así. Políticamente, Etruria se conforma en federaciones de 12 ciudades unidas por lazos estrictamente religiosos, lo que es llamado Dodecápolis, pero esta alianza no es política, ni militar y cada ciudad es en extremo individualista.

Fresco etrusco de una carrera de carros.
La estructura política es, en un principio, la de una monarquía absoluta, donde el rey (lucumo) distribuye justicia, actúa como sumo sacerdote y comandante en jefe del ejército. Sus reyes o lucumones se reunían una vez al año en un santuario de Volsinies, en un lugar que nos es desconocido, y posiblemente tratarían temas de índole política y religiosa. En estos encuentros nombraban al rey de todos los etruscos. Luego se da una transición donde el gobierno es una dictadura de corte militar, la cual desemboca en una República, en esencia oligárquica, con magistraturas colegiadas, un senado fuerte y estable y la participación de una asamblea popular en representación del pueblo.

En Etruria el culto de los muertos tuvo siempre un relieve particular y un preciso ritual. El hecho de que se hayan encontrado numerosos sepulcros etruscos se explica porque este antiguo pueblo itálico creía en la supervivencia de los difuntos. Concebían una vida tras la muerte y la consideraban idéntica a la terrena, con la diferencia de que era eterna. Por eso las tumbas se construían con materiales más nobles y más duraderos que los utilizados en las casas, se colocaba todo aquello que el difunto había tenido en vida y que no le podía faltar para su vida eterna: desde los muebles hasta los objetos de uso cotidiano, pasando por su ropa. Y al final de cada tumba pintaban una puerta, que sugería que la vida se había cerrado para los ojos físicos, pero permanecía abierta para el alma.

Ilustración de una ceremonia en una
tumba etrusca.
Su magia y su medicina eran de sobra conocidas; Esquilo llamaba a la Etruria "el país que produce medicamentos" y eran famosos sus establecimientos termales. Eran maestros en preparar remedios y se destacan las terapias con aguas termales, su fama perduró hasta mucho tiempo después de la absorción por Roma.

Los sacerdotes se denominaban arúspices, y siempre tuvieron una posición de privilegio en la sociedad. Los arúspices se especializaban en "interpretar" lo que consideraban diversos "signos" proféticos: la adivinación a partir de la observación de los hígados de animales sacrificados, la creencia en que se podía adivinar el futuro observando los rayos (ceraunomancia) u otros meteoros, y la "interpretación" con intenciones adivinatorias de los vuelos de las aves. Existían rituales de todo tipo, tanto dirigidos al estado como a los individuos, extremadamente minuciosos y formales, al punto tal que son tomados como ciencia. Los augures o arúspices etruscos tenían fama de infalibles. Spurina, el augur de Julio César, fue el que le advirtió de las nefastas influencias de los Idus de marzo.

Hígado de bronce hallado en Piacenza.
Para elaborar el oráculo de rayos dividían el firmamento en 16 partes. Dibujaban luego un rectángulo imaginario en la tierra y lo dividían cuatro veces en cuatro partes. Cada sector pertenecía a una divinidad, excepto cuatro, que eran asignados a Júpiter. Cada rayo, procedente de un sector, aportaba una información diferente.

También conocían las partes del hígado, como en Babilonia, dos mil años atrás, los mags. Se han encontrado modelos de hígados en bronce donde aparecen los nombres de cuarenta divinidades. Su distribución nos recuerda a la de las plantas de los pies que se hace en reflexología, relacionadas con el resto del cuerpo (lo pequeño como una copia a escala de lo grande, como si todo en el Universo estuviera diseñado en función de unos mismos planos, arquetipos o leyes que le darían orden y armonía a la infinita variedad de objetos existentes).

Tumba etrusca en Populonia.
Cuentan sus tradiciones, que nos han llegado a través de los escritores latinos, que su Religión les fue revelada por un niño. En la antigua Tarquinia había un labrador que se empeñaba en cultivar unos campos yermos. Sus vecinos, al verle cada día trabajando de sol a sol, se apiadaban de él y trataban de hacerle cambiar de propósito. Pero el campesino continuaba empeñado en lo imposible. Cierto día, picando su azada con todas sus fuerzas, se hundió muy profundamente en la tierra y del surco que abrió surgió un niño, que poseía la sabiduría de un anciano. No había nadie en toda Etruria que pudiera enseñarle nada.

Estatua etrusca que representa
al niño dios Tages.
Este niño, llamado Tages (en latín), en etrusco su nombre es Tarchies, les habló de un Dios Absoluto, Inefable, que no tenía nombre ni forma determinada, del cual todo surgió. Les habló también de una tríada de dioses, Tinia (Zeus), Uni (Juno) y Menerva (Minerva o Atenea), más cercanos a los hombres que se veneraban en templos tripartitos. Otros dioses de su panteón eran Turms, (Hermes), Turán (Afrodita), Sethlans (Hefaistos), Fufluns (Baco), y Apulu (Apolo). Éste último, cuando iba acompañado por un lobo se relacionaba con el mundo del más allá, y más tarde sería sustituido por Aita (Hades, Plutón). Si Charont (el Caronte etrusco), guiaba a las almas en el tránsito de una vida a otra, Aita era el que los esperaba en su nueva morada. También existía la creencia en la existencia de demonios maléficos, al modo asirio.

Tages, una especie de Cristo o enviado divino de los etruscos, les enseñó las ciencias augurales y les inspiró gran parte de su pensamiento. La sabiduría de Tages pasó a su discípulo Arruns, quien era inspirado, al parecer, al igual que el Rey de los romanos Numa, por una ninfa, Vegoia. De lo que se ha logrado conservar nos quedan frases como:

“No codicies lo que es de otros.”

“No tengas mala fe ni lengua engañosa.”

“Si haces el mal a alguien, algún día sufrirás el mal.”

“Guarda en tu corazón, no en tu mente, estas enseñanzas.”

Guerrero etrusco con sus
armas de bronce.
Con eso no debemos creer que los etruscos fuesen pacíficos y gentiles. Mataban con relativa facilidad, aunque fuese con la buena intención de ofrendar en sacrificio la víctima por la salvación de algún amigo o pariente. Sobre todo, los prisioneros de guerra, eran destinados a ese cometido. Trescientos romanos, capturados en una de las muchas batallas que se libraron entre los dos ejércitos, fueron muertos por lapidación en Tarquinia.

Para los romanos, los etruscos eran unos libertinos, se escandalizaban por la afición etrusca de bailar, curiosamente el término histrión, que los latinos usaban para los actores, deriva de hister, el bailarín etrusco. Injustamente los romanos atribuían a los etruscos un desenfrenado libertinaje sexual y los describían como gente desprovista de vergüenza, que se complacía en actos sexuales, que hacía el amor sin cuidarse de que les vieran y que llamaban al acto descaradamente por su nombre. Eran además grandes bebedores de vino.

Ellos sabían que su civilización iba a desaparecer. En sus tradiciones se afirma que su cultura duraría nueve ciclos, el último de los cuales empezó el 88 a.C. Etruria y Roma entraron en guerra muchas veces, de hecho, los romanos surgidos en el 753 a.C. y al parecer su madre patria era Etruria. Ya que, en efecto, «Roma» proviene de «Rumón», que en etrusco quiere decir «río». Y si esto es verdad, hay que deducir que la primera población de la Urbe la integraban no solamente latinos y sabinos, pueblos de la misma sangre y del mismo tronco sino también etruscos, gente de raza, lengua y religión muy diferentes. Es más: según ciertos historiadores, el propio Rómulo había sido etrusco. De todos modos, etrusco fue ciertamente el rito según el cual se fundó la ciudad, al trazar un surco con un arado arrastrado por un buey y una yegua blancos, después que doce pájaros de buen agüero hubieron revoloteado sobre sus cabezas.

Joven etrusco tocando la flauta
doble, detalle de la tumba de los
Leopardos en Tarquinia.
Los romanos contra los etruscos libraron tres guerras, que comenzaron en el 477 a.C. En el 396 a.C. es conquistada la ciudad etrusca de Veyes. En estos enfrentamientos se conocieron y admiraron mutuamente. En el 423 a.C. finaliza el dominio etrusco en Campania. Hacia el 300 a. C. los etruscos se aliaron con los helenos en contra de cartagineses y romanos, por el control de las rutas comerciales. Hacia el 295 a. C. una liga de etruscos, sabinos, umbros y galos cisalpinos combatió contra Roma, saliendo esta última victoriosa. 

Ya a comienzos del siglo III la propia Etruria había perdido su independencia bajo el poder de Roma, perdiendo también su identidad cultural e incluso su lengua, que fue suplantada por el latín. Roma, el nuevo poder en la península itálica, fue dándole la ciudadanía romana a cada ciudad etrusca que aceptaba su dominio. En el 265 a. C. toda Etruria estaba sometida. Roma absorbió todos los conocimientos de los etruscos y fueron quedando en el olvido, suplantados por el poderío romano. 

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