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viernes, 6 de abril de 2012

NOBEL DE LITERATURA GÜNTER GRASS AFIRMA QUE ISRAEL PUEDE DESENCADENAR LA TERCERA GUERRA MUNDIAL

El escritor alemán pidió a través de un poema que la comunidad internacional no le permita a Israel lanzar ataques militares contra Irán. "Hay que decir lo que mañana podría ser demasiado tarde”, expresó.

El premio Nobel de Literatura (1999), Günter Grass, había calificado a Israel de "amenaza a la paz mundial" en un poema publicado el miércoles 4 de abril. Comentaristas y políticos de origen judío respondieron calificando el texto de "antisemita", desproporcionado y agresivo.

Este viernes el premio Nobel no se dejó intimidar y afirmó que “Israel podría desencadenar la Tercera Guerra Mundial si ataca las instalaciones atómicas de Irán”, país que desarrolla un programa nuclear que asegura tiene fines pacíficos y civiles.

“Si Israel ataca instalaciones atómicas de Irán, supuestamente con las llamadas bombas normales, convencionales, podría desencadenar la Tercera Guerra Mundial”, afirmó Grass en entrevista a una agencia internacional. Asimismo, calificó a Israel como "una amenaza para la paz mundial", tras criticar al Gobierno por su política exterior en el Medio Oriente.

"Israel, potencia nuclear pone en peligro una paz mundial ya de por sí quebradiza. Hay que decir lo que mañana podría ser demasiado tarde”, manifestó.

El escritor alemán Günter Grass afirmó
que "Israel es una amenaza para
la paz mundial".
Días atrás, el premio Nobel pidió a la comunidad internacional a través de su poema "Lo que hay que decir" que no se le permita a Israel lanzar ataques militares contra Irán. Inmediatamente el gobierno israelí lo calificó de “antisemita” e hizo por intermedio de la embajada israelí en Berlín que el poema fuera censurado en Alemania, Grass también condenó la venta de armas por parte de Alemania a Israel. Hace pocos días Alemania prácticamente le regaló un sexto submarino a Israel.
Johano Strasser, presidente del Club Pen germano salió a apoyar al escritor y alertó también contra las exportaciones de armas de Alemania a Israel porque "dan la impresión de que la guerra con Irán es inevitable". También Wolfgang Gehrcke, diputado del partido poscomunista La Izquierda, señaló que "Günter Grass tiene razón. El escritor se atreve a decir lo que muchos callan”, añadió. También el presidente de la Academia de las Artes en Berlín, Klaus Staeck, dijo que en un país libre debe ser posible lanzar duras críticas entre amigos, "sin necesidad de despertar la sospecha de antisemitismo".

El diario alemán Die Welt lo calificó al escritor de "antisemita" y de ser “totalmente estúpido". Por su parte, el portavoz de la canciller Ángela Merkel recordó que en Alemania todo artista tiene libertad de expresión, pero que también el gobierno tiene derecho a no comentar algunos temas. 
"Podríamos ser cómplices de un crimen que es previsible”, afirmó el escritor y agregó que "no hay excusas para guardar silencio sobre la capacidad nuclear de Israel".

“No sigo callando porque estoy harto de la hipocresía de Occidente”, dijo Grass, nacido en 1927 y que ganó el Premio Nobel de Literatura en 1999 por novelas como El tambor de hojalata (1959), en la que hace una crónica de los horrores en la Alemania del siglo XX. Otras de sus obras son El gato y el ratón (1961) y Años de perro (1963).

Grass, que tiene 84 años, aclaró que el texto debe tomarse como una crítica al Gobierno israelí, no al país en su conjunto. Incluso aseguró sentir “gran simpatía” por Israel. El autor afirmó que ha callado todos estos años para evitar la "condena" de ser acusado de antisemitismo.  
El Gobierno israelí ha amenazado con atacar Irán con o sin el espaldarazo de Estados Unidos porque supuestamente la República Islámica representa una "amenaza" nuclear. Sin embargo, Teherán ha sostenido que su programa sólo tiene propósitos pacíficos y civiles de generación de energía y medicinal.

Pese a las críticas contra Irán, tanto Israel como Estados Unidos han estado involucrados con el uso y desarrollo de armas nucleares. Israel posee un número no declarado de ojivas nucleares (se calcula alrededor de 200) y, a diferencia de Teherán, no ha firmado el Tratado de No Proliferación Nuclear ni acepta ser inspeccionado por ningún organismo de las Naciones Unidas.

Por su parte, Estados Unidos ha desarrollado armas nucleares y ha hecho uso de estás contra las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki en agosto de 1945, a finales de la Segunda Guerra Mundial, así como se ha negado a firmar algún protocolo de desarme.

El poema que Israel quiere prohibir, pide que una “instancia” internacional controle tanto las armas nucleares de Israel como las centrales iraníes.

Lo que hay que decir
Por Günter Grass

Por qué guardo silencio, demasiado tiempo,
sobre lo que es manifiesto y se utilizaba
en juegos de guerra a cuyo final, supervivientes,
solo acabamos como notas a pie de página.

Es el supuesto derecho a un ataque preventivo
el que podría exterminar al pueblo iraní,
subyugado y conducido al júbilo organizado
por un fanfarrón,
porque en su jurisdicción se sospecha
la fabricación de una bomba atómica.

Pero ¿por qué me prohíbo nombrar
a ese otro país en el que
desde hace años -aunque mantenido en secreto-
se dispone de un creciente potencial nuclear,
fuera de control, ya que
es inaccesible a toda inspección?

El silencio general sobre ese hecho,
al que se ha sometido mi propio silencio,
lo siento como gravosa mentira
y coacción que amenaza castigar
en cuanto no se respeta;
“antisemitismo” se llama la condena.

Ahora, sin embargo, porque mi país,
alcanzado y llamado a capítulo una y otra vez
por crímenes muy propios
sin parangón alguno,
de nuevo y de forma rutinaria, aunque
enseguida calificada de reparación,
va a entregar a Israel otro submarino cuya especialidad
es dirigir ojivas aniquiladoras
hacia donde no se ha probado
la existencia de una sola bomba,
aunque se quiera aportar como prueba el temor…
digo lo que hay que decir.

¿Por qué he callado hasta ahora?
Porque creía que mi origen,
marcado por un estigma imborrable,
me prohibía atribuir ese hecho, como evidente,
al país de Israel, al que estoy unido
y quiero seguir estándolo.

¿Por qué solo ahora lo digo,
envejecido y con mi última tinta:
Israel, potencia nuclear, pone en peligro
una paz mundial ya de por sí quebradiza?

Porque hay que decir
lo que mañana podría ser demasiado tarde,
y porque -suficientemente incriminados como alemanes-
podríamos ser cómplices de un crimen
que es previsible, por lo que nuestra parte de culpa
no podría extinguirse
con ninguna de las excusas habituales.

Lo admito: no sigo callando
porque estoy harto
de la hipocresía de Occidente; cabe esperar además
que muchos se liberen del silencio, exijan
al causante de ese peligro visible que renuncie
al uso de la fuerza e insistan también
en que los gobiernos de ambos países permitan
el control permanente y sin trabas
por una instancia internacional
del potencial nuclear israelí
y de las instalaciones nucleares iraníes.

Solo así podremos ayudar a todos, israelíes y palestinos,
más aún, a todos los seres humanos que en esa región
ocupada por la demencia
viven enemistados codo con codo,
odiándose mutuamente,
y en definitiva también ayudarnos.

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