Desde el primer
disparo se trataron de borrar todas las pistas y confundir al público sobre los
verdaderos autores del magnicidio.
La ciudad de Dallas y todos los Estados Unidos conmemoran hoy los
50 años del asesinato del presidente John F. Kennedy.
Kennedy fue recordado este 22 de
noviembre con plegarias y un discurso del alcalde Mike Rawlings, mientras aviones caza militares sobrevolaron la
ciudad de Dallas, en Texas, donde fue asesinado. A las 15.30, la hora del primer
disparo contra el presidente, se hizo un minuto de silencio.
En Dealey Plaza, donde Kennedy fue
asesinado el 22 de noviembre de 1963, en el lugar exacto donde Kennedy fue
alcanzado por una bala en la cabeza, fue
removida la X dibujada por desconocidos.
El presidente Obama proclamó el 22
de noviembre “Jornada del Recuerdo del
presidente John F. Kennedy” y llamó a todos los ciudadanos a sacar las
banderas a las ventanas de sus casas o empresas.
El mito Kennedy, alimentado por su
juventud, su belleza y estilo moderno proyectado por la televisión, sigue
intacto en el corazón de los estadounidenses medio siglo más tarde. Tres cuartas partes de los norteamericanos
colocan a JFK a la cabeza de la lista de los dirigentes estadounidenses
modernos que siguen siendo “notables”, por delante de Ronald Reagan y Bill
Clinton, según un sondeo de Gallup realizado la semana pasada.
John F. Kennedy, nacido en una
familia rica e influyente de Boston (este), se convirtió en el presidente estadounidense más joven y el primero de
religión católica, encarnando una era de esperanza para la generación de los
denominados baby-boomers.
De su mandato trágicamente truncado,
la historia se acuerda particularmente de su
enfrentamiento con los soviéticos durante la llamada crisis de los misiles, la
derrota de Bahía de Cochinos en Cuba y el programa Apolo para enviar a un
estadounidense a la Luna.
Sus frases “Ich bin ein Berliner”
(soy berlinés) lanzada en un Berlín dividido, y “No pregunten qué puede hacer su país por ustedes; pregunten qué pueden
hacer ustedes por su país”, pronunciada el día de su investidura,
permanecen grabadas en la memoria mundial.
Esta última frase se puede leer en
una placa cerca de la tumba del
presidente en el cementerio militar de Arlington, en los suburbios de la
capital estadounidense, que es visitada por unas 3 millones de personas al
año.
Pero el mito también es el de “Camelot”, la corte del rey Arturo
trasplantada a la Casa Blanca, donde Kennedy vivía con Jackie, su bella, joven
y siempre impecable esposa, y unos pequeños hijos que eran retratados jugando
en el Salón Oval.
El momento del anuncio del asesinato
del presidente y las imágenes de su desplazamiento en la limusina descapotable,
al lado de Jackie enfundada en un traje Chanel rosado, donde fue alcanzado por
los disparos, forma parte de la memoria
colectiva mundial.
La ciudad de Dallas, apodada “la
ciudad del odio” a causa del atentado, albergó una ceremonia de una hora en
Dealey Plaza, lugar del magnicidio, donde fueron
escuchados extractos de discursos del presidente, oraciones y música solemne
interpretada por militares de la Armada, el cuerpo militar en el que sirvió el
mandatario. Aviones militares sobrevolaron la localidad.
En la catedral de San Mateo en
Washington tuvo lugar una misa, mientras que a unas cuadras de distancia, en el
Newseum, el museo dedicado a los medios de comunicación, se revivieron las horas de la cobertura televisiva del asesinato.
Todos
los lugares que de alguna manera tuvieron un lugar en la vida del presidente o
lo recuerdan, tienen programados homenajes este viernes: minuto de silencio y música en la
biblioteca JFK en Boston, misas en el museo JFK en Hyannis, lugar de veraneo
familiar en el estado de Massachusetts; oraciones en la universidad JFK de
Pleasant Hill, California.
Una
corona de flores fue depositada cerca de su busto en el Kennedy Center, el gran
complejo de espectáculos de la capital que lleva su nombre, antes de realizar un minuto de
silencio.
El presidente Barack Obama ya visitó el miércoles la tumba de Kennedy, acompañado del
exmandatario Bill Clinton y su esposa, la ex secretaria de Estado Hillary
Clinton.
John
F. Kennedy, un presidente que molestaba a los poderosos
Que al popular Kennedy lo matara un
solitario e inestable Lee Harvey Oswald
en un arrebato de locura ha resultado ser una verdad insuficiente para saciar
la necesidad de respuestas de una sociedad que quedó conmocionada por el
atentado. Hoy solamente un estúpido
puede seguir creyendo que un solo hombre, calificado como un tirador mediocre,
pudiera hacer tres disparos consecutivos desde un sitio difícil y matar a un
presidente.
Los errores en la investigación y el
oscurantismo que rodea a las agencias de inteligencia abonaron el terreno para
argumentaciones varias que, incluso a día de hoy, siguen aumentando su discurso
con nuevos libros que abordan el crimen
con diferentes ángulos y evidencias.
Un
complot de la CIA, un plan del vicepresidente Lyndon B. Johnson, una operación
de la KGB y el régimen cubano de Fidel Castro, una venganza de la mafia, una
conspiración del gobierno israelí, un intento desesperado de los banqueros de
la Reserva Federal, son las alternativas más creíbles para quienes no dan
crédito a la realidad que se les presenta.
A
lo largo de la historia, las personas
que ponen en tela de juicio la teoría oficial de la Comisión investigadora
Warren, del pistolero solitario "han acusado a 42 grupos, 82 asesinos y
214 personas de haber participado en el asesinato", de acuerdo con el
escritor Vincent Bugliosi.
En
estos 50 años transcurridos desde el asesinato de John F. Kennedy, se han publicado miles de libros que tratan
sobre la tragedia, además de otros nuevos y películas con análisis sobre varias
conspiraciones.
Quienes
proponen teorías se reúnen para comparar notas en simposios especiales, como el
que se celebró en octubre en la Universidad Duquesne de Pittsburgh. Rebecca Nuttall, una de las asistentes,
señaló que el público se componía de personas
que creían que el gobierno estaba involucrado en una clase de engaño y de
extremistas, que parecía que pensaban que "todo lo que el gobierno dice es
mentira". La investigadora aseguró que muchas personas aún culpan a
los medios por no revelar la verdad.
El depósito de libros desde el que Oswald disparó a
Kennedy ahora es el Museo Sixth Floor, en el que se presentan exposiciones
relacionadas con la tragedia. "Las teorías sobre
conspiraciones siguen existiendo porque la gente no sabe en qué creer",
dijo el curador del museo, Gary Mack,
quien reconoce que "no le convence
la historia oficial".
En
1976 el 81% de los encuestados optaron
por la teoría de la conspiración, pese al dictamen de la
investigación oficial de que el asesino de Lee
Harvey Oswald había actuado solo. Una encuesta realizada con motivo del 50
aniversario de su muerte revela que el
61 % de los norteamericanos aún sigue creyendo que hubo una conspiración para
matarlo y que Oswald solo fue una distracción para que no se conocieran los
verdaderos autores.
Fragmento
del discurso memorable de Kennedy del 27 de abril de 1961
De lo que no cabe ninguna duda es
que Kennedy fue un Presidente
"progresista", que hablaba como hoy no hablan ni siquiera los
"derechistas" más acérrimos.
A tan solo ocho días del “Desastre de la Bahía de
Cochinos”, dio un discurso en el Waldorf Astoria, donde habla a las claras, de que
el desembarco polémico en Cuba fue una operación
en marcha planeada por Eisenhower y Dulles, un año antes de que John Kennedy
asumiera funciones.
Bahía de Cochinos, era una trampa-cazabobos, para
cualquier Presidente, que no quisiera un conflicto bélico. ¿Fue una casualidad que Eisenhower la dejara armada al terminar su
mandato? ¿Buscaban las logias secretas un golpe de estado, y que Kennedy
renunciara en abril de 1961?
Al no renunciar Kennedy y hacer frente a quienes
deseaban darle órdenes como si fuera un títere, fue enfrentado a la Crisis de los Misiles en Octubre de 1962 por su
gabinete traicionero que auto-fabricó la crisis y como siguió desafiando a los
poderosos emitiendo dólares al margen del Banco Privado que es la Reserva
Federal fue ejecutado en Dallas en 1963. Así se entiende porque lo mataron.
En este discurso, el presidente se encarga de denunciar públicamente a la masonería al hablar de
"juramentos secretos" "sociedades secretas" y "procedimientos
secretos", afirma la “existencia de una monolítica y cruel conspiración
que descansa primeramente en el ocultamiento de los hechos”, algo que sin duda
le valió su sentencia de muerte.
"El Presidente y la Prensa" (Abril 27, 1961)
Sr. Presidente (de la Asociación de Prensa), Damas y
Caballeros:
Aprecio mucho vuestra generosa invitación por estar
esta noche aquí. Ustedes tienen difíciles responsabilidades estos días y un articulo que he leído recientemente me
recordó cuan particularmente difíciles son las presiones, de los
eventos de hoy día, sobre vuestra profesión.
He elegido el titulo para mi discurso de esta noche
como "El Presidente y la Prensa." Algunos han sugerido que
sería más adecuado llamarlo "El Presidente Versus la Prensa." Pero
esa no es mi intención esta noche.
De todas maneras, es cierto, que algunos
conocidos diplomáticos de otra Nación reclamaron recientemente que nuestro
Departamento de Estado, ha estado repudiando ciertos ataques de los periódicos,
sobre nuestros empleados, por otro lado fue innecesario para nosotros responder
que ésta Administración no era
responsable del accionar de la prensa, ya que la Prensa ya había aclarado que
no era responsable por esta Administración.
Sin embargo, mi intención esta noche no es hacer
cargos, a la prensa. Por el contrario, en meses recientes casi no he
escuchado ninguna queja sobre cuestiones políticas en la prensa salvo de
algunos Republicanos. Ni tampoco es el
propósito de esta noche de discutir o defender la televisación de las
conferencias de prensa del Presidente.
Creo que es altamente beneficioso tener 20.000.000 de americanos regularmente
asistiendo a estas conferencias para observar, si se pudiera,
las incisivas, inteligentes y corteses preguntas y cualidades de vuestros
corresponsales de Washington. Ni, finalmente, estos discursos intentan examinar
el debido grado de privacidad que la Prensa debería observar sobre cualquier
Presidente y su familia.
Mi tópico esta noche es mucho más sobrio y concierne
a dueños y editores. Quiero hablar sobre nuestras responsabilidades
en común, en cuanto al peligro común. Los acontecimientos de las semanas
recientes pueden haber ayudado a iluminar ese desafío para algunos; pero las dimensiones de la amenaza, se avecinan
a lo largo del horizonte por muchos años. Cualquiera que sean nuestras
esperanzas en el futuro para reducir esta amenaza o vivir con ellas se entiende
que no hay escape por la gravedad de su desafío a nuestra supervivencia, y a
nuestra seguridad un desafío que nos confronta de manera inusual en cada esfera
de actividad humana.
Este desafío mortal impone a nuestra sociedad dos
requerimientos que debe preocupar a ambos, la prensa y al Presidente dos requerimientos que podrían parecer casi
contradictorios en tono, pero que deben ser reconciliados y logrados si vamos a
vencer este peligro nacional. Me refiero, primero, a la necesidad de dar
información al gran público; y segundo, la de mantener importantes temas
oficiales en "secreto".
La sola palabra "secreto" es repugnante en una sociedad libre y
abierta; y nosotros somos gente inherentemente e
históricamente opuestos a: a)
sociedades secretas, b) juramentos
secretos, c) procedimientos
secretos.
Hemos decidido hace tiempo que los peligros excesivos e injustificados del ocultamiento de
hechos concretos, por mucho superan los peligros que son mencionados para
justificarlos. Aun hoy, hay escaso valor en oponer la amenaza de una
"sociedad cerrada" mediante la imitación de sus arbitrarias
restricciones.
Aun hoy, hay escaso valor en asegurar la supervivencia
de nuestra nación, si nuestras tradiciones no sobreviven con ellas. Y ahí hay
gran peligro de una "anunciada necesidad" por incrementar la
seguridad que será aprovechada, por esos que están ansiosos de expandir sus
consideraciones sobre lo que deben ser los verdaderos límites de la censura
oficial y la ocultación. Eso no lo voy a permitir hasta donde de mi dependa. Y ningún empleado de mi administración, sin
importar si su rango es alto o no, civil o militar, debería interpretar mis palabras
esta noche no como una excusa para censurar las noticias, o reprimir a los que
disienten, para cubrir nuestros errores o mantener ocultos hechos que la prensa
y el público deben saber.
Pero le pido a cada dueño de periódicos, cada editor,
y cada periodista de este país a reexaminar
sus propios procedimientos y conductas, y reconocer el peligro que acosa a
nuestra Nación.
En tiempos de guerra, el gobierno y la prensa han
trabajado habitualmente juntos en el mismo esfuerzo, basado largamente en la auto-disciplina,
para prevenir revelaciones no
autorizadas al enemigo. En tiempos de "Claro y Presente peligro"
las cortes han sostenido que aun los privilegios de la 1ª enmienda deben
cederse por la necesidad del público de "su propia seguridad
nacional".
Hoy ninguna Guerra ha sido declarada -y de todas
maneras el combate se cierne feroz, no será declarada la Guerra en la forma
tradicional. Pero nuestra forma de vida
está bajo ataque. Aquellos que se declaran nuestros enemigos están avanzando
alrededor del globo. La supervivencia de nuestros amigos está en
peligro. Y todavía no se ha declarado una Guerra, ninguna frontera ha sido
cruzada por tropas, ningún misil ha sido disparado.
Si la prensa todavía está esperando una declaración de
guerra antes de imponerse la auto-disciplina de condiciones de combate,
entonces solo puedo decir que ninguna guerra anterior supuso una gran amenaza a
nuestra seguridad. Si ustedes están buscando una definición de "claro y
presente peligro," entonces solo puedo decir que el peligro nunca ha sido más claro y su presencia nunca ha sido más
inminente.
Se requiere un cambio de perspectiva, un cambio en tácticas, un cambio en
misiones por el gobierno, por la gente, por cada hombre de negocios o líder
sindical, y por todos los periódicos.
Dado que estamos alrededor del mundo en contra de una monolítica y cruel conspiración que
descansa primeramente en el ocultamiento de los hechos, en expandir su esfera
de influencia, en infiltración en lugar de invasión, en subversión en lugar de
elecciones, en intimidación en lugar de libre decisión, en guerrillas
nocturnas en lugar de ejércitos diurnos. Es un sistema que ha acumulado vastos
contingentes humanos y materiales, anudado herméticamente, una verdadera máquina altamente eficaz que combina operaciones
militares, diplomáticas, de inteligencia, económicas, científicas y políticas.
La preparación de estas actividades son secretas, no
públicas. Sus errores son soslayados y
enterrados bajo un manto de silencio, y no publicados en la prensa. Sus
disidentes son silenciados, nunca elogiados. Ninguna inversión es
cuestionada, ningún rumor es informado, ningún secreto revelado. Conduce la
Guerra Fría, en forma sistemática, con una disciplina de guerra, que
ninguna democracia esperaría, ni querría enfrentar. No obstante, cada
democracia reconoce las necesarias restricciones de la seguridad nacional -y la
cuestión permanece, les guste o no, en saber hasta dónde esas restricciones
necesitan ser más estrictas si vamos a enfrentar este tipo de ataques o una
indiscutible y segura invasión.
Estaría faltando a mi deber con la Nación, en considerar todas las responsabilidades con
la que todos nosotros "cargamos" y todos los medios a mano para
cumplir con esas responsabilidades, si no encomiendo este problema a
vuestra atención, y los urjo a que les brinden atenta consideración.
En muchas ocasiones anteriores, he dicho y vuestros
periódicos constantemente han dicho que estos
son tiempos de sacrificio y auto-disciplina para cada ciudadano. Han pedido
a cada ciudadano de sopesar sus derechos y confort personal versus las
obligaciones del bien común. No puedo ahora creer que esos ciudadanos que sirven
en los periódicos, se consideren exentos de ese deber.
No tengo intenciones de establecer una nueva Oficina
de Información de Guerra para controlar el flujo de la información. No estoy
sugiriendo nuevas formas de censura o nuevos tipos de clasificaciones de
seguridad. No tengo ninguna respuesta fácil para el dilema que he manifestado,
y no buscaría imponerlo si lo tuviera. Pero estoy pidiendo a los profesionales de la prensa y la industria en este
país de re-examinar sus propias responsabilidades, para considerar el grado y
la naturaleza del peligro presente, y considerar el deber de
auto-control que ese peligro nos impone a todos.
Cada diario ahora pregunta, con respecto a cada
historia: "¿Es una noticia?" Todo lo que sugiero que adicionen a la
pregunta: "¿Es en interés de la
Seguridad Nacional?" Y espero que cada grupo en los sindicatos
americanos y hombres de negocios y empleados públicos de cualquier nivel se
esfuercen en hacerse la misma pregunta y subordinar sus actos a esta
"prueba".
Y si la prensa americana considera y supuestamente
recomienda voluntariamente específicos nuevos sistemas o pasos a seguir, les
puedo asegurar que cooperaremos
fuertemente con esas recomendaciones.
Quizás no haya recomendaciones. Quizás no haya
respuesta al dilema enfrentado por una sociedad libre y abierta en una Guerra
Fría y secreta. En tiempos de paz, cualquier discusión de este tema,
y cualquier acción que resulte de ella, son ambas nefastas y sin precedentes.
Pero estos son tiempos de paz y peligro,
que no conoce otros precedentes en la historia.
Es la naturaleza sin precedentes de este desafío, que
da origen a vuestra segunda obligación -una obligación que comparto-. Y es nuestra obligación informar y alertar al
ciudadano americano -para tener certeza de que posee todos los detalles de los
hechos que necesita, y comprende también- los peligros, las posibilidades de
paz, los motivos de nuestro programa y las alternativas que enfrentamos.
Ningún Presidente debería sentir temor por las críticas
de la opinión pública a sus programas. Porque de esas críticas nace el
entendimiento; y del entendimiento nace el apoyo o la oposición. Y ambos son
necesarios. No estoy pidiendo a vuestros periódicos que apoyen a esta Administración,
pero estoy pidiendo su ayuda en la formidable
tarea de informar y alertar al ciudadano americano. Tengo total confianza
en que ustedes responderán y se dedicaran a informar completa y debidamente a
nuestros ciudadanos.
Yo no podría ser árbitro de la controversia, que se
desataría entre vuestros lectores, es más, le doy la bienvenida. Esta
administración intenta ser honesta acerca de sus errores; porque, como una
persona inteligente dijo "Un error
no se convierte en una equivocación hasta que uno se rehúse a corregirlo".
Nosotros intentamos aceptar toda la responsabilidad por nuestros errores; y
esperamos que ustedes nos adviertan, cuando se éstos se producen.
Sin debate, sin critica, ninguna Administración y
ningún país puede tener éxito y ninguna república puede sobrevivir. Por eso
el hacedor de las leyes Ateniense, Solón decretó como un crimen, el
negarse a discutir, por parte de cualquier ciudadano. Y es por esto que nuestra
prensa está protegida por la 1ª Enmienda -el único negocio en los Estados
Unidos de América específicamente protegido por la Constitución- no solamente
para divertir o entretener, no solo para enfatizar lo trivial y lo sentimental,
no solamente para "darle al público lo que el público quiere", sino informar, despertar al público, de
reflejar, de exponer nuestros peligros y oportunidades, de señalizar nuestras
crisis y alternativas, de conducir, moldear, educar, e incluso publicar la
opinión pública desfavorable.
Esto significa una gran cobertura y el análisis de las
noticias internacionales -dado que esa información no está tan lejos, sino todo
lo contrario, muy cerca y al alcance de la mano. Significa poner gran atención y mejorar la comprensión de los hechos
como también su mejor transmisión. Y significa, finalmente, que el Gobierno
en todos sus niveles, debe cumplir con su obligación de proveer al ciudadano con la mayor información, dentro de los estrechos
límites de la política y procedimientos de la "seguridad
nacional" y eso intentamos hacer.
Fue al comienzo del siglo 17mo que Francis Bacon puso
énfasis en remarcar tres recientes inventos transformadores del mundo: La
brújula, La Pólvora y la Imprenta. Los lazos entre las naciones que primero
forjaron la brújula, nos han hecho a todos ciudadanos del mundo, las
esperanzas y amenazas de uno se transformaron en las esperanzas y amenazas de
todos. En ese esfuerzo del mundo por vivir juntos armoniosamente, la evolución de la pólvora
llevada al extremo, ha advertido a la humanidad de la terrible consecuencia de
su fracaso.
Y también sucede lo mismo con el proceso de impresión
- al registrar la escritura del hombre, el guardián de su conciencia, el correo
de sus noticias- en la que buscamos fortaleza y asistencia, y confiamos que con vuestra ayuda el hombre,
será lo que debe ser, cuando fue creado: libre e independiente”.
La crisis de los misiles
Luego le llegó a Kennedy la crisis de los misiles de octubre de 1962, y
se enfrentó cara a cara a un experimentado Nikita
Khruschev, la máxima autoridad en la URSS. Khruschev, ucraniano socarrón y
astutísimo, marcó desde el primer momento un estilo agresivo frente al
capitalismo occidental, fundamentado en su fe inquebrantable en el triunfo
“histórico” final del comunismo.
El lanzamiento del Sputnik en 1957, que pilló desprevenidos a los
estadounidenses, fue la base de un júbilo indescriptible en la Rusia soviética (“No tenemos bañeras, pero tenemos el
Sputnik”). Los años posteriores vivieron un momento de exaltación nacional
comunista, que supo capitalizar magistralmente Khruschev, hombre dotado de un
sentido histriónico fuera de lo común. Así, aprovechando el desgraciado
incidente del U-2 (un avión espía norteamericano caído en Siberia, cuyo piloto
decidió confesar y ridiculizar a su país para salvar su vida), utilizó el foro
mundial de la ONU para denigrar a los Estados Unidos, haciendo famosos sus
desplantes y verborrea, incluido el famoso martilleo a la mesa con su zapato.
En 1960 visitó los Estados Unidos, y ante Eisenhower, un presidente a punto de
terminar su mandato (1953-1961) se permitió incluso profetizar el momento en
que la URSS alcanzaría a los Estados Unidos: 1965. Al año siguiente, en Viena, conoció a Kennedy, y sin duda
fue en aquella ocasión cuando tomó la medida, muy equivocadamente, al nuevo
presidente norteamericano.
A mediados de 1962 empezaron a llegar cargamentos de misiles rusos a Cuba,
destinados al equipamiento de bases estratégicas contra Estados Unidos. En realidad, una situación
como ésta, sentirse apuntados desde un lugar tan próximo por armas extranjeras,
resultaba familiar para todo el mundo, excepto para los Estados Unidos, en el
contexto de la Guerra fría. Desde luego lo era para los europeos occidentales,
encañonados desde Alemania. Los mismos rusos tampoco se libraban de ella, con
misiles estadounidenses apuntándoles desde Turquía o Irán.
Esta situación resultaba
totalmente intolerable para Kennedy y decidió enfrentarla proclamando el bloqueo de la isla y advirtiendo que los
barcos sospechosos (los rusos) que se dirigieran a ella serían detenidos e
inspeccionados por la armada norteamericana.
Siguieron unos días de tensión
y terror mundial. Los aviones de la SAC (Strategic
Air Command, máximo organismo de defensa estadounidense) se hallaban
permanentemente en el aire con carga nuclear, en estado de máxima alerta, y en
Europa todo el mundo miraba con preocupación hacia Oriente donde estaban los
misiles nucleares soviéticos. Finalmente el Secretario General de Partido
comunista ruso, dio su brazo a torcer anunciando que los buques rusos retornaban a sus bases. El mundo suspiró, aliviado. Lo
que no se dijo entonces es que esta concesión implicaba la renuncia de los Estados
Unidos, pactada en secreto, a seguir interviniendo en Cuba, que sigue bajo
el mismo régimen castrista cincuenta y cuatro años más tarde. Pero la paz
mundial se había salvado.
De hecho, de este momento
arrancó el definitivo retroceso de la Unión Soviética. Dos años más tarde caería Khruschev, desacreditado ante su propio
equipo por el ridículo vivido.
John F.
Kennedy, La Reserva Federal y La Orden Ejecutiva 11110
El 4 de junio de 1963, John Fitzgerald Kennedy intentó quitarle a la
Reserva Federal de EE.UU. su poder de prestar dinero con interés al gobierno. El entonces presidente firmó la Orden
Ejecutiva N º 11110 que devolvió al gobierno de los EE.UU. la facultad de
emitir moneda, sin tener que pedirlo prestado a la Reserva Federal. Kennedy
dio a la Tesorería la facultad “para expedir certificados de plata respaldados
por reservas de plata metal en el Tesoro”. Esto significa que por cada onza de
plata en poder del Tesoro el gobierno podría poner nuevo dinero en circulación.
En total, cerca de 4,3 millones de estos “dólares Kennedy” fueron puestos en circulación
por este mandato de Kennedy. Las ramificaciones de este proyecto de ley eran y
siguen siendo enormes.
Kennedy estaba autorizado por una
ley anterior que dice que la autoridad
que recae en el Presidente por el párrafo (b) de la sección 43 de la Ley del 12
de Mayo de 1933, en su versión modificada (31 USC821 (b)), para emitir
certificados de plata respaldado por reservas de plata de La Tesorería,
para prescribir la denominación de tales certificados de plata, y emitir
monedas dólar de plata estándar y divisa subsidiaria por su equivalente en
plata.
Con
un golpe de pluma, Kennedy dio la sentencia de muerte a la Reserva Federal. Si una cantidad suficiente de estos
billetes respaldados en plata hubieran sido puestos en circulación se hubiera
eliminado la demanda para billetes de la Reserva Federal porque los “Billetes
de Plata de Kennedy” estaban respaldados por metales preciosos y los de la
Reserva Federal por nada. La Orden Ejecutiva 11110 hubiera impedido que la
deuda nacional llegase a su nivel actual, debido a que hubiera dado al gobierno
la capacidad de reembolso de la deuda sin tener que acudir a la Reserva Federal
y el subsiguiente pago de intereses a fin de crear el nuevo dinero. La orden Ejecutiva 11110 dio al Congreso de
los EE.UU. la posibilidad de crear su propio dinero respaldado por plata y
libre de deuda e interés.
Sólo cinco meses después de que
fuera asesinado Kennedy, dejaron de imprimirse más “Billetes de plata”. El
decreto 11110 nunca fue derogado por ningún Presidente después por Orden
Ejecutiva y legalmente sigue siendo válido hoy día. ¿Por qué entonces no lo ha
utilizado ningún presidente después? Prácticamente la totalidad de los más de 7
mil millones de dólares de la deuda federal ha sido creada desde 1963, y si un
presidente hubiese utilizado la Orden Ejecutiva 11110, la deuda sería muy
diferente de los niveles actuales. Quizás
el asesinato del valiente John Kennedy fue una advertencia a futuros
presidentes que piensen eliminar la deuda federal revocando el control que
tiene sobre la creación de dinero la Reserva Federal.
Kennedy desafió a los gobernadores
del dinero retando a los dos vehículos más eficaces jamás utilizados para
provocar el aumento de la deuda -
la guerra y la creación de dinero por un Banco Central privado-
.Sus esfuerzos por replegar todas las tropas de Vietnam en el 64, y por la
Orden Ejecutiva 11110 hubieran cortado severamente a los beneficios y el
control del establecimiento bancario de Nueva York. Ahora que EE.UU. se
arrastra por Irak y Afganistán y alcanza una
deuda más que insostenible nos hace preguntar: ¿Obama tendrá el valor antes
de terminar su mandato, de considerar la utilización de la Orden Ejecutiva
11110 y está dispuesto a pagar el supremo precio por hacerlo?
(Continuará)
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