Se perdió el
contacto cuando llegó al Planeta Rojo el 19 de octubre. La Misión ExoMars estaba
compuesta por un orbitador Trace Gas Orbiter (TGO) y un pequeño módulo de
aterrizaje de 300 kg. La sonda Schiaparelli. Su objetivo era analizar el gas
metano que se encuentra en la atmósfera para descubrir si hay vida en Marte. No se pudo captar su señal con los
radiotelescopios del Giant Metrewave Radio Telescope (GMRT), en Pune (India) y
minutos después se descubrió que la Mars Express que está orbitando el planeta
desde 2003 tampoco había podido recabar información sobre un aterrizaje
exitoso.
Centro de control de la Esa en Darmstadt, Alemania. |
En
el centro de control de la misión, el Centro Europeo de Operaciones Espaciales
(ESOC) en Darmstadt (Alemania), se informó que
la sonda Schiaparelli entró en las capas altas de la atmósfera a 21.000
kilómetros por hora a las 16.42 horas y disponía de seis minutos para frenar y
posarse con suavidad en la superficie a las 16.48 horas.
El débil sonido captado en Pune, India, de la sonda Schiaparelli al ingresar a la atmósfera marciana. |
Para
peor, la nave europea Mars Express,
que está en órbita alrededor de Marte y que también había estado escuchando a
Schiaparelli durante el descenso informó
que no tiene contacto con la sonda. A las 18.30 horas del miércoles llegó
el esperado veredicto de Mars Express. Había
perdido la señal de Schiaparelli en el mismo momento que el radiotelescopio de
India. Las únicas buenas noticias llegaban del satélite TGO, que seguía
teniendo un comportamiento perfectamente nominal y consiguió situarse en la órbita deseada.
El satélite Trace Gas Orbiter TGO, que buscará gas metano en Marte. |
Al
final de la tarde empezaron a llegar los datos que el satélite TGO recibió de
Schiaparelli durante el descenso. Aparentemente,
pudo haber fallado su paracaídas, de 12 metros de diámetro. Y se comprobó que no
se activaron los 9 retrocohetes que debían amortiguar la caída de la sonda
durante 30 segundos.
Ilustración sobre la entrada de la sonda Schiaparelli en la atmósfera marciana, incandescente por la fricción del aire. |
El
programa ExoMars consta de dos misiones bien diferenciadas. La primera,
compuesta por un orbitador (TGO) y un
pequeño módulo de aterrizaje de 300 kg. (Schiaparelli), despegó de la
Tierra el 14 de marzo de 2016 y es la que acaba de llegar. La segunda lo hará
en 2020, y depositará sobre la polvorienta superficie marciana un sofisticado vehículo robótico cargado de
instrumentación científica, capaz de perforar hasta dos metros de profundidad
en busca de biomarcadores que delaten la presencia de vida marciana, presente o
pasada.
Nueve retrocohetes tenían que frenar a Schiaparelli durante 30 segundos pero parece que no lo hicieron. |
Réplica de la sonda Schiaparelli y su paracaídas de 12 metros de diámetro. |
Meridiani Planum, era
el lugar elegido para el amartizaje, es relativamente llano. Se encuentra cerca
del ecuador marciano y está muy cerca del lugar de aterrizaje del rover
Opportunity, de la NASA. La sonda Schiaparelli fue diseñada para amartizar
sin problema en terrenos con rocas de hasta 40 cm. de altura y desniveles de
hasta 12,5 grados.
El misterio del
metano en Marte
Por
su parte, el módulo orbital TGO (Trace gas Orbiter), analizará desde el aire los gases traza presentes en la atmósfera
marciana, entre ellos el metano, que en la Tierra es de origen biológico.
Se denomina gas traza a cualquier gas que represente menos del 1% del volumen
de la atmósfera de un planeta. En la atmósfera terrestre, por ejemplo, el
metano es un gas traza y se encuentra en 1,8 partes por millón, o lo que es lo
mismo, supone un 0,00018% del total. Otros gases traza de la Tierra incluyen el
argón, el dióxido de carbono o el neón.
El robot Curiosity detectó gas metano en Marte. |
Se
da la circunstancia de que en la Tierra, el metano se libera a la atmósfera
como consecuencia de distintos procesos biológicos, la mayor parte ligados a la
actividad de organismos unicelulares que participan en la descomposición de la
materia orgánica, por ejemplo, en el intestino de los rumiantes o en zonas
húmedas y pantanosas. Una pequeña parte
del metano terrestre es de origen geológico, y procede de reservas naturales de
gas o de la actividad volcánica o hidrotermal de los fondos oceánicos.
Se calcula que existen 5.000 toneladas de gas metano en la atmósfera marciana. |
De
lo que no cabe duda es que debe existir
actualmente alguna fuente productora de metano sobre la superficie. Y localizar
esas fuentes es, precisamente, una de las misiones fundamentales del módulo
TGO. Sus instrumentos, en efecto, tienen una capacidad miles de veces
superior que la de cualquier otro usado hasta ahora para detectar y analizar tanto el metano como otros gases traza de la
atmósfera marciana. Y lo que es más, es capaz de distinguir las diferencias que
existen entre las moléculas de metano de origen biológico y geológico. Algo
que ayudará enormemente a determinar si hay, o no, alguna forma de vida en
Marte.
La Misión ExoMars 2016 con el satélite TGO y la desaparecida sonda Schiaparelli. Clic en la ilustración para aumentarla. |
Mientras
tanto, hasta que llegue la Misión ExoMars del 2020, la Trace Gas Orbiter, de la ESA,
rastreará el metano de Marte en busca de posibles huellas de vida, o de ciclos
geológicos desconocidos. Además, podrá detectar las reservas de agua que se
esconden en el subsuelo, una zona donde hay agua líquida, temperaturas más
suaves y hay protección frente a la radiación. Si el hombre viaja a Marte
en 2030 como se especula, gracias a todos estos robots y satélites sabrá mucho mejor dónde buscar la vida o
dónde establecer sus bases.
Lea aquí otros fracasos terrestres en la exploración de Marte:
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