El martes 25 de
octubre, Daniel Verón, José Luis Juárez y Alberto Seoane durante dos horas desarrollaron
varios temas, como un partido de fútbol suspendido en 1954 en Italia por la
aparición de una flotilla de objetos voladores no identificados. Otro tema fue el
Experimento Filadelfia realizado hace 73 años, cuando al destructor norteamericano
Eldridge lo teleportaron 600
kilómetros de un puerto a otro. Otro contenido fue el recuerdo de una misión
secreta de la Marina argentina, en octubre de 1966, donde doce hombres del
submarino argentino Santiago del Estero
desembarcaron en una playa de las Islas Malvinas sin que siquiera se enterasen
los británicos.
José Luis Juárez se refirió a las
enseñanzas escritas en el libro La Segunda Venida de Cristo de Paramahansa Yogananda.
Al
respecto, dijo que todos los maestros
hindúes reconocen a Jesús como el más grande y mayor maestro del universo.
Aquí, Yogananda transmite sus
conocimientos mencionando la parte del Nuevo Testamento citada en el capítulo 7 de Lucas y en Mateo en el capítulo 8 desde los
versículos 5 al 13, cuando Jesús sana al
siervo de un centurión.
Cuando
Jesús estaba entrando en Capernaum se le acerca un siervo de un centurión para
que lo siga hasta la casa de su patrón para que le cure a un criado enfermo. Acercándose
a cierta distancia del lugar, el centurión envió siervos para decirle a Jesús
que el centurión no se consideraba digno de recibirlo pero que sabía que si Jesús lo ordenaba desde allí,
su siervo se curaría. Porque el centurión estaba acostumbrado a dar órdenes y
lo que ordenaba se cumplía. Y Jesús le dijo a la multitud que lo seguía. De
cierto os digo que ni aún en Israel he encontrado tanta fe. Y cuando los
siervos volvieron a su casa el criado estaba curado.
Dice
Yogananda que “a fin de sanar a su siervo de una enfermedad casi mortal, que no
remitía con métodos tradicionales de curación, el centurión romano recurrió a la ayuda suprafísica de un Maestro, puesto
que el centurión era un hombre familiarizado con la autoridad, acudió a Jesús
por considerarlo una persona capaz de dominar las leyes mismas que dominan el
cielo y la tierra. Colmado de respeto por el poder soberano de Jesús, el
centurión incluso se sentía indigno de recibir al Señor en su hogar. Jesús,
profundamente conmovido por la humildad y por la inmensa fe de este hombre, que
no pertenecía a la comunidad hebrea, dispuso que se produjera la curación
instantánea que el centurión solicitaba”. Y prosiguió: “Cuando se dirigió a
Jesús llamándole Señor, el funcionario romano tuvo la certeza intuitiva de
hallarse ante la manifiesta divinidad de Jesús. Él sabía que el Maestro solo
necesitaba mandarlo de palabra y su criado quedaría salvo. Una orden
proveniente de Jesús, por hallarse unida a la palabra, el Om cósmico o Amén,
llevaba consigo el poder de manifestación de la omnipotencia. En los Yogasutras
de Patanjali, se hace referencia al Om, la palabra como el símbolo, el poder
creativo mediante el cual, adquiere existencia todo el Cosmos, hecho de materia
y energía. Unido al omnipotente Señor,
Jesús, cargó su palabra con la vibratoria entonación cósmica, la cual le dio
potestad para curar o para manifestar cualquier otra cosa en el mundo material.
Dios en su aspecto de soberano de la Creación produjo originalmente todos los
fenómenos por medio de una orden directamente emanada de su voluntad”.
“Él
es la suprema autoridad soberana, y se le puede ver inmanente y accesible con
los ojos de la fe, que es el conocimiento intuitivo. La fe revela un Dios que
se haya muy próximo, en el fondo mismo del latir del corazón. Un dios que escucha
cada palabra de nuestra plegaria, sus ojos y sus oídos se encuentran en todo
lugar, y su conciencia está en sintonía con cada detalle de nuestro pensamiento
y circunstancias. A su debido tiempo Dios
responde a cada ruego sincero. Con mayor prontitud de lo que uno podría pensar,
siempre y cuando se recurra a él con fe absoluta. Es la duda la que nos hace
creer que él se encuentra muy lejano. Si uno le ofrece a Dios oraciones
tibias, con la mente atrapada por los tentáculos de la duda, se contrarresta la
receptividad con una corriente subterránea como por ejemplo: Ahhh,
probablemente, ni siquiera me oye. Menos aún va a responder a mis necesidades”,
prosiguió Juárez.
“Casi
lo único que se consigue con ese tipo de oración es obstaculizar la ayuda
divina. Dios debe permitir que la ley kármica imparta su justicia imparcial,
para bien o para mal. No obstante, si
uno invoca a Dios con amor, confianza y fe, se puede trascender la ley y los
resultados son sorprendentes. Fe
significa confianza plena, es decir la convicción intuitiva, un conocimiento
que surge del alma, de que Dios es real y que su ayuda está siempre pronta a
fluir hacia la vida del hombre. Esa es la clase de fe que Jesús elogiaba. Un
canal abierto a través del cual él podía sanar a muchos de los enfermos y
transformar la vida de los grandes creyentes”.
“A
pesar de sus alardeados avances en materia científica y en las artes curativas,
el hombre debe reconocer que en cada área de la vida él depende por completo de
un ser superior. En algunos aspectos, el hombre moderno disfruta de una
existencia más segura que la de sus antecesores, pero aun así, sus días están
plagados de terribles incertidumbres, uno nunca sabe en qué instante pueden
acontecerle los accidentes o las enfermedades, el fracaso financiero, y los
desastres naturales. Tarde o temprano en
la vida de toda persona, llega un momento en que establecer contacto con ese
poder superior se vuelve una necesidad apremiante. Ese imperativo lo hace
caer de rodillas, motivado por la dolorosa desesperación o por la reverente
devoción. Él habrá de elegir, tendrá que reconocer que ni uno solo de los latidos de su corazón y ni una sola respiración
serían posibles sin el auxilio de la voluntad de Dios. Esa conciencia de
qué dependemos por completo del Señor y hemos de confiar en él, es el poder que
anima la dinámica de la fe. Tal confianza no es una sumisa cobardía que
paraliza la voluntad constructiva de una persona, sino que es un acto de
deferencia consagrada a Dios, que se lleva a cabo por amor a él y como signo de
veneración a su supremacía”, finalizó Juárez.
A
lo que Daniel Verón agregó que “lo que podemos sacar como conclusión, es el comportamiento del centurión, que
muestra dos cosas, tiene el poder, pero es humilde porque reconoce a Jesús como
un ser superior. Y luego le tiene fe y le dice que no hace falta que vaya a la
casa, con solo pensarlo va a curar a su siervo. Todo es cuestión de fe y la fe
es la respuesta a lo que no se ve”.
En
tanto que José Luis dijo que “muy pocas
personas tratan de aquietarse un poco en el transcurso del día. Con solo diez
minutos de calma por día, ya empezarían a mejorar. Oración significa aquietarse”,
dijo Juárez.
En
el transcurso del programa se habló del curioso suceso del 27 de octubre de
1954 cuando una flotilla de objetos
voladores no identificados interrumpió durante 11 minutos un partido de fútbol
en Italia. Hubo 10.000 testigos.
Se
pasó la grabación de una entrevista a Néstor
Marelli, del pueblo de Pujato, que pasó fugazmente por Rosario.
Pasó
por el estudio el investigador Daniel
Rodrigo para anunciar una disertación en el cine Arteón.
También
se comentó el Experimento Filadelfia
realizado el 28 de octubre de 1943, hace 73 años, cuando al destructor norteamericano
Eldridge lo trasladaron 600 kilómetros de un puerto a otro. José Luis
Juárez destacó que se informó que los marineros luego del experimento quedaron
atrapados en el metal del buque, porque se fusionaron las energías. Les
afectaron el campo estructurador de las formas del cuerpo humano, señaló.
Incluso
murieron científicos, como Morris K.
Jessup, que apareció suicidado con anhídrido carbónico dentro de su auto cuando
estaba investigando este experimento. Él no tenía ninguna intención de
suicidarse porque esa noche se tenía que reunir con otro científico para tratar
el tema del Experimento Filadelfia.
Y
hablando de navíos se recordó que en octubre de 1966, doce hombres del
submarino argentino Santiago del Estero desembarcaron en una playa de las Islas
Malvinas sin que siquiera se enterasen los británicos. Un solo kelper fue el testigo, que apareció caminando por la playa, pero
le vaciaron una botella de whisky encima y nadie le creyó cuando contó la
historia.
Alejandra Fernández
le respondió a varios oyentes sobre diversos temas relacionados con la
espiritualidad.
Hubo
muchas preguntas de los oyentes, entre ellos, Héctor que preguntó por qué un Dios perfecto crea espíritus imperfectos
que tienen que aprender a purificarse mediante nacimientos, muertes, dolor, en
este planeta.
Se
sorteó el libro A los pies del Maestro, de Jiddu Krishnamurti, que lo ganó el
oyente Alberto de barrio Echesortu.
(Continuará)
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