HUMANIDAD Y COSMOS es un programa que trata de traerle a usted eso que siempre se preguntó y nunca tuvo la oportunidad de escuchar… Hechos históricos ocultados, fenómenos insólitos, creencias, mitos y leyendas, arqueología proscripta, seres extraños, energías prohibidas, noticias curiosas, científicos censurados, el misterio de los objetos voladores no identificados, profecías y vaticinios, sociedades secretas, ecología, enigmas y soluciones para vivir física y espiritualmente sanos.


lunes, 31 de octubre de 2016

EL EXTRAÑO CASO DE LOS DOS HUMANOIDES OBSERVADOS EN VIALE HACE 30 AÑOS

El recientemente fallecido investigador Oscar Raúl Mendoza (1943-2016), analizó personalmente un caso sorprendente en un campo cercano a la localidad de Viale en la provincia de Entre Ríos, Argentina, donde un testigo vio dos seres de un metro y medio de estatura aproximadamente, con ropaje muy ajustado al cuerpo, con cabezas de enorme tamaño, totalmente calvas y con grandes orejas en puntas hacia arriba.

A continuación, la investigación realizada por Oscar Mendoza:

Ubicación de la localidad de Viale,
en la provincia de Entre Ríos.
Transcurría el mes de octubre de 1986 cuando Alberto Meyer, un joven campesino, de unos 30 años de edad, de muy buena estatura y complexión física realizaba sus habituales faenas rurales fue testigo de un hecho insólito.

Meyer posee estudios primarios completos y parte de secundarios. Vive con su familia en un campo de su propiedad a escasos 8 kilómetros de la ciudad de Viale, hacia la localidad de Seguí. Se desempeña con destreza en todas las tareas que requiere la atención del campo: cuidados de animales, de sembrados y de todas las instalaciones en él enclavadas.

Antigua entrada a Viale, provincia de 
Entre Ríos, desde la Ruta N° 18.
Dos días antes al "E.D.3/N" (Encuentro diurno de 3ra. fase No asociado) le ocurre un extraño suceso, el que podría estar vinculado con la actividad Ovni que por esa fecha se estaba dando en la zona. Meyer, se encontraba en esa oportunidad trozando leños con una motosierra en otro campo que posee, cercano al de donde tiene su vivienda. Repentinamente se le detiene el motor de la sierra sin causa aparente alguna. Al mismo tiempo percibe un vibrante sonido por sobre su cabeza, que hace temblar el suelo, la máquina y todo su cuerpo por unos segundos. Confundido, mira hacia arriba en busca del origen, pero nada pudo ver, como tampoco ya escuchar. Luego revisa la máquina, encontrando todo aparentemente normal. Activa su mecanismo de arranque y esta funciona perfectamente bien. No muy convencido, relaciona el hecho con algún avión o helicóptero que pasó a muy baja altura. Sin preocuparse demasiado por lo ocurrido, prosigue normalmente con su tarea.

El investigador Oscar Mendoza, con Santiago
Peil y Alberto Meyer en 1986, en el
campo donde sucedió todo.
Dos días después y a unos 100 metros de allí, se encontraba cargando su carro con leña, que había cortado meses atrás en ese lugar. Le faltaba casi la mitad para completar la "carrada" que le encargaran de una panadería de Viale, cuando repentinamente percibe una extraña sensación. Deja por un instante la faena e instintivamente mira a su alrededor. No veía nada nuevo para él en ese lugar pero, al mirar detenidamente hacia unas maciegas que se movían y pensando que en cualquier instante aparecería algún animal, sorpresivamente surgen dos personas.

En primer momento pensó que sin dudas serían cazadores. Pero se preguntaba, ¿cómo pudieron cruzar el arroyo si por ese lado no hay ningún puente, tronco o piedra para hacerlo?

Lugar donde estaban los dos seres
observados por Alberto Meyer
en octubre de 1986.
Con la idea de averiguarlo, los saludó levantando el brazo en forma amigable. Pero‚ estos no le contestaron, sólo se detuvieron a unos 30 metros de él, mirándolo inmutables. Pensó que tal vez por el viento no lo habían escuchado y decidió acercarse.

A medida que lo hacía, observaba con mejor detalles la forma en que estaban vestidos. Su primera impresión fue que estaban disfrazados y que tal vez eran escapados de la justicia o quizás, subversivos.

Pero, a escasos ocho metros de ellos, sorpresivamente se le paralizan las piernas, su cuerpo no le obedece y siente como si su voluntad se alejara de él. No obstante su estado, no pierde el equilibrio ni sus sentidos.

Presunta pisada de los seres encontrada
en el sitio donde habían estado.
Desde su inmovilidad y extrañamente tranquilo, puede seguir observándoles otros detalles. Ambos tenían un ropaje muy ajustado al cuerpo, como un enterizo de material plástico "color piel" pero más brillantes que sus rostros. Lo que más le llamó la atención, fue el enorme tamaño de sus cabezas, como el doble de la suya, totalmente calvas y con grandes orejas en puntas hacia arriba. Los rostros parecían casi normales, aunque sus narices eran algo anchas en sus nacimientos y sus bocas casi no se distinguían.

Se da cuenta que el que estaba más atrás, era "mujer", por las formas evidentes de su cuerpo. Los dos tenían casi la misma altura, alrededor del metro cincuenta. Tenían los brazos colgantes y quietos a cada lado del cuerpo. A las manos se las veía en partes y parecían normales, pero desde la mitad de la parte superior de las piernas hacia abajo, no podía distinguir nada porque se lo impedía la vegetación.

Ilustración de los seres observados por Meyer.
Dibujo de Oscar Mendoza siguiendo la
descripción del testigo.
De imprevisto, "ella" esboza una especie de sonrisa y ambos se retiran rápidamente de una forma totalmente insólita. Parecían que se desplazaban sobre "patines" sorteando ágilmente los obstáculos del terreno, para perderse finalmente tras la tupida vegetación del monte cercano. En ese instante Meyer se recobra de la inmovilidad, huyendo rápidamente del lugar, presa de un miedo incontenible.

En las pericias efectuadas en el lugar de los hechos, encontramos esta extraña pisada precisamente en donde estuvieron parados los seres.

Los conceptos que recogimos de muchas personas que conocían desde hacía años al "Muñeco Meyer" (como le llaman sus conocidos) coincidían en señalar que es un muchacho serio, honesto y trabajador e incapaz de fabular un hecho tan semejante.

Hasta aquí, el caso Meyer.

Antecedentes de otras criaturas similares en la zona
Curiosamente, en la cultura criolla del litoral argentino, aparecen diversos seres mitológicos que evidencian una presencia ancestral en esa región de esa clase de criaturas.

Caso Santa Ana: el testigo Rito Melgarejo en
el lugar donde tuvo la extraña experiencia,
el 17 de marzo de 1986.
Siete meses antes que el Caso Meyer, se produce un hecho similar conocido como Caso Santa Ana. El lunes 17 de marzo de 1986, en las inmediaciones de la localidad de Santa Ana en la Provincia de Corrientes (Argentina) se habría producido un Encuentro cercano del Tercer tipo, del que fuera protagonista el Sr. Rito Melgarejo (entonces de 42 años). El caso fue investigado por el periodista Francisco Villagrán quien recoge el siguiente testimonio de Melgarejo:

Dibujo del objeto que observó Melgarejo
a unos diez metros de distancia.
“Efectivamente, el pasado lunes 17, luego de la mucha lluvia que había caído, yo volvía de jugar a las cartas con unos amigos a eso de las 2 de la madrugada, cuando veo una luz muy potente que me ilumina totalmente, tanto, que puedo ver perfectamente mi sombra reflejada en el piso”, relató Melgarejo.

El dibujante Carlos Pedrozo interpretó
el encuentro de Melgarejo del
17 de marzo de 1986.
El testigo prosiguió: “Era un objeto muy luminoso, que se me vino prácticamente encima y se paró sobre el suelo, a unos 10 metros de distancia más o menos. Hacía frio, pero en ese momento se me pasó todo, y luego vi dos seres pequeños, que tendrían la altura de un niño de 6 o 7 años, que salieron rápidamente del aparato. Uno de ellos me hizo unas señas y me habló en un idioma que para mí era incomprensible. No era castellano, hablaba muy rápido. Me hizo con las manos unas señas como de algo en forma de círculo, pero yo le dije que no entendía nada ni quería saber nada, me dí media vuelta, y traté de volver a mi casa rápido. Al parecer estos seres volvieron a su aparato y se fueron porque cuando yo me dí vuelta otra vez, ya no estaban ni tampoco su nave, la que se perdió rápidamente en el cielo, hasta hacerse muy chiquita. Yo no lo miré mucho porque tenía un poco de temor, de que me lleven y después no me traigan más. Tenían una especie de uniforme negro ajustado al cuerpo, y eran como nosotros, los seres humanos, nada más que chiquititos. Yo le calculo que tendrían un metro a un metro 10 más o menos. Bajaron de golpe en el agua, por qué había llovido mucho. Después de eso, anduve unas horas perdido en el campo, porque me desorienté y no pude ubicar cómo volver. Me quedó un fuerte dolor de cabeza que hasta ahora no me pasa, y si sigo así, voy a tener que ir a un médico para que me cure”.

El periodista Francisco Villagrán entrevistando
al testigo Rito Melgarejo, de 42 años y al
vecino Felipe Sosa, de 69 años.
En el lugar aparece el pasto quemado y marcas como de patas de un artefacto que se posó en el suelo. Algo muy pesado que tendría entre 3 y 4 toneladas. Es muy probable que estos seres estén relacionados con los del Caso Meyer sucedido en Entre Ríos, siete meses más tarde.

Si nos remontamos más atrás en el tiempo, aparecen humanoides relatados por la cultura criolla del litoral argentino y también por sus antecesores, la cultura Mbyá-Guaraní que tenía su propia mitología de seres sobrenaturales.

Dibujo de las huellas en el terreno, dejadas
por el objeto que descendió en Santa Ana,
que tendría forma ovoidal, no circular.
En el catálogo de Adolfo Colombres editado en 2009, se registran para estas dos culturas un total de ochenta y nueve seres mitológicos, de los cuales para estos dos casos en particular, el de Santa Ana en marzo de 1986 y el de Viale en octubre de 1986, interesan cuatro de ellos pertenecientes a la cultura criolla: Negros del Agua, Pombero, Y-Porá y Yasí Yateré.

Melgarejo señala al diario El Litoral el
lugar donde descendió el objeto volador,
cerca de las 2 de la madrugada.
Entre las figuras mitológicas de la región del Litoral es creencia que los Negros del Agua son llamados por su tamaño “Negritos del Agua” y “son enteramente negros y calvos” (Colombres, pág. 72); suele  describirse al Pombero como  “petiso” o como “un enano fornido” y  “negro”(Colombres, pág. 119); el Y-Porá toma “casi siempre la forma de un negro” (Colombres, pág. 187); el Yasí-Yateré se presenta como un “enano” (Colombres, pág. 102).

Mapa del lugar donde Melgarejo
observó el objeto volador.
Según narra la tradición, a los Negros del Agua se “los ve con frecuencia emerger de una laguna” (Colombres, pág. 72); el Y-Porá “se aparece en ríos, arroyos y lagunas” (Colombres, pág. 187); el Yasí-Yateré puede actuar “en un arroyo” (Colombres, pág. 102) y se señala que habla (Colombres, pág. 104).

Melgarejo en el centro de la huella donde está
el pasto quemado. Sus familiares marcan el
lugar de las patas del objeto.
En general las figuras  míticas examinadas despiertan temor y se los asocia a la idea de rapto, así los Negros del Agua “ahogan a los niños” o “a los navegantes, tumbando sus canoas” (Colombres, pág. 72); el Pombero “si encuentra niños… carga con ellos, para abandonarlos luego lejos de su casa” o “les chupa la sangre hasta matarlos, y los cuelga luego de un árbol” (Colombres, pág. 119);  el Y-Porá “se lleva a los niños… y asecha también a las doncellas, a las que suele raptar para satisfacer sus deseos sexuales (Colombres, pág. 187); el Yasí-Yateré rapta niños o “los ahoga en un arroyo”, “secuestra muchachas... para satisfacer sus apetitos sexuales (Colombres, pág. 102).

Imagen que acompañaba el artículo de
Francisco Villagrán, mostrando el ser que
vio Melgarejo en Santa Ana, en
marzo de 1986.
En el caso de Viale los dos pequeños seres fueron observados de día, pero por lo general la noche es lo habitual tanto en casos de Ovnis como en las tradiciones folclóricas. Por ejemplo, los Negros del Agua, tumban las canoas de los navegantes “en las noches de luna” (Colombres, pág. 72); a los niños, el Pombero “puede secuestrarlos en la noche” (Colombres, pág. 119) y si “se habla de él por las noches, es preciso hacerlo en voz baja para no ofenderlo” (Colombres, pág. 120), “es necesario (…) ofrendarle de noche” (Ambrosetti, 1947, pág. 52); el Yasí-Yateré sale “a menudo también de noche, sobre todo en las de luna llena” (Colombres, pág. 102).

Efectos posteriores al encuentro. El testigo del Caso Santa Ana relata que tras el encuentro “anduve unas horas perdido en el campo, porque me desorienté y no pude ubicar cómo volver. Me quedó un fuerte dolor de cabeza que hasta ahora no me pasa”, precisamente en relación a esto se cuenta que los niños capturados por el Pombero a veces son abandonados “lejos de su casa… atontados” (Colombres, pág. 119). Cabe señalar que la idea de extravío se asocia según Juan B. Ambrosetti al Petey, nombre dado a una figura mítica que se identifica con la Caá-Porá (Ambrosetti, 1947, pág. 47-48).    

A modo de conclusión
Si bien tanto el caso de Viale como el Santa Ana presentan notas distintivas (en Viale el testigo no observó ningún objeto pero lo escuchó y en Santa Ana el testigo dice observar un “objeto muy luminoso” o “aparato” o “nave”), en Viale tenemos que los uniformes eran claros y sucedió de día y en Santa Ana eran oscuros y sucedió de noche (¿traje con camuflaje tal vez?). Pero en ambos sucesos se observa un isomorfismo entre los humanoides y las figuras folclóricas, se advierten en ambos casos al menos cuatro tópicos recurrentes en la mitología de la cultura criolla del litoral argentino y los casos sucedidos en la zona en 1986:

1) Seres antropomorfos.
2) De baja estatura.
3) Son observados por humanos en ambientes rurales.
4) Que despiertan temor.

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