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viernes, 13 de julio de 2012

EL INCREÍBLE ACCIDENTE DE ANATOLI BUGORSKI

El hombre que sobrevivió a un acelerador de partículas y vivió para contarlo.


Anatoli Petrovich Bugorski nació en 1942 en la ex Unión Soviética y en julio de 1978 sufrió un accidente en un acelerador de partículas, convirtiéndose en un caso único en el mundo.

Bugorski realizaba su tesis doctoral en el Instituto de Física de Alta Energía de Protvino, situado a 100 kilómetros al sur de Moscú.

El accidente
Con frecuencia, Bugorski solía emplear el mayor acelerador de partículas existente en la Rusia de la época, el sincrotrón U-70. El 13 de julio de 1978 por la mañana, Bugorski realizaba una reparación en una pieza del equipo cuando los sistemas de seguridad fallaron y sufrió un accidente. Su cabeza entró en contacto con el haz de protones emergentes. En sus palabras, observó un flash «más brillante que un millar de soles», aunque no sintió dolor.

Por lo que sabemos de la radiación, 500 a 600 rads es suficiente para matar a una persona (aunque no conocemos a nadie más que haya sido expuesto a la radiación de la misma manera: en forma de un rayo de protones que se mueve a la velocidad del sonido). El rayo de protones que entró al cráneo de Bugorski, tenía alrededor de 200.000 rads (2.000 greys), y cuando salió, luego de colisionar con su cabeza y atravesarla, medía 300.000 rads (3.000 greys).

Consecuencias
El lado izquierdo de la cara de Bugorski sufrió una hinchazón pronunciada y, a lo largo de los días siguientes, se descamó mostrando la zona quemada por impacto del flujo de protones (que se movía a una velocidad semejante a la de la luz). Esta quemadura se daba en la piel pero también en el hueso y tejido cerebral subyacentes.

Anatoli Bugorski y la trayectoria del haz
de protones que le atravesó el cráneo.
Los científicos esperaban que Bugorski muriera inevitablemente a los pocos días, por esta razón, los clínicos examinaron en Moscú el caso de Bugorski con especial interés. Bugorski no sólo sobrevivió, sino que completó su doctorado. Su capacidad intelectual no se vio afectada, pero la fatiga ante el trabajo intelectual se incrementó. Bugorski perdió la facultad de oír por el oído interno, si bien mantuvo un tinnitus (Los tinnitus o acúfenos son un fenómeno perceptivo que consiste en notar golpes o sonidos en el oído, que no proceden de ninguna fuente externa. Pueden ser provocados por gran número de causas, generalmente traumáticas. Consisten generalmente en zumbidos graves o agudos, campanilleos, siseos, ruido blanco, o cantar de grillos, entre otros sonidos), el resto de su vida.

El lado izquierdo de su cara se paralizó a causa de la destrucción de sus nervios. No obstante, se desenvolvía bien, salvo porque desarrolló crisis de ausencia y tónico-clónicas (es decir, epilepsia).

Logo del Instituto de Física
de Alta Energía de
Protvino en la ex URSS.
La carrera científica de Bugorski se prolongó después del accidente, alcanzando el puesto de coordinador de experimentos de Física.

Debido al secretismo soviético sobre toda investigación relacionada con la energía nuclear hizo que no se hiciera público el caso Bugorski hasta muchos años después.

Bugorski no habló del accidente durante más de una década. Durante todo ese tiempo continuó siendo examinado por radiólogos en una clínica moscovita, fue examinado dos veces al año junto con otras víctimas de otros lamentables accidentes nucleares. Finalmente solicitó la baja por incapacidad a mediados de los años 90. Se casó con Vera Nikolaevna y tuvo un hijo llamado Peter.

El antes y el después de aquel día es visible en su cara como una línea que la divide por la mitad: la parte derecha revela su edad actual, envejeciendo normalmente, mientras que la parte izquierda quedó paralizada y congelada en el tiempo, sin envejecer.

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