El investigador de fenómenos extraños, Hugo Döhle, famoso por su programa La noche de los tiempos, falleció el 10
de octubre de este año, en la ciudad de Roldán, cerca de Rosario, a la edad de
79 años.
En abril de 1997, la municipalidad de Roldán, declaró "De interés Cultural", el programa La noche de los Tiempos, conducido por Hugo Döhle. |
Döhle nació el 9 de marzo de 1934, vivió en Rosario
hasta los 28 años cuando se casó con Eugenia Caturano, el 11 de octubre de
1962 y se trasladó a Roldán, distante a 22 kilómetros al oeste de Rosario, donde era oriunda su esposa. Allí todos lo conocían con el apodo de "El Alemán". Tuvieron dos hijos, Fabián Diego
y Erica que le dieron tres nietas.
La ciudad de Roldán, donde residía Hugo Döhle está situada a 22 kilómetros de Rosario. Click en el mapa para aumentarlo. |
Hugo Döhle, además de ser
amigo de los conductores, Carlos Avellaneda, Alberto Seoane y Daniel Verón, visitó en dos oportunidades, en distintos años, el programa radial Contacto con la Creación, por AM Libertad, como el invitado
especial del mes.
A la edad de 16 años, Hugo Döhle vio su primer Ovni que iluminó la noche como en pleno día. |
“Yo
al principio no creía en nada, ni en
Dios ni en los ovnis, en nada. Hasta que una noche de marzo de 1950, estaba
en Arroyo Seco, en la bifurcación que hace la ex Ruta 9 con la entrada a Arroyo
Seco, donde hay una estación de servicio.
Allí estaba con un amigo esperando el ómnibus
a las 2 de la mañana y nos quedamos iluminados como si hubiesen sido las 12 del
mediodía”, relató Döhle a toda la audiencia.
“Nos
miramos asombrados los dos y nos decíamos ¿qué es esto? Era una bola incandescente que iba pasando sobre Arroyo Seco. Y luego
se apagó, duró casi un minuto y todo volvió a la normalidad. Desde ese día
empecé a leer, leer y leer. Y a mí que tenía 16 años, antes no me gustaba la
lectura. Después, me tragaba los libros, muchos de ellos los he donado al
programa de ustedes”, recordó Hugo.
La noche de los Tiempos
“Mi
primer programa comenzó varios años más tarde en FM 92 Radio Roldán y se llamó El
Mediodía de los Tiempos, los sábados de 11.30 a 12 y así me fueron
conociendo. Después, pasé a FM Cálida, haciendo Más allá de la Ciencia,
de 9.30 a 11.30 de la noche y también hice en esa etapa La noche de los Tiempos,
de 8 a 9 de la noche en televisión por el Canal 4 de Roldán”, destacó.
“Por La noche de los Tiempos pasaron numerosos invitados, por lo menos unos cuarenta, entre ellos Carlos Avellaneda, Guillermo Aldunati, Daniel Landriscina, Alberto Seoane, y muchos otros que ahora no recuerdo”, rememoró Hugo.
“Por La noche de los Tiempos pasaron numerosos invitados, por lo menos unos cuarenta, entre ellos Carlos Avellaneda, Guillermo Aldunati, Daniel Landriscina, Alberto Seoane, y muchos otros que ahora no recuerdo”, rememoró Hugo.
De ahí me fui a LT3 Radio
Cerealista, en Rosario, donde estuve una gran temporada de varios años y también tuve la
dicha de estar invitado en el programa Los Notables, en agosto de 1998 cuando se
trató el tema de Benjamín Solari
Parravicini con motivo de cumplirse el centenario de su nacimiento.
Cinco avistamientos de Ovnis
“Ovnis vi en cinco oportunidades, en el año 1950, que ya la mencioné, cuando tenía 16
años, luego en una noche del mes de setiembre de 1968, antes del nacimiento de
mi hijo, me anunció que sería varón y tenía que ponerle uno de los nombres,
Diego, y con eso se le cumplirían todos los deseos. Llamé a mi señora, a mis
suegros y todos vieron la luz hacia el oeste, estuvo como cinco minutos y automáticamente desapareció.
Después,
estaba por nacer mi hija y vi una luz y sentí que tenía que ponerle uno de sus
nombres Estrella y le iría bien en la vida. Y gracias a Dios tuve dos hijos
profesionales. Yo no pedí las cosas, vinieron solas, y todo aquello que viene,
dolores, una pequeña enfermedad, alguna operación, eso tenemos que pagarlo por
el karma", reflexionó.
El segundo Ovni que vio Hugo fue en setiembre de 1968 y la experiencia duró unos cinco minutos. |
En Médanos en el sur de Entre Ríos, Döhle tuvo otra experiencia ufológica. Observó dos Ovnis volando bajo las nubes. |
"Una noche estaba al lado del casco de la estancia, aproximadamente a unos 200 metros de la casa. Había salido con mi hermana Nelly a caminar, y al costado nuestro, a la altura de las rodillas, aparecen esferas de distintos colores del tamaño de una pelota de fútbol número 3. Volaron alrededor nuestro hasta que se alejaron y desaparecieron. Lo cuento y se me pone la piel de gallina.
Esferas u orbes semejantes a las que observaron Hugo y su hermana Nelly. |
El ser de Orión
Una de las experiencias más
extrañas que vivió Döhle fue su encuentro con un extraño personaje que dijo
llamarse Rubén Sánchez y que afirmaba
proceder de la constelación de Orión. “Conocí a Rubén Sánchez cuando andaba buscando a 30 personas, aquí en el
planeta Tierra para enseñarles y darles una energía especial. Cuando
encontró a las 30 personas, nos reunimos y nos enseñó cómo se curaba. Y
sinceramente el don o fuerza de dar la cura no sirve para uno mismo sino que es
para brindársela a los demás. Primeramente, de todo lo que uno tiene, hay que saber dar, si la persona no sabe dar,
no vale nada de nada”, reveló el creador de La noche de los Tiempos.
“Cuando yo era pibe, y no sabía
absolutamente nada de todos estos temas extraños, recuerdo que un día estaba
muy enfermo, tenía 3 años y me vi volar
solo, yo en la cama, elevándome en el aire. A los siete u ocho años, ya
viviendo en otra casa, me levantaba sonámbulo a la noche. La única que me podía
tocar en estado de sonambulismo era mi mamá, porque si me tocaba mi papá o mi
hermana yo empezaba a dar trompadas y patadas. Mi madre me llevaba a la cama y
me acostaba de nuevo. Y me decían que hablaba
en un idioma muy extraño. Después de casado a veces, en sueños, hablaba en ese
idioma que nunca pude saber de dónde venía, y mi mujer me daba un codazo para
que me callara”, comentó.
“No somos los únicos viviendo aquí en la Tierra ni en
el universo. Nosotros tenemos una mente muy egoísta, y yo siempre digo que el verdadero templo de
cada uno de nosotros no está afuera, sino dentro de cada uno de nosotros, es el
corazón. La palabra Amor con mayúsculas, nace del corazón y va hacia el corazón.
Hay que pensar no solo con
la mente, sino también con el corazón”, dejó como definición.
La vida en el “Más allá”
“Todos nos miramos y una mujer, la
médium, levantó la mano y me señaló a mí, diciendo: A ti te digo Juan Carlos. Y yo me reí porque me dije: ¡Qué metida de
pata de esta mujer, si yo me llamo Hugo Döhle!”, comentó.
“Ahora, ¿para qué me sirvió este don?-se
preguntó-, me sirvió para empezar a
comprender a la humanidad como es, acá no se trata de que uno sea bueno o
sea malo. Lo esencial es que uno haga
las cosas correctamente, que ayude a los demás”, destacó.
En estos momentos Hugo debe estar
bien y feliz, porque decía que nosotros estábamos de paso en la Tierra, que esta
vida era solo una transición, que veníamos a cumplir algo que nos había
quedado pendiente en otra vida, que “lo
bueno venía después, con la muerte, se moría el cuerpo físico, pero el espíritu
seguía vivo”.
Estrellas de la Constelación de Orión. |
“Rubén Sánchez, a la primera que
contactó fue a mi hermana Nelly, fuimos con él a Buenos Aires, en una camioneta
403 que tenía yo en aquella época. Él
iba sentado al lado mío y hacía un calor terrible y lo que me extrañó era que
él no transpiraba para nada y tenía la piel como si fuera la de un bebé. Le
pregunté cómo llegaron acá y me dijo en una nave madre a una velocidad
plasmática. Dijo que desde Orión la nave
tardaba cuatro o cinco días y se quedaba en órbita terrestre. El primer
lugar donde lo teletransportaron fue a San Juan. En la mano izquierda tenía un
implante con el cual se comunicaba con los suyos.
Una tarde lo llevamos a Sánchez al
campo, en Roldán, íbamos en dos vehículos, él venía conmigo. Allá nos dijo que
tal día lo esperáramos en la estación de Ómnibus de Rosario, que nos iba a pasar a buscar para ir todos, los
treinta de Rosario, Funes, Roldán, Carcarañá, Córdoba, y de Buenos Aires hasta llegar
todos a la localidad de Potrero de los Funes, en la provincia de San Luis. Allí
dijo que conoceríamos a los demás extraterrestres compañeros de Sánchez. Lo
esperamos y esperamos toda la noche en la estación de Ómnibus hasta la
madrugada pero no apareció. Él tendría que bajar de un colectivo que venía
desde Buenos Aires. El viaje no se hizo
y hasta el día de hoy estoy esperando que el amigo Sánchez se comunique. El
decía que en el espacio no existe el tiempo.
Potrero de los Funes, en San Luis. |
Pero mi hermana y algunas de las
personas que lo conocieron empezaron a opinar que tal vez algo le pasó y no
pudo llegar, así que se fueron en auto
hasta Potrero de los Funes, conduciendo toda la noche y llegaron al lugar.
Caminaron hasta un monte que les había mencionado Sánchez. En el trayecto tuvieron que cruzar un arroyo, tropezaron con las
piedras del fondo y se mojaron bastante. A la cima llegaron casi de noche y
allí se quedaron dormidos y con las ropas mojadas esperando a Sánchez. Al
amanecer, cuando despertaron no vieron a ningún extraterrestre, pero todos
tenían las ropas completamente secas como si nunca se hubieran mojado. Ese
fue el final de la historia con Sánchez.
Retrato parecido al personaje que se hacía llamar Rubén Sánchez. |
Otra anécdota de este ser es que la
última noche en Rosario, a Rubén Sánchez lo llevé en el auto hasta su hotel,
muy cerca del Patio de la Madera, en Rosario, lo vi entrar y me acuerdo que
hacía mucho calor, luego entré al hotel
y le pregunté al empleado por la habitación de Rubén Sánchez ¿Quién?, me
preguntó. Es el hombre que acababa de entrar. No, Ud. se equivocó, aquí no ha
entrado ninguna persona, me dijo. Y yo le insistí, que lo había llevado a ese
hotel en dos oportunidades. No hay ningún registro de un Rubén Sánchez en todo
este tiempo, me dijo. Me acuerdo que todo eso pasó en el año 1980”, relató.
La radiestesia y anécdotas de la infancia
Döhle comentó que cuando se casó
se fue a vivir al campo, en Roldán y su suegro, hijo de italianos, le enseñó a
buscar agua o cualquier tipo de metales. “Con una horqueta de mimbre buscaba el
agua. Cuando la hallaba, la horqueta empujaba hacia abajo la mano, e indicaba
el lugar. Si yo escondía un anillo de
oro en cualquier lugar del campo, sin que él lo sepa, salía con la varilla y lo
encontraba, así con oro, plata o lo que fuere, siempre lo encontraba”.
Varilla de un radiestesista. |
Retratos de algunos tripulantes de Ovnis, según los testigos. |
La vida en el “Más allá”
Continuando con la entrevista en Contacto
con la Creación, Hugo comentó que en una reunión en la calle Maipú de
AOA, la Asociación Observadora de los Astros, presidida por Guillermo Aldunati,
vio por primera vez la Máquina Kirlian, construida por Carlos Avellaneda. "Allí
vi como se fotografiaban los dedos de la mano y como salía esa vibración áurica
de cada uno de los dedos y se podía predecir qué tipo de enfermedad uno podría
tener. Pero no conforme con eso, seguí buscando porque todavía no había una
técnica ni la hay todavía, para registrar el aura completa de una persona.
Empecé a estudiar una serie de libros de espiritismo y me llevaron a distintas
sesiones, y todas eran desgraciadamente, personas chantas, pero vi una en
Carcarañá que no me voy a olvidar nunca. Era la primera sesión que iba allí,
eran unas veinticinco, treinta personas aproximadamente y a mí no me conocía
nadie, y el que dirigía la sesión, de apellido Moriggi, dijo: “Uno de los que están presentes aquí esta
noche pasará al frente y va a dirigir la sesión”, recordó.
Manos fotografiadas con la Cámara Kirlian. |
"Hay que dar para recibir", repetía Döhle. |
“Perdone, pero yo no me llamo Juan
Carlos, le dije. Y me respondió: Ya lo
sé, ahora no sos Juan Carlos, pero anteriormente, el primer hijo que tuvo tu
madre, que después murió y se fue, volvió de nuevo en ti, ese se llamaba Juan
Carlos”, dijo dejando asombrados a todos.
“Allí empecé a desarrollar la
videncia, yo miraba a las personas y
automáticamente le veía todo el cuerpo y los problemas de salud que podían
tener”, dijo.
Última foto tomada por sus familiares, al investigador Hugo Döhle, días antes de su fallecimiento. |
Döhle era un gran lector, era apasionado por todo lo que era astrología, fenómeno
Ovni, civilizaciones perdidas, los poderes de la mente y dimensiones ocultas. Era
muy querido en Roldán, porque fue integrante de la Cooperadora policial, de la Cooperadora
del hospital, participó en varias asociaciones, pero siempre dando a la gente y
sacando de su bolsillo, por eso nunca llegó a ningún puesto importante, no era
conveniente. Pero siempre decía, “hay
que dar para recibir”.
"Hay vida después de la vida. La muerte no existe, no hay que temerle a la muerte para nada", nos enseñó Döhle. |
Mil cosas podrían decirse acerca
de Hugo Döhle pero lo mejor es finalizar con algunas de sus reflexiones: “A
aquellos que dicen que cuando uno se muere, se terminó la vida, les digo, no. Hay vida después de la vida. La muerte no
existe, no hay que temerle a la muerte para nada”, reflexionó.
Por Alberto Seoane
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