Se trata de la
matanza de 20 integrantes de la tribu tagaeri-taromenani y el secuestro de dos
niñas.
La petrolera Texaco muy pronto explotará
pozos de petróleo en el territorio que habitaban estos indígenas.
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Un integrante de los tagaeri-taromenani muerto a lanzazos por rechazar contactar con otras tribus. |
El lanzamiento del libro Una tragedia
ocultada, revive la matanza de al menos 20 miembros de una tribu
amazónica no contactada y el secuestro de dos niñas, de 3 y 7
años, tomadas como trofeos de guerra, ha sembrado la polémica en
Ecuador. En más de 220 páginas, la publicación cuenta cómo los agresores se adentraron en la selva y realizaron una cacería humana
el pasado 30 de marzo de 2013. Se titula Una tragedia ocultada, justamente porque
–según sus autores- el Estado ha puesto
un velo de misterio sobre este hecho y hasta ahora no ha sancionado a los
culpables. Como remate, un amago de censura de la obra por parte de la
Defensoría del Pueblo ha desatado la indignación.
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Los waorani, autores de la matanza de sus vecinos nómadas en el Parque Yasuní. |
Los atacantes fueron los waorani, pueblo
que fue contactado por una misión evangélica en los cincuenta, el Instituto Lingüístico de Verano, poco antes de que la petrolera Texaco
entrara a sus territorios ancestrales. La evidencia son las fotos que ellos
mismos se sacaron durante la expedición y que luego circularon como una prueba de
su hazaña. Las víctimas eran miembros de
los tagaeri-taromenani, pueblos nómadas que han rechazado el contacto con la
civilización occidental y que viven en las profundidades de la Amazonía.
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Miguel Ángel Cabodevilla, el sacerdote capuchino que denunció la masacre selvática. |
No
era la primera vez que estos pueblos se enfrentaban. La matanza de marzo pasado
tuvo un antecedente el 26 de mayo de 2003,
cuando los waorani dieron con la casa de los tagaeri-taromenani y nueve de ellos, ajusticiaron
a 10 mujeres y cinco niños con armas de fuego y lanzas. La noticia
trascendió las fronteras de la selva, pero el Estado ecuatoriano se mantuvo al
margen.
Conflicto permanente para quitarles las tierras
Los Taromenani y los Tagaeri son los dos únicos pueblos amazónicos del Ecuador que rechazan el contacto con la "civilización" y tienen que enfrentarse también con los blancos que están
detrás de la explotación petrolera y la tala ilegal en el Parque Nacional
Yasuní. De hecho, el 28 de octubre de 2002 murieron lanceados dos madereros ilegales. El 11 de setiembre de 2005, el maderero ilegal Johnny España falleció lanceado por indígenas aislados, a pocos kilómetros del límite del Parque Nacional, tenía clavadas 35 lanzas. El 12 de abril de 2006, el maderero William Angulo murió con nueve lanzas clavadas tras ser atacado en la selva por indígenas desconocidos.
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Las lanzas clavadas en los cuerpos de los taromenanis eran de procedencia waorani. |
El 15 de febrero del 2008, autoridades del Ecuador acordaron investigar
un reporte que indicaba que cinco
miembros de los Taromenanis y Tagaeris fueron asesinados por taladores
ilegales, sin embargo no se ha llegado a ninguna conclusión por parte del Estado
Ecuatoriano. El 2 de marzo de 2008 el maderero Luis Castellanos, de 37 años, falleció luego de ser lanceado en el asentamiento Armadillo. El 10 de setiembre de 2009, Sandra Zavala y sus dos hijos de 18 y 12 años murieron en un ataque con lanzas cerca de la Plataforma petrolera Hormiguero Sur. El 5 de marzo de 2013 el waorani Ompure Omehuay y su esposa mueren tras ser atacados y lanceados muy cerca del Parque Nacional. Se le adjudica la culpa a los taromenani y por ello se desató la masacre del 30 de marzo.
La comunidad
waorani argumentó que manejaría todo bajo sus leyes y que perdonaba a los asesinos por ser la primera vez. Nunca se supo el
origen de las armas y el fiscal encargado del caso hizo un informe en el que
llegó a argumentar que las víctimas
–tribus no contactadas- no tenían un documento de identificación y, por tanto,
no era posible avanzar en la investigación.
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El Parque Nacional Yasuní donde el gobierno ecuatoriano licitará áreas para la explotación de petróleo. |
El libro Una tragedia ocultada
quiere que la segunda matanza de los tagaeri-taromenani no quede impune, por
eso en sus primeras páginas se señala
con contundencia que han pasado más de seis meses y que hasta ahora no ha
habido una explicación oficial sobre las muertes de marzo pasado.
El sacerdote navarro Miguel
Ángel Cabodevilla, es uno de los autores del libro y quizás el mayor conocedor de las tribus de la
zona por su labor de misionero capuchino en la Amazonía desde 1984 cuando llegó a Ecuador, sugiere que hay más
interés en silenciar los pormenores de la matanza que en desvelarla. "A mí me parece ilógico que en un
sitio tan pequeñito, donde todos se conocen, donde todos saben qué hizo el
otro, no se haya averiguado nada", dijo a la prensa.
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Cabodevilla hizo la denuncia de la matanza que está impune y la justicia ecuatoriana intentó impedir la venta del libro. |
A Cabodevilla también le preocupa el
mensaje que se está mandando a los secuestradores de las niñas taromenani-tagaeri, de cinco y ocho años.
"Si a un secuestrador, el Estado le
permite quedarse con las niñas raptadas, la mente de ese señor no va entender
cuál es la ley ecuatoriana, la situación de las niñas debería llamar la
atención", dice el misionero.
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Los 20 tagaeri-taromenani fueron asesinados el 30 de marzo de este año y aún no se detuvo a nadie. Vivían donde ahora se están instalando multinacionales petroleras. |
La matanza de las personas no contactadas,
muchos de ellos niños, aumenta la polémica por la supervivencia de estos
pueblos. En esta discusión también está la inminente explotación de los dos
bloques petroleros del Parque Yasuní, que se debate en el órgano legislativo de
Ecuador desde el 15 de agosto. Los
taromenani-tagaeri viven en una parte de esta reserva natural, en una zona
declarada intangible en 1999, aunque sus límites se fijaron en 2007. Los
pozos petroleros que se abrirán están en los bordes de esta área. El movimiento
indígena Pachakutik se opone a la explotación en el Parque Nacional.
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Algunos integrantes de la tribu ecuatoriana de los Tagaeri, que rechazan el contacto con otros pueblos. |
El día del lanzamiento
de Una tragedia ocultada, llegó hasta el
lugar del acto una providencia judicial que prohibía su distribución. Este
documento había sido firmado 15 minutos antes y los asistentes en seguida
calificaron la acción judicial de "censura". La resolución había sido
motivada por la Defensoría del Pueblo, argumentado que en la promoción del libro aparecía la foto de una de las niñas
secuestradas y que esto vulneraba sus derechos. Además había la sospecha de
que en el libro aparecían más fotografías y datos que podrían llevar a la identificación
de las niñas, pero lo cierto es que las menores aparecen con rostro velado y no
se citan sus nombres. La primera reacción en la sala tras escuchar lo que decía
el oficio judicial fue descalificar al Gobierno. "Fascista", gritó una
voz entre la audiencia. Esto se reflejó inmediatamente en las redes sociales,
donde se llegó a distribuir la versión digital del libro.
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Un manifestante protesta contra Rafael Correa por no castigar las masacres de indígenas. |
La lectura que hicieron los medios de
comunicación locales fue política y hablaban de un caso de censura inédito.
Todo cambió cuando el
presidente Rafael Correa se solidarizó con los autores del libro
por "la imposición de una ilegitima censura previa" y expresó su
desacuerdo con la acción judicial en un comunicado en cuyas líneas finales se
leía: "Quienes estamos comprometidos con la promoción de la educación, el
pensamiento y la razón no podemos silenciarnos ante la censura, desde ningún
punto de vista".
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Cabodevilla denunció que desde el 30 de marzo, el gobierno no investigó nada y trata de ocultar la tragedia en la selva. |
La Defensoría del Pueblo se limitó a subir
un comunicado en su portal en el que indicaba que sus competencias eran la
promoción y defensa de los derechos humanos y que había solicitado la medida
cautelar porque las niñas en cuestión
están dentro del Sistema de Protección a Víctimas y Testigos de la Fiscalía y
que por esto ni su nombre ni su imagen pueden aparecer en un medio de difusión
masivo.
Las críticas contra este organismo de
Derechos Humanos no se hicieron esperar, sobre todo, porque hasta ahora no se
había pronunciado sobre la matanza de los clanes no contactados ni sobre el
secuestro de las niñas sobrevivientes. Gina
Benavides, coordinadora del Programa de Derechos Humanos en la Universidad
Andina Simón Bolívar, dijo que le sorprendió la actuación de la justicia y más
de la Defensoría del Pueblo. "La
Defensoría no ha dicho nada sobre que las niñas sigan en manos de sus captores
y es cuestionable que vaya en contra de los derechos de las personas que
quieren difundir la situación de las comunidades indígenas y de las niñas
raptadas".
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El presidente Correa entregó áreas del Parque Nacional Yasuní para la explotación por Texaco,
Petrobrás y Repsol, entre otras empresas. |
Con toda esta presión social y política, la Defensoría del Pueblo no tuvo más remedio que
recular. El viernes 27
de setiembre, su delegado se reunió con los autores del libro y cuando se
comprobó que en la portada no salía la foto de una de las niñas y que en las
páginas interiores se ocultaba su rostro y sus datos, pidió la revocatoria de
las medidas cautelares. El libro ya está en las librerías.
Milagros
Aguirre,
periodista y coautora del libro, lamentó durante estos días que la polémica se
armara en torno a la censura de la publicación, cuando su intención era que la sociedad discuta sobre la matanza de los
taromenani-tagaeri y que el Estado cumpla con el mandato de proteger a estos
pueblos en aislamiento voluntario, que son una riqueza etnológica.
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Sudamérica es la región con más pueblos no contactados del mundo. |
El primer efecto de la publicación del
libro ha sido la citación del misionero capuchino a la Fiscalía General. Su
testimonio y toda la documentación que reunió para escribir el libro serían
claves dentro de la investigación. Cabodevilla ha prestado declaración y espera que su aporte sirva para
esclarecer el caso, que lleva parado seis meses.
Se
estima que existen unos 150 a 300
Taromenanis y unos 20 a 30 Tagaeris, que aún mantienen el nomadismo en las
pluviselvas, practicando su cultura ancestral. Los Tagaeri hasta hace poco eran parte de los Waorani, descienden de Taga, un waorani que en 1956, cuando fueron asesinados cinco misioneros estadounidenses, junto con otros 40 de su tribu, se adentraron en lo profundo de la selva para no tener contacto con la "civilización". El 21 de julio de 1987 el obispo Alejandro Labaka y la monja Inés Arango se descolgaron desde un helicóptero en lo más profundo de la selva, cerca del río Tigüino para "evangelizar" a las tribus aisladas. Murieron ambos acribillados a lanzazos por los Tagaeri que deseaban seguir viviendo libres en su selva.
Para mayor información sobre tribus no contactadas en Ecuador y en el resto del mundo vea el siguiente informe:
Los no contactados
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