Todo
comenzó con un reposado número musical interpretado por la orquesta de la
estación dirigida por el maestro Ramón Raquello que entre otros temas, interpretó el tango La
Cumparsita. De pronto, un falso noticiario alertó de inusuales explosiones
en el planeta Marte, tal como en la novela. La emisión
empezaba así: "Señoras y señores, les presentamos el último boletín de
Intercontinental Radio News. A las 7.40 PM. el profesor Farrell del Observatorio de Mount Jennings de Chicago, Illinois informa que ha observado algunas explosiones de gas incandescente en el planeta
Marte que se suceden a intérvalos regulares".
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Welles durante la histórica transmisión
radial. |
Entonces
se oyó la voz de un respetado astrónomo -encarnado por el propio Welles-, quien
declaró que no había nada de qué preocuparse. Más tarde, en otra interrupción
en el programa, con la intervención del profesor Pearson (Welles), de la
Universidad de Princeton, sembró el pánico con el anuncio de "explosiones de gas en el planeta
Marte". Después siguió la orquesta con el resto del tema instrumental La Cumparsita, luego Polvo de estrellas y una supuesta entrevista al Profesor Pearson. A los pocos minutos llegó la supuesta muerte de 1.500 personas a causa del
choque de un meteorito contra la Tierra, en realidad, el cilindro metálico
en el que viajaban los marcianos.
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Ilustración de la novela de H. G. Wells con la llegada de los marcianos a nuestro planeta. |
Inmediatamente, en la emisora pasaban a la banda de música supuestamente
desde el Hotel Meridian Park Plaza, y periódicamente la interrumpían para informar de la
ficticia invasión marciana. Una de las
intervenciones del personaje Carl Philips desde Grovers Mill, Nueva Jersey,
era:
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Welles, con 23 años, saltó a la fama luego de sembrar el pánico en los Estados Unidos. |
“Señoras y señores, esto es lo más terrorífico que nunca he
presenciado... ¡Espera un minuto! Alguien está avanzando desde el fondo del
hoyo. Alguien... o algo. Puedo ver
escudriñando desde ese hoyo negro dos discos luminosos... ¿Son ojos? Puede que
sean una cara. Puede que sea...”
Se
sigue interrumpiendo la programación para narrar la caída de más meteoritos que
en realidad son las naves de los marcianos que derrotarían a las fuerzas norteamericanas
usando una especie de "rayo de calor" y gases venenosos.
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Una de las ediciones en español de La Guerra de los Mundos de H. G. Wells. |
La introducción del programa explicaba que se trataba
de una dramatización de la obra de H. G. Wells; en el minuto 40:30 aproximadamente aparecía el segundo mensaje
aclaratorio, seguido de la narración en tercera persona de Orson Welles,
quince minutos después de la alarma general del país, que llegó a creer que
estaba siendo invadido.
Para crear esta angustiosa
atmósfera, Welles contó con la ayuda del guionista Howard Koch, a quien le dijo: "Dramatiza
esto (la novela de Wells) en forma de boletín de noticias, como si estuviera
ocurriendo ahora mismo". Koch no era un cualquiera. Escribió el guión
de Casablanca cuatro años después.
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Un oyente armado espera la llegada de los extraterrestres, en Nueva Jersey, foto del 30 de octubre de 1938. |
El programa duró casi 58 minutos: los primeros cuarenta correspondieron al falso noticiario, que
terminaba con el locutor en la azotea de la CBS falleciendo a causa de los
gases y seguía con la narración en tercera persona del profesor Pierson, que
describía la muerte de los invasores.
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Escena del filme del 2005 basado en la novela de H. G. Wells. |
La
historia "fue realizada con tal
sensación de realismo que innumerables personas creyeron en la efectividad de
esas fantásticas noticias". En los boletines del programa se daba
cuenta de combates entre las Fuerzas Armadas estadounidenses y los invasores en
las calles de Nueva Jersey. Se cuenta que en
ese delirio, un hombre entró a un teatro dando gritos de alarma y en menos de
tres minutos el público huyó del lugar como pudo. Cientos de personas se
lanzaron en auto para escapar de la ciudad. En un edificio, treinta
familias se organizaron para la fuga "con la cabeza y cara envueltas en
toallas húmedas para librarse de los gases venenosos".
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Orson Welles en el estudio de la CBS en octubre de 1938. |
Pocas
veces tuvo el miedo tal efecto expansivo. Una
radio de Utah informó que numerosas familias estaban alistándose a evacuar la
ciudad; la policía de Filadelfia reportaría luego unas tres mil llamadas de
emergencia y la central de una emisora otras cuatro mil; el dueño de un hotel
de esa ciudad denunciaría que todos sus huéspedes huyeron aterrados por el
ataque.
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En la localidad de Concrete, Washington, en el momento en que el supuesto reportero moría, hubo un apagón que sobresaltó a todos los oyentes. |
El peor susto, sin embargo, debió ser el que se llevaron los
habitantes de Concrete, en el estado de Washington: en el momento en que el
supuesto reportero se despedía de la vida, un apagón sobresaltó a toda la
ciudad. "Los radioescuchas, olvidando de que se trataba de una
dramatización, se alarmaron y comenzaron a llamar por teléfono a sus amigos y
darse las voces de una casa a otra, creciendo progresivamente la
excitación", indica la nota aparecida al día siguiente. Hasta los que no habían escuchado el
programa cayeron en la corriente de pánico. Todos querían huir a las montañas. Otras personas
se escondieron en los sótanos, con la esperanza de que el gas venenoso no
accediera a ellos. Todos y cada una de estas personas estaban convencidas que
realmente se trataba de una verdadera invasión extraterrestre.
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El Mercury Theatre transmitiendo La Guerra de los Mundos en la noche del 30 de octubre de 1938. |
La
congestión de las líneas telefónicas y otros percances técnicos alimentaron el
caos. Cuando los encargados de la CBS se dieron cuenta de la crisis, lanzaron
llamados a la calma, pero la psicosis duró un buen rato más. Hasta en cuatro oportunidades se había
advertido a los radioescuchas de que se trataba de una ficción, o eso es lo que
dijo la cadena para librarse de responsabilidades. En cualquier caso, pocos
escucharon la advertencia de que se trataba de una novela radial y la mayoría se
dejó llevar por la reacción en cadena.
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Las naves marcianas solo existían en la imaginación de los radioescuchas. |
Los fenómenos de histeria colectiva que se dieron
durante la emisión del programa ya entraron en la historia del poder de los
medios de comunicación: "Miré desde la ventana y todo parecía
normal. Se ve -pensé- que todavía no llegaron a este barrio…",
explicaba un oyente, pocas semanas más tarde, frente a un investigador. Miles de personas, desde Nueva Jersey hasta
los pequeños pueblitos del Medio Oeste, trataron de huir de los marcianos que
mataban a todos los seres vivientes con el gas «amarillo-verdoso». El
hiperrealismo de la transmisión, los boletines de guerra perfectamente
construidos y el uso de formas coloquiales hicieron posible un fenómeno que
todavía hoy sigue siendo utilizado como ejemplo por los teóricos de la
manipulación mediática.
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Se calcula que más de un millón de personas creyeron la novela de ciencia ficción de H. G. Wells que Orson Welles recreó durante casi 60 minutos. |
La envergadura del pánico provocado difiere según los
expertos. Según un estudio publicado diez años después por la Universidad de
Princeton, aproximadamente seis millones de personas
escucharon la adaptación de La Guerra de los Mundos, de ellas, más de un millón de personas fueron afectados de
alguna forma.
La reacción gregaria fue en todo caso de amplitud
suficiente como para que al día siguiente el diario New York Times titulase en primera plana: “Radioescuchas en pánico tras tomar teatralización de guerra como un
hecho”.
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Al día siguiente, Orson Welles pidió disculpas a la audiencia por el pánico que causó. |
Al día siguiente de la transmisión, los periódicos informaban de suicidios y ataques al corazón de personas
aterrorizadas. Incluso Welles con su adaptación hizo elevar un 40 por ciento las llamadas telefónicas entre familiares
en la hora que duró la transmisión, preocupados por su situación. Otros
cientos de personas que escucharon que se trataba de una novela se comunicaron
a la
Columbia para
felicitarla por su excitante programa de Halloween,
además de que centenares de escuchas se
llamaron para comentar el asombroso despliegue de aptitudes de Orson Welles y
su equipo.
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La primera página del New York Times del 31 de octubre, con el título "Radioescuchas en pánico tras tomar teatralización de guerra como un hecho" y a la izquierda Welles, el causante del pánico. |
Algunos
maliciosos, sugirieron que se había tratado de una maniobra psicosocial. "El Departamento de Guerra no podría
haber inventado nada más barato para hacer un experimento sobre la amplitud de
las emociones producidas por informes falsos y aterradores", dijo un
profesor de la Universidad de Long Island. Las disculpas de la estación no
fueron suficientes: una comisión federal anunció que investigaría lo ocurrido
para determinar si era hora de imponer regulaciones.
"Recuerden
en los próximos días la terrible lección que han aprendido esta noche: (...) si
su timbre suena y no hay nadie allí, no era ningún marciano, esto es
Halloween".
Así despidió el genio de Welles el espacio, que acababa de hacer historia.
El joven Orson Welles
A la edad de diez años, mientras estudiaba su primaria en
Madison (Wisconsin), Welles se dedicó a ofrecer presentaciones escolares y
dirigió y protagonizó su primera representación teatral, El extraño caso del
doctor Jekill y Míster Hyde.
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Casa donde nació Orson Welles el 6 de mayo
de 1915, en Kenosha, Wisconsin. |
Welles, era un desconocido
joven de 23 años que provocó el caos en 1938. Esa noche del 30 de octubre había nacido uno de los
cineastas más importantes e influyentes del siglo XX. Él y sus compañeros del
Teatro Mercury de Nueva York, lamentaron poco después que su fantasía hubiese
provocado "algo de aprensión", pero la transmisión convirtió a Welles en una celebridad, lo catapultó a
Hollywood lo que llevó a la RKO Pictures a contratarle en 1939 con plena libertad para escribir,
producir y dirigir dos películas.
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Estreno de Ciudadano Kane en 1941, Orson Welles acompañado por la famosa actriz mexicana Dolores del Río. |
Así dio origen a su ópera prima, Citizen
Kane o El Ciudadano (1941),
citada a menudo como la mejor película de la historia. Estaba basada en la vida de William
Randolph Hearst, magnate de la prensa, propietario de dos importantes
periódicos. Hearst intentó prohibir la proyección, pero se estrenó en 1941 con gran éxito de crítica, aunque
no de taquilla, debido a las trabas que tuvo en la distribución, promovidas por
el propio Hearst.
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El Daily News informa sobre el terror que sembró Welles con su transmisión de la falsa invasión. |
Orson Welles, desde noviembre de 1934 estaba casado
con la actriz Virginia Nicolson (1916-1996) y con el tiempo, Welles había
adquirido cierto prestigio cuando fundó en 1937 el Mercury Theatre donde Welles
se convirtió en productor ejecutivo dramatizando algunas obras teatrales, la
primera fue la tragedia Julio César,
de William Shakespeare, y simultáneamente trabajaba en diversas radios
adaptando Hamlet, como si fuera un
radioteatro, luego siguió Los Miserables en programas de radio, que
marcó el debut del Mercury Theatre en radio. De modo que en julio de 1938 el Columbia Broadcasting System (CBS) le ofreció
realizar un programa semanal en la cadena dramatizando obras. De este modo,
Howard Koch, adaptaba obras como Drácula
o El Conde de Montecristo y Welles las interpretaba. En la emisión de La
Guerra de los Mundos Welles interpretaba al profesor Pierson, el científico
que explicaba lo ocurrido, mientras que también participaba un actor imitando
al periodista Carl Philips.
Los oyentes que sintonizaron la emisión y no
escucharon la introducción pensaron que se trataba de una emisión real de
noticias, lo cual provocó el pánico en las calles de Nueva York y Nueva Jersey
(donde supuestamente se habrían originado los informes). Las comisarías y las redacciones de noticias estaban bloqueadas por las
llamadas de oyentes aterrorizados y desesperados que intentaban protegerse de
los ficticios ataques con gas de los marcianos. Al día siguiente saltaron
protestas exigiendo responsabilidades, la cabeza de Orson Welles y una
explicación, de modo que el propio Orson Wells pidió perdón por la broma de
Halloween, considerada una burla por los oyentes.
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Un programa radial reunió semanas después a Herbert George Wells y a Orson Welles quienes hablaron sobre la adaptación de la novela que había impactado a la audiencia. |
La histeria colectiva demostró el
poder de los medios masivos de comunicación, y este curioso episodio llegó
incluso a oídos de Adolf Hitler: "Es la evidencia de la decadencia y la
condición corrupta de la democracia", dijo.
El
episodio incomodó incluso al autor de la historia original Herbert George Wells, quien había vendido los derechos a la CBS. "No he dado permiso alguno para que en
la obra se introdujesen alteraciones que pudiesen inducir a la creencia de que
se trataba de hechos reales", aclaró. Semanas después, un programa
radial reunió a novelista y dramaturgo para comentar, ya entre bromas, lo que
había pasado. Eso tampoco bastó. Medio
siglo después surgiría la hipótesis de que todo había sido parte de una
conspiración.
La transmisión
de Santiago de Chile
El 13 de noviembre de 1944, es
decir, seis años y 14 días después del programa de Orson Welles, la población
de Santiago, en Chile, cayó en el mismo engaño, cuando una emisora decidió
repetir la transmisión haciendo que la gente tuviera un pánico similar.
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La radio Cooperativa Vitalicia la noche del 13 de noviembre de 1944 sembró el pánico en Santiago de Chile. |
"¡Se acercan
los enemigos que descienden desde Marte en gigantescos paracaídas!". Los chilenos que
sintonizaban el CB 76 de la radio Cooperativa Vitalicia la noche del domingo 13
de noviembre de 1944 quedaron con el corazón en la mano. Por cada segundo que
pasaba las informaciones sumaban preocupación. El lugar elegido para la
invasión era Puente Alto, al sur de Santiago: "¡Hay 400 carabineros heridos en Puente Alto!" decía la voz
del locutor, que añadía que el ministro de Defensa movilizaba tropas para defender
al país. Pocos comprendían qué sucedía.
Decenas de personas salieron a las
calles para verificar si lo que decía la transmisión era cierto. Otras
escaparon hacia el centro de la capital en busca de refugio, mientras los aterradores informes hablaban de la
explosión de polvorines militares, bombardeos y destrucción de diversas
ciudades. En medio del caos, muchos comentaban que en realidad Chile estaba
siendo atacado por sus vecinos, los argentinos.
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Tapa original del libro La Guerra de los mundos de H. G. Wells. |
Hubo un gobernador de una provincia chilena que telegrafió al Ministerio
de Guerra, avisando que había puesto en
pie de batalla a sus tropas, con el emplazamiento de cañones para oponerse a
los invasores marcianos. Varias personas murieron del susto, como José
Villarroel, un electricista de Valparaíso, que murió de un infarto al escuchar
la noticia de la supuesta invasión extraterrestre.
Todo comenzó a las 21.30 horas de
ese día. Cooperativa Vitalicia, una radio con sede en Santiago, había
anticipado hasta en la prensa gráfica que esa noche iba a difundir una
adaptación del clásico de Herbert George Wells La
guerra de los mundos, el clásico relato de una invasión marciana a
la Tierra. Al parecer, pocos se dieron por enterados: las escenas de espanto se repitieron entre quienes creyeron a pie
juntillas que la radio estaba informando una conflagración. Incluso la gente levantó barricadas en las calles con
el propósito de salvaguardar sus hogares de la supuesta invasión marciana que
nunca llegó.
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En 1944 los chilenos levantaron barricadas en las calles con el propósito de salvaguardar sus hogares de la supuesta invasión marciana que nunca llegó. |
Los precarios servicios telefónicos
de esos años colapsaron. Era imposible
la comunicación entre diversas ciudades y hasta algunas autoridades pedían más
información sobre la invasión extraterrestre. En el diario El Mercurio se recibieron cientos de llamados inquiriendo más
noticias sobre el hecho y muchos médicos debieron atender a numerosas víctimas
del pánico colectivo.
Una norma de 1943 disponía que "se prohíbe terminantemente la
trasmisión de programas de carácter sensacionalista que puedan producir alarma
en el público". Así, esa misma noche, varios empleados de Radio
Cooperativa de Santiago, entre ellos el conocido locutor Renato Deformes, fueron brevemente detenidos por la policía. Mil
pesos era la multa máxima por violar la norma. No era poco en esos años, pero
tampoco era mucho.
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La Guerra de los Mundos incluso fue llevada a la historieta por la Editorial Novaro. |
Vuelta la calma y la luz del día,
con las ciudades intactas y los regimientos en sus cuarteles, la emisora
publicó una larga explicación en la prensa señalando que se trataba de
presentar una obra universalmente conocida "como una demostración de la capacidad artística y técnica de la
radiotelefonía chilena y que, conocido el carácter sensacional del argumento,
se anunció profusamente con un mes de anticipación, así como antes, en la mitad
y al finalizar la trasmisión". Aducía la radio que en esos anuncios se
advertía sobre el "carácter imaginativo y fantástico de la obra,
recomendando a las personas de temperamento impresionable no escuchar la
trasmisión".
Al día siguiente en el
diario El Mercurio se daba cuenta de lo acontecido: "Las noticias transmitidas de la
invasión de monstruos que avanzaban hacia Santiago, destruyendo ciudades y
venciendo a las fuerzas armadas, produjo terror en quienes no estaban en
antecedentes de que se trataba de un libreto que se transmitía con fines de
propaganda, produciéndose escenas de pánico en muchos hogares, con los efectos
nefastos en la salud de
muchas personas que tuvieron que recurrir a los servicios de la Asistencia
Pública".
La tragedia de Radio Quito
El sábado 12 de febrero de 1949 a las 20 horas, en la
ciudad de Quito se llevó a cabo una adaptación similar a la de Welles, en Radio
Quito. La emisora era de las más prestigiosas del país. El director Leonardo Páez quiso que el radioteatro
fuese lo más real posible, y muy pocos estaban al tanto de la farsa. Un locutor
interrumpió la transmisión de un número musical en vivo para informar sobre un
supuesto objeto volador sobre las Galápagos, y más tarde, que un platillo
volador había descendido en las afueras de la ciudad. Los actores de radioteatro hablaban a través de un vaso para distorsionar
su voz, y se oían supuestas órdenes militares de fondo, y supuestos mensajes
provenientes de otras radioemisoras avisaban del peligro de una nube de gas
venenoso que se acercaba.
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El edificio de El Comercio ardiendo la noche del 12 de febrero de 1949 por haber sembrado el terror entre los habitantes de Quito. |
La transmisión contó con más de 100 actores, a los treinta minutos los oyentes salían asustados
a las calles, las iglesias comenzaron a llenarse con gente que buscaba
protección, muchos concurrieron hasta el edificio donde funcionaba la radio
y allí la gente descubrió la verdad.
Vieron a los actores simulando la invasión marciana, al darse cuenta del “engaño” se produjo una
verdadera agitación popular; primero tiraron piedras y ladrillos contra el
edificio de El Comercio (donde
funcionaba la radio y ese periódico, ubicado en el centro de la capital, apenas
a una cuadra del edificio de correos). Los aceites de la imprenta del
periódico, sumados al papel, hicieron que el incendio tomara fuerza
rápidamente. La policía, viendo que se
trataba de una burla, no socorrió a los artistas, periodistas y demás personas
del edificio, quienes intentaron ponerse a salvo saltando al techo de otro
edificio colindante. Muchos que se salvaron del fuego, además tuvieron que
escapar para no ser linchados.
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Muchísimos ecuatorianos jamás habían leído la novela de Wells. |
Los ánimos y el incendio recién se controlaron a las 3
de la mañana. Ocho personas murieron
entre las llamas, incluyendo al pianista de la radio. Hubo unos siete
heridos, entre los cuales estaba un locutor que se quemó la mitad del rostro,
quedando desfigurado de por vida. Los
daños se calcularon en 8 millones de sucres, muy por encima de los 2,5 millones
del seguro. El chileno Eduardo
Alcázar fue detenido y enjuiciado por participar en la falsa “invasión”. El
director Leonardo Páez se dio a la
fuga radicándose en Venezuela donde pasó el resto de sus días. Radio Quito
estuvo fuera del aire durante dos años, clausurada por el Gobierno, reanudando
su transmisión el 30 de abril de 1951.
La Guerra de
los Mundos llega al cine y la televisión
La Paramount era propietaria de los derechos de The War of the Worlds y decidió llevar
a la pantalla grande la novela de H. G. Wells. En 1953 Byron Haskin y George
Pal iniciaron la filmación con la participación de Gene Barry y Ann Robinson en
los roles principales. La película fue considerada la primera gran
superproducción hollywoodense dentro del género de la ciencia ficción: los efectos especiales utilizados eran el
máximo que la tecnología disponible en los estudios podía ofrecer; el apoyo
logístico por parte de las fuerzas armadas estadounidenses se confirma en las
escenas bélicas, filmadas con un imponente despliegue de medios militares
terrestres y aéreos.
La adaptación de Haskin y Pal agrega a la trama
literaria diseñada por Wells una tecnología más actualizada y situaciones
narrativas específicas de la lógica del cine de Hollywood. A diferencia de la
victoriana historia contada por el inglés, en la versión cinematográfica de The War of the Worlds al personaje
central (el joven Clayton Forrester) se suma una bella joven (Sylvia Van Buren)
que lo acompañará en sus desplazamientos por los campos de batalla. La película
retoma no pocos elementos de la producción bélica de la posguerra y no ahorra
tecnología terrestre a la hora de frenar el ataque marciano; llegado el
momento, los militares no dudan en
lanzar una bomba atómica a pocos kilómetros de Los Ángeles.
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Gene Barry y Ann Robinson, en una escena de la versión La Guerra de los Mundos de 1953. |
Al principio los técnicos de Hollywood trataron de
reproducir los gigantescos trípodes descriptos por H. G. Wells, pero la idea
fue posteriormente descartada para desarrollar
las astronaves con forma de manta raya, una versión estilizada del clásico platillo
volador. Un tentáculo superior lanzaba el fastidioso «rayo calórico». No
debemos olvidar que la nave alienígena con forma de plato invertido ya había
entrado en el imaginario popular, especialmente a partir de los cada vez más
frecuentes avistamientos de discos volantes en los primeros años de la
posguerra. La realización del marciano –hecho de goma y papel pintado– y la
reconstrucción dentro de los estudios de la ciudad de Los Angeles –necesaria
para filmar las escenas finales– son otros dos puntos a favor de los efectos
especiales de The War of the Worlds. Uno de los dos directores de The
War of the Worlds, George Pal, volverá a la obra de H. G. Wells para filmar
una interesante versión de The Time Machine en 1959 con Rod Taylor.
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La noche en que América entró en pánico fue una estupenda reconstrucción televisiva de lo sucedido en la noche del 30 de octubre de 1938. |
En 1975 fue realizada The Night that Panicked America (La
noche en que América entró en pánico), una estupenda reconstrucción
televisiva de la radiotransmisión de Welles dirigida por Joseph Sargent y
guionada, una vez más, por Howard Koch. Entre los actores se encuentran Vic
Morrow, Cliff De Young, Paul Shenar (en el papel de Orson Welles) y Joshua
Bryant como Howard Koch.
Luego, aterriza en la pantalla chica con la serie
televisiva The War of the Worlds (Herbert Wright, 1988-89) donde se parte
de una inquietante hipótesis: la invasión descripta por H. G. Wells en 1898,
así como el largometraje de Haskin y Pal de 1953, no fueron otra cosa que
narraciones de sucesos verdaderamente acaecidos. También la transmisión de
Orson Welles fue un intento por parte del gobierno estadounidense de cubrir, a
través de la ficcionalización, una invasión real de tropas alienígenas. La
cabeza de playa marciana en Grover's Mill no fue destruida por las bacterias
terrestres –como explicó a sus aterrorizados oyentes Orson Welles– sino por un
puñado de valerosos combatientes de la Grover's Mill Militia. La genialidad de
Welles consistió en hacer olvidar la verdadera invasión, obligando a varias
generaciones de norteamericanos a focalizar sus discursos en los entretelones
de la transmisión radial.
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Tres de los protagonistas de la serie televisiva que duró dos temporadas. |
En la serie, toda
la población ha sufrido una pérdida de memoria colectiva que la ha llevado a
olvidar esos dramáticos sucesos. El gobierno se encargó de cubrir
rápidamente las evidencias físicas de los combates; en pocos meses varias
ciudades fueron reconstruidas para proteger la salud mental de sus habitantes.
Los investigadores han pensado varias teorías: algunos sostienen que los
marcianos poseen potentes medios para cancelar la memoria colectiva; otros
dicen que fueron los mismos humanos, en un gesto de autoprotección, los que
borraron su propia memoria.
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Los marcianos de la serie televisiva War of the Worlds (1988-89). |
Esta serie televisiva –también conocida como The War of the Worlds: The Second Invasion–
afortunadamente duró sólo dos temporadas. Durante la primera (1988-89), se
explica el despertar de algunos
marcianos «muertos» conservados por los gobiernos de los Estados Unidos y
Canadá en unos contenedores metálicos. La historia comienza en la base
militar de Fort Jerico (Nevada), donde los contenedores han sido almacenados
junto a algunos restos radioactivos que, con el correr de los años, aniquilaron
las bacterias responsables de la derrota alienígena. Cuando los refuerzos
militares llegan a la base el panorama es desolador: seis contenedores están vacíos y más de 300 contenedores han
desaparecido junto a otros tantos recipientes que contienen el material
radioactivo necesario para revivir a los otros cuerpos marcianos. El grupo
dirigido por el Dr. Harrison Blackwood –compuesto por la microbióloga Suzanne
McCullough, el experto informático Norton Drake y el coronel Paul Ironhorse–
luchará episodio tras episodio para evitar el contraataque marciano.
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Imagen de presentación de la serie televisiva mostrando la mano marciana con tres dedos. |
A diferencia de la obra de Wells, los marcianos
televisivos –que se caracterizan por invadir los cuerpos humanos a través de un
proceso osmótico– presentan un ciclo biológico inspirado en la filmografía de
los años '50. La situación de los alienígenas no es de las mejores, ya que la
misma radiación que los ha revivido comienza a consumar sus cuerpos replicados:
«todos los análisis demuestran que el
alto nivel de radiación, necesario para protegernos de las bacterias existentes
en este planeta, provoca un recalentamiento de nuestro metabolismo. Una especie
necesita tiempo para adaptarse al nuevo ambiente», explica uno de los
marcianos resucitados. Mientras tanto decenas
de ciudadanos son trasladados a Beeton (California), un pueblito perdido donde
los marcianos depositan alienígenas en espera de que lleguen nuevos y frescos
cuerpos humanos para reemplazarlos.
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Escena de la película de 1953 donde se ven tres naves marcianas atacando una ciudad. |
Los marcianos también operan en el frente tecnológico
recuperando electrodomésticos y otros inocentes artefactos terrestres para
construir armas y sofisticados instrumentos. En Nueva Jersey algunos
alienígenas son identificados mientras buscan –con un aparato construido a
partir de una aspiradora– una nave enterrada durante la invasión del 1938; otro
grupo trata de recuperar algunos equipos conservados en el hangar 15 de la
Kellogue Air Force Base desde la derrota de 1953. Una central eléctrica de San
Francisco se transforma en una especie
de destilería que convierte los cerebros humanos en un potente medicamento para
los marcianos enfermos. En la segunda temporada (1989-90) se produce una
nueva invasión a la Tierra y al grupo de Blackwood se agrega el mercenario John
Kincaid, el cual se encarga de organizar las operaciones militares en un
escenario post-apocalíptico. Pero a estas alturas los guionistas de esta
mediocre serie televisiva estaban a años luz del espíritu que animaba a H. G.
Wells.
Luego le llegó el turno a Steven Spielberg en 2005 con otra recreación de La Guerra de los Mundos,
una superproducción con Tom Cruise
que no estuvo a la altura de las circunstancias y no logró superar la calidad
de la versión de 1953.
Otras
adaptaciones
Muchos años después de octubre de 1938, en 1998 y con
motivo del 60º aniversario de la histórica transmisión de La guerra de los
mundos, dos emisoras de radio, una
en Portugal y otra en México, emularon a Orson Welles transmitiendo de nuevo
una versión contemporánea, con los mismos resultados entre los radioyentes, preocupados
por lo que escuchaban.
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Poster de la remake de 2005 de Steven Spielberg. |
60 años después de la histórica emisión de Welles, en México, la emisora de radio XEART, la
señal 152 en el estado central de Morelos, fue la que transmitió una de las
versiones, producida y adaptada por el divulgador científico mexicano Andrés Eloy Martínez Rojas, con gran
éxito. A los pocos minutos de comenzar
el programa, las líneas telefónicas de la radio se llenaron de llamadas de
oyentes alarmados por lo que estaban escuchando, pese a ser advertidos que
se trataba de una ficción.
El gobierno de México procedió, ante los rumores generados, a una búsqueda
exhaustiva de los restos de un supuesto meteorito.
Conclusión
Según los más conspiranoicos, la
emisión de Orson Welles de La Guerra de los Mundos fue
financiada indirectamente por la Fundación Rockefeller a través de “The
Princeton Radio Project” y supervisado por los miembros del
Consejo de Relaciones Exteriores (CFR). La Universidad de Princeton, bajo la
supervisión del psicólogo Dr. Paul F.
Lazarsfeld, Frank Stanton
(después jefe de la CBS Radio y Televisión) y el Dr. Hadley Cantril, contrató a Orson Welles para que adaptase el famoso
libro de H.G. Wells La guerra de los mundos para
el formato de radio con el fin de estudiar
el comportamiento de los ciudadanos en condiciones de emergencia.
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La transmisión de Orson Welles fue un experimento secreto del CFR para estudiar el comportamiento de los ciudadanos en condiciones de emergencia. |
En mitad de la transmisión de
Welles, apareció en la radio Davidson Taylor
supervisor de la CBS que quería que Welles interrumpiera la transmisión, y
tranquilizara a los oyentes que saturaban las líneas telefónicas. Welles se
opuso, diciendo que ya habían advertido que se trataba de una ficción.
No sólo se trataba de crear el pánico
ante una ficticia invasión extraterrestre, el programa fue diseñado
con la intención de crear verdadero terror.
Debe considerarse la emisión de La Guerra de los Mundos como
la inauguración de la penetración de los medios en la conducta humana. Se demostró que los medios masivos de
comunicación tenían la capacidad de distorsionar la percepción del público.