El terremoto y el posterior tsunami dejaron 18.500 muertos o desaparecidos y causó un accidente nuclear cuyos efectos
siguen siendo visibles. Los altos niveles de radiación hacen que seis
municipios sean todavía inhabitables. Más de 600 chicos padecen los efectos de
la radioactividad. A finales de diciembre de 2015 se detectaron 16 nuevos casos
confirmados en Koriyama, una ciudad 50 kilómetros al sur de la central nuclear
de Fukushima. Estos enfermos tenían edades comprendidas entre los seis y los 18
años cuando sucedió la tragedia de la central nuclear.
Homenaje de los operarios que trabajan en la reconstrucción a las víctimas de Fukushima al cumplirse el quinto aniversario. |
Además
de arrasar cientos de kilómetros del litoral, destruir y dañar más de un millón
de casas y cientos de miles de vehículos,
golpeó a la central nuclear de Fukushima 1, donde se fundieron total o
parcialmente tres de sus seis reactores al quedarse sin electricidad y
averiarse sus sistemas de refrigeración. Desde la explosión en la central
ucraniana de Chernóbil, se trata del accidente nuclear más grave porque sus
fugas radiactivas obligaron a evacuar a 80.000 vecinos que vivían en un radio
de 20 kilómetros alrededor de la planta atómica. Alojados todavía muchos de
ellos en refugios temporales, los evacuados nucleares no podrán regresar a sus
hogares durante décadas, o quizás jamás en su vida, debido a la elevada
radiación en torno a la central.
El Emperador Akihito de Japón y la emperatriz Michiko hacen una reverencia al público presente en el homenaje a las víctimas, en el Teatro Nacional de Tokio. |
Por
su parte, el primer ministro Shinzo Abe reconoció
que persisten los efectos del desastre pero señaló que “poco a poco, se avanza en la recuperación de las zonas afectadas”. Abe
añadió que el Gobierno “seguirá haciendo
esfuerzos por apoyar a las comunidades locales, y para lograr la reconstrucción
de la economía” de estas áreas.
En
las prefecturas de Iwate, Miyagi y Fukushima quedan además 59.000 personas que viven todavía en casas temporales y se calcula que
un total de 170.000 siguen desplazadas.
El primer ministro Shinzo Abe hace una reverencia al emperador y la emperatriz, sentados a la derecha, en el homenaje a las víctimas. |
Protegidos
con trajes especiales, unos 7.000 operarios trabajan mientras tanto en su
interior para descontaminar y
desmantelar la planta de Fukushima 1. Una ola gigante de más de 15 metros inundó
la central y la dejó sin electricidad, los núcleos de los reactores 1, 2 y 3 se
fundieron por el aumento de las temperaturas al fallar los sistemas de
refrigeración. En su interior, la radiactividad es tan alta que ningún ser
humano puede entrar en ellos porque moriría en poco tiempo. Tampoco ninguna
máquina, ya que los robots que han sido enviados para inspeccionar y grabar el
terreno se han estropeado al cabo de un rato.
El Primer ministro Shinzo Abe ante el altar por el 5° aniversario del desastre. Sigue apostando a la energía nuclear con 46 reactores en funcionamiento y tres más que se están construyendo. |
Para ello, cada día
se bombean en su interior 300 toneladas de agua subterránea, que mantiene la
temperatura entre 16 y 30 grados. El problema es que esta agua se contamina y
ha de ser almacenada en tanques para filtrarle después sus partículas tóxicas.
En enormes depósitos con capacidad para 1.000 toneladas de agua, que se llenan
en tres días, la central almacena ya casi un millón de toneladas y Tepco tendrá
que seguir instalando más tanques. Para evitar fugas de agua radiactiva como
las detectadas en los últimos años, que empañaron aún más su maltrecha
reputación, la compañía ha aumentado los controles en los depósitos y levantado
un muro de contención frente al mar. Además, concluyó en febrero una barrera
subterránea de hielo para impedir que el agua radiactiva se filtre al subsuelo
y acabe en el Océano Pacífico.
Condenados por el
desastre nuclear
Cinco
años después del accidente, tres
antiguos altos directivos de la compañía acaban de ser imputados por
negligencia con resultado de muerte y lesiones. Se trata de Tsunehisa
Katsumata, que tiene 75 años y era entonces el presidente de la eléctrica
Tepco, y dos de sus vicepresidentes, Sakea Muto, de 65 años, e Ichiro Takekuro,
de 69. El motivo es que, desde 2009, un grupo de expertos había advertido de
que un tsunami de hasta 15 metros podía golpear la planta, como así ocurrió
finalmente. Contraviniendo las normas, la compañía tardó varios meses en
informar de la fusión de los reactores, según acaba de reconocer.
Operarios de la central nuclear de Fukushima. Ya fueron imputados por negligencia tres directivos de la compañía Tepco. |
Al
director de la planta, Masao Yoshida,
que tenía 56 años y llevaba solo diez meses en el cargo en el momento del
accidente, le fue diagnosticado un cáncer de esófago en noviembre de 2011 y
falleció el 9 de julio de 2013. Según los médicos, su muerte no estuvo
relacionada con el accidente de Fukushima, pero el Gobierno japonés reconoció
en octubre del año pasado el primer caso de cáncer relacionado con la central y
lo consideró un accidente laboral. Un
trabajador, que se había dedicado a colocar cubiertas sobre los reactores
dañados entre octubre de 2012 y diciembre de 2013, fue diagnosticado con
leucemia a pesar de no haber cumplido aún los 40 años. Junto a él, otro
operario demandó en verano a Tepco por haber enfermado de cáncer debido a un
exceso de radiación en la planta.
Gráfico detallando el escape de radiación de Fukushima. |
Aunque
el anterior Gobierno, de signo socialdemócrata, anunció el fin de la energía
atómica en Japón tras la tragedia, el actual Ejecutivo conservador se ha
propuesto volver a emplearla por un motivo muy sencillo: la economía. Desde que los reactores nucleares fueron
apagados en 2011, cuando aportaban un tercio de la electricidad generada en el
país, Japón se ha visto obligado a aumentar sus importaciones de petróleo y gas
natural licuado porque, al apenas tener recursos naturales, el 90 por ciento de
la energía que consume viene de fuera.
Se ha disparado el
déficit comercial nipón
Como
consecuencia, se ha disparado el déficit comercial nipón, que el Gobierno
quiere reducir poniendo en marcha de
nuevo las centrales nucleares. Tras superar las nuevas pruebas de seguridad
aprobadas en 2013, más estrictas, el reactor número 1 de la central de Sendai,
al suroeste de Japón en la isla de Kyushu, fue el primero en entrar en marcha en
agosto del año pasado. También entre protestas de manifestantes anti-nucleares,
en octubre se encendió el segundo.
Suelta de globos durante los actos celebrados en Miyagi, conmemorando a las víctimas del terremoto y posterior tsunami. |
Con un coste de
235.000 millones de dólares (212.450 millones de euros), a tenor de los
cálculos del Banco Mundial, el tsunami de Japón es el desastre natural más caro
de la Historia. Y
también el de mayor impacto geológico. Con ayuda de imágenes tomadas por
satélite, la NASA comprobó que el
temblor fue tan fuerte que desplazó unos 2,4 metros al este la isla de Honshu,
la principal del archipiélago nipón. Además, alteró el eje de la Tierra unos 10
centímetros.
Cáncer en 600 niños
Naoya Kawakami es un sacerdote de
la Iglesia Unida de Cristo de Japón que ha
creado una ONG en Koriyama para dar apoyo económico y psicológico a las madres
con hijos afectados por las secuelas de la catástrofe nuclear. Cinco años
después del tsunami que arrasó la central de Fukushima, Kawakami ha documentado
los casos de unos 600 niños que han
sufrido y continúan padeciendo los espeluznantes efectos de la radiactividad:
cáncer de tiroides, hemorragias nasales, dolores de cabeza, erupciones
cutáneas, ojos hundidos, heces negras, etcétera.
Autoridades buscan radiactividad en los niños. Las secuelas de la catástrofe continúan en Fukushima. |
Manifestación en Tokio el 5 de marzo de 2016 contra la inacción del Gobierno en la protección de los niños afectados por el desastre nuclear. |
El pastor Naoya Kawakami atiende a varias madres de Fukuyima en su Ong de Koriyama. |
Muere periodista
que investigaba ocultamiento
Uno
de los pocos periodistas japoneses que intentó investigar la verdad sobre los
niños afectados por el desastre de Fukushima fue Maki Iwaji, de la cadena de televisión Asahi. Su trabajo, sin embargo, fue interrumpido tras su muerte, supuestamente
por un sospechoso suicidio al inhalar humo de carbón en su casa. Maki fue
el primer periodista de la televisión japonesa que consiguió emitir un vídeo de
una entrevista con una madre cuyos hijos
tenían cáncer de tiroides. Las madres de la ciudad de Koriyama, como
Tokiko, recuerdan con cariño a Maki por su carácter cálido y sincero: «Era un periodista brillante, cálido,
honesto y un hombre encantador. Estaba intentando identificar a un niño con
cáncer de tiroides que entonces tenía seis años, hablando con la junta
directiva de su colegio y visitando el propio centro escolar. Pero me dijo
que los directivos del colegio negaron su existencia con la excusa de que 'No
tenemos ningún niño que haya sido operado de amígdalas'». Muchas de las madres
que acuden a la ONG del pastor Kawakami tienen empleos a tiempo parcial o son
amas de casa. A diario van a comprar verduras, agua y arroz de fuera de
Fukushima por miedo a la radiactividad, e invierten una cantidad enorme de
energía para afrontar las críticas que lanzan contra ellas sus vecinos e
incluso sus propias familias. Hay que tener en cuenta que las escuelas de Fukushima están empezando a consumir verduras y arroz
de la región contaminada, con el eslogan de «Comamos comida local». Pero
cuanto más intensamente se dedican las madres a defender a sus hijos, mayor
presión y rechazo han de soportar, especialmente de sus maridos y parientes más
cercanos. De hecho, la mayoría de estas mujeres confiesa que la relación de
pareja con sus maridos ha empeorado y muchas se han divorciado.
Protesta antinuclear en Tokio contra la reactivación de las centrales nucleares. |
La familia Hirata visita los restos de lo que un día fue su casa, arrasada el 11-M de 2011, en Ukedo a unos 5 km de la central nuclear de Daiichi en Fukushima. |
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