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lunes, 5 de junio de 2017

EL ENIGMÁTICO RASCACIELOS SIN VENTANAS DE NUEVA YORK

El propósito principal de este rascacielos de 169 metros de altura y 29 pisos cuando fue construido era que sea capaz de soportar un ataque nuclear. Crearon una fortaleza donde salvaguardar ordenadores, cables y conmutadores. Pretendía ser uno de los refugios más importantes para la telecomunicación de la época; el mayor sitio para procesar llamadas de larga distancia, y operado por la empresa New York Telephone Company, una subsidiaria de AT&T.

El Long Lines Building tiene
169 metros de altura.
Esta construcción, sin ventanas, parece una fortaleza impenetrable en el medio de un centenar de palacios de cristal en pleno corazón de Nueva York. Parece surrealista, pero existe y está en el número 33 de Thomas Street.

La construcción, conocida como Long Lines Building (LLB) fue diseñada en 1974 por el arquitecto de San Francisco, John Carl Warnecke. Este personaje, muy cercano al gobierno de Kennedy, fue también el encargado de diseñar el mausoleo del fallecido presidente. No obstante, ninguna de sus edificaciones es tan misteriosa como este rascacielos.

De cara al público, el Long Lines Building albergó supuestamente una de las compañías de telecomunicaciones más importante de Estados Unidos, AT&T. Pero, meses atrás, la revista The Intercept publicó una investigación que indaga sobre lo que verdaderamente ocurre detrás de su fachada de cemento.

El LLB con 29 pisos no posee ninguna
iluminación exterior.
La revista estadounidense llegó a asegurar que, en realidad, se trataba de una base de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, por sus siglas en inglés). “El rascacielos de Manhattan parece ser un lugar central usado para un polémico programa de vigilancia de la NSA que ha dirigido las comunicaciones de las Naciones Unidas, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y por lo menos 38 países, incluidos los aliados estadounidenses”, rezaba el reportaje.

Investigación de The Intercept
Pocos años antes, en 1994, el periódico The New York Times ya se adelantaba a esa conclusión, pues en uno de sus artículos, explicó que el edificio “podría formar parte de una gigantesca Red Mundial de Inteligencia, que recibe un promedio de 175 millones de llamadas telefónicas al día”.

Ubicado en el número 33 de Thomas
Street, no posee ninguna ventana.
Edward Snowden también indagó en el edificio, al que nombra en clave como Titanpointe. En sus documentos, publicó que se trataba de “un centro de monitoreo encubierto... utilizado para aprovechar las llamadas telefónicas, faxes y datos de Internet”.

La revista The Intercept fue fundada en el 2014 y tiene dos objetivos: servir como una plataforma para informar sobre los documentos revelados por Snowden, por un lado; y, por el otro, "producir un periodismo valiente, de confrontación a través de una amplia gama de temas: abuso, corrupción financiera o política, o violación de las libertades civiles", según aseguran.

Pero los misterios que envuelven al rascacielos no acaban aquí. El Long Lines Building es descrito como una de las construcciones más seguras de los Estados Unidos. Warnecke quiso que, si se diera el caso, fuera capaz de soportar un ataque nuclear. Mide 169 metros de altura, consta de 29 pisos y posee una estructura que permite proveer suficiente comida, agua y combustible para sostener a 1.500 personas durante dos semanas.

Otra vista del Long Lines
Building.
Vale aclarar que el propósito principal de este rascacielos cuando fue construido no era el de proteger vidas humanas, sino el de crear una fortaleza de cemento y hormigón donde salvaguardar ordenadores, cables y conmutadores. Pretendía ser uno de los refugios más importantes para la telecomunicación de la época; el mayor para procesar llamadas de larga distancia, y operado por New York Telephone Company, un subsidiario de AT&T.

En sus inicios, su diseñador quiso llamarlo Project X, pero acabó cambiando de opinión. Este rascacielos no tiene ventana alguna ni está iluminado. De noche es una sombra inmensa. Al ser terminado en 1974, se informó que podía soportar un ataque nuclear.

De esta manera, un enigmático rascacielos que el establishment pretendía que siga sin llamar la atención, emplazado en el corazón de Nueva York, ahora todos se han enterado que sería la base de un grupo de espías de la NSA, un hecho que comprobaría que a veces la realidad supera a la ficción.

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