La sonda Messenger de la NASA acaba de enviar imágenes que muestran indicios de la existencia de agua helada en los polos de Mercurio. El hallazgo es sorprendente, ya que las temperaturas en la superficie del planeta más cercano al Sol pueden superar los 400 grados. Sin embargo, algunos cráteres en los polos de Mercurio se encuentran en sombra de manera permanente, y este factor les convierte en lo que los científicos denominan ‘trampas de frío’.
Anteriores investigaciones habían detectado algunas zonas cerca de los polos que provocaban reflejos al analizarse con un radar, una característica típica del hielo. Ahora, la cartografía realizada por la sonda Messenger ha comprobado que esas zonas que causan reflejos de radar están precisamente en las mismas regiones oscuras que se encuentran permanentemente en sombra.
La Messenger es sólo la segunda sonda, tras la Mariner 10 en los años 70, que han visitado el planeta más cercano a nuestra estrella. Hasta la llegada de esta misión, existían amplias zonas de Mercurio que jamás se habían analizado.
La imagen de la sonda Messenger muestra en amarillo el agua congelada en cráteres de Mercurio. |
Las zonas que provocan reflejos de radar ya habían sido detectadas por telescopios en tierra en los años 90, pero hasta ahora los científicos no habían podido precisar el lugar exacto donde se encuentran. Pero ahora, gracias a las imágenes enviadas por la Messenger, han comprobado que coinciden con las regiones polares de sombra permanente.
“Nuestros resultados apoyan la hipótesis de la presencia de agua helada”, explica la doctora Nancy Chabot, coautora del estudio que publica la revista Science, en declaraciones a la BBC. Sin embargo, esta experta de la Universidad de Johns Hopkins enfatiza que esto es tan solo un indicio de la existencia de hielo en Mercurio.
Geología sorprendente
Además, la misión Messenger también ha desvelado que Mercurio parece ser menos montañoso que Marte y la Luna y las entrañas del planeta más cercano al Sol, con reservas profundas de sulfuro de hierro, son muy diferentes de las de los otros de nuestro sistema.
La sonda de 485 kilogramos fue lanzada al espacio por un cohete delta II en agosto de 2004, y llegó a Mercurio después de un viaje de siete años y casi 8.000 millones de kilómetros. Después de tres pasajes por las proximidades del planeta más cercano al Sol, el 18 de marzo de 2011 se colocó en una órbita altamente elíptica que va de 200 kilómetros hasta 15.000 kilómetros de la superficie de Mercurio.
Los técnicos de la agencia espacial estadounidense NASA eligieron esa órbita para proteger la sonda del calor que irradia la superficie de Mercurio. Solo una pequeña parte de la órbita transcurre con el artefacto sujeto al calor del lado más caliente del planeta.
Es el primer artefacto humano que orbita el planeta. Sus instrumentos realizarán detallados mapas de su superficie y estudiarán su composición, su campo magnético y su casi inexistente atmósfera. Uno de los instrumentos que lleva la cápsula robótica es un altímetro de láser que ha estado haciendo un estudio del relieve de la superficie en el hemisferio norte de Mercurio, donde se ha encontrado que el número de elevaciones es considerablemente menor que en la Luna o Marte.
Para su sorpresa, los científicos también detectaron una gran densidad de masa en los mantos superiores de Mercurio, aunque es baja la presencia de hierro en las rocas de la superficie.
“Por lo tanto, debe existir una reserva profunda de material de alta densidad que explique la gran densidad del manto sólido y el momento de inercia”, explican los autores del trabajo, concluyendo que la composición más probable de esa reserva sea el sulfuro de hierro, algo que no se ha observado en ningún otro planeta.
Por otra parte, nuevas mediciones de esta sonda también han revelado que el planeta, que se cree muerto desde hace miles de millones de años, tuvo un pasado volcánico violento.
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