Un argentino logró crear un dispositivo “made in Argentina” de poliuretano expandido que permite tomar fotos aéreas y se venderá antes de fin de año.
El ingeniero agrónomo Luciano Di Paolo, de 28 años necesitaba tomar fotos de campos. Como especialista en teledetección, las fotografías aéreas eran una parte fundamental de su trabajo en la que inevitablemente dependía de las avionetas y los aviones teledirigidos de empresas que cobraban mucho y no estaban siempre disponibles cuando las necesitaba.
Luciano Di Paolo muestra su prototipo que puede ser controlado desde cualquier PC. |
Como importar un avión de aeromodelismo resultaba demasiado caro, hace un año se puso de acuerdo con su hermano, técnico electrónico, y con su padre, economista, para desarrollar el prototipo que esta semana presentó en Expoagro que se realizó en Junín, provincia de Buenos Aires.
Además de una cámara de fotos, el avión incorpora un piloto automático para programar su ruta desde una PC cualquiera. “De esa forma, llega a lugares que el ojo no ve. La idea es posibilitar que cada asesor, ingeniero o productor agropecuario pueda sacar en el campo sus propias fotografías aéreas, en el momento que quiera y sin que le importe que haya nubes, que es el principal problema de las imágenes satelitales”, explica el emprendedor.
Como ocurrió con muchas innovaciones tecnológicas, los militares fueron los primeros en explotar aviones no tripulados por su utilidad para el espionaje, en los estados Unidos.
Además de los aviones, también está creciendo el uso de helicópteros a control remoto, aunque Di Paolo no cree que sirvan tanto para el campo: “Para recorrer más distancia con menos energía lo ideal para el negocio agropecuario sigue siendo el avión”, explica al diario Clarín.
Gracias al poliuretano expandido de que está hecho, el avión de Di Paolo con el motor eléctrico, la batería y el resto del equipo de fotografía y comunicaciones no pesa más de un kilo. Para su desarrollo, se sirvió de los cursos y el asesoramiento de la incubadora de empresas de la facultad de Agronomía de la UBA, donde se recibió hace cuatro años.
Gracias al poliuretano expandido de que está hecho, el avión de Di Paolo con el motor eléctrico, la batería y el resto del equipo de fotografía y comunicaciones no pesa más de un kilo. Para su desarrollo, se sirvió de los cursos y el asesoramiento de la incubadora de empresas de la facultad de Agronomía de la UBA, donde se recibió hace cuatro años.
Su idea es tenerlo listo para vender antes de fin de año. Todavía no calculó el precio porque, como buen ingeniero, sigue “concentrado en las cuestiones técnicas”. Pero sí sabe que incluirá 20 horas de capacitación para que los clientes aprendan a volarlo. También, que no llegará ni a la mitad de los “10.000 dólares que cuestan los aviones con esas prestaciones en Suiza y Canadá”.
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