Seis días antes del terremoto de 6,3 grados en la escala de Richter que azotó la región de Los Abruzzos en abril de 2009, causando más de 300 muertos, los científicos no dispusieron medidas de prevención ante un posible sismo, al contrario, le dijeron a los vecinos que ellos eran los “expertos” y no había nada de qué preocuparse.
Un grupo de científicos italianos fue condenado el lunes a seis años de cárcel por homicidio involuntario múltiple, por subestimar los riesgos del sismo ocurrido en la ciudad de L'Aquila el 6 de abril de 2009, a las 3.32 de la madrugada, una sentencia inédita y polémica en Italia y el extranjero.
Entre los siete condenados figuran grandes nombres de la ciencia en Italia, como el profesor Enzo Boschi, quien presidió el Instituto Nacional de Geofísica y Vulcanología, y el subdirector de la Protección Civil, Bernardo De Bernardinis.
A tres años del terremoto, la ciudad de L´Aquila sigue en ruinas. |
El terremoto provocó la muerte de 309 personas, 1.500 heridos, devastó el casco histórico de la ciudad y dejó más de 80.000 damnificados.
El caso se centró en una serie de temblores de bajo nivel que afectaron a la región en los meses previos al terremoto y que, según los fiscales, debieron haber advertido a los expertos.
La justicia considera que los sismólogos divulgaron información tranquilizadora a la población, sin prestarle atención a las observaciones de los vecinos, que en caso contrario hubiera podido tomar medidas preventivas.
Esta sentencia es un terremoto que sacude a la “Ciencia oficial” que en su soberbia se cree la única dueña de la verdad. Los científicos no quisieron escuchar a los habitantes de la capital de los Abruzzos, L’Aquila, que les informaban que percibían temblores y en cambio, en vez de investigar dijeron que no había nada de qué preocuparse.
Con la sala colmada de público se escucha la sentencia del 22 de octubre de 2012. |
Estos “siete científicos expertos” integraban la Comisión de Grandes Riesgos que el 31 de marzo de 2009 tranquilizaron a la población asegurando la improbabilidad de un fenómeno sísmico, pero se equivocaron y se produjo puntualmente seis días después con un saldo de más de 300 muertos. Se trata de una sentencia sin precedentes, única en la Europa moderna. El fiscal había pedido cuatro años de prisión.
Hubo un gran aplauso en la plaza del Duomo, la catedral de L’Aquila, de la asamblea popular convocada por el alcalde Massimo Silente, cuando se conoció por altoparlantes y las radios locales que el juez Marco Billi había agravado dos años las condenas solicitadas.
El proceso se desarrolló en 30 audiencias seguidas con pasión y dolor por los aquilanos y expectativa por la opinión pública italiana. La Comisión de Grandes Riesgos es un organismo técnico que depende del Poder Ejecutivo nacional. Una “craneoteca” de los genios acusada de haber hecho un análisis superficial en 45 minutos de reunión en L`Aquila y haber suministrado falsas certidumbres tranquilizadoras que ayudaron a que los habitantes de L’Aquila no estuvieran preparados cuando el terremoto destruyó la ciudad y los pueblos vecinos.
Enzo Boschi, ex presidente del Instituto de Geofísica, el más famoso de los condenados, dijo: “La sentencia me asombra, no sé de qué me acusan”. El profesor Bernardo De Bernardinis, presidente de presidente del Instituto Nacional de Geofísica y Vulcanología y ex jefe de Protección Civil, fue patético: “Me considero inocente ante Dios y los hombres”.
Los vecinos tuvieron 400 pequeños temblores y se lo dijeron a los científicos, que en su soberbia, en vez de investigar, les respondieron que no había nada de que preocuparse. |
La esperanza de los abogados es que el tiempo y las polémicas alivien las sentencias. Otros condenados son Franco Barberi, el entonces presidente de la Comisión de Grandes Riesgos; Giulio Selvaggi, director del Centro Nacional de Terremotos; Claudio Eva, profesor emérito de Física de la Universidad de Génova; Gian Michele Calvi, el director del Centro Europeo para la Formación y la Investigación de la Ingeniería Sísmica (Eucentre) y Mauro Dolce, que dirigía el Departamento de Riesgo Sísmico de Protección Civil. Los siete fueron acusados de homicidio culposo múltiple y lesiones culposas.
Más de 400 temblores sacudieron a la zona durante cuatro meses y miles de vecinos denunciaron el peligro del terremoto, lo que llevó a la reunión de la Comisión de Grandes Riesgos, el 31 de marzo de 2009, seis días antes que se viniera el mundo abajo y murieran 309 personas. Dicha Comisión, con soberbia y prejuicios dijo a la gente que se quedara tranquila, que un terremoto era muy improbable y que el alarmismo era exagerado. La evaluación del peligro, dijo el juez en la sentencia, fue “genérica, ineficaz y aproximativa con respecto a los deberes de prevención del riesgo sísmico”.
"Mi padre murió porque creyó en el Estado", afirmó en el juicio el vecino Guido Fioravanti. |
El terremoto de 6,3 grados en la escala Richter el 6 de abril de 2009 castigó a 80 mil habitantes y arrasó el centro histórico extraordinario de L’Aquila, de inmenso valor artístico, cultural y económico.
Una frase pronunciada por Guido Fioravanti en el juicio resume todo el sentimiento de muchos de los 73.000 vecinos de la capital de los Abruzos: “Mi padre murió porque creyó al Estado”. Según Fioravanti, pero también según el cirujano Vincenzo Vittorini y tantos otros, los habitantes de L’Aquila siempre vivieron con el miedo metido en el cuerpo hasta que los “expertos” les dijeron que no había nada que temer.
La entonces presidenta de la provincia, Stefania Pezzopane, del centro-izquierda, ha declarado: “Esta sentencia requería valor y los jueces lo han tenido. Al fin un poco de justicia para L’Aquila”. La sentencia prohíbe además que los negligentes científicos ocupen cargos públicos por el resto de sus vidas.
Aquí algunas fotos de las ruinas en que quedó convertida la ciudad:
Terremoto a L'Aquila - Foto del centro storico
En este otro caso, un documental filmado momentos después del terremoto:
L'Aquila com'era. L'Aquila com'e'
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