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lunes, 16 de enero de 2012

ESTUDIAN UNA FORMA DE VIDA INCREÍBLE, MITAD VEGETAL Y MITAD ANIMAL

La especie se llama Mesodinium chamaeleon, su hábitat son las aguas del mar que rodea a Escandinavia, y también en aguas del norte de América.

Muchos animales se transforman hasta quedar irreconocibles en el curso de sus vidas. Las orugas se convierten en mariposas y los renacuajos se vuelven ranas, y si no pudiéramos ver el momento en que ocurre no sospecharíamos que las dos etapas son la misma criatura.

Por espectaculares que sean estos cambios, finalmente sólo son cambios de forma. Tanto el renacuajo como la rana son animales, por lo que ambos deberán alimentarse de su entorno.

La Mesodinium Chamaeleon es un
protozoario recubierto de cilias
que le permiten trasladarse por
el agua donde habita.
Esto no es así con la Mesodinium chamaeleon. Este organismo unicelular, descubierto recientemente, es una particular mezcla de animal y planta.

La M. chamaeleon es un ciliado (un tipo de animal unicelular que está cubierto de cientos de pequeños “pelos” a los que se les llama cilios o cilias). Fue descubierto en la bahía de Nivå, en Dinamarca, por Øjvind Moestrup, y su equipo, de la Universidad de Copenhague, Dinamarca. Se han hallado otros especímenes en las costas de Finlandia y en Rhode Island, en los Estados Unidos.

Los ciliados usan sus cilias parecidas a pelos para moverse rápidamente por el agua. La mayoría obtienen su alimento comiéndose a otros organismos, en lugar de sintetizar ellos mismos los nutrientes. Esto los señala como muy parecidos a animales.

Pero algunas especies de Mesodinium son diferentes. Engullen a otros microorganismos, por lo general algas, llamadas Criptomonas, y así forman una sociedad: las algas producen azúcares mediante la fotosíntesis, en tanto que la Mesodinium las protege y transporta.

Estos organismos híbridos son animales y plantas al mismo tiempo. Una de estas especies, la Mesodinium rubrum, que sólo se alimenta de algas rojas y se la encuentra a menudo en las proliferaciones de algas que forman las famosas mareas rojas.

Estos híbridos hacen muy difícil los intentos de clasificar los organismos en grupos nítidos. “La división entre plantas y animales se derrumba por completo”, señala Moestrup. Y para más, muchos microorganismos pueden ser animales y plantas a la vez, o cambiar entre ambos, igual que la M. rubrum.

La nueva M. chamaeleon rompe otra barrera. Está a medio camino entre un animal y un híbrido.

La Mesodinium Chamaeleon es
un híbrido entre animal y planta
a la vez.
La M. chamaeleon toma células de algas, igual que la M. rubrum, pero no las mantiene de manera permanente. No las digiere de inmediato, como haría cualquier otro animal con hambre. En cambio, estas células permanecen intactas durante varias semanas antes de ser digeridas, tiempo durante el que sostienen la producción de azúcar por fotosíntesis. La M. chamaeleon también cambia de color en función de quién hospeda, ya sean algas rojas, verdes, o ambas.

“Es bastante inusual”, indica Moestrup. Las otras especies de Mesodinium, en cambio, o mantienen las células capturadas o las digieren de inmediato.

La capacidad de tomar otras células y ponerlas a trabajar se llama endosimbiosis, y es uno de las más importantes invenciones en el historial de la vida.

En algún momento, hará unos 2.000 millones de años, una simple célula absorbió una bacteria y empezó a utilizarla como fuente de energía. Finalmente, las descendientes de estas bacterias esclavas se convirtieron en la mitocondria, que dan ahora energía a las células complejas, incluyendo las nuestras. Sin la endosimbiosis, no habría vida multicelular.

Mientras que la primera endosimbiosis bien pudo ser un golpe de suerte, ahora el proceso parece ser de lo más común, al menos entre los organismos unicelulares más complejos. Algunos son tan buenos en portar células que con los años han cambiado de simbiontes. “Sucede con bastante frecuencia”, apunta Moestrup.

La M. chamaeleon nos ofrece una instantánea de cómo se fue desarrollando la endosimbiosis: este organismo está todavía en el camino de, simplemente comerse a otras células, a mantenerlas vivas en su interior.

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