Semillas
de pimientos y tomate, que tardan 20 días en convertirse en plantas, emplearon
más de dos meses en germinar. La gran contaminación mermará el rendimiento de
las cosechas y el país tendrá que importar más alimentos. El 26 de febrero la
concentración de partículas nocivas se situó en 486 microgramos por metro
cúbico. La Organización Mundial de la salud establece el límite de seguridad en
25.
Ciudadanos de Pekín caminan por la calle con mascarillas. |
Las mascarillas
se han convertido ya en una prenda más, la población presta más atención a las
previsiones de polución que a las del tiempo, y no faltan razones para todo
ello: la Academia de Ciencias Sociales
de Shanghái considera que Pekín es una ciudad “casi inhabitable para el ser
humano”, y, en un estudio publicado recientemente, la sitúa como la segunda peor ciudad en una lista de 40.
La
grave contaminación habitual en China, que provoca
la muerte prematura de miles de personas en el país cada año y ha empeorado el
número de casos de cáncer de pulmón en la capital, tiene otra derivada con
potenciales consecuencias catastróficas sobre la agricultura y la alimentación.
He Dongxian, profesora en la Universidad de
Agricultura de China, en Pekín, asegura que un experimento realizado en la
municipalidad durante meses recientes ha mostrado una ralentización drástica
del proceso de fotosíntesis –el que permite a las plantas desarrollarse-, según
informa el diario de Hong Kong South
China Morning Post. En las pruebas, el crecimiento de semillas de pimientos y tomate, que normalmente
tardan 20 días en convertirse en plantas de semillero con luz artificial en un
laboratorio, tardaron más de dos meses en germinar en una granja invernadero en
uno de los distritos de las afueras de Pekín.
Edificios de Quindao, provincia de Shandong, cubiertos por el humo de las fábricas. |
He
asegura que membranas y contaminantes que se pegan a la superficie de los
invernaderos reducen la cantidad de luz que llega a las plantas a la mitad, lo
cual afecta de forma radical al proceso de fotosíntesis, por el cual las
plantas transforman la luz en energía química. La investigadora afirma que la mayoría de las plantas que germinaron
eran débiles o estaban enfermas, lo cual “reducirá la producción agrícola este
año”. También advierte de que, si la niebla tóxica continúa o se
intensifica, la producción de alimentos en China sufrirá “consecuencias
devastadoras”, según recoge el diario.
“Un
gran número de representantes de compañías agrícolas han acudido de repente a
encuentros académicos sobre fotosíntesis en los últimos meses en busca
desesperada de soluciones”, señala. “Nuestros colegas en otros países se han
mostrado conmocionados por el fenómeno porque en sus países no ha ocurrido
nunca nada igual”. Algunas empresas
están estudiando instalar equipos de iluminación artificial, y muchas granjas
han incrementado de forma importante el uso de hormonas vegetales para
estimular el crecimiento de las plantas, señala el periódico.
Unos niños vuelven en pleno día de la escuela en Shijazhuang, en la provincia china de Hebei afectadas por altos indices de contaminación. |
La concentración de
partículas finas o PM2,5 –aquellas que tienen 2,5 micras o menos de diámetro-
alcanzó este miércoles por la mañana en Pekín 557 microgramos por metro cúbico, según las mediciones de la embajada
de Estados Unidos. Este valor supera más de 22 veces el máximo de 25 microgramos
aconsejado por la Organización Mundial de la Salud (OMS). La Agencia de
Protección Medioambiental estadounidense considera niveles por encima de 300
como muy peligrosos. En tanto el
gobierno de Pekín en su medición del 26 de febrero, la concentración de
partículas nocivas se situó en 486 microgramos por metro cúbico. La
Organización Mundial de la salud establece el límite de seguridad en 25. Al
caer la noche, la concentración de PM2,5 bajó a 82, gracias a la caída de una
lluvia ligera. Este nivel es calificado aún de “perjudicial para la salud”.
El
Gobierno ha enviado en los últimos días equipos de inspectores a localidades de
las municipalidades de Pekín y Tianjin y la provincia de Hebei para analizar la
respuesta de las autoridades a la peor
crisis de contaminación atmosférica que sufre China desde hace meses, según
el Ministerio de Protección Medioambiental. Los inspectores tienen en el punto
de mira a fábricas, acerías, obras y cementeras, entre otros. Aquellas que
estén incumpliendo las normativas serán identificadas públicamente.
Turistas chinos lucen mascarillas en Pekín. |
Un
habitante de Shijiazhuang -capital de Hebei y una de las ciudades con peor
calidad de aire del país- se ha convertido esta semana en lo que ha sido
calificado como la primera persona de China que pone una demanda contra el Gobierno por no haber impedido la
contaminación. El demandante, Li
Guixing, ha pedido en un tribunal que el Departamento de Protección
Medioambiental de Shijiazhuang indemnice a los ciudadanos por la polución que
afecta de forma continua a la ciudad.
La
demanda de Li es una muestra de la creciente conciencia ecológica y enfado que
tiene la población por la degradación
originada por tres décadas de desarrollo meteórico sin prestar atención a las
consecuencias medioambientales.
Desde
los medios de comunicación chinos se aconseja
evitar en lo posible las actividades y sobre todo los esfuerzos físicos al aire
libre y se recomienda la utilización de mascarillas.
Estadísticas escalofriantes
Sin duda, las
estadísticas producen escalofríos. 16 de
las 20 ciudades más contaminadas del planeta están en China, el país que
hace cuatro años superó a Estados Unidos como el principal emisor de CO2
a la atmósfera, y solo un 1% de las principales ciudades del país disfruta de
aire considerado saludable por la Organización Mundial de la Salud. La rápida
industrialización, dependiente energéticamente del carbón y caracterizada por
un bajo nivel tecnológico, se suma a una peligrosa falta de ética empresarial
para agitar un explosivo cóctel que se cobra un elevado precio humano.
Un día habitual en Pekín, bajo una bruma con smog. |
El informe
independiente Global Burden of Disease aseguró la pasada primavera que el número de muertes prematuras por la
contaminación ha aumentado hasta los 1,2 millones, una cifra que supone el 40%
del total. Y otro estudio publicado en la prestigiosa revista Proceedings
of the National Academy of Sciences de Estados Unidos cuantificó por
primera vez el impacto que la polución atmosférica tiene en la esperanza de
vida de los chinos: 500 millones de
personas que habitan en el norte del país, y que nacieron antes de 1990,
momento en el que comenzó la expansión económica más rápida, vivirán una media
de 5,5 años menos que sus compatriotas del sur, donde no se utiliza calefacción
central de carbón.
Motociclistas chinos se desplazan sumergidos en una nube tóxica. |
Así, no es de
extrañar que ciudades como Chengdu hayan decidido establecer clínicas
especializadas en problemas causados por la contaminación atmosférica, y que en
Pekín estén desarrollando un sistema para lanzar nitrógeno líquido a la
atmósfera y combatir de esta forma el smog.
Son medidas que se enmarcan en el plan quinquenal del Gobierno que, a través de
un sistema que contempla castigos más
duros para quienes contaminan, subvenciones a las energías limpias y una mejor
planificación, pretende reducir de forma sustancial la concentración de
partículas en suspensión en las principales zonas industriales del país.
Aguas y tierras en peligro
Además, las
sustancias nocivas no sólo atacan por aire, también lo hacen por mar y por
tierra. Según las propias estimaciones del Gobierno, el 64% de los acuíferos están gravemente contaminados, y algo similar
sucede con el agua en las costas del país.
16 de las 20 ciudades más contaminadas del planeta están en China. |
Por otro lado,
hace dos años el Gobierno chino encargó un detallado análisis del suelo. Lo
recibió el pasado mes de abril, y decidió calificar su contenido como “Secreto
de Estado”, una etiqueta que no hace presagiar nada bueno.
De momento, en
diciembre se hizo público que unos 3,3
millones de hectáreas de tierra están demasiado contaminadas como para ser utilizadas
con fines agrícolas. Eso supone nada menos que un 2% de toda la superficie cultivable del país, y muchos
científicos estiman que es un porcentaje muy inferior al real.
La situación,
además, empeora. Según el Ministerio de Protección Medioambiental, los niveles
de polución de 2013 han sido los peores en los últimos 52 años y todo indica
que el 2014 será peor. De media, la capital duplicó los niveles máximos de
contaminación establecidos por el Gobierno y ha sufrido 186 días de ‘polución
severa’. Incluso ciudades como Shanghái, que habían disfrutado de niveles de
contaminación relativamente inferiores gracias a su ubicación geográfica, están
ya al límite. La capital económica de China lo demostró el pasado mes de diciembre,
cuando la concentración de partículas
inferiores a 2,5 micras batió un récord y superó las 600 por metro cúbico.
La naturaleza salvaje en extinción
Sun Xiaodong hace diez años
se especializó en fotografía de naturaleza, y hace cinco que decidió dar a sus
imágenes un claro contenido de denuncia. “Uno de mis primeros trabajos lo
realicé en unos humedales de la provincia costera de Zhejiang. Regresé allí
cinco años después y me encontré con un panorama desolador. La sequía había
hecho estragos, y era imposible
encontrar a la mayoría de las especies animales que había fotografiado en el
primer viaje. Ese fue el momento en el que tomé conciencia de lo que está
sucediendo en mi país”.
El policía chino que dirige el tránsito apenas se lo ve en medio del humo. |
Los dirigentes chinos reconocen que es vital poner remedio a la
contaminación antes que sea demasiado tarde. De hecho, diferentes estudios
estiman que la contaminación le cuesta a
China entre el 7% y el 10% de su PIB. El propio ex primer ministro, Wen Jiabao, aseguró en su última rueda
de prensa que el objetivo de China ya no puede ser crecer mucho sino “crecer
mejor”. Eso supone relajar el ritmo del desarrollo económico –se espera que
esté en torno al 7% anual durante la próxima década–, modernizar las industrias
obsoletas, y reducir la dependencia del
carbón, que todavía proporciona el 70% de las necesidades energéticas del Gran
Dragón.
A casi 3.000 kilómetros hacia el suroeste, en la región tropical de
Xishuangbanna, Li Minguo ha
conseguido proteger un pedazo de tierra de los promotores inmobiliarios sin
escrúpulos. Li es la viuda del biólogo alemán Josef Margraf, un hombre que,
hasta su muerte en 2010, se empeñó en reproducir
el ecosistema de la frondosa jungla original para revertir la destrucción que
asuela la región, fronteriza con Laos y Birmania y víctima de la avaricia de
empresas y de gobernantes corruptos.
El desaparecido Josef Margraf y Lin Minguo en Tianzi, el paraíso ecológico en medio de una China contaminada. |
Sus palabras
toman forma durante las tres largas horas de viaje por carreteras imposibles
hasta la reserva. A ambos lados quedan nuevas urbanizaciones de lujo, centros
comerciales, y un monótono desierto verde. Cerca de la entrada a Tianzi todavía
son visibles las quemaduras provocadas por el incendio que, en 2011, amenazó
todo el proyecto. Li es incapaz de contener las lágrimas ante la visión de la
tierra ennegrecida, y recuerda los grandes intereses a los que se enfrenta. “Somos molestos para mucha gente poderosa
que se alegraría si desapareciésemos, pero me reconforta ver cada día cómo más
y más chinos se interesan por proyectos como el nuestro y toman conciencia de
lo que está sucediendo en el país”.
No haya desayuno gratis. Para los chinos, la contaminación ha sido el costo de la acelerada industrialización y crecimiento; ahora empezaran con los mismo en otros países.
ResponderEliminar