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lunes, 10 de abril de 2017

LOS GIGANTES SON VENCIDOS POR ZEUS Y SUS ALIADOS

No cabe ninguna duda que hace miles de años hubo guerras de las que apenas nos queda un vago recuerdo en forma de mitos y leyendas. La Gigantomaquia o Guerra de los Gigantes es una de ellas. Podría entenderse en la cultura griega como el triunfo de una nueva civilización y orden natural sobre el pasado, la civilización del Homo Sapiens que se extiende sobre el planeta.

Ilustración de los dioses del Olimpo
en guerra contra los Gigantes.
Todas las deidades griegas tenían poderes sobrenaturales, y cada una de ellas era protectora o patrón de cierta rama de la actividad humana. Según contabilizaron los antiguos griegos, llegó a haber más de 30.000 deidades, entre dioses del Olimpo, los Titanes y los Dioses Menores.

La lucha de los Gigantes contra los dioses, está presente en todas las mitologías e incluso la lucha de gigantes contra hombres. Para la mitología griega, los Gigantes protagonizaron el alba del mundo. Nacidos de Urano y Gea, el Cielo y la Tierra, siempre mostraron una rebeldía que los enfrentaba con los dioses. Así tenemos que Urano, el dios del Cielo, encerró a los gigantes y cíclopes en el Tártaro. Luego hizo lo mismo Crono, su sucesor. Con Zeus, los gigantes fueron aliados para destronar a Crono.

Concilio de los dioses, por Rafael.
Una vez que la guerra entre dioses y titanes llegó a su fin y los titanes fueron aprisionados en el Tártaro o Inframundo, siendo Zeus el gobernador de los Cielos, a su hermano Hades le otorgó el dominio de la parte del mundo situada debajo de la tierra, es decir, el mundo infernal y Poseidón fue el señor de los mares e islas. Una vez que estas deidades se esparcieron en los distintos reinos de la tierra, Zeus procedió a reemplazar la corte celestial de los 12 titanes por doce Olímpicos. Aquí es cuando surgió el Olimpo mejor conocido como la cuna de los dioses donde solo doce deidades podían permanecer en ese lugar los cuales eran: Zeus, Hera, Afrodita, Apolo, Ares, Artemisa, Atenea, Dionisos, Hades, Hefesto, Hermes y Poseidón.

Pero no todo era fácil para el nuevo rey/dios porque años después fue desafiado por el gigante Tifón que le presentó un poderoso ejército que derrotó momentáneamente a Zeus quien se repuso y logró aplastar al enemigo en Sicilia, volviendo la paz a los dominios de Zeus (Europa, el Mediterráneo, Norte de África y Cercano Oriente).

Una conspiración palaciega
El creciente orgullo y mal genio de Zeus hizo que su esposa Hera conspirase contra él en complicidad con su hijo Apolo, Poseidón y algunos dioses más.

Zeus prisionero en el filme Furia de
Titanes 2,
del año 2012.
Zeus tuvo una hija Llamada Atenea la cual era la diosa de toda sabiduría y valentía, quien Zeus nombró diosa de la Tierra, Pero un día los rumores, llegaron a oídos de Hades y Poseidón en quienes se despertó una gran envidia. Los cuales comenzaron atacar secretamente a la tierra, provocando fenómenos como, inundaciones, erupciones, terremotos, y eclipses, los cuales afectaron a la cuarta parte de la tierra.

Esa cuarta parte de la Tierra era, según la mitología hindú de los Vedas, la parte del mundo que le correspondía al dios Váruna, identificado con Urano. Ese reino fue heredado por Crono y continuado luego por Zeus tras la guerra de los Titanes o Titanomaquia.

Briareo, advertido por Tetis, acudió
en ayuda de Zeus con sus 100 brazos
y 50 cabezas, que no eran más que
naciones y ciudades aliadas, y sofocó
la conspiración de Poseidón y Hera.
Y finalmente estalló una rebelión palaciega encabezada por Poseidón/Neptuno contra su hermano Zeus/Júpiter para arrebatarle la supremacía de los dioses. Otros de los secuaces eran Apolo y Hera que también intervinieron en la conspiración. Consiguieron capturar a Zeus y encadenarlo.

Mientras sus captores estaban deliberando que hacer con Zeus y quién sería el nuevo dios supremo, la discusión estaba entre Apolo o Poseidón, Tetis (una de las 50 nereidas y madre de Aquiles) estaba escuchando y temiendo una guerra civil, buscó al hecatónquiro Briareo (“en griego significa “fuerte”), que lo liberó con facilidad. La revuelta fue sofocada y como castigo, Hera que había sido la instigadora de la revuelta, fue colgada por las muñecas del firmamento con un pesado yunque en cada pie.

En tanto que Zeus como castigo envió por un año a su hermano Poseidón a la Tierra como mortal, junto con Apolo y Éaco para ayudar como siervos a levantar las magníficas murallas de Troya cuando la ciudad estaba siendo construida; el rey Laomedonte de Troya prometió a Poseidón pagarles con oro cuando los muros fueran levantados, pero no cumplió con el trato y los dejó sin nada. Años después, tanto Apolo como Poseidón se vengarían de esto.

El Estrecho de Gibraltar, llamado por los
antiguos primeramente Columnas de
Briareo, siglos después fue rebautizado
como Columnas de Hércules.
Respecto a Briareo, firme aliado de Zeus, Aristóteles afirma que las Columnas de Hércules (Estrecho de Gibraltar) se llamaban antes «Columnas de Briareo», pero después de que Heracles (nombre griego de Hércules) pasó por allí y purificase la tierra y el mar, los griegos las rebautizaron. Eran dos enormes columnas de piedra según unos autores y de bronce según otros, que ya no existen.

Ya vuelta la calma a sus dominios europeos, entonces fueron los gigantes nacidos de la sangre que brotó de la herida infligida a Urano los que quisieron escalar el Olimpo.

Los gigantes atacan el Monte Olimpo
En esta historia de la mitología griega Ovidio en su Metamorfosis cita el motivo del ataque a la morada de los dioses. "Y para que el elevado cielo no estuviera más seguro que la tierra, los Gigantes, se dice, aspiraron al reino celestial”.

Relieve de Gea o Gaia en el Ara Pacis
Augustea, realizado por los romanos que
la llamaban diosa Tellus o Terra Mater.
En otras narraciones se dice que Gea, la madre de Cronos y abuela de Zeus, ante la intransigencia del dios de libertar a los titanes la convirtió en la instigadora de la guerra. Hasta tal punto creció su enfado, que Gea decidió declarar la guerra a los nuevos dioses, enviando contra ellos a sus otros hijos, los Gigantes, que entablaron combate contra los dioses olímpicos. Gayo Julio Higino (64 a. C.-17 d. C.), uno de los mayores eruditos de su tiempo, nombra 24 gigantes. Este es el origen de la Gigantomaquia, una nueva guerra en Europa de enormes proporciones.

En el episodio de la Gigantomaquia relatado en la Metamorfosis de Ovidio refiere que los gigantes son enormes criaturas con serpientes en lugar de cabellos y cuerpo de dragón.

Los dioses del Olimpo. Hacer clic 
para ampliar la imagen.
Hesíodo, en su Teogonía 182 ss. explica el origen de los gigantes pero sin referirse a la batalla. “Pues cuantas gotas de sangre (de Urano mutilado por Crono) salpicaron, todas las recogió Gea. Y al completarse un año, dio a luz a las poderosas Erinias, a los altos Gigantes de resplandecientes armas, que sostienen en su mano largas lanzas, y a las Ninfas que llaman Melias sobre la tierra ilimitada.”

Hesíodo no habla en su Teogonía de esta última gran batalla pero si lo hace Apolodoro, en su Biblioteca I, 6, 1-2. “Gea irritada a causa de los Titanes, procrea con Urano a los Gigantes: insuperables por su tamaño e invencibles por su fuerza, mostraban temible aspecto, con espesa pelambre pendiente de la cabeza y el mentón, y escamas de dragón como pies. Habían nacido según unos en Flegra, según otros en Palene. Arrojaban al cielo encinas encendidas y piedras. Aventajaban a todos Porfirio y Alcioneo, que era inmortal mientras combatiera en su tierra nativa; éste expulsó de Eritía las vacas de Helios”.

Ilustración de la Gigantomaquia,
los gigantes atacando a los
dioses griegos.
En la gran batalla europea entre dioses y gigantes, algunos de los gigantes fueron atrapados bajo montañas y volcanes. Los otros corrieron peor suerte, derribados por los Olímpicos y rematados por las flechas de Heracles empapadas en el veneno de la Hidra de Lerna.

Los gigantes, según la mitología, no son dioses, sino una especie en cierto modo intermedia entre dioses y hombres: próximos a los dioses por sus fuerzas, pero mortales o al menos longevos, igualmente mueren como los hombres. La raza de los gigantes tenía seres con espesa cabellera, barba hirsuta y cuerpo de serpiente, su talla era extraordinaria y su fuerza monstruosa. Ante su presencia palidecieron las estrellas, retrocedió el sol y la Osa se hundió en el mar.

Para asaltar la morada de los dioses en este ataque los gigantes colocaron unas montañas sobre otras: Athos, Osa, Pelión, Ródope (topónimos plenamente helénicos, es decir, montañas que existen en Grecia todavía en la actualidad con este nombre), y desde la cúspide atacaron con furia, utilizando como proyectiles rocas y troncos de árboles inflamados. Los dioses resolvieron buscar más aliados ya que los gigantes eran unos enemigos de temer.

Representación de Gea o
Gaia en un ánfora griega.
Los dioses del Olimpo recurrieron al oráculo de Delfos que vaticinó que sólo los esfuerzos conjuntos de un mortal y un dios los detendrían.

Como los gigantes podían morir con la condición de que fueran heridos a la vez por un dios y un mortal, Gea elaboró un brebaje que impedía también que los gigantes pudiesen morir a manos de un mortal. Al jactarse ella de esta situación, Zeus consiguió destruir la pócima creada por su abuela. Como existía esa hierba mágica que ayudaba al proceso, Zeus recogió esta planta antes que alguien hubiese podido apoderarse de ella y para ello prohibió al Sol (Helios), la Luna (Selene) y la Aurora (Eos) que brillasen; de este modo, nadie tuvo luz necesaria para buscarla antes de haberla encontrado él.

Muchos dioses se agruparon en torno a Zeus e iniciaron la contraofensiva por su supervivencia. La valerosa Estigia fue la primera en prestar su auxilio acompañada de sus hijos: la Victoria, el Poder, la Emulación, y la Fuerza. Agradecido Zeus por su diligencia, dispuso que en adelante fuesen inquebrantables los juramentos que se hiciesen por ella. Por esto los dioses acostumbraron a jurar por la laguna de Estigia (o Estige) y en muchas obras clásicas puede leerse tal expresión.

El dios Zeus venció al 
ejército de los gigantes.
Tras Estigia acudieron Ares (Marte) y Atenea (Minerva). Pero era imprescindible encontrar rápidamente al mortal que, según la tradición, debía contribuir a la victoria de los olímpicos y ese ser privilegiado no fue sino Heracles (Hércules), tal como le descubrió a Zeus la diosa Atenea.

Zeus eligió al mortal Heracles para luchar a su lado, derrotando así a los monstruos. La diosa Atenea llevó hasta el Olimpo al héroe que jamás fallaba al lanzar su jabalina o disparar su arco, finalmente se supo que resultó ser un semidiós, Hércules, el hijo de Alcmena, esposa de Anfitrión, rey de la población de Tebas supo la verdad sobre su origen. Zeus se le presentó a Alcmena tomando las facciones de su marido, y así pudo abusar de ella sin dificultad, naciendo Hércules.

La Gigantomaquia
Los gigantes con sus nombres representaban una coalición de al menos 24 naciones que desafiaron el poder de Zeus.

El Olimpo, batalla con los gigantes,
pintura de 1764, Museo del Prado, Madrid.
Las más antiguas alusiones a esta guerra llamada Gigantomaquia que poseemos están en Píndaro y los relatos más detallados, en Apolodoro y en los textos de Claudiano. En estos relatos y en otras fuentes se menciona un gran número de nombres individuales de Gigantes (Encélado, Alcioneo, Porfirión, Mimante o Mimas, Efialtes, Éurito, Clitio, Palante, Polibotes, Hipólito, Gración, Agrio, Toante, Foitos, Alpo, Peloro, Eurimedonte, Damástor, Palas o Paleneo, Equíon, Ctonio, y varios otros). En cuanto a datación, la Gigantomaquia es, en la mayoría de las fuentes, posterior a la Titanomaquia (con la que a veces indebidamente se confunde, así como los Titanes en general, o algunos de ellos en particular, son a veces llamados Gigantes). Otros autores afirman que es posterior a la guerra de Zeus contra Tifón.

Los comandantes de los ejércitos rebeldes fueron Eurimedonte, Alcioneo y Porfirión. Sin embargo Eurimedonte no es citado en combate permaneciendo en otro lugar fuera de la gran batalla. Existe un río en el sur de Turquía que se llama Eurimedonte. Tal vez quedó allí, mientras el resto combatía en Grecia. Homero aporta el dato de que Eurimedonte reinaba sobre ellos.

Los gigantes planearon tomar
el Olimpo por la fuerza. 
Los dioses reunidos esperaron a los gigantes, que eran en realidad una coalición de naciones que se oponían al dios Zeus y sufrieron un primer asalto. Los gigantes avanzaron esgrimiendo antorchas hechas de troncos de robles y arrojando picos y rocas.

Es el dios Ares (Marte), el primero que choca en la batalla contra estos seres, hirió con la espada al gigante Peloro (‘monstruoso’), en el final de sus piernas. Se arrastra y corre en su ayuda su hermano Mimas que fue muerto por Hefesto (Vulcano) con proyectiles de metal al rojo vivo. Quedó sepultado en el Vesubio. Según otros fue muerto por Ares con una jabalina que le atravesó la cabeza.

Heracles, desde el carro celestial paterno, derribó con una flecha a Alcioneo, el caudillo de los gigantes en combate, pero aunque cayó a tierra se levantó de ella vivificado porque aquella era su tierra natal, de Flegras, en la Tracia, y según la leyenda los gigantes no podían ser muertos en el lugar en que hubieran venido al mundo.

A la izquierda Heracles, en el centro Alcioneo
y a la derecha el dios Hermes.
“¡Rápido noble Heracles!”, clamó Atenea. “¡Arrástralo a otra región!” Heracles tomó a Alcioneo a cuestas y le arrastró fuera de Palene, hasta el otro lado de la frontera de su país natal y allí lo remató con una maza. Otros dicen que lo llevó hasta Beocia donde lo mató partiéndole el cuello con sus manos.

Luego el gigante Porfirión saltó al cielo desde la gran pirámide de montañas realizadas por él y sus compañeros y, no pudiendo sorprender a Atenea, ante la arrogante actitud defensiva de ésta, se lanzó contra Hera, la divina esposa de Zeus, a la que intentó estrangular. Entonces Eros le lanzó una saeta y le hirió en el hígado, cambiando la ira del gigante por una lascivia desenfrenada. Ávido de lujuria, Porfirión rasgó la túnica de la diosa. Zeus, al ver que su esposa iba a ser ultrajada, aprovechó el enajenamiento de su enemigo para herirlo con un rayo (Píndaro dice que lo mató Apolo). Finalmente Heracles, que regresaba victorioso, terminó por matarle con una flecha.

Ilustración de Zeus en su carro celestial
con su lanza rayos, con el que hirió al
gigante Porfirión.
Mientras tanto Efialtes, otro gigante, había obligado a Ares (Marte) a arrodillarse ante él, pero Apolo le hirió el ojo izquierdo y Heracles, clavándole otra flecha en el derecho, fulminó a Efialtes. Porque era Heracles, tal como el oráculo había profetizado, el que tenía que terminar con los monstruosos seres. Así sucedió cuando Dioniso (Baco) derribó a Éurito y la diosa Hécate quemó al gigante Clitio con sus antorchas, Atenea aplastó al lascivo Palante con una piedra cuando pretendía forzarla y ella también mató a Equíon y al gigante Palas o Paleneo, quien lo despellejó y usó su piel como escudo (la égida) y como armadura para su propio cuerpo Atenea.

Damástor (‘domador’), otro de los gigantes que combatió, es citado por Claudiano como cruel, pero no se aclara quién lo mató. Es muy probable que fuera Palas Atenea.

Los gigantes no deseaban ser dominados
por Zeus y atacaron el Olimpo.
Ante el contraataque de los dioses, los ejércitos de gigantes supervivientes se desanimaron y se batieron en retirada perseguidos por los olímpicos. Atenea terminó entonces con Encélado (‘exhortación’), aplastándolo con la isla de Sicilia. Según otras versiones Encélado fue muerto por Sileno.

Poseidón arrancó una parte de la isla de Cos con su tridente y lo arrojó contra Políbotes, originándose así el islote volcánico de Nisiros o Nisro, bajo el cual yace enterrado el gigante.

Atenea luchando con Encelado, plato griego
del año 425 a.C. en el Museo del Louvre.
Los restantes seres gigantescos organizaron una desesperada resistencia en Batos, cerca de la Arcadia Trapezunte, donde la tierra aparece calcinada y los labradores desenterraron según la leyenda durante mucho tiempo enormes seres antropomorfos.

Hades (Plutón) prestó a Hermes (Mercurio) el yelmo de la invisibilidad y mató al gigante Hipólito, y Artemisa (Diana) derribó a Gración de un flechazo. Por su parte, las Moiras (o Parcas), armadas con sus mazas de bronce, rompieron las cabezas de Agrio y Toante, y los que quedaron fueron alcanzados por los rayos de Zeus y la lanza de Ares, los cuales llamaban a Heracles para que rematara a cada gigante.

El gigante Alpo (sus cabellos lo formaban 100 víboras), natural de Sicilia, fue muerto por Dioniso que introdujo su tirso o báculo en su garganta. También noqueó a Éurito con su tirso. Vale aclarar que un tirso es un bastón que está todo él forrado de vid o de hiedra y a veces de lazos. Está rematado por una piña de pino. Los tracios lo asimilaron en la Antigüedad y después pasó a todo el mundo helenístico. El tirso se relaciona también con la vara mágica de los conjuros.

Poseidón mata a Polybotes mientras
sostiene a la isla de Nisiros.
Aunque Hera, la diosa reina, derrotó al gigante Foitos, también convenció a unos cuantos gigantes para luchar contra Dioniso, como por ejemplo Ctonio (‘de la tierra’), que fue muerto por Deméter, prometiéndole a cambio a Afrodita.

También se menciona al gigante Tifón, hijo del primer Tifón, igual a su padre en todo, luchó contra Dioniso que lo mató y Hércules lo remató.

Durante la Gigantomaquia, las diosas Hestia y Deméter, amantes de la paz, no participaron en el conflicto y observaban consternadas, retorciéndose las manos.

Gigantomaquia conservada en el Museo del
Louvre. Clic en la imagen para ampliarla.
El escenario del gran combate era ubicado unas veces cerca de Tracia, en la península de Pelene, otras en Arcadia, junto al río Alfeo, y otras en los Campos Flégreos, (‘tierra ardiente’), a nueve kilómetros al noroeste de Nápoles cerca de Cumas, en la Campania, Italia.

Cuenta la leyenda que de la sangre derramada por los gigantes (sus descendientes) se engendró una raza de hombres perversos, fiel reflejo de la tradición universal sobre este fenómeno.

El armero del Olimpo
Hefesto (Vulcano) fabricó muchos de los accesorios tecnológicos que lucían los dioses en el combate, y se le atribuye la forja de casi todos los objetos metálicos con poderes finamente trabajados que aparecen en la mitología griega: el casco y las sandalias aladas de Hermes, la égida o escudo o rodela de Zeus, el famoso cinturón de Afrodita, la armadura de Aquiles, las castañuelas de bronce de Heracles, el carro de Helios, el hombro de Pélope, el arco y las flechas de Eros, el casco de invisibilidad de Hades, el collar que regaló a Harmonía y el cetro de Agamenón. Asimismo creó el tridente de Poseidón (con el cual se producían terremotos y maremotos), y era el forjador de los rayos de Zeus.

Hefesto también creó diversas criaturas:

Hefesto, el dios del fuego y de la metalurgia,
es el Vulcano de los romanos y Vishvakarma 

o Tvashtri en la mitología de los Vedas.
Según algunas fuentes, a Talos, el gigante de bronce que Zeus dio a Europa para que fuese el guardián de la isla de Creta.
• Las Kourai Khryseai (‘doncellas doradas’) eran dos autómatas de oro con la apariencia de jóvenes mujeres vivas. Se decía que poseían inteligencia, fuerza y el don del habla. Atendían a Hefesto en su palacio del Olimpo.
• La primera mujer, Pandora.

En la mitología de India, Hefesto tiene un homónimo, se trata de Tvashtri («Elaborador») en su papel de «Conseguidor», el artesano de los dioses, les proporcionaba vehículos aéreos y armas mágicas. A partir de un abrasador metal celeste, forjó:
•       un disco para Visnú.
•       un tridente para Rudra.
•       un «arma de fuego» para Agni.
•       un «Atronador que lanzaba rayos» para Indra.
•       una «maza volante» Para Surya.

Vishvakarma o Tvashtri, el herrero
de los dioses de la India.
Tvashtri (Tvastr) también llamado Vishvakarma, era ante todo un artífice sumamente habilidoso capaz de producir objetos únicos para uso de los dioses. Además, afiló el hacha de hierro de Brihaspati, creó un bol para servir la comida a los antidioses (asuras o demonios) y una copa para la bebida de los dioses.

Asume, a veces, el rol de un dios creador dando forma a humanos y animales, tal como Hefesto creó a Pandora.

En las antiguas representaciones hindúes, todas las armas de los dioses parecen proyectiles manuales de diversas formas.

Tiempo aproximado de la guerra
Casi con seguridad esta descomunal batalla o guerra llamada Gigantomaquia fue un hecho bélico real, que se fue deformando con la tradición oral a través de los siglos. Habría que buscar algún personaje mitológico que estuviera en la guerra, del que se tenga abundante información, como es el caso de Heracles o Hércules.

La caída de los gigantes, de Giulio
Romano, en el Palazzo de
Mantua, Italia.
Tenemos que Heracles terminó sus Doce trabajos en el año 1.246 a.C. cuando tenía 35 años (según la mitología griega).

Tras completar estas tareas, Heracles se unió a los Argonautas en la búsqueda del Vellocino de Oro. También se enamoró de la princesa Íole de Ecalia. El rey Éurito de Ecalia le prometió a su hija, Íole, a quien pudiera vencer a sus hijos en un concurso de arco. Heracles ganó, pero Éurito abandonó su promesa. Las insinuaciones de Heracles fueron despreciadas por el rey y sus hijos, excepto por uno: el hermano de Íole, Ífito. Heracles mató al rey y a todos sus hijos, excepto por Ífito, quien se convirtió en su mejor amigo. Sin embargo, Hera volvió a enloquecer a Heracles y lanzó mortalmente a Ífito por la muralla de la ciudad. Heracles se purificó de nuevo por medio de tres años de servidumbre a la reina Ónfale de Lidia.

Luego de terminada su servidumbre con la reina Ónfale, reunió un ejército para saquear Troya muchos años antes que el relato de Homero en la Ilíada. El lugarteniente de Heracles era Telamón, uno de los argonautas y rey de Salamina. Tomó la ciudad y mató al corrupto rey Laomedonte con el que se había cruzado años atrás cuando finalizó su noveno trabajo (apoderarse del cinturón de oro de Hipólita, la reina de las Amazonas). Laomedonte le había prometido unos caballos regalados por Zeus si salvaba a su hija Hesíone que iba a ser sacrificada a un monstruo marino enviado por Poseidón. Hércules mató a la criatura marina pero Laomedonte no cumplió con el trato y el héroe se fue prometiendo venganza.

Mapa de Europa y del Cercano Oriente, en el 
año 1500 a. C. en tiempos de la guerra de 
los gigantes contra los dioses del Olimpo.
Hacer clic en la imagen para ampliarlo.
Terminado esto, Hércules fue llamado por Atenea, para ser reclutado por los dioses olímpicos en la gran guerra llamada Gigantomaquia donde nuestro semidiós tuvo un papel destacado por su valor.

Después de la Gigantomaquia, Heracles volvió a Grecia y participó al mando de un ejército de arcadios en una guerra contra Esparta, para derrocar a Hipocoonte que había expulsado al legítimo heredero Tindareo. Heracles triunfa y restituye en el trono al rey. Luego interviene en las guerras de Tesalia a favor del rey Egimio.

Luego fue a la tierra de los driopes para vengarse por el maltrato que sufrió muchos años atrás, en aquella ocasión, Heracles acompañado de su esposa Deyanira y su hijo Hilo pidieron comida al rey Tiomante y se la negó. Ahora mató al nuevo rey de los driopes, llamado Laógoras. Después tomó la ciudad de Orminio y mató a su rey Amintor. Luego se fue a Egipto donde es capturado por el rey Busiris para ser sacrificado a los dioses. Heracles se libra de las ligaduras en el momento en que el rey va a clavarle el cuchillo ceremonial y mata al rey. Regresa a la Hélade y pelea con el gigante Anteo que habitaba en el istmo de Corinto y lo mata.

Ilustración moderna de Hércules, basada en
las representaciones griegas. Lleva puesta
la piel del León de Nemea, el primero
de sus Doce trabajos.
Todas estas aventuras, se calcula que pudo hacerlas aproximadamente en unos 6 años. Y luego Hércules se dedicó a la vida hogareña y a cuidar a los cuatro hijos engendrados con Deyanira, Hilo, Macaria, Odites y Gleno.

Pero su tercera esposa Deyanira por rumores que tiene una rival por el amor de Heracles, él estaba encariñado con Íole, hija de Éurito, rey de la ciudad de Ecalia. Quiso casarse con ella antes de conocer a Deyanira, ganó una competencia organizada por el rey, pero éste no cumplió la promesa, le negó a su hija y Hércules fue echado de la ciudad.

Tiempo después conoció a Deyanira en Calidón, Etolia y se casó con ella, era una de las hijas del rey Eneo de Calidón. Por varios años se olvidó de Íole. Pero Heracles quería vengarse por lo que le hizo Éurito por obligarle a renunciar a Íole, reunió a su ejército y no sólo mató a Éurito, sino que también cayeron asesinados los hermanos y otros familiares de Íole. Ésta fue raptada por Heracles, convirtiéndose en su concubina.

Hércules lucha con el centauro Neso que
quería violar a su esposa Deyanira.
Celosa, Deyanira, le da a Heracles una camisa manchada de sangre del centauro Neso (muerto por Hércules) mezclada con veneno de la Hidra de Lerna. Licas, el sirviente de Heracles, le lleva la camisa a su amo diciéndole que su esposa deseaba que se la vistiera. Sin embargo, aún estaba cubierta en la sangre de la Hidra de Lerna y la del centauro, por las flechas de Heracles con las que mató a Neso. Sin darse cuenta, Hércules se la vistió, envenenándolo, deshaciéndole la carne cuando se quería quitar la prenda y exponiendo sus huesos. Viendo lo que hizo, Deyanira se suicidó (unos dicen que se ahorcó y otros que se apuñaló en el pecho).

Enfurecido el héroe tomó a Licas por los pies y lo lanzó al mar. El veneno lo hacía sufrir tanto que Heracles levantó una enorme pira funeraria y pidió a su amigo Filoctetes que la encienda para inmolarse para terminar con ese dolor. Mientras las carnes mortales del héroe se consumían se escuchó un trueno, una nube envolvió la pira y el cuerpo desapareció.

Pintura Muerte de Hércules, por Zurbarán.
Según el historiador Heródoto, Heracles vivió 900 años antes del tiempo de Heródoto (c. 1300 a.C.). Se afirma en varios textos que al terminar los 12 trabajos, en el año 1246 a.C. Heracles tenía 35 años.

En un viejo documental televisivo se afirmaba que Heracles murió aproximadamente 15 años después de terminar sus 12 trabajos. Y luego de la Gigantomaquia, estuvo unos seis años guerreando en distintos lugares y luego se dedicó a la vida hogareña y tuvo cuatro hijos con Deyanira, a razón de uno por año, así que se puede deducir que si falleció alrededor de 1231 a.C., la gran guerra en que intervinieron los dioses contra los gigantes llamada Gigantomaquia sucedió alrededor del año 1241 a.C.

Hércules, el semidiós, falleció
aproximadamente a la
edad de 50 años.
Respecto a Filoctetes, el amigo que encendió la pira donde se inmoló Hércules, participó en la guerra de Troya relatada por Homero, portando el arco y las flechas de Hércules.

La Crónica de Paros, revela que la Guerra de Troya se inició en el 1218/7 a. C. Es un documento epigráfico que contiene una relación cronológica de diversos eventos legendarios, políticos y culturales de importancia sucedidos en el mundo griego desde el año 1581 a. C. hasta el 264/3 a. C. 

Así que Filoctetes era contemporáneo, debió tener más de 40 años en el inicio de la guerra contra los troyanos. De los 1186 barcos de guerra de la Liga Aquea, él fue con 7 naves de su padre, el rey Peante de la ciudad de Melibea para combatir a Troya y su arco mitológico disparó la flecha que acabaría con la vida de Paris, el hijo de Príamo, el rey de Ilión o Troya.

Y con esta guerra contra los gigantes finalizan los grandes conflictos en los dominios de los dioses del Olimpo. No hay que olvidar que toda fabula, leyenda y mitología tiene una parte de verdad. Sobre Zeus, por los egipcios, se supo que reinó 450 años.

Últimos años de Zeus
Se puede vislumbrar que Zeus fue un rey helénico o indoeuropeo, cuyo nombre no fue olvidado. El número de sus hijos legítimos o ilegítimos se evalúa en unos ciento cincuenta. De esta manera el dios o rey, Zeus/Júpiter extendió por todo el orbe de sus dominios el culto a su religión y dio ejemplo que imitar a los demás.

Mapa de Hecateo de Abdera, del año
500 a. C. Podría inferirse que abarcaba
los dominios de Zeus.
Zeus/Júpiter, después que recorrió cinco veces la Tierra, repartió entre todos sus amigos y parientes el poder, dejó a los hombres sus leyes y costumbres, les deparó alimentos y, realizando otras muchas cosas buenas, cubierto de inmortal gloria y recordado por todos, dejó a los suyos monumentos conmemorativos.

Se dedicó a caminar por sus dominios haciendo que los hombres hicieran voluntariamente templos dedicados a su nombre. Llegado el término de su vida en Creta, se marchó a vivir con los dioses, y los cretenses, ya en la antigüedad, no se contentaban con mostrar el lugar donde, según ellos, había nacido el dios, sino que también mostraban la “tumba de Zeus” en Cnosos (ciudad que, según se dice, la había fundado la diosa Hestia/Vesta), con la inscripción Ci git Zan (aquí yace Zan = Zeus), con antiguos caracteres griegos ZAN KPONOY, es decir, en latín, “Júpiter hijo de Saturno”. Su sepulcro producía una gran curiosidad entre la mayoría de la gente que iba a visitarla y un gran escándalo para los sacerdotes, mitógrafos y poetas que afirmaban que los dioses eran inmortales.

Esto lo cuenta el romano Quinto Ennio, nacido en el 239 a.C. en una traducción latina de la obra Historia Sagrada del griego Evémero (330 a.C.-250 a.C.). Lo que nos demuestra que los dioses, por más longevos que sean, también mueren.

Por Alberto Seoane


Para conocer la primera guerra de los dioses de la mitología griega, hacer clic aquí:

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