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domingo, 26 de agosto de 2012

BATALLA DE PLYMOUTH

Los holandeses destruyen parte de la flota inglesa el 26 de agosto de 1652 en el transcurso de la Primera Guerra Anglo-Holandesa. Entre ambas naciones hubo cuatro guerras. En la primera, entre 1652 y 1654, se produjo la batalla naval de Plymouth.

Entre las bajas holandesas hubo unos sesenta muertos y cincuenta heridos. Los informes sobre las pérdidas inglesas son diferentes: un informe reporta 91 muertos y otro, que es más creíble, establece el número de 700 entre muertos y heridos. Entre los muertos están el capitán Thomas Lisle y el Contraalmirante Michael Pack que tenía una pierna amputada por la batalla y poco después murió de las complicaciones.

El enfrentamiento comercial anglo-holandés venía de antiguo y poseía múltiples facetas. Un caso paradigmático fue la masacre de Amboina (Indonesia), en 1623, en la cual varios agentes de la Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales torturaron y asesinaron a una decena de trabajadores de la Compañía Inglesa de las Indias Orientales. El suceso fue convenientemente explotado por la propaganda cromwelliana y se convirtió en una suerte de baluarte del ideario anglosajón contra los comerciantes holandeses.

Oliver Cromwell (1599-1658).
La Primera Guerra Anglo-Holandesa fue un conflicto armado entre Inglaterra y las Provincias Unidas de los Países Bajos librado a mediados del siglo XVII. Por aquella época, los holandeses defendían la teoría del mare liberum, elaborada por su conciudadano Hugo Grocio, o sea el libre tránsito y comercio por todos los mares (excepto, naturalmente, los que bordeaban sus colonias). Sin embargo no eran los únicos que descubrían en el mar su vía de engrandecimiento. Los ingleses, encerrados en su isla, no hallaban otro medio de expansión que el mismo mar. Pero cuando estuvieron en condiciones de fundar factorías y abrirse mercados (a mediados de siglo, tras la revolución de Oliver Cromwell), en todas las latitudes tropezaron con los neerlandeses que ya los acaparaban. Para proteger a sus Compañías de Indias, Inglaterra constituyó una base jurídica opuesta al librecambismo de las Provincias Unidas: la del mare clausum.

La solución oceánica no fue improvisada. Ya desde tiempos de Isabel I Tudor los corsarios y los aventureros habían creado un imperio pirata, y las Compañías habían trasladado contingentes humanos a las costas orientales de los actuales Estados Unidos. La Compañía Inglesa de las Indias Orientales (la que monopolizaba el comercio con la India, Insulindia, China y demás), había sido creada incluso dos años antes (en 1600) que la holandesa. Ambas acabaron por chocar. En 1623 los holandeses hicieron una carnicería en las colonias británicas de Banda y Amboina (en Insulindia), que los súbditos del Reino Unido no olvidaban. En 1649 los ingleses aceptaron tener la República. Oliver Cromwell representaba los intereses de la burguesía puritana, que veía en sus éxitos comerciales la bendición de Dios, y en 1651 promulgó el "Acta de Navegación". Con esta ley trascendental, Inglaterra inauguraba su política proteccionista ideada en perjuicio de los intereses comerciales de los Países Bajos. Inglaterra acordaba no importar ningún producto forastero que no procediera del mismo país de origen. Hasta el momento, Inglaterra había sido un importante cliente del comercio holandés.

La delegación inglesa a La Haya: el camino a la guerra.En marzo de 1651 Cromwell envió a La Haya, sede de los Estados Generales de la República holandesa, una delegación diplomática encabezada por el Jefe de Justicia, Oliver St. John, y Walter Strickland, antiguo embajador inglés en el país, que propuso a los Estados Generales la creación de una confederación entre las dos grandes potencias marítimas protestantes. Así se produciría un reparto de las esferas de influencia comercial en el orbe sin que se desatara un conflicto entre ambos países. El ambicioso proyecto no prosperó, ya que se impusieron las rivalidades comerciales y la influencia de los príncipes de Orange, partidarios declarados de la monarquía inglesa destronada. Cromwell resolvió entonces tomar una medida drástica que fue lo que condujo a la guerra: se propuso expulsar a los neerlandeses del tráfico comercial inglés. En octubre, el parlamento de Inglaterra aprobó la entrada en vigencia de un Acta de Navegación (Navigation Act), según la cual el comercio con Inglaterra quedó restringido a los barcos con bandera de este país.

Conscientes de que el estallido del conflicto era inminente, los Estados Generales trataron de revitalizar la marina a toda velocidad, un proyecto personal del Gran pensionario de Holanda, Johan de Witt, que autorizó, a principios de 1652, la construcción de 226 buques de guerra –la república disponía en ese momento de 76-. Pese a lo abultado de la cifra, apenas tres de estos navíos habían sido completados cuando dio comienzo la guerra. Peor aún: de los navíos existentes ni uno solo montaba más de 50 cañones, de modo que Inglaterra contaba con 14 buques mayores o más artillados. A esta inferioridad cabía añadirle que los cañones ingleses eran generalmente de un calibre superior a los neerlandeses y tenían un alcance mayor. La situación, en resumen, no era demasiado encomiable para la armada de las Provincias de la República holandesa, que a su escasa cohesión interna vería sumarse en los combates contra los ingleses los frutos de la división política de sus efectivos entre los Orangistas, encabezados por Maarten Tromp, y los partidarios del gobierno de la república.

Los Estados Generales no llevaron a cabo ninguna maniobra diplomática al respecto de la impositiva Acta de Navegación, pero incrementaron las prevenciones de forma significativa. Muchos navíos comerciales fueron armados para reforzar las escoltas de los grandes convoyes comerciales, de entre 100 y 400 buques, que transportaban de mercaderías desde los mares Báltico y Mediterráneo. En este contexto, Maarten Tromp, previsor como de costumbre, presentó, el 15 de marzo de 1652, un extenso memorándum a sus superiores titulado "Consideratien, ingesteld op de jegenswoordige occasie ter zee" (Consideraciones sobre la presente situación en la mar), en el cual exponía sus ideas y estrategias, consistentes en atacar antes de que sus adversarios estuvieran listos para hacerlo. Tromp sabía de lo que hablaba, pues para entonces la armada inglesa se había apoderado de un centenar de buques mercantes holandeses, entre ellos de un convoy de 27 en la colonia de Barbados, bajo el pretexto de que vulneraban lo estipulado en el Acta de Navegación inventada por Inglaterra.

Los ingleses, por su parte, tampoco estaban ociosos, e iniciaron sus movilizaciones en abril. El Almirante Robert Blake pidió al parlamento un total de 729.000 libras esterlinas para hacer frente los gastos de la armada a lo largo del año. Ese dinero, decía Blake, tenía el objetivo ayudar a mantener en condiciones una flota de 117 naves de varias clases y de servir para la compra de 335 cañones de hierro, así como también para ampliar los astilleros que mantenían la flota en servicio. El parlamento dio el visto bueno, además, a la construcción de 30 fragatas al coste de 300.000 libras. El coste de dichas empresas resultó ser demasiado elevado y, como es natural, el atraso en los pagos supuso que solo una pequeña parte de las preparaciones se hubiera realizado cuando estalló la guerra.

Se declara la guerra
El 10 de julio de 1652 el Parlamento inglés declaró la guerra a las Provincias Unidas, dando origen a la Primera Guerra Anglo-Holandesa. Adrian Pauw, el gran pensionario de los Estados Generales en Inglaterra, hizo lo posible para evitarlo con tal de proteger su comercio, pero las exigencias inglesas eran demasiado elevadas. Cromwell no solo no estaba dispuesto a retirar su abusiva Acta de Navegación, sino que además exigió a las Provincias Unidas el pago de cierta suma de dinero en reparación por las hostilidades iniciadas frente a Dover, de las que culpaba al almirante holandés Maarten Harpertszoon Tromp (1598-1653).

Tromp tenía sobrados motivos para detestar a los ingleses, porque a la edad de ocho años, realizó un viaje a las Indias Orientales, donde fue capturado por los ingleses, que le obligaron a servir en un crucero inglés durante varios años. En 1624, huyó y se enroló en la marina holandesa; en 1637 se convirtió en teniente almirante. En febrero de 1639, atacó y destruyó una gran flota española, cerca de Gravelinas, en la costa flamenca y, en septiembre, derrotó a las flotas unidas de España y Portugal, cerca de la costa inglesa, en la batalla de las Dunas. Cuando estalló la Primera Guerra Anglo-holandesa (1652-1654), ancló su flota cerca de Dover y el 19 de mayo de 1652 entabló combate con una flota inglesa al mando del almirante Robert Blake.

Adrian Pauw el Gran
Pensionario de los
Estados Generales
rechazó el ultimátum.
Adrian Pauw rechazó finalmente el ultimátum inglés, y los embajadores neerlandeses abandonaron Inglaterra rumbo a su país. El júbilo ante la declaración de guerra fue notable en la facción Orangista de la política neerlandesa, pues se veía el conflicto como una buena ocasión para golpear el creciente poder marítimo inglés y a Cromwell, el hombre que había decapitado a su amigo, el rey Carlos I de Estuardo. En realidad, la guerra suponía que los principales sustentos económicos de la República, sus grandes flotas pesqueras y el lucrativo comercio naval con los puertos del mar Báltico, del Mediterráneo y de las Indias Orientales, quedaban a merced de la armada inglesa. Sabedores de que su descuidada flota no ofrecía garantías de protección para los convoyes y de que los navíos cuya construcción se había aprobado todavía tardarían en ser construidos, los Estados Generales decidieron recurrir a la diplomacia para garantizar la seguridad de su economía. Su principal éxito, en este sentido, fue la firma de un tratado con Dinamarca en virtud del cual el estrecho de Oresund, la puerta del Báltico, quedaba cerrado al tránsito naval inglés.

En Inglaterra, simultáneamente, el Parlamento también aceleró las disposiciones para la guerra. Por un lado, se emitió una proclama según el cual todos los marineros de los condados del sureste de Inglaterra cuya edad oscilara entre los 15 y los 50 años quedaban a disposición de la armada de guerra y, por lo tanto, podían ser reclutados en cualquier momento. Además, con el fin de incrementar de forma rápida la fuerza de las escuadras inglesas, se requisó para el servicio militar un gran número de bajeles mercantes. El Almirante Robert Blake recomendó al Parlamento que destacara oficiales navales como capitanes de estos navíos en lugar de confiarlos a sus capitanes originales, suponiendo que actuarían con más decisión en la batalla al estar dispuestos a arriesgar la seguridad del navío sin importar que su hundimiento o captura a manos holandesas supusiera una pérdida económica.

A comienzos de junio de 1652, Blake recibió órdenes de hacerse de nuevo a la mar para atacar la flota holandesa de las Indias Orientales, diezmar las pesquerías del arenque, y apresar a cuantos bajeles comerciales enemigos tuviera ocasión. El éxito de la misión dependía en gran medida de la rapidez, pues los grandes convoyes que regresaban con su preciada carga a los puertos neerlandeses desconocían el estallido de las hostilidades entre Inglaterra y las Provincias Unidas, pero no tardarían en recibir noticias. El resultado de esta campaña contra el comercio holandés fue fructífero, y varios centenares de buques neerlandeses cayeron ingenuamente durante el verano en manos de las escuadras inglesas que patrullaban el Canal de la Mancha y el Mar del Norte.

Días antes de la batalla
La batalla de Plymouth fue una batalla naval en la Primera Guerra Anglo-Holandesa. Tuvo lugar el 26 de agosto 1652 y fue una batalla corta, pero tuvo el resultado inesperado de una victoria de Holanda sobre Inglaterra.

George Ayscue en 1666.
Comenzó cuando el almirante George Ayscue de la Commonwealth de Inglaterra atacó un convoy de las Provincias Unidas de los Países Bajos al mando del Vice-comodoro Michiel de Ruyter. Los dos comandantes habían sido amigos personales antes de la guerra.

Mientras el almirante Blake cumplía su misión en el Mar del Norte, la protección naval de las islas británicas se redujo considerablemente. El almirante George Ayscue, fue puesto a cargo. Recién llegado de Barbados con 36 presas detenidas en virtud del Acta de Navegación. Ayscue era un veterano de la armada de 42 años. El Parlamento dio instrucciones explícitas a este marino de vigilar el estuario del Támesis, pero las fuerzas de que disponía Ayscue eran reducidas: solo 11 buques, de los que únicamente 4 eran de guerra. La pequeña escuadra inglesa de las Dunas era el objetivo perfecto para asestar un golpe a Inglaterra, y Adriaan Pauw lo sabía. Llegado a Holanda, este diplomático que también hacía las veces de espía, informó a su gobierno de las fortalezas y debilidades de la flota inglesa, y señaló a la escuadra de Ayscue como su punto débil. Una vez eliminado este asequible contendiente, el curso del Támesis quedaría libre para los buques holandeses, y la propia Londres podría verse amenazada.

El Parlamento inglés le adjudicó más navíos a George Ayscue, cuya flota creció hasta los 42 barcos. Secundado por el vicealmirante William Haddock, su misión consistía fundamentalmente en patrullar las aguas del canal.

Paralelamente, llegó a oídos del Parlamento inglés que un gran convoy cargado de plata americana zarparía pronto de Cádiz rumbo a Holanda con una débil escolta, y se dispuso la caza. En la misión participarían las escuadras de Robert Blake, que se apostaría en la línea costera holandesa, y de Ayscue, que rondaría el extremo occidental del canal de la Mancha resuelto a interceptar el convoy antes de que una escuadra neerlandesa saliese a reforzarlo. Por su parte, el Consejo de Estado de las Provincias Unidas, sabedores sus integrantes de las fatales consecuencias que supondría la pérdida del convoy, tomó medidas para anticiparse a los ingleses. Una escuadra consistente en un total de 23 navíos y 6 brulotes armados con unos 600 cañones y tripulados por cerca de 1.700 marineros y soldados fue armada en el puerto de Wielingen.

En ausencia del vicealmirante Witte de With, quien era en principio el hombre escogido para comandar la flota –precaria y mal avituallada, como cabe imaginar–, el Consejo holandés otorgó el mando al vice comodoro Michiel Adrienszoon de Ruyter, que izó su insignia en el Neptunus, un pequeño navío de 28 cañones y 134 hombres.

El Vice-comodoro Michiel De Ruyter
derrotó a la flota inglesa en la batalla
naval de Plymouth, durante la
Primera Guerra Anglo-Holandesa.
En 1652 De Ruyter era un marino desconocido y sin experiencia en grandes batallas. Su participación en combates de esta clase se reducía a una furiosa acción contra los españoles frente al Cabo de San Vicente en 1641, en la cual actuó como tercero al mando de la armada holandesa. Sin embargo, este nativo de Flessinga, criado en el mar desde los 11 años, pronto demostraría que era uno de los mejores almirantes del mundo Occidental.

El 29 de julio De Ruyter fue nombrado Vice-comodoro, originalmente una creación holandesa entre el Capitán y Almirante y poco después tomó el mando, en ausencia del Vice-almirante Witte de With, para escoltar un convoy grande. Alrededor del 10 de agosto, De Ruyter zarpó antes que los mercantes para buscar una flota inglesa de cuarenta naves, al mando de Ayscue, que él sabía que había dejado puerto el 29 de julio. La escuadra De Ruyter en ese momento constaba de 23 buques de guerra y seis brulotes, con un total de 600 cañones y 1700 hombres.

De Ruyter informó a sus superiores que la mayoría de los soldados estaban mal entrenados, muchos barcos mal mantenidos y él tenía sólo dos meses de suministros. Sin embargo, él prefirió dar la batalla antes de tiempo sin la carga de tener que proteger el convoy.

Alcanzó el Canal de la Mancha, pronto descubrió que Ayscue no estaba interesado en la lucha contra la escuadra holandesa, ya que evitó la pelea con la esperanza de interceptar el convoy. Para atraer a Ayscue, De Ruyter comenzó a aparecer frente a la costa de Sussex, causando un gran revuelo con la población local, pero Ayscue, a pesar de que su flota tenía 42 buques, no reaccionó, tal vez, esperando la llegada de más buques para su flota. Mientras tanto, De Ruyter había perdido dos barcos, enviados para escoltar a un buque mercante a la desembocadura del río Somme, cuando chocaron, hundiéndose uno, el Nicolaes Sint, y dañándose seriamente el otro, el Gelderlandt.

El 13 de agosto Michiel De Ruyter recaló en Calais y recibió nuevas órdenes. La plata española tendría que esperar, y él escoltaría hasta el Atlántico un convoy procedente de Texel con rumbo al mediterráneo. De Ruyter no tardó en zarpar en búsqueda del convoy, que se le unió el día 21 de agosto frente a Gravelinas en el sur del Mar del Norte. El convoy de sesenta buques mercantes trajo diez barcos de guerra con él, llevando su total a 31.

Además, varios de los buques mercantes estaban lo bastante artillados como para defenderse si era necesario. Con esta escuadra, el 23 de agosto De Ruyter volvió a entrar en el canal cerca de Calais. Sus instrucciones eran escoltar al convoy hacia el Atlántico, la mayoría de los barcos se dirigían al Mar Mediterráneo junto con sus diez escoltas.

El día 25 por la mañana, en aguas de Plymouth, avistó en el horizonte lo que esperaba: una escuadra de guerra enemiga. Su antiguo amigo, George Ayscue, había logrado al fin dar con él. El inglés contaba con 38 navíos de guerra, 4 brulotes y 4 pequeños bajeles; una fuerza nada despreciable. El día 26, a la 1:30 de la tarde, la armada inglesa avanzó sobre la holandesa aprovechando que el viento soplaba del noreste a su favor. Las escuadras se encontraban, a la sazón, frente a la costa francesa. Ayscue intentó un ataque directo desde el norte contra el convoy, esperando que la flota mercante se dispersara, lo que le permitiría capturar algunas naves, pero De Ruyter inesperadamente separó su escuadra naval y atacó a Ayscue.

Los barcos ingleses estaban mejor armados, habían roto la formación con la esperanza de atrapar, durante una batalla, a algunos mercantes holandeses, pero ahora eran incapaces de formar una línea de batalla y aprovechar plenamente su ventaja en potencia de fuego contra los holandeses.

Mapa de la batalla de Plymouth. Hacer clic
para ampliar. Cada barco inglés debe
contarse por cinco. Los holandeses se
muestran en forma de escuadras.
De Ruyter invirtió inesperadamente el rumbo, virando hacia el noroeste, e interpuso sus buques entre el convoy y la vanguardia inglesa, formando una línea a sotavento de sus adversarios con el contraalmirante Joris van den Broeck Pieterszoon al mando de la vanguardia, él mismo liderando el centro, y el contraalmirante Jan Aertsen Verhoeff la retaguardia. La situación dio un vuelco inesperado. Ayscue había ordenado la caza general sin tener en cuenta la evidente reacción holandesa, y navegaba ahora con sus buques dispersos e imposibilitados de formar una línea de combate. Su ventaja se había desvanecido, y encabezaba de pronto un ataque que podía costarle muy caro. Su navío George  y el Vanguard del vicealmirante Haddock –de 52 y 46 piezas, respectivamente– eran los navíos más expuestos.

La escuadra holandesa se encontraba en una áspera formación defensiva, y a las 4 en punto de la tarde se dio un hecho singular: la línea holandesa se cruzó con los 7 navíos ingleses de vanguardia, pasando los unos a través de los otros de manera casi simultánea. La maniobra resultó nefasta para los buques ingleses, que se vieron rodeados por el grueso de la escuadra holandesa mientras el resto de buques, consistentes básicamente en mercantes dispuestos para la batalla, se mantuvieron lejos, temerosos. Así, Ayscue y sus capitanes de mar y guerra quedaron en solitario haciendo frente a un enemigo más hábil y más numeroso. Ambas flotas sufrieron terribles destrozos en el furioso cañoneo. Los buques holandeses acabaron con los cascos acribillados, y los ingleses salieron casi desmantelados. En medio de la batalla, una bala rasa le arrancó la pierna de cuajo al contraalmirante Pack, que murió poco después.

El combate devino en una sucesión de acciones parciales, uno de los mayores navíos holandeses, el Volgestyrus, armado con 40 piezas y propiedad de la Compañía de las Indias Orientales, quedó algo separado del resto de la flota y cayó bajo el ataque de tres navíos ingleses, que lo abordaron. Su tripulación estaba a punto de rendirse, cuando, su capitán, el frisón de nombre Douwe Aukes, amenazó con prender fuego a la santabárbara si lo hacían. No eran palabras huecas. La “tradición” de los Geuzen, los celebres piratas que en los años 60 y 70 del siglo XVI habían combatido contra España, de hacer saltar sus navíos antes que rendirlos al enemigo, pervivía en la armada holandesa.

Puerto inglés de Plymouth en el siglo XVII.

Frente a esta alternativa, sus hombres se recuperaron, y los piratas ingleses retrocedieron y abandonaron el buque que resistió el cañoneo con los buques ingleses, que lo dañaron mucho. Durante los combates buque a buque, los holandeses emplearon su táctica favorita de deshabilitar naves enemigas disparando a los mástiles y aparejos con el tiro de la cadena. Al final de la tarde Ayscue, sintiéndose bastante humillado, tras un duro combate, decidió romper el contacto con el enemigo y decidió retirarse a Plymouth para reparar sus naves muy dañadas.

La oscuridad caía ya cuando Ayscue emprendió la retirada rumbo al puerto con todos sus barcos averiados. Todavía tuvo que enviar un brulote al mando del capitán Simon Orton a amenazar a los navíos neerlandeses que impedían la retirada del navío Bonadventure, pero logró zafarse sin perder ningún buque. Más tarde, De Ruyter lamentó haber tenido sus brulotes a sotavento:

Si nuestros brulotes hubieran estado con nosotros hubiéramos desbandado al enemigo con la gracia de Dios; pero alabado sea Dios, que nos ha bendecido con que nuestro enemigo huyó por sí solo, aunque tenía 45 buques fuertes y de gran poder”.

Ninguna de las partes perdió un buque de guerra, pero los ingleses sufrieron grandes bajas entre su tripulación. Los holandeses tuvieron sesenta muertos y cincuenta heridos. Los informes sobre las pérdidas inglesas son diferentes: uno, el más creíble, establece el número tan alto de 700 bajas entre muertos y heridos, entre ellos el capitán Thomas Lisle y el Contraalmirante Michael Pack que tenía una pierna amputada y poco después murió a raíz de las complicaciones. Otro informe dice 91 muertos.

De Ruyter persiguió a la flota inglesa cuando se retiraba, los persiguió durante toda la noche con la esperanza de apresar algún navío rezagado, pero no pudo atrapar a ningún buque. Sin embargo Ayscue, temiendo por su reputación, el 27 de agosto convenció al Consejo de guerra inglés de que la flota debía permanecer segura en Plymouth. En tanto, De Ruyter luego envió dos buques de guerra para escoltar a la flota mercante a través del Canal de la Mancha hasta el Mediterráneo. Por un tiempo consideró atacar a la flota enemiga en el fondeadero en Plymouth Sound, pero al final decidió no hacerlo, ya que le informaron que el Almirante Robert Blake estaba navegando hacia el oeste con una fuerza superior.

Desde su posición en Portland, el almirante Robert Blake envió al vicealmirante William Penn con 15 navíos para tratar de interceptar a De Ruyter a toda prisa. Aunque este alcanzó la retaguardia holandesa el 26 de septiembre, no pudo impedir que De Ruyter se escapara hacia el este durante la noche y entrara sano y salvo en Calais. Luego, De Ruyter escoltó doce buques mercantes con seguridad a Calais el 2 de octubre cuando sus provisiones se habían quedado casi agotadas.

Mientras Ayscue reparaba sus buques y Blake emprendía otra empresa, el convoy holandés salió sano y salvo rumbo al Mediterráneo con su escolta, de De Ruyter, a bordo de su buque insignia, el Neptunis Kleine, tuvo que regresar a puerto para reparaciones, probablemente debido a un daño no suficientemente reparado de la batalla de Plymouth. Así que puso proa a Holanda, donde fue recibido como un héroe.

La pérdida de prestigio para Ayscue y el comienzo de la fama de De Ruyter
Los barcos ingleses habían esperado para derrotar fácilmente a los holandeses en una batalla debido a su superioridad en armamento y numérica. Mientras que el fracaso vino como una sorpresa desagradable para los ingleses, el pueblo holandés se había beneficiado del combate y De Ruyter que no era bien conocido entre el público en general, fue recibido como un héroe naval. El gobierno inglés acusó a algunos capitanes mercantes de cobardía. Ayscue fue acusado de falta de liderazgo y organización: su intento de presentar el encuentro como una victoria no logró convencer. No menos importante fue su énfasis en la captación de premios (capturar naves mercantes), evitando dar batalla, en el primer año de la guerra fue una actitud muy común, ver el conflicto como una campaña de gran corso, lo que les permite ganar riquezas a costa de los holandeses.

Ayscue, justo al contrario que su antagonista y antiguo amigo, cayó en desgracia ante el Parlamento, lo que selló su carrera en la armada republicana. Aunque su fama entre sus hombres –que lo idolatraban– y la población en general no se vio afectada, no volvió a servir en la mar bajo la bandera de la Commonwealth. Siguió en comisión el tiempo suficiente para reparar y organizar su maltratada escuadra, y fue relevado del servicio con una pensión de 300 libras esterlinas y tierras en Irlanda. Volvería unos años después, cuando Carlos II de Inglaterra recuperó su trono y la Commonwealth llegó a su fin. Mandó una escuadra en la Batalla de Lowesoft durante la Segunda Guerra Anglo-Holandesa y le cupo el dudoso honor de rendir el Prince Royal a los holandeses durante la Batalla de los Cuatro días, en esa misma contienda.

Esta victoria fue muy importante para la carrera naval de De Ruyter: era la primera vez que ordenó una fuerza independiente como comandante de la flota. Antes, sólo había tenido subcomando de una flotilla de ayuda a Portugal en 1641. Como resultado de la batalla adquirió el apodo de “El León Marino”.

El holandés De Ruyter, con 23 buques de guerra y seis brulotes le hizo frente a un enemigo superior en número y en armamento y obligó a huir y quedarse en el puerto de Plymouth a 38 buques de guerra, todos averiados y con numerosas bajas.

La Primera Guerra Anglo-Holandesa terminó cuando se firmó en 1654 el Tratado de Paz de Westminster.

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