Desde 1993 vive solo en una isla del océano Pacífico. Se considera el hombre más afortunado del mundo.
David Glasheen, en su casa en la isla. |
En 1987 perdió casi 10 millones de dólares australianos (7,5 millones de euros) por la crisis bursátil. En 1993 se trasladó a vivir en la minúscula isla de Reducción, frente a la costa noreste de Australia.
Ahora, casi 20 años después, la justicia ha reparado en que Glasheen, que solamente vive acompañado de su perro, es un intruso en la isla. Además, no paga impuestos y eso para el fisco es algo inconcebible.
Como el personaje de Daniel Defoe, vive solo con su perro. |
Actualmente, el gobierno de Queensland está tratando de desalojar al náufrago voluntario, de sesenta años, después de que fracasó la construcción de un centro turístico en la isla de casi dos hectáreas.
Ubicación de la isla donde habita el sexagenario Glasheen. |
Glasheen es actualmente un sexagenario originario de Sidney, y al vivir una vida solitaria, aprendió a ser autosuficientes y cultiva de hortalizas y verduras. También pesca y aprendió a elaborar su propia cerveza. Afirma: ‘Pronto aprenden en la selva para sobrevivir. Si no lo hacen se muere rápidamente”.
Pero se encuentra solo en el amor. El uso de conexión a Internet por medio de la energía solar no le ha servido para concertar citas ni encontrar a su “media naranja” que quiera ir a vivir con él y compartir su experiencia, y salvo una, ninguna mujer ha aceptado mudarse a vivir en su isla.
Glasheen está a punto de cumplir 20 años en la isla. Su perro Quasi le hace compañía. |
Una vez, una amiga se trasladó inicialmente a la isla, ubicada a 1.500 kilómetros de la capital de Queensland, Brisbane, pero no le gustó la vida aislada, sin nada de las comodidades que rodean a una mujer occidental (lavarropas, lavaplatos, teléfono celular, refrigerador, secador para el cabello) y a los pocos días ella se volvió a su ciudad. “Mi única esperanza es que una sirena aparezca en la playa.”, dice David en broma.
Ocasionalmente Glasheen es visitado por navegantes y kayakistas y grupos de agricultores orgánicos. “He aprendido mucho. Empecé a valorar lo que es realmente importante. Confianza, honestidad, respeto, las cosas simples”, explica a los medios periodísticos que fueron a visitarlo.
Ante su inminente desalojo declaró: "Es un lugar fabuloso. Soy un tipo afortunado de estar aquí. Empecé a valorar lo que realmente importa y que se pueden hacer cosas con muy poco".
Al preguntarle qué hará si se ve obligado a abandonar su hogar en la isla, dijo: “No tengo ni idea. Yo vivo en este momento. Mañana podría estar muerto.”
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