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sábado, 29 de diciembre de 2012

BALANCE DESFAVORABLE PARA INGLATERRA EN LOS PRIMEROS CUATRO MESES DE LA 2ª GUERRA MUNDIAL

Desde el 3 de setiembre hasta diciembre inclusive, los primeros meses de esta contienda bélica, todo favorecía a las armas germanas.

El balance al 29 de diciembre de 1939 informa que las minas submarinas magnéticas y comunes alemanas han hundido 79 buques aliados por valor de unas 262.000 toneladas.

Sin embargo, la efectividad de estas armas empezará a disminuir conforme las contramedidas ideadas por científicos británicos empiecen a extenderse a fines de 1940.

También los submarinos alemanes hicieron estragos entre los barcos británicos. Hasta diciembre de 1939, los submarinos de la Kriegsmarine han hundido 114 buques aliados, por valor de 421.000 toneladas de registro. Los alemanes han perdido sólo 9 sumergibles y han botado 18 nuevos.

El HMS Barham fue averiado el 28 de
diciembre de 1939.
Por ejemplo, el 28 de diciembre de 1939 en el Mar del Norte, el último éxito de los U-Boote alemanes fue el ataque del U-30 al mando de Fritz-Julius Lemp, que torpedeó en el noroeste de Escocia al acorazado inglés HMS Barham, que queda averiado con 4 muertos y dos heridos según reportó Inglaterra y las reparaciones obligarán a mantener al Barham de 31.100 toneladas en dique seco en Liverpool durante tres meses. El U-30 fue echado a pique el 4 de mayo de 1945.

Anteriormente, el 23 de noviembre, hundieron al crucero auxiliar británico SS Rawalpindi, que había sido buque de línea de la Compañía P&O, en la ruta Londres, Bombay y Lejano Oriente. Antes de iniciarse la Segunda Guerra Mundial, fue decomisado en agosto por el gobierno inglés y convertido en mercante armado. Se le instalaron 8 cañones de 150 mm y 6 ametralladoras Vickers de 76,2 mm.

El SS Rawalpindi, cuando era un
buque de pasajeros.
Durante una patrulla entre Islandia y las islas Faroe, fue atacado por los cruceros de batalla  Scharnhorst y Gneisenau. Intentó el escape dentro un banco de niebla próximo a su posición, ignorando disparos de advertencia, el Scharnhorst abrió fuego, seguido rápidamente por el Gneisenau. Con su puente y sala de radio destruida y completamente a merced del enemigo, se hizo abandono del buque. Las bajas a bordo del Rawalpindi fueron de 275 muertos, incluyendo el Capitán Kennedy y 39 oficiales. 

Veintidós tripulantes fueron rescatados por los buques alemanes y tomados prisioneros. Once más fueron rescatados por otro mercante convertido, el Chitral. El humeante Rawalpindi derivó por tres horas más antes de hundirse.

El HMS Gipsy semisumergido.
Otra baja importante para los ingleses fue el destructor HMS Gipsy, de 1370 toneladas, que se hunde al chocar contra una mina el 19 de noviembre, muriendo 30 tripulantes, en tanto que el crucero inglés HMS Belfast es dañado el 21 de noviembre por una mina magnética. El Belfast permaneció en dique seco el nada despreciable tiempo de más de dos años desde noviembre de 1939 hasta octubre de 1942. Anclado en el río Támesis junto al Tower Bridge es el primer barco conservado para el patrimonio británico después del HMS Victory del Almirante Nelson. Ahora es un monumento a las batallas navales de la Segunda Guerra Mundial y en 1971 fue declarado como museo flotante.

El HMS Blanche fotografiado
antes de su hundimiento.
El 13 de noviembre se había hundido el destructor inglés HMS Blanche, de 1380 toneladas, que colisionó contra una mina en el estuario del Támesis.

A estos desastres navales ingleses hay que agregarle el hundimiento el 14 de octubre de 1939 del HMS Royal Oak de 31.200 toneladas. Fue hundido en su amarradero, en la supuestamente inexpugnable Base Naval de Scapa Flow, en las Islas Orcadas, por el U-47, Comandado por el Capitán de Corbeta Gunter Prien. Para mayor información sobre esta derrota inglesa, lea aquí: El desastre de Scapa Flow.

También el hundimiento, a pocos días de iniciado el conflicto bélico (3 de setiembre) del portaaviones escolta Corageous de 22.500 toneladas, torpedeado el 17 de setiembre de 1939 por el submarino alemán U-29 al mando del Capitán Otto Schuhart. El informe sobre su hundimiento se encuentra aquí: Es torpedeado y hundido el portaaviones Corageous.

Este balance desfavorable para Gran Bretaña de los primeros cuatro meses de la Segunda Guerra Mundial, pudo haber sido peor, si hubieran explotado los torpedos cuando se hizo una reunión cumbre a bordo de una nave de combate.

El Alto Mando británico se salva al no estallar los torpedos
El 30 de octubre de 1939, el submarino alemán U-56, comandado por el Teniente Wilhelm Zahn, que había zarpado de Kiel el 23 de Octubre de 1939, en su tercera patrulla, se encontró en el medio de un grupo de buques de la Home Fleet navegando al oeste de las islas Orcadas. Como buque guía se encontraba el buque de guerra HMS Rodney, seguidos por el acorazado HMS Nelson y el HMS Hood, todos escoltados por una cortina protectora de destructores.

El submarino alemán U-56 cuyos torpedos
no estallaron cuando atacó el barco
donde viajaba Winston Churchill.
El U-56, se encontraba a profundidad de periscopio, en una posición ideal para el lanzamiento, exactamente a su proa estaba el buque HMS Nelson. El Teniente Zahn disparó tres torpedos al blanco al que era imposible errarle. ¡Dos de los torpedos impactaron en el Nelson, pero no explotaron! El U-56 hizo un rápido escape. Si los torpedos hubieran explotado, los personajes VIP que se encontraban a bordo del Nelson hubieran pasado un serio peligro. Ellos se encontraban para una reunión para determinar que acción seguir luego del reciente hundimiento del HMS Royal Oak en Scapa Flow.

Los importantes personajes reunidos a bordo eran el Comandante en Jefe de la flota doméstica Almirante Sir Charles Forbes, el Almirante de la Flota, Sir Dudley Pound, y el Lord del Almirantazgo, Winston Churchill.

El HMS Nelson, foto de 1938.
Al público inglés, le comunicaron que el HMS Nelson de 34.000 toneladas, buque insignia de la Home Fleet, sufrió graves averías al “chocar” contra una mina germana cerca de Loch Ewe. El secreto de que había sido torpedeado solo lo sabían los tripulantes del U-56 y el Almirante Karl Doenitz, Comandante Supremo de la Fuerza de Submarinos Alemana, quién escribió en su diario que el 30% de los torpedos utilizados en esos primeros meses no habían explotado.

Hubo 31 ataques de submarinos alemanes desde posiciones favorables, 4 ataques sobre el HMS Warspite (31.500 tons.), el futuro buque insignia del Almirante Cunningham en la flota del Mediterráneo, 12 ataques sobre varios cruceros, 10 ataques sobre destructores y 5 ataques sobre transportes de tropas ¡sin una sola explosión! Todos los torpedos fallaron y no explotaron.

A principios de la Segunda Guerra Mundial, Inglaterra disponía de barcos por valor de 20.000.000 de toneladas de registro bruto; y de sus astilleros salían 1.600.000 toneladas de barcos al año. Alemania calculaba que para ganar esta batalla y rendir al Reino Unido por falta de abastecimiento necesitaba hundir al menos unas 750.000 toneladas al mes, al menos durante un año, si antes no puede invadir Gran Bretaña.

Europa antes del inicio de la Segunda
Guerra Mundial, en setiembre de 1939.
Al 31 de diciembre de 1939 el III Reich contaba con 730.000 infantes, apoyados por 3.200 carros de combate y blindados, con la concentración artillera más potente del mundo: 21.850 piezas y 9.300 antiaéreos. La Luftwaffe tenía 275.000 soldados entre personal de tierra y pilotos, y 3.500 aviones de combate o apoyo. La Kriegsmarine contaba con 50.000 marineros; 3 acorazados, 2 cruceros pesados, 8 cruceros ligeros, 22 destructores, 20 fragatas y otros barcos, y 43 submarinos.

En tanto que Inglaterra contaba a fines de 1939 con 204.280 soldados de infantería, apoyados por unos 1.000 carros de combate y blindados. La RAF tenía 120.000 soldados entre personal de tierra y pilotos, y unos 2.320 aviones de combate y de apoyo. La Royal Navy, la más poderosa del mundo, contaba con 133.000 marineros; 5 portaaviones, 14 acorazados, 3 cruceros pesados, 61 cruceros, destructores y fragatas, 200 barcos auxiliares, y 38 submarinos. A estas fuerzas habrá que sumar los importantes contingentes de tropas de infantería del resto del vasto Imperio Británico.

Avión francés Morane Saulnier MS 406.
La República de Francia contaba en 1939 con 712.000 soldados de infantería, apoyados por 2.500 carros de combate y blindados y 12.000 piezas de artillería. La Aviación Francesa tenía 88.000 soldados entre personal de tierra y pilotos, y unos 3.300 aviones de combate y de apoyo. La Marina Francesa contaba con 82.370 marineros; 1 portaaviones, 6 acorazados, 18 cruceros pesados, 49 cruceros y destructores, 18 fragatas, 12 barcos auxiliares, y 66 submarinos. A estas fuerzas habría que las de las colonias de África e Indochina.

Como curiosidad, en el Frente Occidental Alemán, tranquilo y sin apenas actividad desde finales de septiembre, los soldados germanos trataban de celebrar la Nochebuena como buenamente podían. Dada la falta de actividad, el fastidio por estar lejos de sus familias es la principal queja de los hombres de la Wehrmacht. En los búnkeres, depósitos de munición y puestos avanzados que se extienden a lo largo y ancho de la línea del frente, los militares realizan pequeñas cenas, tratan de combatir el intenso frío con aguardiente y se entregan entre ellos pequeños regalos. El espíritu navideño aun sigue vivo. Se han concedido con generosidad permisos navideños. Los que quedan en el Frente cantan el tradicional villancico “O Tannebaum” (Oh Árbol de Navidad), bajo la atenta mirada de sus oficiales. Del otro lado, los soldados franceses y británicos hacen lo mismo, cantan villancicos y se hacen pequeños regalos mientras beben vino y whisky para combatir el frío de la Nochebuena y de Navidad.

Un dato, que resulta muy importante es que, los oficiales de ambos bandos han recibido instrucciones de vigilar a sus hombres, para evitar que ocurriera lo que ya pasó en la Navidad de 1914, durante la Primera Guerra Mundial: que los soldados abandonaran sus puestos y confraternizaran con el enemigo, algo verdaderamente increíble que sucedió porque ninguno de ellos quería la guerra, sino que eran obligados por sus respectivos gobiernos.

En 1914, los soldados de ambos mandos se encontraron en la Nochebuena del 24, en la “Tierra de nadie” e intercambiaron regalos, bebidas, cigarrillos, frutas y cantaron villancicos, incluso jugaron un partido de fútbol. Una tregua no escrita que se prolongó al día siguiente de Navidad y siguió hasta el Año Nuevo. La tregua ocurrió a pesar de la oposición de los niveles superiores de ambos ejércitos rivales.

Quienes movían  y mueven los hilos del mundo sentados detrás de un escritorio, durante la Segunda Guerra Mundial no iban a volver a permitir semejante desafío de paz a su poder oculto.

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