Nueva York, una de
las ciudades más importantes del mundo, está asentada sobre la isla de
Manhattan. Curiosamente, bajo su superficie se extiende una red de túneles que
muy pocos conocen.
Una nueva red de túneles estará terminada en Nueva York en 2019. |
Ante la llegada de
los primeros colonos a la costa este de América del Norte, algunos de los ancianos de la tribu Lennape o Lenapi, que significa "el
pueblo" o bien conocidos como los lenapes lenni (la "gente de verdad"), afirmaban
que eran los primeros habitantes desde hacía cientos de años. Los lenape
eran una parte del grupo algonquino que habitaba toda la costa este de
Norteamérica.
Plano de Nueva York, indicando el distrito de Manhattan en rojo. |
En 1664 los británicos expulsan a los holandeses de la colonia y
rebautizan a la ciudad con el nombre de Nueva York. La llegada de los anglosajones trajo
consecuencias catastróficas para los lenapes, ya que la población de castores y
nutrias desapareció de la zona en muy poco tiempo y la población lenape se
redujo a consecuencia de muertes causadas por nuevas enfermedades infecciosas
traídas por los blancos, por conflictos subsecuentes con los europeos que les
quitaban las tierras y no podían sembrar maíz y por sus enemigos tradicionales,
los iroqueses.
Catedral de San Juan, el Divino, en Nueva York, vista desde los jardines. |
Alfred Ely Beach, hizo el primer túnel de los tiempos
modernos
En la década del
1870, Nueva York necesitaba una mejora radical de su sistema de transporte. Alfred Ely Beach, un inventor local,
creía tener la solución: un ferrocarril subterráneo propulsado por aire a
presión. Ante la imposibilidad para obtener los permisos oficiales, decidió
intentarlo por su cuenta. En secreto, comenzó la perforación de un
túnel bajo una de las calles más animadas de la ciudad, convencido de que
cuando la gente viera su obra, todos le apoyarían.
Ilustración de 1870 del túnel de Beach y un vagón tubular. |
Desafortunadamente,
las autoridades públicas de Nueva York no fueron capaces de entender, o
prefirieron no hacerlo. El gobierno municipal estaba dominado por aquel
entonces por el “Boss” William M.
Tweed, que tenía otras ideas en mente, más alineadas con su propio
bolsillo. Así que Beach decidió, de todas maneras, construir una parte de su
proyecto subterráneo a escondidas, y confiar en que la opinión pública le
ayudaría a conseguir los permisos. Casi lo consiguió, tan impresionante fue su
esfuerzo, que podría reclamar el honor
de haber construido la primera línea de metro de Estados Unidos.
Alfred
Beach no era un tonto, ni tampoco un excéntrico. Su padre, Moses Yale Beach,
fue un inventor que en 1838 compró el New
York Sun. Alfred, nacido en 1826, trabajó en ese periódico de joven y más
tarde, junto a un amigo, montaron una agencia para representar a los inventores
delante de la oficina de patentes americana, Edison o Graham Bell fueron
algunos de sus clientes más famosos.
Foto de 1870 del túnel de Beach. |
Londres había inaugurado su primer “metro” en
1863. Eran locomotoras de vapor quemaban fuel y
condesaban su vapor en unos depósitos especiales. Sin embargo, la mayoría del
humo escapaba y eran los pasajeros los que se encargaban de “consumirlos”.
Londres contaba con la ventaja que sus túneles eran en su mayoría cortos,
separados unos de otros por tramos de aperturas a cielo abierto que permitían a
las máquinas expulsar el vapor. Pero en Nueva York no era así, por lo que el
sistema no hubiera resultado factible.
En
la década de 1860, Londres había probado, también, una nueva invención que
facilitaba el reparto rápido de pequeños paquetes y correo, el correo
neumático. Se trataba de un pequeño túnel, de poco más de 500 metros, y unos 90 cm
de alto, a través del cual se bombeaban unos “coches” con forma de pistón de uno al otro lado en tan sólo 65
segundos. Un segundo túnel, de 145 cm de alto y 3 km de largo, se inauguraría
en 1866, el duque de Buckingham, uno de los promotores, lo probó “en persona”, metiéndose en una de las
cápsulas y dejándose soplar a su destino en apenas 5 minutos.
Beach
se enteró del experimento a través de sus contactos y se convenció que era la
solución. Lo único que se necesitaba era hacerlo todavía más grande, y los
problemas de transporte de Nueva York desaparecerían. En 1867 demostró su
concepto en una feria en Nueva York. Un tubo de madera de 1.80 metros de
diámetro y 30 de longitud, suspendido del techo, contenía un vagón con
capacidad para 10 asientos que era disparado y recorría la distancia entre la
calle 14 y 15, en sólo unos instantes. El
“motor” era un ventilador que
giraba a 200 revoluciones por minuto. La prueba fue todo un éxito,
varios miles de personas lo probaron.
Túnel de Beach fotografiado en 1899. Tenía casi 800 metros de largo. |
Mientras
los inversores hacían cola para participar en el proyecto, los permisos necesarios
no llegaban. El Jefe Tweed, que tenía
una gran influencia sobre los poderes públicos y controlaba al gobernador,
tenía sus propias ideas: un ferrocarril elevado que se movería a lo largo de un
gigantesco viaducto que dividiría Manhattan. Como él era el primero que
tenía pensado invertir en él, no quería animar a la competencia.
También
era importante la oposición de los influyentes propietarios de Broadway,
liderados por Alexander Turney, uno
de los comerciantes más ricos de Estados Unidos, y el multimillonario John Jacob Astor III. Los propietarios estaban en contra de la
circulación de cualquier tipo ferrocarril por su calle. No les importaba si
eran circulaban elevados o a nivel de calle. En ambos casos, temían que
acabaran afectando al tráfico y con ello a sus negocios. En el que caso de los
subterráneos, era el temor de que la
perforación del túnel pudiera dañar sus
edificios lo que provocaba su oposición.
Restos de un vagón tubular de Beach fotografiado en 1899. |
El
proyecto costó 350.000 dólares, de
los que Beach aportó 70.000 de su propio bolsillo, y se tardó un año en
completar. Sería en febrero de 1870
cuando se dio a conocer. Los visitantes bajaban desde el almacén alquilado
y encontraban una sala de espera, de 40 metros de largo, elegantemente decorada
y que además contaba con una fuente en la nadaban pececitos de colores, cuadros
en las paredes, falsas ventanas y un gran piano.
En
una sala lateral se encontraba el Gran Aeolor (llamado así por el dios del
viento griego, Eolo). Se trataba de una bomba neumática de 100 caballos
de vapor de potencia y de casi seis
metros y medio de altura que pesaba 50 toneladas. Dos aspas metálicas
engranadas la una con la otra mediante ruedas dentadas permitían mover 9.000
metros cúbicos por minuto, casi sin hacer ruido. El Gran Aeolor era el
encargado de propulsar su vagón de “metro”
y también una cápsula dedicada al transporte de cartas a casi 100 km/h, así
cumplía los términos del permiso que se le había concedido.
El túnel de Beach redescubierto en 1912. |
Cuando
el vagón se aproximaba al otro extremo, sus ruedas tocaban un cable telegráfico
que hacía sonar una campana en la sala del Gran Aeolor. El ingeniero movía las válvulas para pasar del modo “propulsor”
a “estirador”, de esta manera el vagón reducía su velocidad y se detenía
suavemente. A los pocos instantes, la cápsula era “absorbida” de
vuelta a su punto de origen.
Alfred Ely Beach (1826-1896). |
Beach
había conseguido por fin ganar la larga batalla de los permisos, pero no sabía
que iba a perder la guerra. Sólo unas semanas después de su aparente victoria,
estalló el Pánico de 1873, con la quiebra de bancos y el pánico en la
Bolsa. El interés de Nueva York y de los inversores por
construir un subterráneo se desvaneció. Durante el siguiente cuarto de siglo,
el transporte de Nueva York se basaría en los provincianos carros de caballos y
los ferrocarriles elevados. Ante la imposibilidad de seguir con su proyecto,
Beach alquiló su túnel como galería de tiro y luego como bodega, para terminar
cerrándolo. Alfred Ely Beach murió el 1 de enero en 1896 a la edad de 69 años.
El metro actual
El duro suelo
rocoso de Manhattan proporciona el
asentamiento ideal para construir una intrincada red subterránea, sin miedo
a derrumbamientos ni corrimientos de tierra. Por ello, es comprensible que desde la inauguración de la primera línea
del tren subterráneo de Nueva York en 1904, la red no haya dejado de crecer.
En el primer viaje el billete costaba apenas cinco centavos de dólar. El abono
de hoy por 7 días
cuesta US$ 29 y el abono de viajes de un mes 104 dólares.
Una red de galerías preexistente ha facilitado el trabajo. |
En 1912, ocho años después de que se
abriera al público la primera línea de metro en Nueva York, los trabajadores
que excavaban el nuevo ramal que se convertiría en el Brooklyn-Manhattan
Transit (BMT) se toparon con el túnel de Beach debajo de Broadway. El
vagón, muy bien conservado, todavía seguía sobre las vías, y la sala de espera
tenía la misma apariencia que si se hubiera cerrado hacía apenas unas semanas,
la fuente también seguía allí, aunque seca. El túnel descubierto se convirtió
en lo que es hoy la estación City Hall de la BMT. Durante unos años se
podía leer una placa conmemorativa del gran experimento de 1870, pero hoy ha
desaparecido, como el sueño de Beach.
Una estación abandonada del subterráneo de Nueva York en la Calle 18 que estuvo funcionando entre 1904 y 1948. |
Paralelamente
al desarrollo de la red de 1904 y la construcción de nuevas estaciones, otras
muchas fueron abandonadas. Dando lugar a
la existencia de decenas de kilómetros de túneles y pasillos subterráneos que
ya no se utilizan.
En algunas
ocasiones, las estaciones neoyorkinas abandonadas
son usadas como almacenes. En otras, el tren simplemente deja de detenerse en
la misma, pasando de largo. Y en otros casos, los menos, todo un ramal de
túneles se abandona, constituyendo un intrincado laberinto de pasillos oscuros
en los que sólo unos pocos osan aventurarse.
Por ejemplo, el tren número 6 que pasa por el downtown de Manhattan, al
llegar entre la calle 23 y el final
de la línea se observan tres estaciones
abandonadas: Worth Street, City Hally y 18th Street. Todas ellas fueron
cerradas debido a cambios en el sistema de transporte pero aún están ahí, vacías y fantasmagóricas mientras los
trenes pasan por ellas.
El Freedom Tunnel
Actualmente es ilegal bajar hasta esta construcción. El Túnel de la Libertad,
es una entrada de tren subterránea que empieza en la calle 122 y transcurre a través de 50 manzanas en dirección sur. El túnel fue abandonado poco después de su
construcción en los años 30 y rápidamente se llenó de los vagabundos de la
ciudad. Cuando las vías fueron reabiertas en la década de los 90, se echó a
todo el mundo y entrar se convirtió en ilegal debido al peligro que suponían
los trenes en marcha. De todos modos, aún es un lugar fascinante y los artistas
de grafiti y los valientes exploradores aún bajan hasta las entrañas del
Freedom Tunnel.
Un futuro jardín bajo tierra
Debajo del asfalto de Delancey Street, se extiende una galería subterránea del tamaño
de un campo de fútbol. Hoy es un amasijo de tuberías oxidadas que se
vislumbra al otro lado de las vías de la estación de metro de Essex Street. Pero hubo un tiempo en el
que los tranvías que unían Manhattan con Brooklyn daban la vuelta en esta
terminal construida en 1903 y clausurada justo después de la Segunda Guerra
Mundial.
Ahora el arquitecto James
Ramsey y el politólogo Dan Barasch
quieren devolver este espacio a la ciudad transformándolo en un parque bajo
tierra iluminado con unas lámparas de fibra óptica que canalizan la luz
natural.
Absorben la luz solar y la transmiten hasta la galería
subterránea a través de un cable de fibra óptica. El
proyecto se conoce como la Low Line
y ya ha recaudado unos 120.000 euros entre más de 3.000 personas. Acondicionarlo e iluminarlo costaría unos 20 millones de dólares. La galería subterránea es propiedad del ayuntamiento y está en manos
del organismo que gestiona el transporte público neoyorquino.
Arriba como sería terminado, abajo como está en la actualidad. Hacen falta 20 millones de dólares para hacer realidad la Low Line. |
Existe un túnel que permaneció secreto hasta 1980
Frente a
Manhattan, en el barrio de Brooklyn, existe un túnel que se
mantuvo secreto desde 1844 hasta 1981.
Túnel de Brooklyn bajo la Avenida Atlantic. |
La solución fue “sencilla”:
cavar un túnel de unos 1.000 metros de largo debajo de la Avenida Atlantic. Se
conocía la existencia de este túnel, considerado
el germen del metro moderno, pero a la gente se le hizo creer que había
sido rellenado por las obras sucesivas en la ciudad. Las leyendas urbanas
decían que en él se escondían secretos, cadáveres emparedados y misterios que
nunca saldrían a la luz.
Sin embargo en 1980 un
estudiante de ingeniería se tomó la tarea de rastrear su existencia mientras
sus compañeros le decían que estaba loco y finalmente, en 1981 Bob Diamond, dio con
el acceso en la esquina de la avenida Atlantic y la calle Court. Bob había averiguado la localización del túnel gracias a
un artículo de un periódico de 1911 y a un mapa de 1868. Una
asociación histórica de Brooklyn actualmente organiza visitas mensuales al
túnel.
Los nuevos túneles
del siglo XXI
Observe en el centro, detrás, el diminuto tamaño del otro obrero. |
El metro neoyorkino tiene actualmente 1355 kilómetros de extensión. |
Actualmente está en una fase de gran desarrollo
de la red, las modificaciones se verán recién en 2019. La expansión más
importante es la construcción de la línea de la Segunda Avenida, denominada
línea T, y para cuya Fase I, desde las calles 96 a 63, donde conectará con las
líneas de Broadway y Queens Boulevard, ha iniciado oficialmente las obras el 12
de abril de 2007.
Ya se han retirado 265.000 metros cúbicos de tierra y rocas. |
Decenas de máquinas, entre
ellas una gigantesca tuneladora de 6
metros de largo y 200 toneladas, agujerean el subsuelo de Manhattan para
extender una de las líneas de tren del Long Island Rail Road. La
roca a atravesar en los túneles de Manhattan es una combinación de esquistos,
gneis y granito. El trabajo comenzó en 2006 pero es tan complejo, que la fecha inicial de finalización del 2014
se retrasará al 2019.
La expansión de la red de túneles costará 6.300 millones de dólares. |
Se sospecha que estas obras encubren la construcción de un gigantesco refugio subterráneo. |
Al final del
periodo de construcción del proyecto de 6.300
millones de dólares, en el 2019, por uno de los túneles pasarán los trenes
hacia Manhattan y por el otro los trenes que van hacia Long Island.
Se
sospecha que estas obras son un pretexto
para construir un gigantesco refugio subterráneo donde se ocultaría en caso de
una catástrofe inminente en la superficie, la élite que gobierna los Estados
Unidos.
También hay fuertes
rumores que estas nuevas líneas de metros podrían estar preparándose, con
consentimiento gubernamental, para que
los “elegidos”, que habitan en la Gran Manzana puedan huir rápidamente hacia el
oeste hasta un lugar secreto y seguro.
molt bo i molt ben documentat.
ResponderEliminarHola, me ha encantado: completo, detallado y preciso. Por eso quería preguntarte sobre unos túneles Astor. En una novela, el Relicario (Preston &Child), se habla mucho de unos túneles que se fabricaron para la élite de Manhattan, i acabaron abandonados. Tienes información al respecto?
ResponderEliminarAnda! Vengo buscando lo mismo :) Gran novela.
Eliminar¿De qué NY está hablando? Staten Island está comunicada con Brooklyn por el puente Verrazano
ResponderEliminarCon Brooklyn, no con Manhattan.
ResponderEliminarme gusto muchisimo el informe sobre los tuneles de Manhatan,y pienso el agradecimiento que los newyorquinos le deben a ese gran genio que fue Beach.
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