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miércoles, 30 de enero de 2013

EL FAMOSO NAUFRAGIO DE ANTICITERA SERÍA DE DOS BARCOS


Un arqueólogo marino buceó en el sitio donde un barco romano se hundió con tesoros griegos, entre ellos, el "mecanismo de Anticitera", un artefacto que marcaba el movimiento del sol, la luna y los planetas. Según el buceador, los restos están muy esparcidos para tratarse de una sola nave. 

El fondo de la isla de Anticitera aún tiene
muchos secretos para revelar.
En octubre de 1900, Elías Stadiatis, un recolector de esponjas buceaba en la isla Anticitera (Antikythera), al norte de Creta (Grecia), cuando a una profundidad entre 40 y 60 metros bajo el agua encontró lo que describió como un montón de cadáveres y caballos. Regresó a la superficie pensando que el exceso de dióxido de carbono lo estaba haciendo alucinar.

Lo que Stadiatis no sabía era que en rigor se topó con el naufragio de un barco romano que transportaba cientos de piezas griegas del siglo III a. C. Una posterior expedición científica dio con el más importante tesoro hundido: entre las numerosas ánforas, estatuas de bronce y de mármol, trajeron monedas de bronce corroídas, engastadas en los restos de una caja de madera que no se conservó. Se trataba del mecanismo de Anticitera, un artefacto que tardó 60 años en descifrarse. Se trataba de un dispositivo para predecir el movimiento del sol, la luna y los planetas.

Se trataba de un objeto curioso y anacrónico en el supuesto desierto tecnológico de los griegos, según nos enseñó la “Historia oficial”. Sin embargo, lo inaccesible del lugar, incluso para submarinos remotos, ha mantenido el lugar prácticamente virgen. Más de un siglo después del descubrimiento, Brendan P. Foley, arqueólogo marino del Instituto Oceanográfico de Woods Hole (EE.UU.) regresó al lugar (el último en hacerlo fue Jacques Cousteau en 1976) y tras varias semanas en el sitio, concluyó que en realidad no sólo naufragó un barco, sino dos.

Brendan P. Foley, arqueólogo marino.
Foley, junto a expertos griegos, recorrió el sitio en octubre pasado y presentó las conclusiones de sus inmersiones hace dos semanas en el Instituto Arqueológico de América.

En su investigación, Foley descubrió ánforas y jarras esparcidas por 60 metros y a una profundidad de entre 35 y 60 metros. Según el experto, se trata de un área demasiado extensa para la envergadura de los barcos de la época, por ello cree que más bien se trata de dos barcos. “Probablemente eran parte de una flota que se hundió en la misma tormenta”, dijo Foley en Livescience.com.

El arqueólogo cree que el lugar aún tiene más artefactos que ofrecer. Su gran anhelo es hallar más piezas del mecanismo de Anticitera, o incluso un segundo mecanismo. Para ello, regresará con detectores de metal.

El famoso Mecanismo de Anticitera
El misterioso y milenario mecanismo de Antikythera servía a los griegos para medir el movimiento del Sol, la Luna y otros planetas, así como predecir eclipses. Un examen con rayos X comprobó lo complejo de sus engranajes por lo que puede considerarse ya la "computadora" más antigua de la historia. De esta manera, podían predecir los eclipses y otros movimientos astrológicos.

El "Mecanismo de Anticitera" tal como se
encuentra en el Museo Arqueológico
Nacional de Atenas.
Descubierto en 1900 dentro de un antiguo barco romano, recuperado cerca de isla griega que le da nombre, que tiene unos 20 kilómetros cuadrados, en 1902, el estudiante griego Valerio Stais (que luego se recibió de arqueólogo) fue el primero que percibió que las ruedas dentadas de este objeto extraño eran parte de una especie de reloj. Cuando se lo comentó a sus profesores, recibió una fuerte reprimenda.

En 1958, el joven matemático inglés Derek J. Solla Price recibió autorización para estudiar el mecanismo y se quedó asombrado por el elevado nivel tecnológico de los antiguos griegos, dijo una vez en una conferencia que este mecanismo "era como si se hubiera encontrado un abrelatas entre los tesoros de Tutankamón". 

El primer gran estudio sobre el aparato, fue el de Derek Price, que reveló que el Mecanismo era "un ordenador astronómico con el que se calculaba la posición de los cuerpos celestes, al menos del Sol y la Luna, y se preveían fenómenos astronómicos". 


Este es es aspecto que debió tener el
artilugio cuando era utilizado cientos de
años antes de Cristo.
Empleando técnicas de tomografía lineal, llegó a fines de los años ochenta, Michael Wright, especialista en ingeniería mecánica del Museo de Ciencia de Londres, que realizó un nuevo estudio del artefacto. Wright ha encontrado pruebas de que el mecanismo de Anticitera podía reproducir los movimientos del Sol y la Luna con exactitud, empleando un modelo epicíclico ideado por Hiparco, y de planetas como Mercurio y Venus, empleando un modelo también epicíclico derivado de Apolonio de Perga.

No obstante, se sospecha que parte del mecanismo podría haberse perdido, y que estos engranajes adicionales podrían haber representado los movimientos de los otros tres planetas conocidos en la época: Marte, Júpiter y Saturno. Es decir, que habría predicho, con un grado más que respetable de certeza, las posiciones de todos los cuerpos celestes conocidos en la época.

Hoy se cree que el artilugio fue creado cerca del año 150 a. C. basándose en la forma de las letras que pueden leerse en el mecanismo, se estableció su año de construcción, entre el 150 y el 100 a. C., por tanto, es más antiguo de lo que se estimaba, que era el 87 a.C. 

Todas las partes que fueron encontradas
de este extraño mecanismo de bronce.
El mecanismo original de Antikythera permanece en el Museo Arqueológico Nacional de Atenas. Es una calculadora astronómica para unos, astrolabio para otros, o simple objeto incatalogable para muchos, este extraño mecanismo realizado en bronce, consta de 40 ruedas de engranaje (la principal dispone de 240 dientes), 9 escalas móviles y 3 ejes (el mayor servía para poner en marcha todo el increíble mecanismo). Se cree que en sus orígenes alcanzaba unas dimensiones de 8 X 16 X 32 centímetros, con un cuadrante de frente y otros dos más por la parte posterior.

A mediados del 2006, las investigaciones de un equipo de científicos greco-británico, lograron sacar a la luz una serie de inscripciones disimuladas en el Mecanismo -que data del año 150-100 a.C.- y que habían permanecido disimuladas en sus entrañas desde hace más de 2.000 años. "Más de 1.000 caracteres incluidos en la máquina ya habían sido descifrados pero ahora logramos duplicar el texto conocido y descifrar su contenido en un 95%", declaró el físico Iannis Bitsakis, uno de los participantes en la investigación organizada por la universidad británica de Cardiff.

Consta de 40 ruedas de engranaje, la más
grande tiene 240 dientes.
Un escáner especial de ocho toneladas fue el que 'obligó' al Mecanismo de Antikythera, a desvelar esos contenidos celosamente escondidos y entre los que también hay valiosos textos de astronomía escritos en griego antiguo. El gigantesco escáner -financiado en su mayor parte por empresas privadas- logró fotografiar en tres dimensiones el Mecanismo sin que éste tuviese que abandonar el Museo Arqueológico de Atenas, donde se encuentra expuesto.

Así quedó al descubierto el funcionamiento interno de ese pequeño artilugio de bronce contenido en un recipiente de madera con forma de caja de zapatos, que constituye la máquina mecánica más antigua del planeta.

El mecanismo también servía para fijar con
exactitud la celebración de los Juegos Olímpicos.
Con tan sólo 33 cm altura, 17 cm ancho, 9 cm de fondo, el Mecanismo de Antikythera "fue una especie de sucesor de los menhires y los círculos de piedra" prehistóricos, explicó el astrofísico griego Xenophon Mussas.

Según lo puesto de manifiesto por las fotografías, el Mecanismo -que fue hallado en 1900 en un barco hundido en aguas de la isla griega de Antikythera- está constituido por cinco cuadrantes, agujas móviles y ruedas dentadas, movidas, con toda probabilidad, por una manivela.

"El rompecabezas que tenemos que reconstruir afecta también a los conocimientos astronómicos y matemáticos del mundo antiguo, cuya historia podría esclarecer el Mecanismo", subrayó Mussas. "Uno de los desafíos es situar en un contexto científico este Mecanismo, que no se sabe muy bien de dónde viene y contradice las hipótesis según las cuales los griegos no controlaban demasiado bien la técnica", añadió Bistakis.

Cicerón en De República cita
dos máquinas para medir el
movimiento de los astros y
menciona otra en De Natura.
Los investigadores también empezaron a estudiar otros vestigios encontrados en la misma nave que el Mecanismo, en un intento de probar las hipótesis fundadas en descripciones de Cicerón, según las cuales el instrumento fue construido por el filósofo estoico griego Posidonio, que creó una prestigiosa escuela astronómica en la isla de Rodas, al sureste del mar Egeo.

"Al igual que Alejandría, Rodas era en aquella época uno de los grandes centros de la astronomía; puede ser que el instrumento estuviese siendo enviado a Roma como muestra de los tesoros que César se llevó de esa isla griega"
, dijo Mussas

En La República de Marco Tulio Cicerón, un diálogo filosófico del siglo I, se mencionan dos máquinas que algunos autores modernos consideran un tipo de planetario que predicen los movimientos del Sol, la Luna y los cinco planetas conocidos en aquel momento. Fueron construidos ambos por el sabio Arquímedes y llevados a Roma por el general Marco Claudio Marcelo después del asesinato de Arquímedes en el sitio de Siracusa en el año 212 a.C. Marcelo tuvo un gran respeto por Arquímedes y una de sus máquinas fue lo único que se quedó del asedio (la segunda fue ofrecida al templo de Virtus en Roma). El dispositivo fue guardado como herencia familiar y Cicerón comenta una conversación que Cicerón imaginó o que tuvo lugar en una villa perteneciente a Publio Cornelio Escipión Emiliano en el año 129 a.C. donde el cónsul Cayo Sulpicio Galo y acreditado por Plinio el Viejo como el primer romano que escribió un libro explicando los eclipses solares y lunares, dio una explicación del mecanismo y demostrara su funcionamiento.

Tales de Mileto, es uno de los
candidatos propuestos por
la creación del Mecanismo
de Anticitera.
Galo aseguró que el sólido y compacto globo era una invención muy antigua y que el primer modelo fue presentado por Tales de Mileto (620 a. C. 543 a. C.), uno de los Siete Sabios de Grecia. Que posteriormente Eudoxo de Cnido, un discípulo de Platón, trazó en su superficie las estrellas que aparecen en el cielo y que muchos años después, Arato ilustró en sus versos. Añadió que la figura de la esfera, que mostraba los movimientos del Sol y la Luna y los cinco planetas o estrellas errantes, fue perfeccionada por Arquímedes. Y que en esto, la invención de Arquímedes demuestra que el genio siciliano debió poseer un genio superior a cualquier cosa que usualmente concibamos perteneciente a nuestra naturaleza. Así que al menos una de las máquinas de Arquímedes, probablemente bastante similar al Mecanismo Anticitera, según se explica en De Republica aún funcionaba alrededor de 150 a. C. Si la cuenta de Cicerón es correcta, esta tecnología existió ya en el siglo III a. C.

Cicerón también dijo en De Natura, que otro de estos dispositivos fue construido recientemente por su amigo Posidonio, "... cada una de las revoluciones de las cuales trae el mismo movimiento en el Sol y la Luna y las cinco estrellas errantes [planetas] como el que es traído cada día y noche en los cielos...".

Arquímedes (287 a. C.-212 a. C.) fue
un genio que construyó numerosos
mecanismos en Siracusa.
Es poco probable que alguna de esas máquinas fuera el mecanismo de Anticitera encontrado en el pecio sumergido ya que tanto los dispositivos fabricados por Arquímedes y mencionados por Cicerón fueron localizados en Roma al menos 30 años después de la fecha estimada del naufragio y el tercero estuvo casi con certeza en las manos de Posidonio por aquellas fechas. Así que sabemos que hubo al menos cuatro de esos dispositivos. Los investigadores que han reconstruido el mecanismo de Anticitera están de acuerdo en que era demasiado sofisticado para haber sido un dispositivo único.

Es muy probable que el mecanismo de Anticitera no fuera único, como muestran las referencias de Cicerón sobre estos mecanismos. Esto da soporte a la idea de que hubo una tradición en la antigua Grecia de tecnología mecánica compleja que fue más tarde, al menos en parte, transmitida a los bizantinos y al mundo islámico, donde dispositivos mecánicos que eran complejos, aunque más simples que el mecanismo de Anticitera, fueron construidos durante la Edad Media. Fragmentos de un calendario mecánico unido a un reloj solar, del siglo V o VI del imperio bizantino han sido encontrados; el calendario pudo haber sido usado para ayudar a contar el tiempo. En el mundo islámico, el libro de Banu Musa, Kitab al-Hiyal, o Libro de Mecanismos Ingeniosos, fue encargado por el Califa de Bagdad a principios del siglo IX. Este texto describe más de cien dispositivos mecánicos, algunos de los cuales datan de antiguos textos griegos preservados en monasterios. Un calendario mecánico similar al dispositivo bizantino fue descrito por el científico al-Biruni sobre el año 1000, y un astrolabio del siglo XIII, que se conserva, también contiene un dispositivo de relojería similar. Es posible que esta tecnología medieval fuera transmitida a Europa y contribuyera al desarrollo de los relojes mecánicos.

Por tanto, algún conocimiento antiguo fue transmitido a través de los siglos hasta llegar al siglo XIV cuando se volvieron a construir mecanismos similares.

El mecanismo medía originalmente 33 cm
de largo, 17 de ancho y 9 cm de ancho.
Este antiguo mecanismo de relojería griego incluía distintos relojes mecánicos, que marcaban los calendarios usados por la sociedad de la época, incluyendo el calendario de los Juegos Olímpicos. 

En el año 2008, Tony Freeth, Alexander Jones, John Steele y Yanis Bitsakis, publicaron en la revista Nature que el mecanismo servía para fijar con exactitud la celebración de los Juegos Olímpicos en la antigüedad. El interior del artefacto contiene una inscripción que indica Nemea (en referencia a uno de los juegos que fueron más importantes), y Olimpia. Con dichos diales se fijaba con precisión la última luna llena más próxima al solsticio de verano cada cuatro años, fecha en la que se iniciaban los juegos.

El hallazgo abre un nuevo camino para conocer las avanzadas capacidades tecnológicas de la antigua civilización griega. Capacidades que siempre se nos enseñó que no poseían.

Vea aquí estos sorprendentes videos sobre su funcionamiento:

The Antikythera Mechanism - 3D.



La máquina de Antiquitera

 

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