HUMANIDAD Y COSMOS es un programa que trata de traerle a usted eso que siempre se preguntó y nunca tuvo la oportunidad de escuchar… Hechos históricos ocultados, fenómenos insólitos, creencias, mitos y leyendas, arqueología proscripta, seres extraños, energías prohibidas, noticias curiosas, científicos censurados, el misterio de los objetos voladores no identificados, profecías y vaticinios, sociedades secretas, ecología, enigmas y soluciones para vivir física y espiritualmente sanos.


lunes, 21 de mayo de 2012

PRIMER DESEMBARCO INGLÉS EN MALVINAS A MUY ALTO COSTO

El 21 de mayo amaneció nublado y frío en las islas Malvinas y a pesar del mal tiempo, la aviación argentina hunde la fragata HMS Ardent (22 muertos y 30 heridos) y avería las naves de guerra enemigas HMS Argonaut, HMS Broadsword, HMS Plymouth, HMS Antrim y HMS Brilliant. Desde tierra, hubo dos aviones Harrier destruidos, otro huye humeando averiado por un piloto argentino, cuatro helicópteros enemigos son destruidos (dos Gazelle por el Teniente Esteban y dos Lynx en el combate aeronaval), en tanto que un Sea King y un Gazelle son averiados. El saldo del desembarco inglés es de 34 muertos oficiales, según versiones no oficiales, tuvieron como mínimo 300 muertos, solo en el transcurso del 21 de mayo.

Desde el 2 de abril de 1982 cuando Argentina había recuperado las islas usurpadas, los ingleses aún no habían podido re-ocupar las islas. El desembarco en San Carlos sería uno de los más mortíferos de su historia.

En Puerto Argentino, a las 8 de la mañana el centro de mando de la III Brigada de Infantería recibe un mensaje urgente del Equipo de Combate “Güemes” establecido en San Carlos, a 80 kilómetros al oeste de Puerto Argentino. Este equipo era el que provocó una mínima y heroica resistencia argentina a cargo de 62 conscriptos del E. C. "Güemes" de la Compañía C del Regimiento de Infantería 25º bajo las órdenes de un Teniente Primero. Con valor enfrentaron el desembarco inglés y con fuego reunido de fusiles FAL abatieron dos helicópteros enemigos y dos más huyeron humeando. Lograron resistir 12 horas frenando el avance de los soldados ingleses, hasta la noche, cuando, amparados en la oscuridad emprendieron la retirada y fueron recogidos por helicópteros argentinos a varios kilómetros, el 24 de mayo.

Soldados del E.C. "Güemes" durante un
acto en Malvinas antes del desembarco
inglés. Junto al abanderado, marcha
el Teniente Primero Carlos Esteban.
El mensaje radial desde San Carlos hacia el centro de mando de la III Brigada de Infantería, fue emitido por el Teniente Primero Carlos Esteban comentando que acababa de visualizar la llegada de la flota, con las siguientes palabras: “Se desplazan entrando al estrecho en medio de una espesa bruma siete fragatas inglesas y un barco de gran porte; barcazas de desembarco se aproximan a nuestro sector, inician desembarco formal; entramos en combate. Rompo la radio.” Sin embargo, el general Parada, a cargo de esa fuerza, solicitó más detalles sobre el desembarco inglés, a lo que Esteban solo agregó: “!Ya no tenemos tiempo, los ingleses están ahí nomás! – Agregando - ¡Acá se necesita un ataque aéreo!

Desde Puerto Argentino, el Comando de la III Brigada le informó que la petición de apoyo directo debería ser realizada por el mismo Tte.1º Esteban directamente a San Julián, en territorio continental argentino. Logrado, afortunadamente, el contacto con el continente, desde la BAM San Julián se le solicitaron coordenadas, pero ya no había más tiempo que perder, había que abandonar la posición. Se destruyeron las radios, equipos electrógenos y cualquier material y documentos que suministraran inteligencia a los británicos. La fracción pronto se puso en marcha, llevarían su fusil, municiones, una manta y un poncho impermeable, la idea era tomar posiciones en las posiciones elevadas y mantener una defensa el suficiente tiempo como para que fuesen enviados los refuerzos necesarios desde Puerto Argentino, compuesto por una Compañía que teóricamente sería transportada en helicóptero, según lo que estaba previsto originalmente.

En tanto, los invasores se desplazaban por las aguas de la parte de la desembocadura norte del Estrecho de San Carlos para realizar un desembarco anfibio en diversos puntos de la bahía de San Carlos y la ocupación del puerto y la población homónimos.

La operación Sutton había sido planeada por los meteorólogos de la Task Force, que preveían el inicio del operativo el 20 de mayo cubierto de nubes. Para su aproximación a las islas argentinas, los navíos deberían aprovechar las malas condiciones climáticas, que reducían las posibilidades de detección de la Fuerza Aérea Argentina. El pronóstico se cumplió, y cuando los argentinos reaccionaron pocas horas después, se encontraron con una cabeza de playa en marcha y unas veinte naves operando impunemente en las aguas del estrecho.

Comienza el desembarco pirata
No bien se disipó la bruma de la mañana del 21 de mayo, las reducidas avanzadas del ejército argentino chocaron en menos de 30 minutos con las tropas de desembarco anfibio británicas, lucharon cuanto pudieron, informaron de la masiva presencia enemiga en la zona y se replegaron bajo nutrido fuego.

A las 08.10 horas, con las primeras luces un observador divisa en la entrada al canal de acceso al Puerto de San Carlos un buque blanco, de gran porte, seguido de tres fragatas. Los efectivos argentinos en la zona eran únicamente del ejército: Grupo Comando del EC "Güemes" y la Sección Tiradores.

Siendo las 08.20, el jefe del equipo observa un lanchón de gran tamaño lanzado por el buque, que se dirige al Establecimiento San Carlos. Helicópteros sobrevuelan los barcos. Frenéticamente, a las 08.22 hs, lanchones de desembarco se desplazan en todas direcciones.

El Brigadier Julian Thompson
en 2012.
La Operación de desembarco anfibio, bautizada Sutton estaba a cargo del Brigadier Julian H. Thompson (nacido en 1934), quién viendo cierto jolgorio entre las tropas al no percibir ninguna resistencia, se había cuidado de informar a sus oficiales “Permítanme recordarles que esto no es un picnic…”, las horas y días que siguieron demostraron que nunca estaría más acertado.

Hubo ciertos hechos insólitos como por ejemplo que el 3º Batallón Paracaidista tuviera que vivir la molesta experiencia de ser transportado desde el Canberra al buque de asalto anfibio HMS Intrepid a bordo de lanchas de desembarco, en tanto que el 40º Comando también fue transferido desde ese paquebote hacia el buque de asalto anfibio HMS Fearless.

La reorganización de la operación determinó que la primera ola de asalto sería integrada por el 40º Comando que desembarcaría sobre “Blue Beach I” (Playa Azul 1) desde el HMS Intrepid, asegurando la zona Norte del Establecimiento San Carlos. Paralelamente, el 2º Batallón Paracaidista desembarcaría en la “Blue Beach II”, asegurando la zona Sur de dicha localidad y dirigiéndose a los montes Sussex para cubrir la cabeza de playa de cualquier ataque argentino desde Darwin y Pradera de Ganso.

La segunda oleada fue la que se modificó completamente, mientras el 45º Comando desembarcaría desde el Stromness en la “Red Beach I” para asegurar la Bahía Ajax, que sería el núcleo logístico de la operación, el 3º Batallón Paracaidista, que estaba afectado a cubrir uno de los flancos de la operación en esa zona, se trasladaría partiendo desde el HMS Fearless,  a la “Green Beach”, más alejada y que suponía asegurar Puerto San Carlos y avanzar luego hacia la zona de Fanning Head.

El 42º Commando desembarcando en
San Carlos el 21 de mayo de 1982,
detrás el HMS Fearless.
Entre los preparativos se encontraba la necesidad de que las tropas fueran apoyadas, cuanto antes, por las piezas de artillería ligeras L-118 de 105 mm pertenecientes al 29º Commando Artillery Regiment, que a sus tres baterías se le agregaba una Batería del 4º Campaing Artillery Regiment. Sin duda, el más fundamental de los objetivos sería que el desembarco fuese protegido contra la aviación argentina, por lo que lo sistemas “Rapier” de la Batería T del 12º Regimiento Antiaéreo deberían ser rápidamente trasladados a las alturas circundantes para incrementar la seguridad.

El Commando Logistic Regiment sería el encargado de gestionar el apoyo logístico sobre la cabeza de playa, operando desde Bahía Ajax y siendo desembarcado desde el MV Canberra, mientras que el Royal Army Medical Corps (RAMC) debería instalar un hospital de campaña. Hasta aquí, la organización de la cabeza de playa sonaba estupenda, hacerla realidad sería de lo más complejo porque no contaban con que los argentinos les desbaratarían casi todos sus planes.

A la hora prevista, los buques británicos estaban en el Estrecho de San Carlos y la operación Sutton entraba en su fase más peligrosa, el desembarco. Sin embargo, los problemas comenzaron y los retrasos comenzaron a notarse rápidamente, afectando el cronograma previsto. A las 01.00 horas de la madrugada del 21 de mayo, las tropas se aprestan para el desembarco cuando el HMS Fearless informa que una de las bombas utilizadas para inundar el dique de las lanchas de desembarco no funcionaba, tras unos minutos de deliberación el capitán dio órdenes de bajar el portón y que se inundara naturalmente, un proceso más lento pero previsto en esas contingencias. Al retraso de la partida de las lanchas del Fearless se le unió que el ferry MV Nordland había partido en dirección equivocada y se alejaba de la zona, rompiendo la formación, lo que pudo ser rápidamente resuelto gracias a las oportunas instrucciones del mayor Southby-Tailyour que conocía la zona a la perfección. Cuando el buque estuvo en posición, se presentó el problema que los lanchones de desembarco no podían ubicarlo con precisión, pues habían olvidado colocar las luces a proa y popa del mismo que servían de guía para éstas.

A las 08.30 hs. el enemigo alcanza  la costa pero había tal confusión en la playa que prácticamente todas las unidades del 2º Batallón de Paracaidistas se habían mezclado, obligando al (enojado) coronel Jones, jefe del 2º Paracaidistas a romper el silencio de radio y solicitar a sus jefes de Compañía para que se reorganizaran. Una vez que se pudo superar la situación, y con mucho retraso sobre lo previsto, la Compañía B aseguró la cabeza de playa, tan pronto como se pudo, la Compañía A se dirigió al caserío de San Carlos para revisar la existencia de tropas argentina en los alrededores, en tanto que la Compañía C partió rumbo a los montes Sussex para proceder a ocuparlo y establecer posiciones defensivas, avanzando hacia el Este.

El desembarco pirata del 21 de mayo
se hizo bajo el amparo de la niebla
y el mal tiempo reinante.
Las Compañías A y B se encargaron de revisar de la presencia de fuerzas argentinas en la zona y para ello contaron con el apoyo de algunos lugareños que informarían sobre la fracción del E. C. “Güemes” del 1º Tte. Esteban, la cual se había replegado estratégicamente hacía poco tiempo, ya eran cerca de las 08.30 horas. La Compañía C comenzó una exhaustiva revisión del caserío, no solo buscando tropas argentinas, sino también cualquier información que pudiera obtenerse sobre el enemigo. Las tropas de reconocimiento del Batallón (Recce Troop) se movieron inmediatamente para establecer un puesto de observación sobre el monte Verde, pero su pesado equipo y las dificultades del terreno hicieron que la tarea fuese muy lenta.

Creyendo que no estaban argentinos en las cercanías, el 45º Commando, desde el MV Stromness, desembarca en la segunda oleada sobre “Red Beach I”, para entonces, las primeras luces del día comenzaban a iluminar las aguas del estrecho y la operación era por demás riesgosa. Mientras la segunda oleada comenzaba su aproximación hacia la playa, desde la fuerza de desembarco se había decidido desplegar los sistemas antiaéreos “Rapier” para proteger la cabeza de playa, este despliegue se haría aún sin que las tropas en tierra hayan asegurado las posiciones, también se desplegarían las piezas L-118 de 105 mm para brindar un eventual apoyo de fuego. Para entonces, la pista de Pradera de Ganso (a unos 35 kilómetros de distancia), había sido constantemente bombardeada con fuego naval para evitar el despegue de los IA-58A Pucará argentinos, aunque no lograron que esto finalmente sucediera. Cuando el 45º Commando alcanzó la playa, sus subunidades se reorganizaron rápidamente y comenzaron a establecer las posiciones defensivas que protegerían Bahía Ajax de cualquier acción argentina.

Integrantes del 3º Batallón de Paracaidistas
durante el desembarco en la Bahía
de San Carlos el 21 de mayo.
El 3º Batallón de Paracaidistas debería desembarcar desde el HMS Intrepid y alcanzar las playas cercanas a Puerto San Carlos. La playa no había sido reconocida por los SBS, por lo que se carecía con exactitud sobre la profundidad y los obstáculos existentes en la misma, lo que motivó que encallara la lancha en un banco de arenas a unos 50 metros de la playa, lo que le imposibilitaba continuar, por lo que los paracaidistas de la Compañía B recibieron la orden de saltar y vadear hasta la playa, lo que generó muchas molestias a sus hombres, mientras que la Compañía A debería hacer trasbordo, ya que su vehículo anfibio había quedado inmovilizado en el banco de arena y no había otra manera de que los paracaidistas llegasen a la playa. Finalmente, la Compañía C tocó tierra, no solo que no estaba previsto que lo hiciese en primer orden, sino que lo hizo a un kilómetro desde donde se había previsto que lo hiciera. Sin embargo, sus hombres desembarcaron directamente sobre la playa y no se mojaron, algo que según el mayo Osborne justificaba la caminata ya que el desembarco en seco era muy bien recibido por sus hombres.

Mojados y con mucho frío, las tropas de la Compañía B establecieron un perímetro defensivo, cuando llegó la Compañía A, esta superó el perímetro y se dirigió al caserío de Puerto San Carlos a establecer contactos con los lugareños y revisar la zona de cualquier potencial presencia de tropas argentinas en el lugar. Para cuando arribó la Compañía C, el coronel Hew Pike, comandante del batallón, ordenó que se alistaran patrullas de las Compañías A y C para ir en búsqueda de los elementos del E.C. “Güemes” en la zona, tal y como lo había ordenado el brigadier Thompson.

62 soldados argentinos resisten a 1200 invasores
El teniente Primero Carlos Daniel Esteban al mando de 60 soldados abre fuego con armas automáticas sobre la primera oleada de fracciones enemigas. Simultáneamente realiza desplazamiento a las posiciones preparadas en las alturas al Este del puerto, para evitar el cerco. Los efectivos del ejército, disponían de dos morteros de 81 mm y dos cañones sin retroceso de 105 mm como armas de apoyo.

A las 08.40 hs. efectivos ingleses caen sobre Puerto San Carlos. Un helicóptero Sea King intenta el ataque a la retaguardia de la Sección que defiende el lugar. Se ejecuta fuego reunido sobre el aparato que, muy averiado, se aleja. El helicóptero británico dañado se encontraba transportando el equipamiento necesario para la instalación de un sistema antiaéreo “Rapier” en las elevaciones que bordeaban San Carlos. De hecho, ante la imposibilidad de asegurar las alturas, y ante la necesidad de defender el desembarco de eventuales ataques aéreos, los británicos optaron por mover estos sistemas antiaéreos a las alturas aseguradas por las tropas británicas, aunque aún no fuesen aseguradas completamente, y por ello los aparatos de transporte eran escoltados por helicópteros Gazelle armados de coheteras SNEB de 68 mm.

La infantería inglesa ejecuta fuego de ametralladoras y morteros sobre las posiciones de la Sección Tiradores, sin alcanzarlas. Un helicóptero Gazelle se aproxima para batir la zona con cohetes. Recibe fuego reunido de todas las armas argentinas y se precipita a las aguas del puerto, hundiéndose. Un cuerpo flota, otro, todavía vivo, se sujeta a una boya; una lancha lo auxilia. Uno de los tripulantes es el sargento Ed Chandlish que salió del aparato y nadando arrastraba el cuerpo de su compañero, el sargento Andy Evans, muerto en la acción. Hay intenso pero ineficaz fuego de morteros. Pobladores auxilian a las tropas enemigas e indican arteramente la dirección de repliegue de los efectivos argentinos.

El Teniente 1º Carlos Daniel
Esteban, todo un héroe.
El Teniente primero Esteban, previamente a la llegada de los invasores había divido a sus hombres en dos grupos, uno de 41 y otro de 21 a cargo del subteniente Roberto Reyes (en la altura 234, nueve kilómetros al norte). Los primeros que entran en combate son los 40 hombres al mando del teniente Primero Esteban derribando el helicóptero antes citado.

La Sección Tiradores se desplazó al Este para eludir el fuego de morteros. Otro helicóptero Gazelle abre fuego sobre la nueva posición con cohetes y ametralladoras. Fuego reunido de fusileros; la máquina, incendiada, se estrella en proximidades  de las posiciones. En la acción murieron sus dos tripulantes, el teniente Ken France y el suboficial Pat Griffin, sus restos fueron rescatados del aparato y llevados al buque Sir Galahad.

Ante el avance de unos 600 paracaidistas a unos 400 metros de los argentinos, el Teniente Primero Carlos Daniel Esteban de 28 años (hoy ascendido a Coronel), ordenó cambiar de posición para resistir heroicamente a fuerzas enemigas muy superiores en número.


No cesa el fuego de morteros; nuevo cambio de posición, en repliegue. Aparece otro Gazelle sobre las posiciones; fuego reunido, se retira, humeando. Dicha aeronave presentó severos daños, con los cristales de la cabina destruidos, y quedó temporalmente fuera de servicio. Recomienza el fuego naval. Continúa el desembarco pirata; gran movimiento de lanchones al Establecimiento San Carlos.

Inicio del desembarco inglés en San Carlos
en la mañana del 21 de mayo de 1982.
Parecía una total locura enfrentarse al masivo desembarco inglés, y sin embargo, lo hicieron. La heroica resistencia demoró en la costa, durante 12 horas, a 5 batallones de infantería (Royal Marines y Paracaidistas) apoyados por Fuerzas Especiales (SBS) y fuego naval de la fragata HMS Plymouth. Eran 1.200 invasores en la primera oleada de desembarco que no podían establecer la cabecera de playa ni avanzar porque un puñado de argentinos defendían con lo poco que tenían a esa tierra que también era argentina.

Tras la sorpresa inicial con el primer tiroteo con los argentinos (los ingleses, tan inteligentes estaban convencidos que allí no había tropas argentinas por un informe del Escuadrón Especial de Botes SBS), Thompson y la plana mayor estaban preocupados porque podría existir una gran fuerza oculta en la zona, aunque no había reportes de despliegues helitransportados. Y pensaban que peligraba todo el desembarco anfibio, hasta que el capitán Rod Bell, que oficiaría de intérprete de habla hispana, sugirió que las letras “EC” Güemes podrían significar “Equipo de Combate” y que, de ser así, estaría compuesta por menos de una Compañía. Más aliviados ante la eventualidad y solicitando una vigilancia sobre el mismo, los planificadores británicos reorganizaron el desembarco y reescribieron las órdenes originales debido a que se requería enfrentar a un enemigo, tal vez insignificante, pero cuya presencia traería sus consecuencias si no se le atendía.
Mapa de la Bahía de San Carlos y
las primeras posiciones inglesas.
Así, los enemigos concentran sus hombres en una proporción de 10 a uno e intentan avanzar. Esteban y sus hombres  resisten cambiando de posiciones permanentemente y continuó el repliegue de manera sostenida, pudiendo observar que ya los británicos tenían una numerosa fuerza de infantería en la zona, los cuales estaban ejecutando fuego de morteros contra ellos, aunque sin resultados efectivos porque no sabían exactamente donde se encontraban. Ya lejos de los británicos, los soldados argentinos pudieron observar el sobrevuelo de un solitario avión argentino, que resultaría ser el aparato del capitán Owen Crippa, de la Aviación Naval a las 10.10 de la mañana que deja dañada la HMS Argonaut.

Ya en horas de la noche, los 40 hombres de Esteban se retiran casi sin alimentos ni municiones, caminando tres días por un territorio inhóspito en dirección a Puerto Argentino hasta que los recogen cuatro helicópteros UH-1H del Ejército Argentino el 24 de mayo. Estarán de regreso el 28 de mayo luchando en la batalla de Pradera del Ganso (Goose Green). Mientras tanto, el subteniente Reyes y su sección de 20 hombres son casi superados por los movimientos del enemigo, retrocede estratégicamente y resiste hasta el 14 de junio, cuando rinde su grupo, ya sin medios ni posibilidades. Él junto al Teniente Primero Esteban y a su segundo, el subteniente José Vázquez recibirán la Medalla al valor en combate.

Mientras tanto, la llamada Operación Sutton marchaba a todo vapor, para la Argentina, la única opción era lanzarse contra la flota inglesa con su arma más poderosa: la aviación de guerra. Producido el incipiente desembarco, había que aprovechar el momento de afianzamiento en la costa para castigar con todo lo que se tuviera a mano. En los siguientes cuatro días, la Fuerza Aérea Argentina y la Aviación naval desarrollarán un esforzado contraataque que provocará numerosas pérdidas a los piratas.

Llegan los aviones apostados en las islas
Las primeras incursiones aéreas las protagonizarán los aviones apostados en las Malvinas. Eran las 09.30 horas cuando cuatro aviones IA-58A Pucará de la BAM “Cóndor”, intentan saber que estaba sucediendo en San Carlos en una misión de reconocimiento ofensivo sobre el Estrecho de San Carlos. En la primera acción despegó un avión pilotado por el mayor Benítez (A-531), el cual luego de realizar algunos vuelos sobre el Istmo de Darwin, pudo divisar un barco británico sobre el estrecho. A las 09.30 y cuando sobrevolaba las laderas del cerro Alberdi, para poder acercarse a los británicos sin ser descubierto, fue derribado por un misil FIM-92A Stinger lanzado por los comandos británicos SAS. Tras el derribo del Pucará de Benítez, la BAM “Cóndor” ya había podido despachar una nueva incursión de reconocimiento ofensivo, dos aviones Pucará despegaron armados con cohetes y munición completa de cañón y ametralladoras, entre los objetivos se atacaría una casa abandonada que podría ser empleada por los comandos británicos para dirigir el fuego naval. Poco después, sobrevolando el lugar del derribo de Benítez, son atacados, sin éxito, por misiles antiaéreos, pero cuando retornaban para atacar las posiciones terrestres, son interceptados por tres cazas “Sea Harrier”, lo que produjo el derribo del líder de la formación argentina, el mayor Tomba (A-511), que debió eyectarse. 

Cuadro que recuerda al Teniente de Navío Guillermo
Owen Crippa atacando a la fragata Argonaut.
Luego, a bordo de un AeroMacchi MB339 A, el Teniente de Navío Guillermo Owen Crippa en vuelo de exploración avista una formación enemiga en el estrecho. Se encontró a las 10.10 horas con 20 naves invasoras operando en San Carlos. Pese a la disparidad de fuerzas, ataca sin dudar un instante a la fragata HMS Argonaut con una salva completa de 5 cohetes de cinco pulgadas causándole averías. Le disparó además con sus cañones de 30 mm. Uno de los cohetes, según el almirante Woodward, “impactó sobre el área de cubierta del Sea Dart e hirió a tres hombres”.

Foto actual del AeroMacchi que piloteó
Guillermo Owen Crippa, actualmente
en un hangar de un coleccionista
en Estados Unidos.
El intrépido teniente de navío Guillermo Owen Crippa regresa a la base con valiosísima información sobre las fuerzas británicas. En tierra, los puestos de observación, principalmente el Puesto Roca, pudo transmitir información sobre los movimientos enemigos en la costa, que sería muy útil para coordinar las incursiones que fueron lanzadas por la Fuerza Aérea Argentina y el Comando de Aviación Naval durante ese día en contra de los buques británicos en San Carlos. Sin embargo, el desembarco enemigo continuaba sin pausa.

En el sector donde desembarcaron los piratas, entre las 09.30 y 13.00 hs, El teniente primero Esteban mantiene su posición. Las bajas causadas al enemigo en San Carlos son 12 paracaidistas muertos o heridos, 2 helicópteros Gazelle derribados (muriendo tres hombres y quedó un sobreviviente) y un helicóptero Sea King y otro Gazelle, averiados.

Atacan los aviones del continente
Sin contar con radares propios en los aviones y sin chances de recibir información desde el CIC, porque los radares que operaban en Puerto Argentino no cubrían el estrecho, los pilotos argentinos debían atravesar la nutrida defensa antiaérea enemiga contando exclusivamente con su valentía y capacidad de pilotaje. Durante esa jornada se lanzarían cinco oleadas de ataque, cuatro protagonizadas por la Fuerza Aérea y una por la tercera escuadrilla aeronaval.

Fotografía de 1982 de línea de aviones
Mirage Dagger en el continente, listos
para combatir a los invasores ingleses.
La primera escuadrilla partió a las 9.44 y quedó integrada por 11 Dagger y 4 Mirage de cobertura aérea. Simultáneamente, llegaron a San Carlos las escuadrillas “Ñandú” y “Perro”, que se lanzaron sobre las naves británicas. Los primeros atacaron la Broadsword, la Argonaut y la Plymouth, pero sus bombas no estallaron. De todas formas, con los cañones de 30 mm barrieron las cubiertas de las fragatas, en especial la Broadsword, que recibió 40 impactos, sufrió cuatro bajas (según la versión inglesa) y quedó en una precaria situación operativa.

Helicóptero Lynx averiado por el ataque
argentino a la fragata Broadsword.
El ataque de los aviones Mirage 5 Dagger fue a las 10:35 horas, averiando la fragata misilística HMS Broadsword. El ataque se repite cuatro horas más tarde aumentando el daño. A las 14:00 horas, aviones A-4B Skyhawk atacan y averían la fragata HMS Ardent. Y aviones M-5 Dagger repiten el ataque 40 minutos más tarde aumentando el daño. Un tercer ataque realizado veinte minutos después con aviones A-4Q consigue hundirla. A las 14:40 horas, aviones M-5 Dagger ponen fuera de combate la fragata misilística HMS Brilliant.

Daños provocados por los aviadores
argentinos al destructor HMS Antrim.
En contrapartida, los ingleses lograron derribar, mediante un misil, el avión del teniente Pedro Bean, quien se habría eyectado, pero no pudo ser rescatado. Instantes después arribaron los aviones de la escuadrilla “Perro”, que cargaron contra el destructor misilístico Antrim, mientras la fragata lanzaba desesperadamente misiles Sea Slug, Sea Cat y ráfagas de cañones de 4,5 pulgadas y 20 mm. Los tres aviones lograron atravesar la cerrada barrera de defensa antiaérea, lanzando dos bombas y logrando numerosos impactos de cañón contra el navío. Ninguna de las bombas estalló, pero una atravesó el depósito de misiles y dejó fuera de servicio todo el sistema de defensa del barco a las 10:35 horas.

Los pilotos argentinos mostraron toda su
habilidad y valor atacando a los barcos
enemigos el 21 de mayo de 1982.
Esa primera oleada se completó con la escuadrilla “León”, que volvió a impactar en la Antrim. La nave, averiada, fue trasladada a la bahía de San Carlos, donde intentarían extraerle la bomba y repararla. Finalmente, los aviones que respondían a la consigna de “Zorro” sufrieron fallas en los sistemas de desprendimiento de bombas, por lo que sólo dispararon con los cañones de 30 mm sobre la Brilliant y regresaron al continente sin novedades.

El Canberra estaba lleno de
mercenarios. Foto de 1982.
El apacible estrecho de San Carlos se había convertido en un dantesco escenario bélico, sólo comparable a las ya míticas batallas aeronavales de la Segunda Guerra Mundial. Diminutos aviones argentinos, volando a metros de la superficie y sin apoyo de ningún tipo, debían atravesar una pared de balas, misiles, cohetes y proyectiles guiados por radares de última tecnología. El Canberra, a diferencia de la imagen característica de los transatlánticos, exhibía sus cubiertas superiores erizadas de ametralladoras, que lanzaron cientos de miles de disparos contra los argentinos. En las costas de San Carlos, finalmente, los infantes ingleses no dejaban de lanzar misiles Blow Pipe y disparar contra el cielo con sus armas automáticas.

Mapa y horario de los ataques a la
fragata inglesa Ardent.
La estrategia de desembarcar en San Carlos no sólo dificultaba en gran medida la respuesta que podía ofrecer la aviación argentina, sino que también impedía que las defensas inglesas funcionaran correctamente. Los radares no podían enganchar los blancos entre las colinas circundantes y las PAC debían mantenerse alejadas ante el peligro de caer bajo sus propias salvas. Según James Corum, los británicos sólo tenían entre 20 y 30 segundos para reconocer y derribar a los atacantes.

A partir de las 11:25 horas comenzaron a despegar los integrantes de la segunda oleada de ataque, compuesta por 11 Skyhawk modelos A-4B y A-4C que debían reabastecerse en vuelo, lo que obligaba a efectuar una coordinación extremadamente precisa entre los Hércules cisternas y los cazabombarderos. Un error en un minuto o un leve desvío en la ruta de vuelo, podía frustrar toda la misión.

Lanzamisiles inglés Rapier disparando
sobre las aguas de San Carlos.
La masiva presencia de Skyhawk argentinos en la zona logró dispersar las defensas enemigas. La PAC que operaba sobre el norte de las islas interceptó a los “Pato”, que ingresaron en el teatro de operaciones por los montes Hornby. Los argentinos lanzaron sus cargas e iniciaron maniobras evasivas, ya que no podían competir con los Sea Harrier. Estos lograron dos derribos mediante los efectivos misiles Sidewinder, que causaron la muerte del teniente Néstor López y del primer teniente Daniel Manzotti.

Arde la Ardent en las aguas del
Estrecho de San Carlos.
Esa distracción de las defensas permitió el ingreso desde el sur del solitario avión del heroico capitán Pablo Carballo, único miembro de la escuadrilla “Mula” que logró llegar hasta el campo de batalla. Con la escuadrilla “Mula” junto al Teniente Rinke, 1º Teniente Cachón y Alférez Carmona, portando cada uno de los aviones una bomba de 1000 libras (453,5 kilos) y sus cañones. El 1º Teniente Cachón debió abandonar la misión al tener problemas con el reabastecimiento en vuelo. El Teniente Rinke obligado a retirarse al presentar problemas en la transferencia de combustible de uno de sus tanques subalares. El Alférez Carmona atacó un buque de transporte inglés y regresó al continente. Carballo continuó a vuelo rasante sobre el mar y atacó a la HMS Ardent, destruyendo su helicóptero Lynx, su lanzadera de misiles Sea Cat de 80 ft (24 m), y su sistema eléctrico, neutralizándola completamente y presa de un gran incendio. Poco después, este buque será atacado por dos escuadrillas mas, una de Fuerza Aérea y otra de la Armada, hundiéndose al día siguienteAtacó a la Ardent, ubicada en la bahía Ruiz Puente, a la que incrustó una pesada MK-17 en la popa que, por fortuna, estalló provocando numerosos destrozos que dejaron al navío prácticamente fuera de servicio.

Aviones Sea Harrier pertenecientes
a las fuerzas invasoras.
Estos éxitos argentinos llevaron a los ingleses a reforzar su defensa aérea con otra PAC en el aire. De modo que eran tres pares de Sea Harrier los que cubrían de norte a sur el perímetro de las islas. Las oleadas vespertinas estaban por llegar, y entre los ingleses empezó a cundir el pánico antes tantos muertos y heridos y a partir del mediodía se comenzó a instalar la idea de que ese día, San Carlos, se había convertido en el “callejón de las bombas”.

De la tercera oleada, llegaron hasta las Malvinas catorce de los veintitrés aviones desplegados por la Fuerza Aérea y la aviación de la Marina. Cinco Skyhawk A-4B, que se dirigían hacia el puerto de San Carlos, observaron a la Argonaut, que había sustituido a la Antrim como custodia del ingreso a la bahía. La fragata maniobró en busca de la protección de un escarpado acantilado, pero no logró evitar el ataque. A las 14:30 los A-4B Skyhawk ponen fuera de combate a la Argonaut. Dos MK-17 se incrustaron en la nave, ocasionando la explosión de una caldera y la rotura del timón, y la voladura de la santabárbara de misiles Sea Cat, donde murieron dos hombres (según versión inglesa).

El Primer teniente Alberto Filippini relata el ataque de la siguiente manera: “Nos concentramos en nuestra puntería; el buque protegido por esa pared de 200 metros de altura estaba en la mira y lancé una de las bombas que serían la causa de su destrucción. En ese instante sentí el deseo de destruir al enemigo, pensando en mis camaradas caídos por su causa. Ejercí presión hacia atrás con mi palanca de mandos en viraje ascendente hacia la derecha, tratando de pasar el acantilado. En ese momento percibí un fuerte golpe debajo de mi avión. Había impactado contra una de las antenas de la fragata con uno de los tanques suplementarios de combustible de mi avión que van suspendidos bajo una de las alas. El cono de cola del tanque se desprendió, quedando la antena totalmente doblada”.

En verdad la Argonaut se había salvado al no estallar las bombas, lo que hubiera significado su irremisible hundimiento, pero quedó inmovilizada y fuera de servicio. Pasaría dos años en reparaciones antes de volver a la Royal Navy.

A las 14:45 arribaron cuatro Dagger, con el indicativo “Cueca”. Volando sobre el centro de la Gran Malvina, los aviones debían atravesar las alturas del monte Hornby, que se encontraba cubierto de nubes, por lo que el jefe de la escuadrilla decidió atravesarlas por un estrecho valle. Para ello, se formaron en línea. El primer teniente Héctor Luna, que iba a retaguardia, observó que los perseguían entre cuatro y cinco Sea Harrier, pero no tuvo tiempo de reaccionar, ya que instantáneamente fue derribado por un Sidewinder, logrando eyectarse a pocos metros de la superficie. El paracaídas no había terminado de abrirse, cuando Luna impactó violentamente contra el suelo, lo que le ocasionó fracturas en el hombro y la luxación de un brazo y una rodilla. Luego de cubrirse con el bote inflable que componía parte del material de supervivencia y tomar analgésicos para el dolor, logró dormirse hasta el otro día. En la mañana improvisó un armazón de metal para cubrirse la pierna con los restos de su avión y con esa particular “pata de palo” comenzó una extenuante caminata de seis horas hasta que unos malvinenses lo subieron a un Land Rover. Finalmente fue rescatado al tercer día, gracias a que los habitantes le permitieron utilizar su radio para comunicarse con Puerto Argentino.

El fuego es incontenible en la Ardent.
Por su parte, sus compañeros de escuadrilla, desconociendo la suerte de Luna, continuaron el ataque. Al superar las últimas colinas, se encontraron con la Ardent, que aún se mantenía en la zona, y avanzaron hacia ella a máxima velocidad. Una de las bombas golpeó “a la fragata cerca del hangar; voló todo el techo y lo plegó sobre estribor, y demolió el helicóptero Lynx. Varios tripulantes fueron muertos o heridos”. El navío inglés quedó prácticamente sin defensas, ya que su lanzador de Sea Cat voló por la borda; además, mostraba serios problemas de control, por lo que intentó movilizarse hacia el norte y quedar bajo la protección del resto de la flota.

Llegó entonces el turno de las escuadrillas “Laucha” y “Ratón”, integradas por tres Dagger cada una, que debían atacar al unísono por el centro y el norte del estrecho respectivamente. Los primeros se lanzaron sobre la Brilliant y, probablemente, la Yarmouth, mientras los segundos eran interceptados antes de llegar al blanco. Al verse rodeados por los Sea Harrier, el capitán Guillermo Donadille, el mayor Gustavo Piuma y el primer teniente Jorge Senn desprendieron sus bombas y tanques de combustible y, armados exclusivamente con cañones de 30 mm, se enfrascaron en una “pelea de perros”. Según las fuentes argentinas, Donadille habría averiado a un Sea Harrier, que cayó posteriormente al mar. No obstante, la superioridad tecnológica y de armamento terminaría por inclinar la balanza a favor de los ingleses, que derribaron los tres Dagger con misiles Sidewinder. Los pilotos lograron eyectarse y fueron rescatados poco después.

Dagger contra Harrier
A las 14:00 hs del 21 de mayo de 1982 despegó desde la base aérea de San Julián en la Patagonia argentina una escuadrilla de tres aviones Dagger (copia israelí del Mirage 5 francés), del Grupo 6 de Caza, armados con bombas para atacar objetivos navales y sin misiles aire-aire. Su indicativo radial era “Ratón” y la integraban el Capitán Guillermo Donadille(quién volaba el Dagger matrícula C-403), el Mayor Carlos Justo Piuma (C-404) y el Primer Teniente Jorge D. Senn (C-407). Una hora después del despegue pasaron sobre la Gran Malvina para atacar los buques británicos en el estrecho de San Carlos.

Recuerda el capitán Guillermo Donadille: “Cuando estábamos a un minuto del objetivo, que eran los buques ingleses en San Carlos, mi número 3, Senn, ubicado a la izquierda, me pega un grito por la radio: ‘¡Atento, un avión a la derecha!’. Me fijo y efectivamente veo un avión un poco más lejos y volando casi en nuestro rumbo.

Ahora resulta que lo curioso de la situación -pero esto recién lo supe más tarde- es que Senn me estaba indicando otro avión que se acercaba un poco de frente y el que yo veo era un segundo aparato que estaba más lateral.”

Pilotos héroes de Malvinas, de izq. a dcha.:
Brigadier (R) Gustavo Piuma Justo; 
Comodoro (R) Jorge Senn;
Comodoro (R) Luis Puga; Brigadier
General (R) Guillermo Donadille y
Comodoro (R) Jorge Díaz, muestran el
asiento eyectable que les salvó la vida.
Donadille admite que en un primer momento pensó que se trataba de un Skyhawk argentino, ya que había poca luz y además lloviznaba. Pero cuando el piloto del Sea Harrier vió a Senn y comenzó a virar para atacarlo ya no hubo dudas, era un enemigo.

Donadille recuerda que “Entonces ordeno a la escuadrilla largar todas las bombas y los tanques suplementarios, porque con toda esa parafernalia no se puede virar en forma suficientemente rápida para intentar alguna maniobra defensiva contra los ágiles aviones ingleses, de manera que ordeno eyectar las cargas y enfrentar a los Harrier.”

Senn maniobró para enfrentar al que iba hacia él pero no vio al otro Sea Harrier, a la derecha del jefe de la CAP, que estaba posicionado para disparar un misil («soldar el caño» en la jerga de los pilotos argentinos).

Prosigue Guillermo Donadille: “Aunque el Harrier se encontraba fuera de la distancia de tiro de los cañones de 30 mm de mi avión, la única arma con la que contábamos para hacerles frente, o sea que estábamos a más de 700 metros, igual comienzo a disparar con la idea que, como el fuego de los dos cañones ilumina toda la parte inferior del fuselaje, el británico me viera y no prosiguiera con su ataque al inadvertido Senn.

Efectivamente me ve porque inmediatamente lo deja a Senn, invierte y pica hacia el suelo. Yo como mejor pude invertí mi avión hacia donde supuestamente pasaría el inglés, todo esto a unos 100 metros del suelo, y empiezo a disparar, sin mira ni nada, le apunté con el avión y tiré donde imaginaba que iba a pasar… y al parecer pasó por ahí. Yo casi me tragué el suelo por seguirlo pero el Harrier pasó por el ‘chorro’ de proyectiles. Pasamos tan bajo que en un momento pensé que el piloto británico se había estrellado.

Logré salir de esa riesgosa situación, pero solo para encontrarlo a Senn, que venía cerrando como un enloquecido, así que tuve que volver a invertir o sino chocábamos los dos. Pero pasé, acomodé el avión y en ese momento me pegan un misilazo y tengo que eyectarme.”

Pocos segundos más tarde los otros dos miembros de la escuadrilla -Senn y Piuma- fueron derribados por los Sea Harrier, pero todos pudieron eyectarse exitosamente y fueron más tarde recuperados por las fuerzas de tierra argentinas en la Gran Malvina y llevados a Puerto Howard.

De acuerdo a la versión británica, Donadille y sus dos compañeros fueron derribados por dos Sea Harrier FRS.1 del No.801 Sqdn piloteados por Nigel D. "Sharkey" WardSteve R. Thomas. Según esta misma versión, el piloto al que le disparó Donadille fue Ward, que pudo esquivar la ráfaga de cañón. A continuación Nigel Ward derribó a Senn y Thomas hizo lo mismo con Donadille y Piuma con sus misiles AIM-9L.

Esto no concuerda con lo observado por los argentinos: de acuerdo al radar de Puerto Argentino no menos de cinco Sea Harrier interceptaron a los tres Dagger de la escuadrilla “Ratón”. Más aún, un puesto de observación en tierra cerca del lugar de la batalla había visto pasar a un Harrier desprendiendo humo negro a las 15:00 hs aproximadamente (la hora del combate aéreo). Un investigador argentino, Rubén Oscar Moro, contactó fuentes británicas para conocer las pérdidas reales británicas en aviones y helicópteros. Estas fuentes le brindaron la información (según él sus datos son 100% confiables) pero a cambio le pidieron anonimato. En agosto de 1984 dichas fuentes le confirmaron que el Sea Harrier dañado por el Capitán Donadille era tripulado por el Teniente Comandante Harry Trent, que tras alejarse unos 30 kms del lugar del combate aéreo, se vió obligado a eyectarse y fue rescatado por un helicóptero Sea King.

Un piloto prisionero
Uno de los tres aviones Harrier derribados el 21 de mayo de 1982, estaba piloteado por Jeff Glover que afirma despegó del portaaviones Hermes con la misión de arrojar sus bombas de racimo (prohibidas por la Convención de Ginebra) sobre posiciones argentinas en Puerto Howard, la "capital" de la casi inhabitada Gran Malvina -rebautizada Puerto Yapeyú durante la guerra-. Sería su última misión: su Harrier fue alcanzado por un misil Blowpipe lanzado por comandos argentinos. Volaba a mil kilómetros por hora cuando sintió tres explosiones en su máquina, que empezó a dar vueltas a gran velocidad totalmente fuera de control. Glover logró eyectarse con éxito, pero fue apresado y se convertiría en el único prisionero de guerra inglés que estuvo en esa condición hasta después incluso de terminado el conflicto. Glover fue liberado en Montevideo recién el 8 de julio.

Momento en que el piloto inglés Jeff Glover
es rescatado por los soldados argentinos.
Glover, casualmente nacido un 2 de abril pero de 1954, se retiró de la RAF en 1996 y desde entonces es piloto comercial. "Los soldados argentinos me fueron a buscar y me sacaron del agua, y ése fue el fin de la guerra para mí", narra Glover en un documental. Glover, estaba herido en el rostro y con una luxación en el hombro. El piloto prisionero fue llevado luego a Pradera del ganso o Goose Green, y poco después trasladado junto a otros heridos argentinos al continente, antes de la caída de Puerto Argentino. Estuvo en Comodoro Rivadavia, y después en la base aérea de El Chamical, La Rioja.

La cuarta oleada de halcones argentinos llegó con muy poca visibilidad, por lo que le resultó imposible detectar blancos y regresó al continente sin novedades. A las 3:01 horas llegan el escuadrón compuesto por 3 A-4Q de la Armada argentina que tiraron sus bombas de 250 kilos y como resultado final, la Ardent era presa de un incendio incontenible con 22 muertos y 30 heridos según la versión inglesa.

Momento en que la fragata inglesa Ardent
se hunde en las aguas de las Malvinas.
La batalla aérea del 21 de mayo había concluido, la Fuerza Aérea y la Aviación naval podían sentirse satisfechas con su accionar y por las graves pérdidas ocasionadas al invasor inglés.

La tristeza por los compañeros caídos se mezclaba con la felicidad por el deber cumplido: una fragata hundida y media docena con averías de consideración; un crucero afectado seriamente y varios impactos contra otras naves de la Task Force eran el saldo de seis horas de combate para los pilotos argentinos.

Había finalizado una dura jornada, los combates aeronavales tuvieron una gran violencia, reconociéndose en esa batalla el valor de los aviadores argentinos, los que estaban conscientes que les habían dado una buena lección a los ingleses y tenían la certeza de que dependía de los pilotos definir al día siguiente buena parte de la Guerra de Malvinas.

5 comentarios:

  1. Estimados, quiero aclarar que yo, el ex subteniente Vasque no recibí la condecoracion que se comenta en el articulo publicado.
    Atte
    Jose Alberto Vasquez
    ex-subteniente

    ResponderEliminar
  2. Lindo cuento, muy entretenido y "hollywoodiense" si John Wayne estaba vivo seguro la filmaba. Con relacion al Harrier, es un avion nitidamene inferior a cualquiera de los cazas de la FAA, menor velocidad, menor techo, pero mejor armamento, hasta donde yo el sidewinder puede adquirir blancos desde 20 km de distancia, por lo que combates de perro no se realizarian con los cazas argentinos, tal vez con pucaras y helos.

    ResponderEliminar
  3. Creo que le estas pifiando un poco a la historia. No es asi como ocurrio. Estas incurriendo en grasos errores...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Así fue como ocurrió, pero como la guerra terminó con la entrega de las Islas Malvinas por el general Menéndez, cuando los ingleses estaban al borde de la retirada, la historia la escribieron los que ganan. Esta es la verdadera y heroica historia aunque no les guste a los anglófilos. Felicito a los que la publicaron aquí. Las Malvinas son argentinas. ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ARGENTINAS!!!!!!!!!!!!!!!

      Eliminar