Desde su
descubrimiento en 1996 el esqueleto prehistórico de este hombre caucásico fue
objeto de miles de polémicas judiciales porque alteraba toda la “historia
oficial” del poblamiento de América. Finalmente sus restos fueron sepultados
para no ser investigados nunca más.
Foto del esqueleto del Hombre de Kennewick. |
Tribus
indígenas del estado de Washington, Estados Unidos, celebraron durante las
primeras horas de la mañana del 18 de
febrero de 2017 una de sus ceremonias más memorables, según sus prácticas
tradicionales ancestrales: enterrar los
restos del “Hombre de Kennewick” de 9.200 años de antigüedad, llamado por ellos
el Anciano Uno. Pero no era de raza amarilla o mongoloide sino que todo
demuestra su origen caucásico.
Más
de 200 miembros de cinco tribus se
reunieron en un lugar secreto para hacer finalmente descansar al Anciano Uno, protagonista de uno de los
grandes debates judiciales científicos.
A la derecha, Armand Minthorn de la tribu Umatilla junto con otros referentes de las tribus confederadas como Gerald Lewis de la Nación Yakama. |
Las
tribus confederadas de la reserva india
de Umatilla (Oregón)– del cual se desprende el comunicado– más las tribus y
agrupaciones de la Nación Yakama, tribus Nez Perce, las tribus confederadas de
la reserva Colville y la agrupación de los indios Wanapum señalaron que trabajaron juntos en la ceremonia para
enterrar de nuevo a su “antepasado”, de acuerdo a sus prácticas religiosas.
Las
comunidades indígenas tienen un gran motivo para celebrar, tal como lo revelan
sus propias palabras ya que después de muchos desafíos judiciales, finalmente
el Anciano Uno descansa en paz. “Este es un gran día y nuestro pueblo ha
llegado a ser testigo en honrar a nuestro padre”, dijo Armand Minthorn, uno de los miembros líderes, “Continuamos
practicando nuestras creencias y leyes como nuestro creador nos ha enseñado
desde tiempos inmemoriales”.
Gary Burke, líder de la
reserva india de Umatilla, destacó durante el entierro que su tribu “se enorgullece de haber trabajado con todas las partes para
repatriar el Primigenio”.
“Creemos
en forma conjunta en el respeto de nuestro pasado y de nuestros antepasados, hemos cumplido con nuestra responsabilidad
para poner fin a descansar al Anciano Uno“.
El descubrimiento
Los
restos óseos del Hombre de Kennewick
fueron encontrados en 1996, cerca del río Columbia, en el estado de Washington.
Ubicación en el mapa del lugar del descubrimiento del Hombre de Kennewick. |
El
Hombre de Kennewick es el nombre dado a los restos de un hombre prehistórico encontrado en un banco del río Columbia
cerca de Kennewick, Washington, el 28 de julio de 1996. El descubrimiento
del Hombre de Kennewick fue accidental: una pareja de espectadores de las
carreras anuales de hidroplanos encontró su cráneo mientras observaban las
carreras.
Mientras
Will Thomas de 21 años, vadeaba el
río a 3 metros de la costa, su pie tropezó con algo redondo. "Eh, parece que encontramos una
cabeza", bromeó el muchacho, espectador de los Juegos Acuáticos, a su
amigo Dave Deacy, nativo de West
Richland, de 19 años de edad.
Lugar en que Will Thomas, encontró el 28 de julio de 1996 la calavera de 9.200 años. |
Pero
la carrera final de hidrodeslizadores del domingo estaba por comenzar. Los dos
amigos escondieron el cráneo entre unos arbustos de la orilla del Río Columbia,
en el condado de Benton, aguas arriba del trazado de la carrera, unos 400
metros al oeste del campo de golf del Parque Columbia. "Sabíamos que no se
iba a ir de ahí", declaró el joven. Luego de la competencia, alrededor de
las 5 de la tarde, los dos muchachos
volvieron al lugar con algunos amigos y un balde, donde guardaron los restos.
Buscaron a un policía y le mostraron su descubrimiento.
La
policía lo primero que pensó es que eran los restos de un asesinato. Apenas al
día siguiente, la policía ya había abandonado la teoría del crimen violento. El
forense del condado de Benton, Floyd
Johnson, solicitó la ayuda del antropólogo forense Jim Chatters, y, entre ambos, reconocieron
de inmediato la antigüedad de los restos y su pertenencia a la raza blanca:
"Encontramos un hueso ilíaco, dos piernas y varias vértebras, que parecen
pertenecer a la misma persona que el cráneo", dijo Johnson. "Es
un poco ambiguo, pero tiene muchísimas
características europeas. La cara es larga y los dientes no demuestran estar
demasiado desgastados. Parece haber muerto alrededor de los 50 años de
edad".
Otra vista donde se hizo la excavación y se hallaron 350 piezas óseas del Hombre de Kennewick, en la orilla del río Columbia. |
Al
mes del descubrimiento, los restos se
vieron envueltos en discusiones acerca de la relación entre los derechos
religiosos de los nativos americanos y la arqueología. Basados en el
"Acta de Protección y Repatriación de las Tumbas de los Nativos
Americanos", cinco grupos de
nativos americanos (los Nez Perce, Umatilla, Yakama, Wannapum, y Colville)
reclamaron los restos como suyos, para ser enterrados según la tradición.
Sólo los Umatillas continuaron con su petición en la corte. En febrero de 2004
La corte decidió que aún no se
encontraba un enlace cultural entre las tribus y los restos, permitiendo
realizar más estudios científicos.
Análisis revela que
tiene entre 9.200 y 9.600 años
En
el momento del hallazgo, los investigadores enviaron un pequeño fragmento de
uno de los huesos de la mano al Laboratorio
de la Universidad de California en Riverside, a fin de que fuese sometido
al análisis del carbono-14. Prueba y contraprueba fueron realizadas de
inmediato, y los resultados enviados a Chatters, Johnson y la policía de
Kennewick el 28 de agosto de 1996. El tiempo se detuvo mientras los
investigadores leían las conclusiones del estudio: ¡el método radiactivo arrojaba una antigüedad de entre 9200 y 9600
años!
El antropólogo forense Jim Chatters, en una foto de agosto de 1996. |
En
julio de 2005, científicos de todo
Estados Unidos se reunieron en Seattle durante diez días para estudiar los
restos, haciendo mediciones detalladas y determinando la causa de la muerte.
Cuando
se descubrió el esqueleto, se había sugerido que era un personaje histórico
euro-americano, pero cuando se evidenció
en la datación por radiocarbono que tenía unos 9.200 a 9.600 años, provocó una
batalla legal sobre la disposición de los restos óseos.
Algunos huesos del Hombre de Kennewick; arriba las costillas de 9.000 años de edad. |
Pero
el reclamo de los indígenas del lugar deviene lógico, si tomamos en cuenta que
sus reclamos territoriales en los Estados Unidos se basan en el derecho de
precesión, esto es: sus tierras son suyas porque ellos llegaron primero. ¿Dónde quedarían los derechos de las tribus
a sus reservaciones si Chatters y Johnson acababan de demostrar que un hombre
blanco había vivido en Kennewick al mismo tiempo que los primeros invasores
mongoles? Sin ponernos del lado del genocida étnico como el general Custer,
tal vez todo el derecho indígena americano estaba, en realidad equivocado si se
demostraba que existió una población de hombres caucásicos antes del
“poblamiento oficial de América”.
Tal
vez, según toda esa legislación, los
indios de Norteamérica habían ocupado tierras que no les correspondían. Tal vez
los Estados Unidos habían pertenecido a los europeos desde el Neolítico.
La dura vida del
Hombre de Kennewick
Hace
9.600 años, o hace 7.600 años a.C. el hoy llamado Hombre de Kennewick (que no
era un indígena de raza amarilla como quieren desde 2015 hacernos creer), vivía probablemente solo o en una pequeña
comunidad, cazando y pescando.
Reconstrucción del rostro del Hombre de Kennewick, todos ven un hombre blanco no un indígena mongoloide. |
El
Hombre de Kennewick murió cuando tenía
entre 45 y 55 años de edad. Fue un hombre blanco que pesaba entre 70 y 75
kilos, de 1,76 metros de estatura (más alto y más delgado que los indígenas de
la zona), y los científicos creen que se trataba de un cazador nómade. Tenía una gran fuerza física y una enorme,
indomable voluntad de vivir. Esto último se demuestra por el estado de sus
huesos: en su cadera derecha llevaba alojada
una punta de lanza de piedra de 6 centímetros de longitud. La herida fue
provocada por el impacto de una lanza a alta velocidad, posiblemente
arrojada por un palo de arrojar lanzas (ya que los arcos y las flechas aún no
se habían inventado). El Hombre de Kennewick debe haber intentado extraer la
lanza, lo cual no logró. Sólo podemos imaginar el dolor y el sufrimiento que
debe haber experimentado. Finalmente, optó por la solución más simple: cortó la vara y dejó la punta en el hueso.
La herida fue en vivo: el hueso se curó alrededor de la perforación de la
cadera, y siguió creciendo hasta cubrir los filos del arma casi por completo.
Ello demuestra que nuestro hombre vivió muchos años más, después de recibir su
lesión. La herida de la lanza es otra prueba de la antigüedad de los restos:
los proyectiles de ese tipo en concreto (conocidos como
"cloviscienses", por la cultura neolítica denominada "Cultura de Clovis", que se
desarrolló en el actual Nuevo México) aparecieron hace 9000 años y se dejaron
de utilizar hace 5000.
Una punta de lanza de piedra quedó alojada en el lado derecho de la cadera del Hombre de Kennewick. El hueso cicatrizó y siguió creciendo. |
Este
hombre duro, batallador y apegado a la supervivencia, seguramente nunca imaginó el revuelo que el
descubrimiento de sus huesos iba a provocar entre los hombres, un centenar de
siglos más tarde.
El Hombre de Kennewick tuvo alojada en su cadera esta afilada punta de piedra de 6 cm. |
El escándalo iba en
aumento y provocó un gran debate entre los indígenas, antropólogos y
científicos, que
a su vez entre ellos mismos no llegaban a un acuerdo.
La conspiración
para convertir el cráneo de un blanco en indígena siberiano
Tras
su descubrimiento del 28 de julio de 1996, los
huesos del Hombre de Kennewick permanecieron bajo la custodia del forense
Johnson, pero el investigador no quiso indicar el lugar donde estaban
almacenados para evitar que los periodistas los fotografiaran.
Ubicación de Kennewick, en el estado de Washington. |
La
polémica, apenas a un mes y medio del
descubrimiento de los restos, abandonó los límites estrechos de la comarca
donde fue encontrado y se extendió a la prensa estadounidense.
Cinco razas humanas, el cráneo del Hombre de Kennewick puede perfectamente atribuirse a un europeo. |
Así
como no se molestaron en disimular que si
no se les entregaba los huesos harían uso de la fuerza para obtenerlos, los
militares yanquis tampoco se preocuparon siquiera de fingir que eran neutrales
en la controversia acerca de la naturaleza y propiedad del Hombre de Kennewick.
Minutos después del vergonzoso despojo —por orden del Oficial Asistente Ejecutivo
del Cuerpo de Ingenieros, Lee Turner—,
el mismo afirmó que, si bien ni él ni ningún otro oficial del Ejército había
visto los restos, tampoco tenían motivo para dudar de los indios
norteamericanos cuando decían que se trataba de uno de sus ancestros.
El
vocero del Cuerpo de Ingenieros, Dutch
Meier, fue todavía más explícito: "Los
huesos se hallan a partir de hoy bajo custodia del Cuerpo de Ingenieros de los
Estados Unidos y en un sitio secreto", dijo. "Lo hacemos así por
consideración a las tribus, y les aseguramos que están recibiendo el cuidado
debido por parte de personal competente. Los tratamos como restos de un nativo
americano y estamos esperando que los cinco grupos tribales del Noroeste
determinen cómo proceder". Y, con respecto de a quiénes apoyaba el
ejército norteamericano, continuó: "No sé de qué me hablan. Nuestra
necesidad más inmediata es satisfacer a las tribus", dijo, como para no
dejar duda al respecto. "Debemos
respetar sus deseos de honrar a este antepasado y ver pronto enterrados a sus
restos" (para evitar una investigación posterior que pueda contradecir
la “historia oficial”).
Sin
hacer ni siquiera una mención del cráneo
dolicocéfalo, los largos dientes y la nariz de tipo caucásica del Hombre de
Kennewick, Meier justifica la posición de los militares haciendo
referencias a las "conclusiones" que los indígenas sacan de unos
estudios que todavía no se habían efectuado. Esta clara muestra de malicia tendía, ciertamente, a convencer al
público de la razón que asistía a los indígenas. El ejército ya había
tomado una posición indefectible: "Sus conclusiones son que
definitivamente se trata de su antepasado. Y nosotros los apoyamos en el
sentido de que los restos son de un ancestro de los nativos americanos",
afirmó. Más clarito, échele agua. "Sí, sí, ya sé que puede haber otros
intereses que debamos considerar", dijo. Se refería a la ciencia como
"otros intereses". En otras palabras, el calvario de los científicos verdaderos
por estudiar al Hombre de Kennewick acababa de comenzar.
La Calavera del Hombre de Kennewick. |
Las
tribus indias Umatilla, Yakama, Wanapum, Nez Perce y Colville, unidas en su
Concilio Tribal, se apresuraron a
presentar un recurso judicial para que se aplicaran los términos de la ATNAR
con respecto al Hombre de Kennewick.
Cerrando
filas en torno a los reclamos indígenas, el ejército de los Estados Unidos no
podía hacer menos que demostrarles su apoyo: decidió publicar dos edictos en
los diarios, invitando a toda tribu
norteamericana que considerara que el Hombre de Kennewick era su ancestro y por
lo tanto que tenía derecho a poseer sus restos y enterrarlos si se le antojaba,
a que se sumara a la iniciativa de las cinco tribus del noroeste y presentara
también recursos de amparos para que la justicia ordenara aplicar el Acta.
Es difícil ser más explícito respeto de con quién se alinea uno.
Las pruebas son demoledoras, el cráneo Kennewick era de un caucásico. |
Simultáneamente,
se impidió el acceso a toda persona al
Parque Columbia, parte del río Columbia y toda el área donde se encontraron los
restos (porque podrían encontrarse otros fósiles de caucásicos y se derrumbaría
el argumento indígena), con la excusa que forman parte de una gran área de
tierras propiedad del gobierno de los Estados Unidos y administradas por el
Cuerpo de Ingenieros del Ejército (CIE). La sede del Cuerpo en la zona se halla
en Walla Walla.
Logo del Cuerpo de Ingenieros de los Estados Unidos que se había tomado atribuciones que no le correspondían, apoderándose de un esqueleto que tenía como mínimo 9.200 años. |
El
4 de octubre de 1996 el teniente general Joe
Ballard, comandante del CIE, recibió una tajante carta del representante
(algo así como un diputado nacional) por el Estado de Washington Doc Hastings: "El entierro del
Hombre de Kennewick sin realizarle profundos estudios científicos será una
tragedia", expresa el legislador. "Como
los huesos son tan extremadamente antiguos y se sabe tan poco sobre el período
del asentamiento del Hombre en Norteamérica, deviene imprescindible aprender
mucho más sobre este esqueleto antes de determinar la custodia o propiedad del
mismo sobre la mera base de un vago e insustancial reclamo de relación
cultural", dice la carta. Otros científicos se sumaron de inmediato al
reclamo.
Mapa del hallazgo de los restos óseos del Hombre de Kennewick. |
La
carta de Hastings a Ballard concluye diciendo que "Mientras yo comprendo
que ciertas disposiciones de la ATNAR podrían aplicarse a este caso, lo urjo a posponer cualquier acción hasta
que se determine el origen de los huesos concluyentemente o hasta que el
Congreso de los Estados Unidos haya tenido la oportunidad de revisar este
importantísimo asunto".
Medios de comunicación de todos los Estados Unidos llegaron hasta Tri-Cities (Kennewick, Pasco y Richland). |
A
medida que la historia del antiguo americano continuó tomando estado público,
los periodistas de todo el mundo se pusieron del lado de los científicos
profesionales: la barbaridad que los
indios norteamericanos pretendían hacer con el Hombre de Kennewick fue puesta
en evidencia en varios artículos publicados en Newsweek, el Boston Globe,
The New York Times, la red Canadian Network e incluso publicaciones
especializadas como Archeology Magazine.
Los periodistas comenzaron a trasladarse en masa a Tri-Cities (el lugar poblado
más cercano al sitio del hallazgo) y las falacias del ejército comenzaron a
quedar en evidencia.
El representante por el estado de Washington ante el Congreso, Doc Hastings intentó por todos los medios a su alcance que el esqueleto sea estudiado por la Ciencia. |
En
una entrevista televisiva, Hastings afirmó que decidió intervenir cuando el
comisionado del condado de Benton, Ray
Isaacson, le advirtió que el
ejército estaba por entregar los restos a los indios para que los tiraran a un
pozo. "Los científicos se merecen una oportunidad de
estudiarles", dijo el político.
A la izquierda, el Jefe de la División de Antropología Física del Instituto Smithsoniano, Doug Owsley analizando los restos del Hombre de Kennewick. |
Uno
de los firmantes del recurso de amparo, el doctor Douglas Owsley, Jefe de la División de Antropología Física del
Instituto Smithsoniano, afirmó entonces que "no debiera existir ´ciencia
contraria a las creencias religiosas´, ni de los indios ni de nadie. Honramos
al Hombre de Kennewick porque queremos aprender de él. Hay muchos tipos de
técnicas para examinar sus restos sin causarles daño", concluyó. El
antropólogo declara que los restos presentan oportunidades de estudio que no se
han dado en otros casos de hallazgos: en realidad sabemos muy poco del
poblamiento de América. "Vinieron
varias oleadas de cazadores nómades, para morir aquí, seguir viaje,
entremezclarse o establecerse para siempre. No conocemos el destino de toda esa
gente. Y no sabemos quiénes los reemplazaron".
Jim Chatters y Tom Stafford investigando la verdad del Hombre de Kennewick. |
Jim Chatters, el primer
antropólogo forense en estudiar los huesos —al día siguiente del
descubrimiento—, no se cruzó de brazos: ya que no podía estudiar los restos,
investigaría el terreno donde fueron hallados. Si el desconocido fue enterrado
en el sitio de su hallazgo por miembros de su clan, sus restos hubiesen sido
cubiertos por distintas capas de sedimentos de distintas épocas. Sin embargo, los depósitos de sedimentos en los
intersticios de los huesos, analizados por los geólogos, demostraron pertenecer
a un estrato de más o menos 9000 años de edad, cifra totalmente compatible con
la datación del C-14 obtenida por la Universidad de California dos años antes.
Chatters llegó a esta conclusión luego de entregar para su estudio 24 muestras
de diferentes estratos geológicos. Las muestras fueron estudiadas por los
geólogos del laboratorio de la Universidad del Estado de Washington, y los
resultados no dejan lugar a dudas.
Chatters
conserva las fotos y dibujos que realizó durante el breve lapso en que le fue
dado estudiar el cuerpo, y esas imágenes muestran que los huesos fueron
mordidos por coyotes. La conclusión es que, en efecto, tal vez el Hombre de Kennewick fue enterrado por sus pares pero en otro
sitio. Posiblemente los coyotes lo desenterraron y le comieron la carne. Sus
amigos o parientes recuperaron los huesos, los lavaron y lo volvieron a
enterrar en la orilla. Quien lo desenterró por segunda vez fue el propio río
Columbia, que lo arrastró quién sabe qué distancia hasta depositarlo en la zona
de la carrera de lanchas, donde fue encontrado en 1996. Curiosamente, el
CIE, "propietario" del río, sus orillas y todo lo que estos
contengan, ayudaron a Chatters y a los geólogos a obtener las muestras de
terreno.
Posición en la que se halló el esqueleto de Kennewick, en la orilla del río Columbia. |
El
CIE comenzó a ponerse nervioso ante la insistencia de investigar el lugar del
hallazgo, al igual que la tribu Umatilla, ambos no deseaban que se sepa la
verdad. Mientras tanto, una multitud de
científicos recorría minuciosamente las orillas del río Columbia, en la zona
del hallazgo, en busca de otros restos que pudieran arrojar más luz sobre el
asunto. Y los militares no estaban dispuestos a permitir que se hallase una
"Mujer de Kennewick" o, menos todavía, un clan completo de hombres blancos premongoles.
Arrojan toneladas
de tierra sobre el yacimiento
La
solución que encontraron los militares y los indígenas es tan horrible, tan
espantosamente desgraciada, que cuesta incluso describirla por escrito. El Cuerpo de Ingenieros planeó una diabólica
solución para impedir el hallazgo de otros esqueletos de blancos, no tuvo mejor
idea que cubrir las orillas del río Columbia con varias toneladas de tierra y
escombros.
"Vamos a
perder para siempre datos científicos irrecuperables" dijo Thomas Stafford,
uno de los que tomaban muestras del suelo en las orillas, en una carta al
abogado Alan Schneider, de Portland,
Oregón.
Como
se lee. Los militares norteamericanos
querían bloquear para siempre cualquier intento futuro por encontrar un hombre
blanco en sus terrenos. La idea era, dijo un científico, "erigir una barrera virtualmente
impenetrable contra las investigaciones futuras". Iban a lanzar una
capa de cascotes y humus de 1,40 metros de espesor, para plantar luego este terreno neoformado con cantidades de sauces, a la
orilla del río. Schneider, representante legal de los ocho antropólogos,
envió una nueva queja al juez John
Jelderks. La única medida que tomó el magistrado fue ordenar a los quejosos
y al ejército que lo mantuvieran informado cada tres meses de las medidas que
se tomaran con los huesos. Ordenó también suspender nuevas decisiones hasta que
él estudiase el caso.
El
Director de Parques y Recreación de Kennewick, Russ Burtner, creyó en su momento que el CIE estaba "tratando de proteger el sitio".
En realidad, no podía evitarlo aunque quisiese, porque la ciudad alquila los
terrenos al ejército. "Decir que quieren ´proteger´ de esta forma el
terreno", afirmó Stafford, "es como decir que los bárbaros quisieron ´proteger´ la Biblioteca de Alejandría y por eso
la incendiaron". La realidad es que los ingenieros militares querían
destruir evidencia (acaso nuevos cuerpos) que pudiesen jugarles en contra
durante las audiencias. El jurista Schneider dijo: "Obviamente lo que quieren es aplastar nuevos huesos que
posiblemente se encuentren enterrados allí. Además, los nuevos sedimentos
agregados cambiarán la química y la física del terreno".
Un humorista retrató a todos los que se disputaban los huesos del Hombre de Kennewick, los científicos, la Justicia, los militares, los indígenas y ahora, adoradores de los vikingos. |
En
marzo del ´98, los forenses del Cuerpo de Ingenieros acusaron al doctor
Chatters de no haber entregado todos los huesos del Hombre de Kennewick: según
ellos, faltaban parte de los fémures. Intentaron incluso presionar al forense
Johnson para que acusara a su colega, a lo que él se resistió. "Tengo una fe total en la honestidad
del doctor Chatters", afirmó el médico.
Ingreso al área de recreación del Columbia Park que quedó totalmente transformado tras la destrucción perpetrada por los militares para impedir futuras investigaciones. |
A
fines de ese mes, el Senado de los Estados Unidos formó una comisión
legislativa de emergencia para estudiar
este caso y proteger el sitio del hallazgo de la agresión militar.
La zona donde fue hallado el hombre prehistórico fue cubierta de escombros, rocas, tierra y se plantaron árboles para borrar cualquier otro vestigio arqueológico. |
El
senador Gorton expresó su acuerdo con la nueva norma, diciendo además que sería una locura o una imprudencia por
parte de los militares arruinar el sitio antes de que se lo estudiase.
Los nativos americanos de ascendencia mongoloide poco y nada tienen que ver con el Hombre de Kennewick. |
El
lunes 6 de abril de 1998 el CIE cumplió su amenaza: el intolerable ruido de un helicóptero despertó a los vecinos de
Kennewick, mientras el ejército de los Estados Unidos arrojaba desde el aparato
carga tras carga de rocas y polvo sobre el lugar del hallazgo. Inmediatamente,
comenzaron a plantar los árboles.
La antropóloga Karin Bruwelheide y Douglas Owsley discutiendo y estudiando el esqueleto del Hombre de Kennewick, en el año 2006. |
Pero
no había nada que hacer. Los aborígenes norteamericanos
y el ejército acababan de poner el sitio donde se había encontrado al Hombre de
Kennewick más allá del alcance de cualquier investigación para descubrir la
verdad. Para siempre.
Poco
tiempo después de esta monstruosa actitud, el
Departamento de Justicia de los Estados Unidos (parte del gobierno federal)
comenzó a reclamar los huesos en poder del CIE. Simultáneamente, la Universidad
de California en Davis solicitó permiso para completar los análisis de ADN que
habían comenzado 19 meses antes.
El lugar donde se halló el Hombre de Kennewick fue transformado para que no se lo pudiera estudiar. |
El
problema es que los análisis incompletos
del ADN llevados a cabo hasta ese momento no permitían probar la relación
genética del Hombre de Kennewick con ningún grupo humano moderno ni, por el
mismo motivo, tampoco descartarla. Smith recibió una orden del Departamento
de Justicia para que devolviera también
el gramo y medio de huesos en su poder, a lo que respondió pidiendo permiso
para conservar un pequeño fragmento. "Con él puedo terminar los
análisis", afirmó. "Propongo incluso trabajar gratis". Lo que
sucedía es que la conclusión de los análisis de ADN establecería más allá de
toda duda los derechos de los diferentes reclamantes acerca de los huesos.
"No lo entiendo", concluyó. "Hemos estudiado muchos huesos, pero
nunca sucedió nada como esto. He sido educado para respetar la teología, pero
también para seguir el método científico. Lo que pasa es que la ciencia a
menudo presenta evidencias que contradicen a las creencias religiosas". Y
da una pista científica que, como veremos luego, parece una verdadera premonición:
"Tengo miedo de que los huesos en
poder de los militares no hayan sido tratados con el cuidado debido. Si los
huesos se contaminan, podemos terminar estudiando nuestro propio ADN o el de
otros contaminantes".
Dentadura del Hombre de Kennewick. |
Los
indígenas habían ido a reclamar otros huesos (mucho más recientes) para ser nuevamente
enterrados, pero el
"empleado", subrepticiamente les entregó una caja adicional
conteniendo huesos del Hombre de Kennewick para borrar las evidencias de que no
era mongoloide.
Richland/Kennewick, lugar del noroeste de los Estados Unidos donde se encontró este esqueleto de 9.200 años como mínimo. |
Chatters
y sus compañeros deseaban que los huesos fuesen depositados en el Museo del
Hombre en San Diego, porque entendían que su
sitio actual de depósito exponía a su ADN a catastróficas contaminaciones.
Museo Burke de Historia y Cultura Nacional en Seattle, Washington, donde estaba desde 1998 en custodia hasta que fue entregado en febrero de 2017 para ser sepultado. |
Por
último, el juez John Jelderks ordenó que las
piezas fueran mudadas al Museo Burke de Historia Natural y Cultura en Seattle,
Washington. En él, dijo, habría lugares adecuados para que los científicos
los estudiasen. Esta medida es la primera que autoriza a la ciencia a
investigar los restos.
Reconstrucción facial del cráneo del Hombre de Kennewick. |
De
modo que los huesos en efecto fueron trasladados en 1998 a Seattle y guardados en una cámara blindada de una
habitación cerrada a la que se llegaba a través de un pasillo cerrado. Una
de las puertas se abría sólo si dos empleados distintos operaban dos llaves
diferentes. Luego de estudiar concienzudamente el lugar, los antropólogos se
mostraron conformes.
El Hombre de Kennewick antes de que comenzaran a desaparecer sus huesos. |
Si
bien los más de 350 trozos del esqueleto
del Hombre de Kennewick pertenecen a una misma persona y se encontraban en
más o menos (sin entrar en detalles) buen estado, grandes pedazos de huesos críticos habían desaparecido.
Owsley,
el conocido antropólogo del Smithsoniano, dijo el 28 de octubre de 1998, luego
de hacer un minucioso inventario de los huesos, lo siguiente: "Este aparente robo es un acto
deliberado de profanación. La mayor parte de los fémures ya no están, siendo
que los fémures ofrecen invalorable información acerca de la estatura,
robustez, tamaño, fuerza, morfología funcional y pertenencia étnica de un
cuerpo humano". Su abogado Alan
Schneider dijo que "Después del cráneo, los fémures son los elementos
más importantes de un esqueleto para
determinar las afinidades étnicas".
Cuando
Thomas descubrió el cuerpo en el río, los
fémures estaban en seis piezas. Owsley encontró ahora sólo un trozo de cada
uno.
Vista aérea del lugar, al lado del río Columbia, donde se halló el esqueleto del Hombre de Kennewick. |
Así
pasaron los años, y llegamos al 19 de febrero de 2000. Dos exámenes adicionales
e independientes de radiocarbono volvieron a comprobar, en ese ínterin, que, en efecto el Hombre de Kennewick tenía más
de 9000 años de antigüedad. Sin embargo, el test radiactivo no podía
demostrar más allá de toda duda la cuestión central, a saber: que el Hombre de
Kennewick era un europeo de raza blanca. Para ello se necesitaba completar el
test de ADN mitocondrial.
Reconstrucción del rostro del Hombre de Keenewick que vivió en el valle del río Columbia entre 9200 y 9600 años atrás. |
Los
dirigentes indígenas pusieron por delante, como en todo este asunto, sus
consideraciones anticientíficas y místicas. Las Tribus Confederadas dijeron que el OK del Departamento del Interior
a los tests de ADN sentaba "un peligroso precedente". Continuaban
hablando de racismo.
Matthew Dick, dirigente indígena,
declaró: "Seremos juzgados tanto por el creador como por nosotros mismos a
causa del modo en que tratamos a nuestros ancestros". Del derecho sobre
las tierras, ni media palabra. Pero el delirio continúa: "El análisis es
también una violación de nuestras creencias, porque captura el espíritu o la
identidad de un hombre". Es lo mismo que creían los africanos primitivos a
comienzos del siglo XX respecto de las cámaras fotográficas: que "les
robarían el alma". Pero Dick insiste: "De
acuerdo con nuestro sistema de creencias, la acción destructiva del test de ADN
reducirá nuestra identidad a una mera serie de códigos genéticos" dijo
muy suelto de cuerpo, como si la identidad de uno fuese otra cosa que los
resultados de la actividad del ADN.
El
abogado de los aborígenes, David Shaw,
se sumó al absurdo en una carta imperdible: "Los análisis causarán daños
ciertos e irreparables a las tribus, a la ciencia y a la ciencia antropológica,
y representan una conducta científica y social inadecuada".
El 3 de agosto del año 2000 se le hizo el primer análisis de ADN al Hombre de Kennewick en la Universidad de California. |
Para
el 26 de marzo de 2000, sin embargo, los
análisis de ADN sobre el desconocido cazador neolítico estaban ya en proceso,
a pesar de que los científicos sabían que no tendrían mucho con qué compararlo.
Stephanie Hanna, vocera de la Universidad de California declaró que los restos del Hombre de Kennewick habían sido contaminados. |
La
vocera del Departamento del Interior, Stephanie
Hanna, dijo que las muestras habían sido contaminadas. El CIE permitió a los aborígenes
hacer una "ceremonia fúnebre" sobre la caja de huesos, sin informar a
nadie. Los indígenas quemaron hojas de
árbol y diversos tipos de resinas sobre los huesos, de modo de asegurarse de
que, si alguna vez se hacían análisis genéticos sobre los mismos, los
investigadores trabajaran sobre vegetales modernos y no sobre el código
genético del Hombre de Kennewick. Y gracias a la complicidad de gobierno y
militares, habían logrado su objetivo. "El
esqueleto ha sido tan contaminado con ADN contemporáneo que todas las
reacciones de amplificación producen secuencias de ADN que no pertenecen al
Hombre de Kennewick", dijo Hanna.
Por decreto,
establecen que es mongoloide
Aceptar
que se trataba de un hombre blanco obligaba
a alterar toda la “historia oficial”, por lo tanto se resolvió terminar de
una vez con el controversial caso.
La caja con los restos del Hombre de Kennewick es trasladada bajo vigilancia. |
El
análisis genético del Hombre de Kennewick, un esqueleto de un hombre que vivió
hace 9.200 años como mínimo, con cráneo
dolicocéfalo, 1,70 a 1,75 metros de estatura, masculino, descubierto en el
río Columbia en el estado de Washington, “corresponde
al hombre indígena nativo americano de hoy” y caso cerrado. Este resultado
terminó con una larga “disputa entre los nativos americanos y los científicos
estadounidenses, e incluso dentro de la comunidad científica internacional”,
destacó la Universidad de Copenhague, el
18 de junio.
“Un
nuevo estudio basado en la secuencia del genoma muestra que el hombre de Kennewick es de hecho más
estrechamente relacionado con los nativos americanos modernos, que a cualquier
otra población en todo el mundo”, dice el documento de Copenhague.
Recordemos que los análisis realizados
en agosto del 2000 en la Universidad de California determinaron que los restos
óseos habían sido contaminados por ADN contemporáneo.
El Dr. Eske Willerslev, a la derecha, genetista de la Fundación Lundbeck y del centro GeoGenetics de la Universidad de Copenhague. |
Sin
embargo, agrega el investigador “entre los grupos para que tenemos datos
genéticos suficientes, nos encontramos con que las Tribu Confederadas de la Reserva Colville son uno de los grupos que
muestran estrechas afinidades con el hombre de Kennewick, o al menos a la
población a la que pertenecía”. Lo que no aclara el informe es que las tribus de la Reserva Colville desde la
llegada del europeo tienen sangre mestiza, ya no son puras, la prueba está en
que muchos de sus miembros tienen apellidos ingleses. Estas tribus habitan el noroeste de América del Norte.
Miembros de la reserva Colville. |
La
reserva Colville está ubicada en el centro norte de Washington, en la provincia
Highlands Okanogan. Ocupa la sección sureste del condado de Okanogan y la mitad
sur del condado de Ferry, además de algunas zonas del Condado de Chelan. De acuerdo a datos históricos, hasta
mediados de la década de 1800, los antepasados de esta tribu eran nómadas en la
región. “Se desplazaban de un lugar a otro para ocupar los sitios de pesca y
las bayas de la cosecha y plantas nativas”, según el sitio Internet de la
Reserva Colville.
Los nenets, pueblos siberianos, son los parientes más cercanos de los pieles rojas, nada que ver con el Hombre de Kennewick. |
Esta
gente procedía del Asia, más precisamente de la actual Siberia, Mongolia o Tíbet. Correspondían a diversos subtipos de raza
amarilla, hablaban lenguas diversas y tenían distintos niveles de civilización.
No se puede
enterrar la verdad
Aunque
se hizo todo lo posible para que no se conociera la verdad sobre el Hombre de
Kennewick, hoy es más que evidente que, más allá de las lamentables
circunstancias que rodearon y aún rodean este hallazgo fascinante, el principal
eje acerca del cual deben girar todas las discusiones ulteriores es el
siguiente: ¿Cómo afecta la mera
existencia del Hombre de Kennewick a nuestros conocimientos aceptados acerca
del poblamiento “oficial” de América?
Ilustración de Homo Sapiens blancos cazando en América del norte. |
Sin
desestimar del todo las hipótesis previas, es menester reconocer que
manejábamos datos incompletos y parciales. La
teoría más aceptada acerca del poblamiento humano de América fue formulada por
Paul Rivet en 1924, y contiene ya desde su origen el germen de la teoría
más moderna, a saber: el hombre llegó al Nuevo Continente en oleadas sucesivas (posiblemente en busca de
animales de caza), mayormente desde Siberia atravesando el Estrecho de Bering.
Por cierto que los primeros pobladores (en esta teoría primigenia) tenían caracteres
étnicos mongoles y premongoles.
El Hombre pobló América desde todas direcciones mientras que la "Ciencia oficial" lo niega y solo acepta el cacareado poblamiento a través del Estrecho de Bering hace unos 12.000 años. |
Nadie,
ningún científico, salvo el gran antropólogo Dick Edgar Ibarra Grasso hubiese soñado incluir en estas oleadas
migratorias prehistóricas a un grupo
caucasoide de tipo europeo (con acusados rasgos anglosajones) como los que
presenta el desconocido hallado en Tri-Cities. ¡Y menos todavía imaginaron
descubrirlo en la costa pacífica de América del Norte!
Otra reconstrucción del rostro del Hombre de Kennewick donde aparece un caucásico, no un aborigen de rasgos mongoloides. |
De
la presencia vikinga en Terranova o en Labrador casi nadie duda hoy en día, salvo
algunos imbéciles, pero que existieran
hombres blancos en el continente americano hace más de 10.000 años se sigue
negando a pesar de los posteriores hallazgos que existen. El Hombre de
Kennewick vino a derrumbar toda la
teoría (NEAC), siglas de “ningún europeo antes que Colón”, tan cuidadosamente
elaborada.
Individuos de la etnia aino, de la isla de Hokkaido en Japón, de raza blanca prácticamente pudieron llegar a América bordeando la costa. |
El
hallazgo del Hombre de Kennewick contradice todo lo enseñado desde siempre. Un pobre cazador blanco sobreviviendo hace
9.600 años en tierras infestadas de animales salvajes, era un tema muy molesto
para todos los que quieren que vivamos en una mentira permanente.
¿Cómo llegó el
Hombre de Kennewick a América?
Hay
que plantear una proposición básica: hace 10.000 años, la Tierra se encontraba
en medio de una Era glaciar; lo que significa que las masas de hielo del norte de Europa y América eran mucho mayores,
más sólidas y más extendidas que las que se observan hoy. Ello ofrecía
caminos terrestres por los que los animales (y por supuesto el Hombre) pudieron
llegar caminando, tras largas y trabajosas migraciones, hasta el continente
americano. Incluso se pudo viajar en
primitivas canoas de cuero, siempre a pocos metros de la costa, desde España o
las Islas Británicas, por ejemplo, hasta Groenlandia, Terranova, Labrador o la
Costa Este de los Estados Unidos.
El Hombre de Kennewick o sus ancestros, hace 10.000 años o más aún, pudieron ir caminando desde Europa hasta América o hacerlo mediante navegación de cabotaje. |
Acaso
en un futuro próximo o lejano comiencen a descubrirse más restos de europeos
prehistóricos en el continente norteamericano (dicho sea de paso, ya se han encontrado otros restos similares
de hombres blancos prehistóricos en otros lugares de Estados Unidos, dejando
sin argumentos a los detractores de la presencia de Hombres ¿de las cavernas? antes
de la llegada de las oleadas de inmigrantes asiáticos de origen mongol.
Es asombroso el parecido del actor británico Patrick Stewart con la reconstrucción facial del Hombre de Kennewick. |
Otras
teorías apuntan no a la migración desde Europa sino a la migración de comunidades o individuos blancos aislados procedentes
del Extremo Oriente. Los ainos de la isla de Hokkaido, al norte del Japón,
considerados los pobladores originales del archipiélago nipón, son de raza
blanca. Actualmente viven unos 4.000 de ellos en su isla original, y se supone que fueron paulatinamente
desplazados en tiempos prehistóricos por otros pueblos de raza mongola y
polinesia: los japoneses modernos.
Otros hallazgos de
hombres blancos
De
lo que sí, hay un hecho incontrastable, que se prueba por el mero hallazgo del desconocido cazador del río
Columbia: hace 10.000 años, cuando se suponía que sólo ancestros mongoles
habitaban Norteamérica, al menos un hombre blanco cazaba entre sus bosques.
Los poblamientos más antiguos de América. Hay restos de 40 mil años en Brasil, muy lejos de los 12 mil decretados a través de la ruta de Bering. |
Se
podrían hacer pruebas genéticas como la presencia del haplogrupo X (ADNmt), que
puede ser un indicio de migraciones
desde Europa de hace unos 13.000 años a.C.
En
ese momento ya estaba en curso el poblamiento de América por la ruta del
Pacífico. En muchas regiones de América
ya existían asentamientos humanos y grupos poblacionales provenientes de Asia y
de los que se tienen registros, como la cultura Clovis, en los Estados Unidos.
Es muy factible que los primeros colonizadores de América fueron hombres caucásicos (Cromagnon), que emigraron desde Europa. |
La
hipótesis solutrense fue propuesta inicialmente en 1998 por Dennis Stanford del Instituto
Smithsoniano (EEUU) y Bruce Bradley
de la Universidad de Exeter (Inglaterra).
La megafauna de América fue cazada primero por hombres europeos. Miles de años después llegaron los asiáticos. |
Uno
de los hallazgos de hombres prehistóricos es el Hombre de Meadowcroft, en el suroeste de Pennsylvania datado del
16.000 a.C. Un europeo mucho más anterior al Hombre de Kennewick y los
hallazgos de herramientas líticas se asemejan a los del Paleolítico europeo. Incluso
son miles de años anteriores a las puntas de lanzas Clovis (Nuevo México) datadas
del 11.000 a.C., otros instrumentos semejantes, con una antigüedad de 13.000
años a.C., fueron ubicados en el este de los Estados Unidos, en Cactus Hill y
Topper. La Cultura Folsom de 9.000 a.C. en Nuevo México, por las puntas de
lanza líticas tendría una relación con estos hallazgos.
Puntas de lanza del hombre prehistórico de Clovis, Nuevo México, prácticamente idénticas a las europeas. |
Migraciones
probables venidas de Europa no se hicieron presentes hasta la aparición del
Haplogrupo X (ADNmt) un haplogrupo mitocondrial
típico de Eurasia Occidental y de poblaciones nativas de América del Norte.
Es descendiente del macrohaplogrupo N. Se originó en el Medio Oriente hace unos
30.000 años y sus descendientes son X1 (con unos 10.000 años de antigüedad,
está restringido al Medio Oriente, así como al Norte y Este de África) y X2 (con
unos 21.000 años, presente en todo Eurasia Occidental, América y en Siberia).
El
Haplogrupo N (ADNmt) se originó probablemente en Asia Meridional. Al igual que el
Haplogrupo M (ADNmt), tiene una
antigüedad aproximada de 60.000 a 65.000 años y un origen probable en Asia
Meridional, dada la diversidad en esta región, ya sea por temprana
divergencia en la ruta de África o por subsecuentes migraciones de regreso
hacia Eurasia Occidental. En la medida
de sus frecuencias, Haplogrupo N (ADNmt) es considerado un haplogrupo
euroasiático-occidental con su centro más importante de expansión en el Cercano
Oriente.
Mapa de la última glaciación llamada Wurm o Wisconsin que terminó hace 12 mil años. |
Conclusión sobre el
Hombre de Kennewick
Hoy,
por más que nos insistan diciendo una y otra vez que el Hombre de Kennewick era
un hombre de rasgos mongoloides, no lo
creeremos jamás, basados en todo lo que se hizo para impedir el hallazgo de
otros esqueletos en el lugar, la desaparición de huesos del propio esqueleto y
toda la conspiración que se urdió para hacerlo desaparecer y que nunca más sea
estudiado (algo que finalmente ocurrió), el
Hombre de Kennewick era definitivamente un cazador caucásico blanco que habitó
en América del Norte antes de la llegada de los nómadas mongoloides por el
cacareado estrecho de Bering.
El Hombre de Kennewick era un cazador caucásico que habitó en América del norte. La Universidad de Copenhague dio su resolución sobre muestras contaminadas. |
Los
huesos de este primer antepasado
conocido del hombre blanco americano fueron enterrados en un lugar oculto y no
pueden ya ser estudiados para establecer su parentesco —o ausencia del mismo—
con los diversos grupos étnicos norteamericanos modernos. Lo único que sabemos
de él es que fue contemporáneo de los grandes mamíferos americanos extintos y
que vivió, sufrió, peleó (la prueba es la punta de lanza clavada), y murió en
una América que para nosotros, desde nuestro siglo XXI, se nos antoja maravillosa,
salvaje y fantástica.
Por Alberto Seoane
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